Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Entre tanto

Nos encontramos, claramente, en un intervalo: en un momento de transición, que es, al mismo tiempo, de despedida y preparación. Si estuviéramos asistiendo a un espectáculo, se estarían yendo los que han ocupado el escenario durante el acto o representación anterior y, detrás del telón (entre bastidores), se habrían ido concentrando -afinando la voz, templando instumentos o repasando partituras, letras o libretos-quienes intervendrán a continuación.

Pero no somos espectadores, sino actores. En el patio de butacas, no hay nadie. Todo el espacio es escenario. Y no se está representando nada; mejor dicho, lo que estamos viviendo es la realidad, la única plasmación de una composición colectiva que estamos construyendo a medida que van ocurriendo las cosas.

Observando en rededor, sorprende, sin embargo, el aumento de grupos y la constatación de actitudes que responden más a la naturaleza del espectador o a la idea de que están participando en un ensayo -puede que hasta crean que un ensayo general- de la actuación definitiva, que llevarán a cabo ante un selecto público -allegados y amigos- que les aplaudirá, entregado, en ese momento de la verdad para el que se estarían preparando.

No hay tal. Es cierto que, ante la actuación de los grupos que se puedan formar en ese escenario global, hay observadores. Forman parte de otros grupos, y sacan consecuencias, principios y normas de acción que les servirán para controlar, impulsar o destruir lo que les apetezca del magma de resultados que se va formando a cada instante.

Resulta inquietante -una palabra polisémica, desde luego, que refleja el estado de ánimo del que no se atreve a predecir las consecuencias de lo que está viviendo- que, por todos los síntomas, esté creciendo el número de los que creen estar representando un papel, sin valorar las consecuencias. Protestan, se indignan, pero ya no son capaces de saber contra qué o contra quién.

Hay actitudes marginales que son fáciles de detectar y que carecen de futuro por su propio planteamiento folclórico. En el día de la Fiesta Nacional española del 12 de octubre, grupos de descontentos gritaban: "¡Zapatero, vete ya!" (las elecciones generales serán el 20 de octubre y el actual Presidente de gobierno no es candidato). Desde un punto muy visible, con insolente persistencia, unos alborotadores sistémicos enarbolaban varias banderas preconstitucionales. 

Pero otras actitudes no son marginales y, sin embargo, no han conseguido concretarse como opción de futuro. Posiblemente, la razón es doble: no existe liderazgo y no existe programa definido.

El ex-presidente González, (Los desayunos de la Uno, 17.10.2011) se refería a la facilidad con la que, a pesar del cambio de nombre de las organizaciones indepentistas en el País Vasco, los simpatizantes de las formaciones abertzales no se equivocan al decidir a quién votar. Aunque cambien los nombres de las listas, existe una intención política concreta -se podrá criticar o estar de acuerdo con ella- y un liderazgo coherente en el mensaje.

En nuestra opinión, UPyD, Equo, IU y esos otros partidos que buscan incrementar sus apoyos parlamentarios deberían tomar una decisión sobre la claridad de su mensaje, concretándolo en líneas de acción, y no tanto como Gobierno que nunca serán de forma independiente, sino ante la eventualidad de una coalición. Será la forma de forzar al PP, que no cree necesitar programa, dado el descrédito del otro partido principal y de su líder hasta ahora, a que matice el suyo.

Será también la manera de que el PSOE, con un candidato locuaz y un programa construído con la recuperación de cascotes y restos de los destrozos sobre la marcha, -consciente de que no tiene opción de seguir en un gobierno en solitario-, se acerque a lo que desean los partidos minoritarios -la parte resulte viable, no la testimonial o la estrafalaria-, y asistamos, por fin, a un verdadero debate entre opciones de Gobierno.

Entre tanto.

0 comentarios