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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la necesidad de renovar el banquillo

¿Qué habría que valorar más, la experiencia o el empuje juvenil? En un momento como éste, en el que los conocimientos y actitudes de quienes han estado tomando las decisiones, nos han llevado hasta esta situación de dificultad, convendría que el debate acerca de lo que hay que hacer ahora, pusiera en claro las responsabilidades y extrajera, con independencia, las consecuencias.

No es sencillo, claro. Las voces de quienes ocupan los puestos de mando, convertida en algarabía, como sucede siempre que no se quieren reconocer los errores, impiden que se puedan escuchar las opiniones de los que no tienen otro interés que el de sacar, cuanto antes, la carreta del barro.

Nos gustaría que quienes han asistido en posiciones secundarias a la gestación de la crisis, pero no han tenido ocasión de tomar las decisiones, subieran al estrado y nos explicaran, con claridad, qué es lo que ha pasado. Para empezar, no nos fiamos de quienes han estado en los puestos de mando y, pretendiendo que ahora saben cómo solucionar el problema, no han sabido atajarlo. Bien está que nos expongan sus propuestas, pero no esperen de nosotros que les concedamos credibilidad.

Tampoco la esperen quienes se han sentado enfrente y se han contentado con decir, "no es así". No nos sirve que pretendan convencernos que la solución está en hacer, justamente, lo contrario, porque no entendemos que exista un "contrario" a lo que, como colectivo, hemos estado admitiendo -todos: unos y otros- que sucediera.

Creemos que es la gran opción de los jóvenes; no de los muy jóvenes, sino de aquellos que tienen menos de cuarenta o cuarenta y cinco años. Ellos, que no han consumido todavía una parte importante de su existencia activa, deben aportar, no tanto las soluciones, como el imprescindible empuje para ponerlas en práctica. A ellos corresponde, en esencia, la responsabilidad -y la necesidad- de sacarnos de aquí.

Que escuchen las voces de la experiencia, pero que sean ellos quienes tomen las decisiones. Por la cuenta les tiene, por la cuenta que nos tiene a todos.

Es la hora de renovar los banquillos. Démos, no la credibilidad, sino la confianza, a quienes aporten la juventud, el dinamismo, el empuje. Y, por favor, que dejen de hacer ruido quienes se han equivocado: nos sirve su reconocimiento de que han fallado, y se lo agradecemos, pero que dejen el sitio a quienes no tienen su cesto cargado con los errores del pasado.

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