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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Internacional

Sobre la catarsis del barranco

El expresidente de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, sospechoso de haber consentido una trama de corrupción de la que fueron beneficiarios su esposa y otros familiares, apareció gravemente herido en el fondo de un barranco el 23 de mayo de 2009, cerca de su lugar de residencia. Murió como consecuencia de las graves heridas.

Roh Moo-hyun fue un buen presidente. Promovió el acercamiento entre las dos Coreas, impulsó la modernización del país y firmó acuerdos de cooperación con las potencias económicas occidentales que aportaron múltiples beneficios a sus conciudadanos.

Entre las empresas que tuvieron un fuerte desarrollo durante su mandato, se contó el conglomerado (chaebol) Taekwang Industry, que se dedica a la producción de bienes electrónicos y textiles y, sobre todo, de calzado. Hace unos meses, la fiscalía, en la investigación de sus irregularidades contables, decidió procesar a la cúpula directiva de la compañía.

Tirando del hilo, se descubrió que la esposa del circunspecto Roh Moo-hyun, su hijo y un sobrino habían recibido importantes cantidades de dinero de la empresa.

Cuando se conoció la noticia, no faltaron lectores que enviaron comentarios a las redacciones de los media, expresando que, si todos los corruptos se tiraran por los barrancos, se solucionarían los problemas del mundo.

Debemos advertir, en primer lugar, que no consta probada esta situación delictiva por parte del ex-presidente. No se descarta que haya sido un asesinato.

Pero es que, además, matarse tirándose por un barranco no parece una forma típica de suicidio para un corrupto descubierto. Aunque los occidentales tienen otra formación respecto al honor y a la manera de lavar los errores, no es imaginable que un personaje que mantenía tanto poder y credibilidad decida apartarse de este mundo lanzándose a un agujero.

Parece más bien propia de quien no tiene a mano otros medios de acabar con su vida, dando por descontado, de que se encuentre en una situación de fuerte excitación, aislamiento y enajenación transitoria.

Tengan en cuenta esos lectores con propuestas insólitas, que la figura del corrupto no existe como una tipología para calificar al ser humano. La ocasión  es la que hace a los corruptos y, sobre todo, la apariencia de seguridad de no ser descubiertos.

Posiblemente, un alto porcentaje de personas respetables se hubieran convertido en corruptos si no hubieran existido sistemas de control y observación de las decisiones de quienes tienen poder sobre los órganos del Estado.

Deseamos que se aclare, con todas sus consecuencias, la muerte del ex-presidente correano. Y abogamos, no por la señalización de barrancos con potencialidad para que se lancen por ellos los corruptos descubiertos, sino por mejorar los sistemas de control que impidan el nacimiento de los deseos de obtener ventajas de las decisiones de gobierno, en la creencia de que esos movimientos nunca van a ser descubiertos.

 

Sobre el efecto culo femenino sobre la política internacional

La visita de Carla Bruni, la bella consorte del Presidente francés, a España, ha permitido comparar los traseros de S.A.R. La Pricesa Letizia y el de aquella. Hay comentarios intensos, intencionados o triviales, sobre la pertinencia de haber publicado en casi todos los periódicos nacionales la imagen de ambas subiendo las escaleras de La Zarzuela.

Anteriormente, la bella esposa del Presidente norteamericano, Michelle Obama, ha venido ocupando la atención mediática por su elegancia, lo acertado de su vestuario y su bella figura. En otro lugar del espectro ideológico y conceptual, no solamente la operada esposa del Presidente italiano, Signora de Berlusconi, sino el elenco de bellezas al que ha nombrado ministras, ha puesto en la boca de admiradores como de detractores la cuestión de la relación entre un buen físico y un cerebro.

Es evidente que no tiene tanto interés popular referirse a lo apuesto de un Presidente de Gobierno. Sin embargo, algunos sospecharon en su momento del tirón electoral de un guapo Adolfo Suárez y no puede negarse que Zapatero y Sonsoles de Zapatero lucen buena figura, apenas afectada por la crisis.

Habrá que tener en cuenta, pues, el efecto de la belleza como uno de los elementos de convicción o disuasión que pueden y, seguramente, deben, utilizar los políticos. Un buen culo suscita, y no solamente entre el sexo opuesto, pensamientos más relajados que la presentación de un programa de medidas económicas.

Sobre la retirada de tropas de Kosovo y el prestigio internacional de España

El anuncio de la superministra Carme Chacón de retirar antes del verano el contingente de 600 soldados bajo bandera española que están de vacaciones de riesgo en Kosovo ha sido duramente criticado.

Cebándose en la escasez de noticias relevantes -la crisis económica ya hiede, el Real Madrid no se acerca al Barça, la corrupción política no es sino un ejercicio de imaginación urdida entre un sastrecillo valiente y un juez estrella, etc-, todo el elenco periodístico de este pequeño país llamado Spain se ha lanzado a hacer la vivisección del gobierno de Zapatero y su sucesora in pectore.

Ni la decisión adolece de incoherencia alguna respecto a la política exterior española, ni a los aliados internacionales les importa poco ni mucho el asunto de lo que haga Chacón con ese batallón de excursión humanitaria, ni el prestigio (siempre bajo estigmas) internacional de España va a verse afectado un ápice por enviar de vuelta a casa a unos pocos militares en función contra natura.

No podemos olvidar que se encontraban cumpliendo una misión casi ininteligible, después de una guerra que se justificó con muchas filigranas dialécticas, y que generó una función pacificadora de duración y cometidos indefinidos para un territorio al que, ambos partidos mayoritarios españoles, no habían reconocido su declaración de independencia unilateral.

Suponemos que en la decisión de Zapatero han influído dos cuestiones. Una, la menor, la reciente visita del Presidente Serbio a España, que actualizó el impulso de traer a casa de inmediato a las tropas destacadas en la región. Otra, la mayor, la similitud en las situaciones de Euskadi con Kosovo, tantas veces puesta de manifiesto, y que, ahora, con la perspectiva de un gobierno de coalición nacional en el País Vasco, necesitaba marcar una línea coherente: no a los separatismos unilaterales.

Sacar consecuencias respecto a la capacidad de la ministra Chacón, la improvisación de la política exterior o el ridículo que se habría hecho en el escenario internacional, no es más que una añagaza política. Seguimos siendo lo que éramos, lo que somos. Lo que nos hemos labrado a pulso de discusiones estériles en estos treinta años de creernos el ombligo del mundo estando tan próximos a otro agujero de ese cuerpo imaginario.

Política interior, pues, y de andar por casa.

Sobre brisas y huracanes en Venezuela

Puede que la información no sea totalmente fiable, pero es la mejor que tenemos. Según un estudio de la PFC Energy, recogido en el Financial Times de 22 de octubre de 2008, para equilibrar su balanza por cuenta corriente, Venezuela necesitaría que el petróleo alcanzara un precio de 100$/barril.

El Presidente de la República Bolivariana, Hugo Chavez, ha presentado a la Asamblea Nacional de su país una reformulación de la Ley de Presupuestos para 2009, "ajustando el precio de la cesta petrolera a 40 dólares y el volumen de producción a 3.172.000 barriles diarios", al mismo tiempo que anunciaba en un discurso con su tradicional corte populista que "ni la más mínima brisa de la crisis económica mundial nos ha tocado este año".

La deuda venezolana aumenta a velocidad desorbitada, prácticamente al mismo tiempo que el precio del petróleo se aleja de la cifra de bonanza de 100 $/barril, superando seguramente en la actualidad los 100.000 millones de dólares (más de un año y medio de déficit). A finales de 2008, el gobierno venezolano esperaba que el precio del barril se centrara en 75$. Las estimaciones del sector atribuyen un coste mínimo de 60 $/barril al petróleo venezolano; precios de mercado por debajo de este valor son, por tanto, pérdidas.

La situación es esperpéntica para Venezuela. Pdvsa tiene graves dificultades de producción, y en octubre pasado apenas superaba los dos millones de barriles diarios, habiendo perdido un millón y medio de barriles de capacidad.

Y no toda su producción se traduce en ingresos pues, dada la magnanimidad de su líder con los aliados ideológicos,  hay que deducir más de trescientos mil barriles que se entregan gratuitamente a Cuba y Nicaragua, entre otros. La empresa ha tenido incluso que comprar petróleo para cumplir su compromiso mínimo de entrega a Estados Unidos.

Con la economía mundial en recesión y el precio del petróleo, base de la economía venezolana, muy lejos del nivel objetivo que rentabiliza la producción venezolana y garantiza el interés en poner en explotación nuevos yacimientos, el ideólogo de la nueva Venezuela podrá llamar leves brisas a los vientos huracanados que están hundiendo su economía. 

Las palabras no comen, ni se visten, ni tienen necesidades. Las gentes, sí. La ilusión del presidente venezolano de reinventarse un país aislado de su entorno y pertrechado conceptualmente con cuatro ideas socializantes no tiene viabilidad, y no por culpa de Estados Unidos ni del neocapitalismo.

Carece de viabilidad porque toda su magia está en apoyarlo en la venta de ese regalo natural que es el petróleo y Venezuela, falta de industrias, de productividad, de objetivos, no se sostiene si le fallan los ingresos apetecidos por la venta de su líquido negro a precios cuanto más altos, mejor. La república bolivariana no es exactamente bananera, sino petrolera, pero los efectos sobre el descontrol, la corrupción y la molicie administrativa son parecidos.

En fin, llámelos Chávez como los llame, los vientos económicos le están volcando definitivamente el barco, con todos los venezolanos dentro y sin botes salvavidas. En lugar de insultar a los países que podían ser amigos, amenazar con más privatizaciones sin sentido y alardear de suficiencia presupuestaria de la que carece, sería razonable emitir claras señales de socorro y demandar la cooperación a otros paquebotes cercanos.

Sobre el nuevo talante (new mood) norteamericano en política exterior

El vicepresidente norteamericano Biden ha viajado a Europa para avanzar un mensaje de diálogo, en la búsqueda de aliados para su política exterior.

Son muchos los problemas que la administración Obama ha heredado de su antecesor, al que puede culpar de todo lo malo que se encuentra en los cajones, aunque no parece que esa sea la fórmula que pretenda emplear el nuevo presidente para ganar tiempo. Está tomando decisiones comprometidas desde el primer momento, y esa actitud, ese new mood, merece máxima atención.

Se puede intentar enumerar los asuntos más importantes de la política exterior norteamericana. Guerras en Irak y Afgaistán en donde soldados y empresas norteamericanas están directamente involucrados; conflicto persistente entre Palestina-Israel, en donde aunque no haya tropas estadounidenses si se ventilan intereses propios; programa de defensa nacional frente a la amenaza terrorista, que es monstruo de mil cabezas que abarca desde la lucha entre civilizaciones y las incomprensiones religiosas hasta la decisión sobre qué hacer con Guantánamo y, sobre todo, con los retenidos allí; dilucidar qué posiciones adoptar con las repúblicas periféricas soviéticas, en especial con Georgia, manteniendo simultáneamente una sonrisa hacia Moscú; acercarse a Cuba por la puerta trasera, mientras Puerto Rico pretende escaparse por la delantera; reforzar la cooperación con México, Colombia y Brasil, sin que ello signifique dar por perdidos a Bolivia, Venezuela y Ecuador (por ejemplo), porque el frente popular de rojeras del libro se acerca temerariamente a Irán y al fundamentalismo islámico, confundiendo gestos con posturas...

No le falta trabajo al equipo de exteriores norteamericano. El problema fundamental de Biden es que casi todos los problemas que tiene en la agenda no se ubican en Europa, y poco pueden hacer por sus intenciones los países de la Unión Europea, más que animarle a que los resuelva. Aunque, dados la grandeur y la capacidad de flatter del presidente francés, puede creerse quizá que, en lugar de tener que negociarse los aliados europeos uno a uno, le bastaría con comer en el Elíseo con Sarkozy y cenar en Bruselas con Javier Solchaga, Mr. Pesc. 

O puede intentar encontrarlos a casi todos juntos y escuchar las genialidades que se le ocurran, en la tertulia después del desayuno en la Conferencia de Política de Seguridad. En Munich, ... qué frío está haciendo en Europa...

Sobre la Unión Europea y sus actuaciones ante la crisis de la economía real

Nos ha pillado la crisis con estos pelos que, por ejemplo, son los de un anti-europeista convencido como Presidente de una Unión Europea claudicante(1). No está solo, aunque lo parezca. Le acompaña un francés (2) especializado en hacer política por su cuenta. Más que nadie, ama salir en las fotos en donde se ventilan fregaos, domina el márketin de sí mismo como nadie y, gracias a ello, tiene éxito con algunas mujeres hermosas (3), a pesar de que echa de menos unos cuantos centímetros (en los pies).

Si se afina la visión, se verá que Europa está representada, según cuadre, por más gente, aunque será difícil realizar la foto de familia salvo en períodos de vacaciones. Hay, situándose con el petate cada vez más a la derecha, un laborista trasvestido (4), que habla bien inglés. Y, metida en lo suyo, una alemana con aire de ama de casa diligente (5) pero que no parece tener ni idea de mecánica, y menos de cómo se activa una locomotora. Aunque el más dinámico es un payaso italiano (6) que cuenta chistes viejos en su barraca de feria y, en los bares, alimenta la eterna discusión entre las ideologías del porrazo y la gomina.

Hay otros muchos comparsas en la tragicomedia europea -cada vez más tragedia-. Entre ellos, un defensor acérrimo de la alianza de civilizaciones (7) -versión tó er mundo es bueno- al que le crecen los problemas, la nariz y los enanos, a pesar de que sigue convencido de que su suerte es loca y nació con una flor en el culo. Pero la realidad es terca, desagradable, peluda como un oso en libertad.

Fijándonos en un país antes llamado España, veremos que el problema principal debería ser encontrar acomodo fuera de la seguridad social a los cuatro millones de parados, que teniendo en cuenta la baja población activa, equivalen casi a la mitad del país parado. ¿Qué se está haciendo?. Pues mirarse el ombligo, discutiendo si es verdad que se hayan agotado o no las medidas posibles o si los dosiers que maneja la oposición demuestran la fidelidad o el odio a los congéneres.

Así los temas, la llave de la reactivación, en acuerdo tácito de Europa, la tiene Estados Unidos. Lamentablemente, habrá que esperar porque resulta que el flamante sereno norteamericano tiene una prioridad: descubrir el instrumental adecuado en una caja de las herramientas muy desordenada, para detener el escape de recursos que heredó en la maltrecha economía de su propia casa.

El premio Nobel de Economía Solow, en una conferencia inspirada que anda repitiendo por ahí (ayer en A Coruña, antesdeayer en Madrid, luego, donde le paguen algo para reforzar la pensión) opina que el euro tiene los días contados. Da razones: las economías de la Unión Europea son dispares, sus políticas fiscales dispersas y se está falto de una coordinación única ante la crisis de la economía real.

No se trata de tomar decisiones aisladas, al estilo de sálvese quien pueda, que fomentarán el proteccionismo y el hambre para mañana, sino coordinarse entre todos.

La crisis es global, puede. Pero necesita de dos protagonistas para propiciar la reactivación en el menor tiempo posible

Uno, claro, Estados Unidos. El otro, confuso y confundido, la Unión Europea, whithout macroeconomic tools. Según Solow, Friedman y él coincidieron en only one thing, cuando se encontraron en su apostolado por Venice, no sabemos exactamente hace cuánto tiempo: "both feared that euro is not an optimal currency" porque las políticas económicas de los Estados europeos carecen de sincronización para sus decisiones monetarias. 

Es normal que en época de crisis los trabajadores reclamen proteccionismo. Pero medidas proteccionistas solo provocan en los demás, idénticas o peores restricciones: hay que recuperar la confianza global, no confiar en que decisiones particulares, por geniales que parezcan, desde un país miembro, van a ser la panacea. O se cree en la Unión, o no. Las crisis son, justamente, la piedra de toque de la antes confesada solidaridad.

Se cuenta de un mozo que iba conduciendo despreocupadamente su coche haciéndole arrumacos a su novia por una carretera nevada. De pronto se encontró con que el coche derrapaba. Apartó a la moza con un brusco movimiento y puso las dos manos al volante y toda la atención sobre el camino.

Ahora, hay que dejarse de florituras y solucionar la economía de todos los días. Ya habrá tiempo para hacer el amor.

"We need to stimulate in the short term the purchases of goods and services". (8) Cuando recuperemos la economía real, habrá tiempo de subir los impuestos y tapar los agujeros financieros con las plusvalías. No hay más remedio que endeudarse algo más -lo justo-para que la máquina no se pare, y entregar el dinero a los que sepan qué hacer con él de inmediato. No a los que lo volatilizaron especulando y ahora nos lloran clamando que lo han perdido todo. La economía irreall no merece piedad.

(1) Vaclav Klaus;(2) Niko Sarkozy;(3) Como Carla Bruni;(4) Gordon Brown;(5) Angela Merkel;(6) Silvio Berlusconi;(7) ZP; (8) Las frase en inglés se deben atribuir a Solow; algunas de las que figuran en español, también.

Sobre la capacidad de ilusionar y los fundamentos

Hemos repasado el discurso de toma de posesión del presidente norteamericano Barak Obama, y lo hemos encontrado bastante decepcionante.

Vamos a ver si nos entendemos: no se trata de llevar la contraria por postura dialéctica. El discurso ha sido perfecto como muestra de oratoria popular, como recordatorio programático de los principios deontológicos que deben regir las actuaciones de un presidente de un país democrático y como demostración de la capacidad de sintonizar con el auditorio, dándole al público lo que desea oir. ¿Qué es lo que todos deseamos oir?. Pues esto: "No te preocupes, te comprendo, soy uno de los tuyos; me encanta que confíes en mí, pero mi trabajo depende, sobre todo, de tu ayuda y la de todos; vamos a solucionar los problemas, los de todos y, sobre todo, los tuyos; la situación es difícil, pero, te repito, ten por seguro que lo vamos a solucionar. Cuento contigo, porque me caes muy bien, te aprecio, y, como verás, en mi equipo he elegido lo mejor de lo mejor para ayudarme".

Sin embargo, nos confesamos recitentes a participar del júbilo de la multitud enfervorizada que aclamaba a Obama desde la explanada del Capitolio, remisos disidentes del sentir de esa mayoría cualificada de norteamericanos que bebían la miel de cada una de sus palabras, sintiéndose parte del pueblo elegido por Dios para regir el mundo, y, sobre todo, y a lo que más nos importa, nos reconocemos incrédulos consistentes respecto a la tan proclamada sintonía que se nos promete acá, en este valle de lágrimas español, que habrá de surgir, como un flechazo amoroso, tan pronto como el líder demócrata de allende los mares cruce las primeras palabras con nuestro presidente Zapatero y sus entregados ministros.

El discurso ha sido, por supuesto, formalmente impecable. Magnífico en la concepción gramatical, brillante en la selección de los temas -pasando por todos de puntillas, dando pinceladas sin que el color de la pintura implique plazos o resoluciones concretas-. La dicción de Obama es la de un actor consumado, un genio del gesto, que ha de ser escaso y preciso, como se enseña en las escuelas de arte dramático.

Ha sido un discurso casi completo en el tratamiento formal de las preocupaciones de los norteamericanos, que son también -ay- en su casi totalidad coincidentes con las del resto de la Humanidad viviente. Este aspecto no nos debería hacer más felices a los demás, pues si el país más rico de la Tierra tiene mucha necesidad, ya se sabe a quien van a dar de comer primero.

Si lo analizamos en sus compromisos, en las ideas de acción, si lo pretendemos analizar como programa político resulta, lamentablemente, lleno de espacios vacíos.

Porque ya sabemos que, desde que Norteamérica existe, Dios juega en el equipo, o, por lo menos, a favor ,de los Estados Unidos; también forman parte de las esencias del negocio americano, el cristianismo reinventado, la firme voluntad de olvidar los fallos del pasado, -atribuyéndoselos a las veleidades del progreso-, ese conjunto de deberes que suenan cada vez más ñoños, y que forman parte de un juego mágico, carente de definida personalidad política, válido para la izquierda como para la derecha, que parece conformado a base de tomar del pasado de la Humanidad las buenas intenciones, pasando por alto que en su nombre también se ha cometido tropelías muy sonoras.

Quizá tenía que haber sido así. Después de todo, el novísimo Presidente no tiene porqué conocer aún la profundidad de los problemas y, menos aún, seleccionar las medidas concretas para paliarlos o afrontar su solución. Desde esa perspectiva, ha hecho bien en escurrir el bulto de los compromisos y sacar el frasco de las esencias verbales, inundándonos a todos de su estado de gracia.

De esencias hemos quedado bien servidos. América puede, América es líder incuestionable, América sabe, América tiende la mano al mundo, América cumple sus compromisos; Todos debemos estar unidos, Todos debemos apoyarnos; Todos somos responsables;Todos tenemos que estar orgullosos de ver que los americanos son el pueblo más eficaz del planeta; Nadie puede escurrir el bulto; Nadie será marginado (si es americano); Escucharemos a todos; Hemos demostrado que América es un país en donde todo es posible; Cuidaremos el ambiente, y sacaremos la energía de donde podamos; Generaremos empleo y riqueza; Somos los mejores, los que más entendemos de libertad, los que más trabajamos y sabemos...

La veta de predicador pasado por Hardvard se le nota mucho a Obama. Es su auténtico pelo de la dehesa. Es un pelo suave, suave, suave...Tendrá que caérsele, suponemos. Y habrá de tener sumo cuidado en los terrenos por donde se mueve: la América profunda de la economía trapacera, de la lucha de clases, de las desigualdades y las marginaciones, está ahí, al acecho.

Cúidate mucho, Presidente Obama. Estamos de acuerdo, desde siempre, desde que éramos niños, con lo que dices. Solo que debes tener presente que a la ceremonia religiosa del próximo domingo no acudirán ya los dos millones de enfervecidos adeptos, esa selección de los pobres y marginados de América, que habrán tenido que ir a buscarse los garbanzos a otro sitio, sino que tendrás enfrente a los que han movido los hilos hasta ahora. Esos no van a pedirte palabras, sino que protejas sus intereses.

Y, entre ellos, no faltarán, nos tememos, algunos de la misma calaña de los que no tuvieron en el pasado mayores problemas para cargarse a quienes querían cambiar las cosas demasiado rápido, ya fueran Presidentes de los Estados Unidos de América, o candidatos espléndidos para representar las aspiraciones de la mayoría. Porque la mayoría ha de ser, como hasta ahora, silenciosa.

Sobre Obama y su agenda inmediata

Barak Obama será, desde mañana, nuevo Presidente de los Estados Unidos de América, y hace tiempo que las elecciones norteamericanas no habían suscitado tantas expectativas, provocadas, obviamente, por la combinación de una grave situación de crisis internacional, y la acumulación de especulaciones y comentarios sobre su talante, inquietudes, fortalezas.

Sería prolijo indicar a estas alturas que un Presidente, y más si lo es de la mayor máquina económico-financiera de la Historia, llega a serlo a base de compromisos previos, y un proceso de selección entre candidatos alternativos en la que "el sistema" -mágica palabra con la que se suelen englobar las fuerzas directrices de un mecanismo de poder- ha tenido ocasión de valorar lo que conviene.

El punto más urgente de la agenda del Presidente Obama es, por supuesto, calmar las aguas financieras de su país. Los escándalos provocados por el descontrol de la SEC y la ambición desmedida de algunos operadores del mercado financiero exigen una respuesta de emisión de tranquilidad. Es ahí importante en donde se ha pretendido dotar a Obama de credibilidad, frente a la imaginaria debilidad y falta de carisma del ya ex-presidente G. Bush, jr.

Nos tememos que la crisis continuará su curso, que solo quedará contenido, no por las aparatosas declaraciones de los líderes, ni acuerdos con un inconfundible aspecto de nadería, sino por el trabajo de los verdaderos agentes del sistema norteamericano, que son el trabajo continuado, pragmático, sin alharacas, de millones de ciudadanos convencidos de que pueden hacerse ricos, o al menos, un poco menos pobres, si hacen las cosas lo mejor posible, en su campo de actuación, por limitado que sea.

Tenemos confianza en el pueblo norteamericano, de la misma forma que hemos soportado una permanente desconfianza respecto a las formas de actuar de las grandes empresas, a los entresijos turbios entre los poderes político y económico. En la agenda del Presidente Obama, favorecido hoy con el calor popular del deseo de cambio de actitudes y formas en los políticos, ha de figurar también la implementación de un sistema de control mucho más rígido y severo para que los desaprensivos no se aprovechen de la credulidad de los ciudadanos de a pie, preocupados con sobrevivir y ser un poco más felices. Simplemente.

Sobre lo que traen los Reyes Magos a los niños huérfanos

Eranse una vez tres jóvenes de diferentes orígenes, que vivían en países muy alejados entre sí.  Tenían en común algunas aficiones, la curiosidad por viajar y conocer gentes de otros lugares. Eran gentes exquisitamente educadas, conscientes de vivir en un mundo global, convencidos de que todos los seres humanos eran iguales y que tenían derecho a disfrutar de la vida de acuerdo con su capacidad, trabajo y circunstancias.

Se habían conocido por internet, y, después de caer en la cuenta que tenían muchas aficiones comunes, habían decidido emprender un viaje de aventuras, en el que deberían recorrer la misma distancia para confluir en un destino común. Se habían prohibido llevar ordenador, ni radio, ni brújula, ni mapas. Solo podrían guiarse por las estrellas y preguntando a los lugareños.

Assí pues, habían salido pertrechados de sus respectivos hogares, con ropas de abrigo y víveres, trescientos dólares y el tanque de gasolina lleno. Los tres eran aficionados a las motos y tenían, justamente, el mismo modelo, que no viene al caso.

Habían tenido claro desde el principio el punto final de su viaje: Belén. Para empezar sin que ninguno tuviera ventaja especial, y aunque no se trataba de una competición, pero no querían que ninguno pudiera salir favorecido, y después de varios tanteos con el compás y el intercambio de unos cuantos e-mails, establecieron tres puntos para comienzo de su viaje, que los situaban en igualdad de condiciones. El primero, partiría desde Yakarta, en Indonesia; el otro, desde Grozny, en Chechenia; el norteamericano, que había nacido en Utah, fue obligado a partir desde Abidjan, en Costa de Marfil.

Los tres estaban solteros y eran, cada uno a lo suyo, creyentes. Por tradición familiar y por convicción personal, se consideraban fieles seguidores, de una de las religiones monoteístas más difundidas en la Tierra, todas ellas, verdaderas. No eran fanáticos, simplemente, pensaban que su religión era la única convincente . Uno era cristiano copto; otro, judío ortodoxo y el tercero, musulmán.

El viaje estuvo lleno de aventuras, y no careció de sinsabores y alegrías. A veces se creían perdidos, pero las estrellas les guiaban a su destino. La Polar, y la Cruz del Sur, desde luego; aunque también sabían interpretar las señales de estrellas desconocidas para casi todo el mundo. .

Los tres ardían en deseos de encontrarse en Belén, para contarse cómo les había ido. Para conocerse, al fin. Para abrazarse

Perdieron algunos días, y no pudieron estar en el destino perseguido la noche del 24 de diciembre, sino unos días más tarde. Se encontraron de pronto en un territorio en guerra. Las luces que provenían de lo que parecía Belén no aparecían en el cielo, sino que surgían de explosiones a ras de tierra. Comprendieron que eran fogonazos de misiles y se asustaron. Temieron que no podrían llegar nunca a Belén. 

Cuando llegaron, en efecto, Belén ya no existía. Solo encontraron un montón de ruinas, miles de cadáveres, unos soldados que cantaban victoria y hombres y mujeres desarrapados que gritaban. También tropezaron con algunos niños huérfanos, que deambulaban entre los escombros buscando algo que comer.

Se abrazaron, después de presentarse.

Lo que habían visto les heló la alegría. Repartieron entre aquellos niños desnudos y desnutridos las cuatro o cinco tabletas de chocolate que les quedaban, y se pusieron a llorar junto a ellos.

Estaban llorando cuando oyeron a sus espaldas una vozque parecía provenir de unas zarzas ardiendo, pero no supieron distinguir lo que les decía. Eran frases ininteligibles, en un idioma que tal vez desconocían. Por fin, uno de ellos creyó entender lo que preguntaba la voz. Era de un niño al que una bomba le había seccionado las piernas. Preguntaba: "¿Sois vosotros los Reyes Magos?".  Y les apeteció morir de vergüenza.

 

Sobre Cuba y Guantánamo, utopía frente a ignominia

Recoge Manuel Moreno Fraginals ("Cuba/España España Cuba, Historia común", 1995) que en los momentos más graves del enfrentamiento colonial, (1868-1898), Cuba se llenó de españoles, fundamentalmente varones. Fue una manera deliberada con la que, desde la metrópoli, se pretendió disminuir la tensión independentista en la isla.

Allá fueron muchos asturianos y gallegos. Más de 700.000 inmigrantes españoles se quedaron en Cuba, después de la  guerra; algunos, -pocos- se casarían con hijas o nietas de españoles; pero, muchos formaron familia -casados o amancebados- con mulatas, indias y negras, contribuyendo a potenciar el mosaico racial de Cuba, que adquirió con ello una diversidad que no se encuentra en el resto de Latinoamérica.

A diferencia de otros lugares latinoamericanos, el cubano no se siente ciudadano del mundo. Quizá porque la historia reciente del camino seguido por Cuba hacia el encuentro de su identidad está lleno de singulares traspiés. A veces, los falsos amigos disimularon sus intenciones con hermosas palabras. El 20 de abril de 1898, un día después de iniciada la guerra entre España y Estados Unidos, el Comité de Relaciones Exteriores norteamericano publicaba la Joint Resolution: "... the people of the Island of Cuba are and of right ought to be free and independent...".

La declaración norteamericana era engañosa, y la población más pobre de la isla, formada sustancialmente por negros, mulatos e indios, quienes habían formado el núcleo principal de la oposición a la metrópoli, creyendo que "el avance de Lincoln era la esperanza", lo entendería muy pronto. El 1 de enero de 1899 se hizo efectivo el traspaso de la propiedad de la isla a los Estados Unidos. La población de color, que era ignorante del problema racial que subsistía entrre sus "libertadores" -a pesar de que en 1863 se había abolido la esclavitud, no tardó en entender que la victoria norteamericana no tenía como objetivo conducir a Cuba hacia la libertad.

Lo supo desde el día de Reyes -lo recuerda también Moreno Fraginals - en el que , por tradición,  se recordaban los cantos y bailes de los orígenes africanos de quienes habían venido como esclavos. Ese mismo año de 1899 se prohibió la manifestación, dando un machetazo a parte de la cultura afrocubana.

No vamos a contar ahora la historia del camino de Cuba hacia el espejismo de la libertad, que ha tenido en los últimos 50 años, con el aniversario que se conmemora en estos días, un camino de espinas, entremezclado con unas cuantas rosas de ilusión. Ilusión que fue disminuyendo desde la caída de Batista, sepultada por la palabrería adormecedora de Fidel Castro, y por la represión implacable de los revolucionarios contra todos los que discreparan.

A conformar un pueblo desorientado, desconectado del mundo, cocido en su salsa -también en su conformismo y alegría afrotropicales-, contribuyó la cerrazón de los dirigentes norteamericanos. No quisieron entender que el bloqueo era equivocarse con Cuba y que los cubanos no tenían la culpa de la historia tejida en torno a las ambiciones por la rica isla, porque los cubanos son quienes habitan Cuba.

El modelo socialista de Castro era, como todos los modelos de reparto de lo que no se produce, una utopía. Pero el aislamiento que forzó Estados Unidos al pueblo cubano, basándose en la inane premisa de que Castro era un dictador -no había y hay pocos en el mundo-, era y sigue siendo injustificable.

Para entendernos: la presencia en la isla del penal de Guantánamo, un territorio usurpado por los Estados Unidos y que se mantiene al margen de la ley internacional y de la propia norteamericana, es una ignominia.

Entre la ignominia y la utopía, seguimos prefiriendo la segunda. Aunque la utopía no conduzca a nada, y aunque se convierta en una deplorable plutocracia cuando un subgrupo impone sus condiciones al resto, como en una Animal Farm orwelliana, los que viven en Cuba, tienen el derecho a pensar que esa forma de vida es la mejor de las posibles, y pueden tomarse su tiempo para cambiarla por otras formas de gobierno; libertad de la que no puede decirse dispongan quienes tienen que soportar una ignominia.

Sobre el interés de la franja de Gaza para Yahvé

En el día en que la comunidad cristiana conmemora la matanza de niños ordenada por Herodes, después de haber sido informado por los Reyes Magos de que el Mesías acababa de encarnarse en Belén, Israel celebra ese acontecimiento bombardeando Gaza, en busca de los centros de inteligencia de Hamás, el gobierno que el pueblo palestino ha elegido, mayoritariamente.

Gaza es, según quienes conocen la situación, ahora que se encuentra en época de lluvias, una cloaca en donde viven más de un millón y medio de palestinos, secuestrados por tierra, mar y aire. En esa tierra, antes centro del mundo y ahora prácticamente abandonada de Dios y de los hombres, los jóvenes se han hecho extremistas islámicos, como una forma de identidad. Ideológicamente, están tan bien equipados que no dudan en inmolarse en atentados suicidas contra su particular Belcebú, el vecino que envuelve sus tierras.

El problema de fondo no es de naturaleza divina, sino humana. Y tiene que ver, mucho, con el agua y la tierra. Las depuradoras de aguas residuales que iban a construirse con financiación internacional, no se han realizado, como castigo -se dijo; se dice- al triunfo de Hamás; la tubería que debería conducir las aguas tratadas desde Beit Lahia al mar no se construyó para no afectar las playas isralíes de Nitzanim.

Falta de agua superficial -los flujos hídricos desde Hebrón, en la Cisjordania, fueron secuestrados por Israel-, sin embargo, el valor estratégico de la franja de Gaza se mantiene; para Israel es un refugio de terroristas. Para los musulmanes fundamentalistas, es la avanzadilla desde la que se hostiga a unos invasores que se sientan a la derecha del padre norteamericano.

Por una parte, tiene importantes recursos hídricos subterráneos, fundamentales para una zona azotada por la sequía de primavera al otoño, que se han ido contaminando con aguas fecales e intrusiones salinas. Por otra, completa el acceso al mar del territorio circundante y su valor geoestratégico para reconstruir el Gran Israel, un mito esgrimido por los judíos con persistente voluntad anti-histórica, pero con demoledora convicción práctica, está fuera de dudas

Para los afanes expansionistas de Israel, Gaza es una pieza fundamental en su rompecabezas de completar una mancha territorial uniforme bajo su control. Anexarla, completaría el deseo de obtener un territorio cerrado, como base para -se puede apostar sin riesgo- seguir expandiéndose entre los herejes musulmanes.

Ya nadie se atreve a apelar a la injusticia que supone haber incrustado artificialmente en un estado árabe, una comunidad muy cerrada que había sufrido un Holocausto, pero en el que los palestinos no habían tenido nada que ver. El argumento no encuentra eco en la comunidad internacional, sepultada por la  poderosa maquinaria informativa judía, y preocupada por problemas mucho más graves que atender a un par de millones de pobres armados con arcabuces.

No tiene tampoco ya importancia mediática decir que Israel, contando con el apoyo de los Estados Unidos y la aquiesciencia europea se haya dotado de un arsenal de sofisticados mecanismos mortíferos, capaces de sepultar en minutos cualquier resistencia de los países limítrofes, en grave penuria, y que ha probado en sucesivos bancos de ensayo, aprovechando las más variadas excusas para organizar ataques a sus vecinos, alardeando de ser un país demócrata. 

Carece de interés recordar que el movimiento de odio y las posiciones fundamentalistas que prendió entre el pueblo palestino hacia los israelíes-judíos fue fomentado como parte del juego de poderes entre Occidente y los países árabes, con Hojas de Ruta y reuniones en hipotéticas cumbres que nunca condujeron a resultado real alguno, apareciendo como rivalidades religiosas lo que no eran sino manifestaciones de la tensión natural debida a la desigualdad de fuerzas económicas entre la paupérrima Palestina -incapaz de vivir sin subvenciones, convertida en una meretriz internacional- y el opulento Israel -al que se canalizan sistemáticamente ahorros de las comunidades judías, siempre florecientes por su carácter endogámico y su indiscutible creatividad tecnológica y financiera-.

El ataque a varios centros de Gaza por parte de los misiles israelíes, sucede en un momento de falta de liderazgo norteamericano (en pleno proceso de traslado de poderes) y cuando la Unión Europea está en su momento más débil (incapaz de digerir la crisis ni planificar la contención de las dificultades que se avecinan por la recesión en prácticamente todos los países recién incorporados). El objetivo no es Hamás. Yahvé quiere, esta vez, sin tapujos, el agua de la franja. Y ha ordenado que los palestinos sean sojuzgados.

Nos tememos que Alá tendrá algo que decir. Y, entretanto, el Dios universal, a uvas, celebrando el fin de año.

Sobre el peligro amarillo (que China se nos caiga)

En la presentación de un libro bastante optimista de Jacinto Soler Matutes, -"El milagro económico chino: Mito y realidad"-, el 16 de diciembre de 2008 en la Fundación Rafael del Pino, héte aquí que el invitado principal, el insigne economista Mixin Pei, dió unas pinceladas gruesas, pero certeras como puños, respecto a los peligros que acechan si la crisis occidental persiste y China no puede sostener el crecimiento mínimo de su pib necesario para generar empleo.

Ya Amadeo Jensana, un sorprendente políglota multicultural, había adelantado algo. Las ventajas de ser un "late comer" y la perspicacia de haber hecho de las inversiones extranjeras un motor interno para el país, no impiden que la crisis afecte, de verdad, a China. Los efectos sobre las exportaciones están teniendo lugar, habida cuenta de que la mitad aproximadamente de lo que China envía al extranjero, se va a USA y a la UE, y, además, son productos muy sensibles para la generación de empleo interna (zapatos, juguetes, ropa, etc).

La caída de la producción del 2% puede parecer escasa, pero tiene efectos brutales sobre un país con mas de 2.000 millones de habitantes. Según el Banco Mundial, si China crece por debajo del 11% no se crea empleo. Si a la situación exportadora se añade la caída de la construcción (afectando al precio de los cementos, el acero, etc) y aunque la deuda hipotecaria en China es muy baja (13%) y se exigen garantías y solvencias muy altas (el comprador debe aportar al menos el 50% del precio), la amenaza de recesión relativa está en el escenario.

Sobre la misión de paz en Afganistán

Recorrer la historia de los pueblos que han conformado la naturaleza de ese país sin fácil solución que es Afganistán, es sumergirse en la persistencia de la incapacidad humana para entenderse.

Afganistán ha estado siempre en la encrucijada de las culturas. Cuando la ambición del hombre era más modesta, y Dios era uno solo, los afganos -una forma clásica, pero falsa, de denominar a la inmensa cantidad de tribus que fueron creciendo y multiplicándose, y, por tanto, dividiéndose entre sí- se dedicaron a la agricultura y a la oración. Así descubrieron cosas muy interesantes para la filosofía, la medicina, la ciencia en general.

Después, y cuando el centro del mundo se descoyuntó, movido por fuerzas centrípetas con la naturaleza común de la ambición humana, Afganistán se encontró transformado en una tierra limítrofe: por arriba, el cristianismo ortodoxo y el marxismo; por el occidente, el islamismo; por el sur, el hinduismo.

Los afganos, tierra de castas impermeables coexistiendo en el mismo espacio, añadieron a las etnias, es decir, a las diferencias morfológicas, los elementos sobrenaturales, como explicación para la desigual distribución de los recursos naturales. Como consecuencia, unos se sintieron, con el paso del tiempo, más comunistas -antes del marxismo, por supuesto-; es decir, algo más humanos; otros, se hicieron más radicales en su islamismo pseudocristiano, es decir, algo más divinos; algunos, tocados por la mano de la ética universal, se hicieron más tolerantes con los inferiores, esto es, más vulnerables; otros, se vieron menos inferiores con los tolerantes, equivalente a decir que más revolucionarios; etc;...

Emancipado de Inglaterra desde principios del siglo XX, el personaje ficiticio que es Afganistán miró el mapa y se encontró en medio de países igualmente inventados, en donde se concentraban demasiados seres, genéticamente compatibles pero ideológicamente estériles, dispuestos a defender con uñas, dientes y kalashnikóvs -allí inventados- sus perfectas culturas y sus indiscutibles tradiciones, que les conectaban directamente con su Dios, que era para cada etnia, único, incuestionable, y, por ello, muy exigente con todos los demás.

Para los talibanes y chiítas, en realidad, su Dios había devenido terriblemente exigente; conformándolo a imagen y semejanza de lo que deseaban que fuera, quienes se consideraban herederos legítimos de lo mejor de la etnia pastú, no dudaron en imponer con las armas su pretensión de supremacía, para hacerla indiscutible los que se resistían a admitirse claramente inferiores.

Las castas inferiores, resultaron fácilmente contaminadas por ideologías foráneas, y a algunos de sus miembros se los encontró convertidos en peligrosos comunistoides que superponían, haciéndolas aún más dañinas, sus ansias de redención aquí en la tierra, a las ya de por sí peligrosas herejías suníes, cuando no al nefasto agnosticismo práctico.

Se conformó así un tinglado ideológico en el que tuvieron su caldo de cultivo propio en las etnias de hazaras y tayikos, aquellas de las que habían salido quienes tradicionalmente habían jugado casi a la perfección su papel de criados y sumisos, el rol que les correspondía en la división original de los títulos que hicieron sucesivamente los persas, los  dioses, los turcos y, ya en la época más moderna, los británicos y los norteamericanos.

Difícil una misión de paz en Afganistán, sin duda. Sobre todo, si quienes la pretenden están armados hasta los dientes y entretienen su ocio paseándose entre las tribus de pacíficos, buscando que no se peleen entre sí ni los maten los malos en su presencia.

Porque la paz duradera ha de estar apoyada en un potente músculo de tolerancia cultural, pero sobre todo, ha de contar con un sólido respaldo económico y un gobierno autóctono, democrático, fuerte y creíble incluso para sus detractores.

No bastan un par de miles de observadores, por más que tengan buena voluntad, luzcan boinas azules y uniformes brillantes, compren en los mercados las legumbres más caras y se desplacen a toda velocidad entre los poblados, con miedo a verse atacados en el tránsito, refugiándose luego a escribir cartas de amor y aburrimiento desde sus campamentos blindados.

No basta condolerse de lo pobres e incultos que son estos afganos, mientras las empresas de los países ricos les extraen el gas natural y los minerales del subsuelo.

Desde luego, hacen falta muchas cosas en Afganistán. Además de tecnología y recursos, en los primeros lugares de la ayuda, ha de figurar la doctrina de la tolerancia, ayudándoles a sentirse cómodos en su rica pluridad de creencias, convencerles de que la verdad está en el respeto a la pluralidad y en la búsqueda de la igualdad.

Tenemos dudas de que exista en la comunidad internacional autoridad suficiente para detentar la transmisión de ese mensaje, que está en dirección contraria a lo que ha recorrido este país y que no parece triunfar, tampoco, en el mundo occidental.

Pero, sin necesidad de romperse mucho la cabeza sobre lo que podría hacerse, existen opciones sencillas para salir del atolladero.

Porque, hoy por hoy, Afganistán sea un banco de pruebas de la incapacidad de los seres humanos para entenderse, el país está tan abajo, que con poco que se haga, puede subir unos peldaños. La hambruna, el desgaste brutal, la inestabilidad, la altísima tasa de natalidad por mujer como única ilusión para la redención, son tremendos. La última vez que entregó algunas cifras de su economía, población, índices de mortalidad, etc, estaba inequívocamente situado en el último lugar de los 192 países que figuraban en la relación.

Paz a los hombres de buena voluntad, decimos por acá...Si tuviéramos algo de sensibilidad y mucha más voluntad...seguro que no necesitábamos tantas palabras ni nos daría tanto miedo llamar a las cosas por su nombre.

Sobre el gobernador de Illinois, la mujer del César, Obama y los intoxicados

Resulta que el gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, puso en venta el escaño que Barak Obama dejaba libre en Washington, y el FBI lo ha emplumado.

El presidente electo se ha apresurado a descolgarse de la operación y a declarar que reprueba la actuación de quien fue su compañero de filas. Hay conversaciones grabadas que involucran gravemente al tal Blagojevich y a otros colegas del partido demócrata.

¿Cuánto puede valer un escaño en Illinois, y, sobre todo, qué rentabilidad se le puede sacar a la inversión? ¿De qué manera?

Grave reflexión, desde luego. Pero, en realidad, la pregunta más inquietante se refiere, en este caso, al pasado y a una persona que es esperanza de cambio y fortaleza para muchos:

¿Le sacó rentabilidad el futuro presidente de Estados Unidos, Barak Obama, al escaño por Illinois que tenía en Washington?. ¿De qué manera?

Pero aunque la respuesta a tan insidiosa pregunta fuera negativa, existe otra cuestión que es solo aparentemente más fácil de resolver, porque existen multitud de pruebas testimoniales. Por ello, exigirá las mejores dotes persuasorias del candidato electo, que desde el 20 de enero prósimo dirigirá el país más poderoso de la Tierra, para salir libre de sospecha.

Dado que Obama y Blagojevich tenían una relación muy estrecha, ¿Cómo no se dió cuenta el perspicaz Obama, cuando lo apoyó y mientras colaboró con él, de que estaba dando su confianza a alguien que consideraba los puestos políticos en relación con su rentabilidad? ¿No le preocupa moverse ente propensos a sinecuras, cohechos, o nepotismos?

O, en fin, dentro de la ingenuidad de quienes creemos aún que hay esperanza de que todo se aclare, y Obama salve su credibilidad, todavía hay otra pregunta:

¿Los comportamientos en Estados Unidos en política no se han liberado aún de las costumbres de reyes y nobles de los siglos XVI y posteriores, por las que, para obtener dinero para sus economías, vendían los cargos de corregidores, recaudadores de impuestos, y hasta los títulos de nobleza, a los mejores postores?

Nos sentimos, en este momento, intoxicados. No porque la información nos parezca falsa, no. Nos sentimos intoxicados porque nos han envenenado una ilusión, y es urgente que se clarifique, no ya lo que el -presunto- impresentable Blogejevich haya podido esperar conseguir con ese juguete para adultos que para él es  un escaño en el Senado, sino dejarnos con la plena seguridad de que Obama  no lo utilizó en provecho propio durante el tiempo que lo detentó.

Porque Obama juega aquí el papel de la mujer del César. Lógico que quiera desmarcarse ahora de los corruptos y de los extremistas, pero nos interesa saber lo que hacía antes junto a ellos. Ay, ay, ay...

 

Sobre el electo Presidente Obama y Spain

Contrariamente a lo que pudiera parecer, por la gran difusión mediática que se dió al evento por nuestros lares, los españoles no hemos elegido al nuevo presidente de Estados Unidos. Lo han elegido los estadounidenses, en una votación cuyo resultado fue concretándose abrumadoramente en varios hitos muy significativos.

Barak Obama empezó a ganar claramente cuando venció a Hillary Clinton, presentándose como un tipo más simpático que la ex primera dama. En Estados Unidos la gente no quiere discursos complicados, no está preparada para oirlos: le gustan las películas de buenos y malos, las comida basura, los elogios al magnífico pueblo americano. Un pueblo que se agranda por momentos. Hasta 1920, eran solamente los varones; desde finales de los 60, también los latinos y los negros; cualquier día futuro, también podemos serlo los europeos. Aunque todavía no lo somos.

Obama venció definitivamente cuando el candidato republicano que tenía enfrente, un tipo con un currículum de héroe de ficción, bregado y recio, cayó en la trampa de creerse insuficientemente simpático, y metió en danza a una genuina ama de casa norteamericana, de esas que creen que lo más importante es abrigar a los niños al salir del colegio.

Pero lo tiene muy difícil, porque en su ligero programa electoral hay unas cuantas promesas difíciles de cumplir. No es tan simple conseguir asistencia sanitaria pública de calidad para todos, ni cobertura de paro razonable, ni retirar las tropas de Irak lo antes posible, ni apoyar la alianza de civilizaciones. Ese programa es viable solo en España, en donde el país está mucho más a la izquierda que USA. Con ese programa, ganó Zapatero, y con ese mismo programa, cambiando ciivilizaciones por civilizados, va a ganar Rajoy las próximas elecciones.

Esperemos que en el camino de España hacia la derecha y de USA hacia la izquierda se encuentren ambos equipos de gobierno y, por fin, Moratinos conozca a Obama e intercambie con él un par de palabras, aunque solo sea aquello de Ai am Moratinos, Fórein Minister of Espéin, in Iuróp.

Felicidades, Barak Obama. En España hubieras ganado por unanimidad.

Sobre las propuestas de España en la cumbre de los G-20 ante la crisis

En el momento en que escribimos esta Nota no se sabe aún si España será invitada a la reunión de los llamados G-20, una combinacíón casi aleatoria de países, que se reunirá para dilucidar qué es lo que está pasando en la economía mundial y difundir las propuestas que se les hayan ocurrido a los consejeros de los jefes de Estado.

Aunque el lugar de la cita es Washington -los vuelos de American Airlines son algo más baratos- actuarán como anfitriones convocantes un trío de conveniencia: el formado por el unánimemente denostado (incluso por su propio partido) ex-presidente de Estados Unidos, George Bush jr., el hipercarismático sempersonriente presidente de Brasil, Luis "Lula" de Silva y el mediático  multiubicuo  eterno adolescente, presidente de Francia, de la UE y de la Ohlalá!, Niko Sarkozy.

Puede que España sea finalmente autorizada a asistir a esa reunión de culpables, presuntos, sospechosos y víctimas de la crisis económicamente. Seguramente el tímido presidente Zapatero se incorporará al evento con la sonrisa de niño bueno al que la maestra ha perdonado el castigo, y la diplomacia hispana lo presentará como un éxito de negociación.

Nuestro consejo es que no vaya. Que de cualquier excusa, que juega el Atletic, que lo pensó mejor, que tiene jaqueca o que no le sale de por ahí, que se arreglen sin su presencia.

Porque, además, no necesitaríamos ningún foro especial, para decir al mundo lo que nos apetecería decir a nosotros. Tenemos la web, que lee todo el mundo, o al menos, la puede leer. Por ello, hemos querido ayudar a expresar la posición española con algunas ideas que, si les apetece, pueden suscribir Zapatero, Rajoy y los miembros y miembras del Consejo de Diputados que lo deseen. Basta con que pongan una nota de adhesión más abajo y nosotros nos encargamos de enviársela a los tres convocantes, a cobro revertido.

1. La globalización es una patraña. Ha servido para que las grandes empresas se hagan más opacas a la fiscalización y al control, y una buena parte de ellas -no decimos todas por respetar un margen a la duda- utilicen en su beneficio la precaria seguridad jurídica de los países menos desarrollados.

Así han conseguido las grandes firmas, con la complicidad de los gobiernos, vaciar el ahorro de las familias. El dinero ha sido volatilizado de sus países de origen y canalizado, en movimientos especulativos, hacia las naciones más deprimidas del planeta. Porque el dinero es papel y anotaciones y, como la energía, ni se crea ni se destruye: se roba, se desplaza, se utiliza, se reutiliza, pero nadie quema la pasta.

En estos países de destino preferidos para las plusvalías, los más ricos e inescrupulosos han ido adquiriendo en tierras, voluntades, materias primas, montado nuevos negocios y, paralelamente, han contaminado, destruido y expoliado lo que les apeteció, todo en honor al progreso, al bienestar y al desarrollo, que es un cuento inventado. 

Ha sido especialmente atractiva para los actuantes ejercer la opción de obviar los controles contra la contaminación de los países desarrollados, situando los centros muy contaminantes allí donde la mano de obra es barata y las exigencias ambientales escasas o nulas. La globalización ha permitido adormecer las mentes colectivas, vendiendo chucherías a los que vivían en países que se creían ricos, mientras se reinvertían los beneficios en los países que se habían creído que eran pobres.

2. La economía de libre mercado no ha funcionado, una vez más. Ese invento de la oferta y la demanda tiene agujeros por todas partes.

Podemos admitir que no tenemos otro sistema mejor y que no vamos a volver al método del puro trueque de mercancías, pero son imprescindibles controles muy estrictos que garanticen que las materias primas básicas, y en particular, las relacionadas con la producción de alimentos, medicinas y educación tengan el control superior de las administraciones públicas y de la comunidad internacional, para lo que se hará un seguimiento férreo de los precios y de las necesidades, impulsando la distribución mayor de la cultura, las ayudas para sanidad y los alimentos para consumo humano, con el compromiso de los países más desarrollados, en razón directa a su pib, aporten más a un fondo de desarrollo.

3. El planeta se está deteriorando ambientalmente a niveles nunca conocidos, y es imprescindible detener esa carrera.

Las medidas podrán tener relación con el calentamiento global, pero independientemente de esa relación, los G-20 y todos los países tienen que ser conscientes de que se debe detener el consumo irracional de medio ambiente y, en particular, el que se realiza en beneficio privado. Es imprescindible internalizar los costes ambientes en todos los proyectos de envergadura, y los países del G-8 deben dar ejemplo de ese cálculo, negando ayudas a macroproyectos que tengan impacto ambiental si no gozan de un informe ambiental aprobado por una comisión de técnicos independientes y plurinacional.

4. El mundo debe vivir en paz.

Ni las religiones, ni las ambiciones particulares de un Estado, ni la búsqueda de cualquier garantía de suministro, ni ningun argumento justifica la guerra. Los países deberán acordar el desmantelamiento de todos sus centros de producción de armas nucleares en un plazo máximo de diez años. Los conflictos se resolverán en una Corte de arbitraje internacional. Si los dirigentes de un país decidieran agredir o invadir a otro, atacando su soberanía, serán expulsados de los foros internacionales, estudiándose las medidas para que la población sufra el menor castigo posible.

Y así siguiendo. Zapatero podría enviar simplemente una carta, y, entretanto, hacerles el manipipas.

Sobre huracanes, cambio climático y renta

A muchos turistas que se habían prometido unas magníficas y merecidas vacaciones en el Caribe, se les han fastidiado los pronósticos. Una colección de huracanes, dispuestos uno tras de otro como en una secuencia de ametralladora climática, les ha obligado a mantenerse pertrechados con con un vasito de guiski en el jól de su hotel, sin poder ni siquiera bajar a la playa.

Los turistas no tienen la culpa, desde luego, de haber calculado mal el período ideal para sus vacaciones. Contrasta su imagen de disgusto con la visión de hileras de otros humanos, fundamentalmente negros y mulatos, que avanzan entre las aguas desbordadas de no se sabe bien que ríos, y que, por lo que dice el comentarista, lo han perdido todo.

Han muerto al menos 500 haitianos, dice, y son muchos los desaparecidos, inquietante eufemismo con el que se designa a los seres invisibles cuando, en una catástrofe, algún familiar los echa en falta al volver a reunirse en la choza donde habitan para felicitarse sin palabras por haber sobrevivido a otra prueba de la naturaleza. No sabrán, seguramente, que ese ciclón que ha devastado sus míseras posesiones se llamaba Hanna, Ike o Gustav.

Tampoco sabrán que los meteorólogos han podido determinar con cierta exactitud y adelanto el itinerario que iba a seguir esa fuerza que provocó vientos superiores a los 200 km a la hora y que, unos kilómetros más allá, por esta vez, sus colegas igualmente básicamente negros y fundamentalmente pobres de Los Angeles, solo han sufrido daños materiales, por lo que el presidente del estado más poderoso de la Tierra podrá felicitarse de que todo ha respondido bien.

Hay una relación, nada sutil, entre pib, huracanes, cambio climático, efectos demoledores y los designios de la providencia divina.

Sobre la política exterior española

La política exterior española tiene características temperamentales que convendría evitar. En las relaciones con algunos países, se perciben orientaciones señaladas por las filias y fobias del Ejecutivo en el poder. En otras, resultan singulares ciertas manifestaciones que cabría definir como afectivo-monárquicas. En muchas, se transmite una sensación de improvisación.

No pretendemos en este reducido comentario pasar revista a la panoplia de interrelaciones que definen la estrategia internacional. Pero sí deseamos señalar algunas incongruencias.

España pertenece a dos colectividades con las que tiene lazos políticos y afectivos que la sitúan en una posición singular. Desde luego, la pertenencia a la Unión Europea, debiera señalar una de las orientaciones básicas de su política internacional, coordinando la base de su posición frente a otros países en línea con las de los demás países europeos y, en especial, con los más activos. La estrategia internacional de Francia, el Reino Unido y Alemania debería ser un esquema general al que convendría adaptarse, singularmente en cuanto a la actitud respecto a Estados Unidos.

Sorprende, por tanto, que nuestros políticos se apresuren a definir posicionamientos en relación con los candidatos a la Presidencia norteamericana. La más elemental prudencia aconsejaría mantenerse al margen de manifestar afectos. Se puede entender que Barak Obama sea más simpático a los socialistas que el republicano McCain, pero de ahí a que Rodríguez Zapatero o Esperanza Aguirre hayan expresado sus preferencias, va un paso arriesgado. El líder de la oposición Mariano Rajoy ha sido más cauto, al reconocer que "ambos candidatos tienen cosas en su programa" que le gustan.

El otro eje imprescindible de la política exterior española es, por supuesto, el cuidado de las relaciones con los países sudamericanos. Líderes como Castro, Chaves o Evo Morales tienen comportamientos que resultan, sin duda, criticables desde una óptica de lo que sería deseable que manifestaran, pero entrar en una guerra fría de críticas y distanciamientos, no hace sino perjudicar las relaciones económicas entre los países. No se puede olvidar que han sido elegidos democráticamente por sus respectivas poblaciones -o son apoyados mayoritariamente por ellas- y entrar en descalificaciones afecta negativamente sin contraprestación alguna.

Sería, en fin, deseable, una actitud más diplomática en nuestra política exterior. Los intereses a salvaguardar son, en fin, los propios. Defender un orden internacional siendo un país de segunda línea puede ser visto como muy valiente en algunos foros, pero sus consecuencias prácticas no son visibles en el lugar en donde hay que ver traducidos los frutos de la política internacional: en la economía del propio país.

Sobre Iberia, sentimientos y realidades

Escribimos hoy sobre la Iberia por excelencia, la unión histórica y geográfica de Portugal y España, un espacio cultural lleno de similitudes y complementariedades, al que, tanto portugueses como españoles -pero más los segundos- hemos dado la espalda frecuentemente.

La tendencia casi atávica para ignorar al vecino, tratando de conseguir que no nos contamine la rivalidad que mantenemos con él, se ha convertido durante siglos es un muro de separación entre estos dos países. Siguiendo cada uno un camino a espaldas del otro, en los últimos años se han vivido historias que, bien miradas, parecen paralelas: períodos de dictadura, eclosión de la democracia, recuperación de la confianza colectiva, ilusión por el futuro, cierta desazón interna, apertura orgullosa y admirada hacia un mundo exterior que les había dado la espalda.

Nos importa hoy, sobre todo, resaltar que, en el contexto de la Unión Europea, y disipado por fortuna cualquier recelo recíproco y, desde luego, con la voluntad de trabajar juntos, los gobiernos de España y Portugal deben aprovechar al máximo la proximidad, las similitudes, los esfuerzos comunes. Trabajar como si fueran un solo país, con la voluntad de ser uno.

Cuando el viajero, español como portugués, recorre con el ánimo receptivo las tierras del otro, habla con sus gentes, capta el mensaje de cada pueblo, de cada piedra, forjado a lo largo de siglos por las gentes que vivieron en ellas y por ellas, no será posible sustraerse a una realidad. Hay las mismas similitudes, los mismos impulsos, idénticas empatías, que las que existen entre los pueblos de España para los españoles, que existen entre los pueblos de Portugal para los portugueses.

Es la llamada de Iberia que, hoy por hoy, en la Europa de las regiones, en la comunidad de los pueblos, tiene más fuerza que nunca. Porque no está hecha de la idea de rivalidad, vasallaje o contienda, sino que nace de la solidaridad. Cuánto hay que hacer, cómo se podrá hacer, para plasmar en realidades esos sentimientos.

Sobre las guerras frías

El presidente ruso Mevédev reconoció la independencia de las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjazia, que habían sido el detonante de la guerra entre Rusia y Georgia. El dignatario explicó incluso en el Financial Times sus razones políticas en un artículo titulado “Por qué tuve que reconocer la separación de las regiones de Georgia”.

La argumentación de Mevédev coloca en el mismo barco la independencia de estas regiones y la de Kosovo respecto a Serbia. “Ignorando las adverrtencias de Rusia, los países occidentales se precipitaron a reconocer la ilegal declaración de independencia” (de Kosovo), provocando agravio comparativo para esas regiones georgianas.

La independencia deja con el culo al aire a Nicolas Sarkozy, que había vendido como un éxito la retirada de las tropas rusas de Georgia. Esas regiones se apresurarán a firmar acuerdos de cooperación con Rusia, equilibrando la alianza de Georgia con la OTAN. Desde este organismo se defiende las relaciones de amistad con Rusia, pero una cosa es predicar y otra dar trigo. No se desea volver a los tiempos de la guerra fría, se dice, aunque el asunto huele a fuerte tensión, ya que Rusia considera que todos esos países del Este son su feudo, su esfera de control, y no toleran las injerencias europeas.

Ucrania ha de ser el próximo objetivo del reconocimiento unilateral de independencias, ya que la península de Crimea ofrece condiciones parecidas a las de las dos regiones a las que ahora Rusia ve como independientes. Una presencia de rusos significativa –el alibi cultural- y, sobre todo, gas natural –el objetivo económico-.