Alternativas
El Partido Socialista Obrero Español se encuentra inmerso en un proceso delicado por el que, en teoría, los militantes deberán elegir un nuevo Secretario General. Los principales candidatos que optan a este puesto son ambos bien conocidos, tanto por los afiliados como por el público en general (potenciales votantes, pues).
Entretanto, el Partido Popular (español) gobierna el país con su amplia mayoría, tomando decisiones que sus antecesores no se habían atrevido a adoptar, hasta el punto de que una revista ideológicamente situada en la izquierda (Tiempo, 5.01. 2012), expresaba tanto en su portada como en las páginas interiores que "la mayoría de las medidas podrían ser asumidas por la socialdemocracia".
Reducidos de ilusión, faltos de un liderazgo claro, ante la perspectiva de cuatro años de fría travesía y con la incómoda sensación de que les han birlado la cartera (la de las ideas, esto es, el programa), el partido que ha recogido los trozos mayores de la bandera socialista en este país, tiene muy difícil levantarse de esas cenizas como alternativa de gobierno para las próximas elecciones (no las autonómicas andaluzas, que puede dar por perdidas) y, sin embargo, no puede renunciar al carácter de principal partido de la oposición, articulando en torno a él las labores de control y crítica que corresponden a los representantes de quienes no han votado al partido que conforma el actual Ejecutivo.
Cuatro años son poco tiempo para reconstruir, con credibilidad, un nuevo programa de actaciones en torno a unos voceros cuya labor fundamental habrá de estar en plantarle cara a lo que entiendan que haga mal el Gobierno, teniendo en cuenta que la situación de crisis continuará durante, por lo menos, la mitad del actual mandato y que, por mucho que sean tildados de neoliberales, los ministros principales parecen tener presentes, además de su ideario cristiano, el miedo a que la calle se les eche encima.
Por eso, presentarán como "progresistas y equitativas" las medidas que vean como imprescindibles y, si bien se podría decir que no lo son tanto como debieran, el equipo de Rajoy sí podrá indicar en su mejor descargo que los dos Gobiernos anteriores, a pesar de su teórica vocación socialista, no consiguieron ponerlas en marcha (incluso ni plantear algunas de ellas), prefiriendo ocultar el alcance de la crisis antes que tomar medidas fiscales más agresivas para captar fondos con los que paliar el déficit. ¿Defensa del estado de bienestar se llama eso?
No voy a glosar aquí toda la idea, porque da más juego que para un simple Comentario, pero creo que, independientemente de que los socialistas del PSOE restañen sus heridas y reconstruyan, rescatando de las cenizas y escombros, figuras e ideas aprovechables, sería interesante que la sociedad civil generase los embriones de un nuevo partido progresista.
Porque, nostalgias históricas aparte, el partido cuyos primeros espadones siguen reclamando, con voces ya no muy tonantes y disminuída credibilidad, que representan a la izquierda pragmática ("¿civilizada?") española, tiene demasiados agujeros de gran calado en su quilla, va equipado con instrumental averiado y obsoleto en el puente de mando y entre la tripulación se ven conspicuos individuos con extraños avíos que actúan de oficiales, sin contar que lleva tiempo dejando una estela de oportunidades fallidas, para que los que son invitados a confiar en su singladura se crean que lo único que necesita es un buen carenado y cambiar de capitán.
Es, justamente, la falta de pragmatismo la que ha motivado, en mi opinión, el desmembramiento del programa progresista entre los partidos españoles, que los menguados grupos que creen representar las ideas de izquierda aún se empeñan en seguir monopolizando.