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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre Obama y su agenda inmediata

Barak Obama será, desde mañana, nuevo Presidente de los Estados Unidos de América, y hace tiempo que las elecciones norteamericanas no habían suscitado tantas expectativas, provocadas, obviamente, por la combinación de una grave situación de crisis internacional, y la acumulación de especulaciones y comentarios sobre su talante, inquietudes, fortalezas.

Sería prolijo indicar a estas alturas que un Presidente, y más si lo es de la mayor máquina económico-financiera de la Historia, llega a serlo a base de compromisos previos, y un proceso de selección entre candidatos alternativos en la que "el sistema" -mágica palabra con la que se suelen englobar las fuerzas directrices de un mecanismo de poder- ha tenido ocasión de valorar lo que conviene.

El punto más urgente de la agenda del Presidente Obama es, por supuesto, calmar las aguas financieras de su país. Los escándalos provocados por el descontrol de la SEC y la ambición desmedida de algunos operadores del mercado financiero exigen una respuesta de emisión de tranquilidad. Es ahí importante en donde se ha pretendido dotar a Obama de credibilidad, frente a la imaginaria debilidad y falta de carisma del ya ex-presidente G. Bush, jr.

Nos tememos que la crisis continuará su curso, que solo quedará contenido, no por las aparatosas declaraciones de los líderes, ni acuerdos con un inconfundible aspecto de nadería, sino por el trabajo de los verdaderos agentes del sistema norteamericano, que son el trabajo continuado, pragmático, sin alharacas, de millones de ciudadanos convencidos de que pueden hacerse ricos, o al menos, un poco menos pobres, si hacen las cosas lo mejor posible, en su campo de actuación, por limitado que sea.

Tenemos confianza en el pueblo norteamericano, de la misma forma que hemos soportado una permanente desconfianza respecto a las formas de actuar de las grandes empresas, a los entresijos turbios entre los poderes político y económico. En la agenda del Presidente Obama, favorecido hoy con el calor popular del deseo de cambio de actitudes y formas en los políticos, ha de figurar también la implementación de un sistema de control mucho más rígido y severo para que los desaprensivos no se aprovechen de la credulidad de los ciudadanos de a pie, preocupados con sobrevivir y ser un poco más felices. Simplemente.

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