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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ambiente

Sobre las consecuencias para la salud del cambio climático

Con el novedoso título -por estos lares, al menos- de "Cambio climático y amenazas para la salud", la Fundación Mapfre, en colaboración con la Fundación Ciencias de la Salud, organizó el 15 de noviembre de 2010 un programa de conferencias que se gestó en torno a la presentación del libro que recogió los resultados de una encuesta acerca de las preocupaciones de los españoles por la afección de la salud por el cambio climático.

Dará idea de lo que nos pareció el enfoque de las conferencias -soportadas bajo un calor agobiante, en un salón de actos lleno a rebosar- el que, en el coloquio, nuestra pregunta trataba de preguntar porqué no se habían abordado las hipotéticas repercusiones del también hipotético cambio climático para la salud desde una perspectiva zonal.

Y, sobre todo, porqué no se había tenido en cuenta que para los países en desarrollo -especialmente los BRICs- más que hablar de repercusiones del cambio climático, habría que analizar los efectos de una industrialización acelerada.

La pregunta no tuvo respuesta, ni cabía esperarla, porque los conferenciantes, que seguramente pensaban estar dirigiéndose a un público sin formación sobre el tema, discurrieron por diversos lugares comunes, alimentando de generalidades sus repectivos discursos.

No se trata de hacer una crítica a los intervinientes, sino a lo inmaduro del tema. Porque para establecer como conclusión del mismo que hay que dejar de fumar o que hay que ahorrar energía en calefacción o aire acondicionado, no hace falta tener como referencia lo que pueda pasar con el clima.

Tampoco creemos que se puedan trivializar los efectos de un calentamiento global trasladando la cuestión a las muertes por calor en verano o por frío en invierno y estrapolando resultados.

Puestos a ser imaginativos, uno de los posibles efectos sobre la salud del cambio climático, si efectivamente se produce, serán los derivados de la tercera guerra mundial, cuyo móvil puede ser tanto la escasez de agua como de energía, como de ambos recursos.

También podemos imaginar las consecuencias de la subida de los mares sobre las construcciones que se hicieron, y se hacen, sobre la línea de costa (a pesar de su declaración como demanial), especular sobre los ahogados por avenidas en las rieras y por las avalanchas de nieve, etc.

Y, sublimando las consecuencias de la elucubración, más o menos calenturienta, podemos preguntarnos porqué el Pais Vasco (y no será el único) dedica dineros a contratar a una eminencia mundial, Dr. Anil Makandya, para que realice un estudio sobre las consecuencias del cambio climático para sus nacionales, y porqué nosotros, en Madrid, hemos de estar extasiados escuchándolo.

Sobre la probabilidad de que el cambio climático sea una ideología

Bajo el sugerente -y enigmático- marco global de "Ingeniería y sociedad contemporánea: seis grandes temas", el Colegio de Ingenieros de Caminos (demarcación de Madrid) ha organizado un ciclo de conferencias, que se impartirán fuera de la hermosa sede de la Institución, en el propósito "de acercar la ingeniería a la sociedad".

La primera conferencia fue encomendada a Luis Irastorza, consejero delegado del Desarrollo Urbanístico de Chamartín ("DUCH") y versó sobre "La ingeniería frente a los dilemas del clima" (10 nov. 2010). Dentro de esa intención de acercamiento al público general, el acto tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes, que, junto INTIC, también figuran como co-organizadores.

Irastorza pronunció, en realidad, dos conferencias, prolongándose durante casi dos horas, lo que contribuyó, desgraciadamente, a espesar un tanto el ambiente en la "segunda parte" de la misma, justamente en la que abandonó las disquisiciones filosófico-probabilísticas, para aportar un buen número de gráficos y datos.

Toda esa información sobre los estudios y proyecciones que están realizando los 23 centros que poseen modelos de predicción climática globales, la puso Irastorza al servicio, de la confirmación de la línea argumental por la que se había decantado personalmente: aunque puede haber un fondo de intereses mercantiles, el riesgo de cambio climático es importante, ha sido provocado por la actuación del hombre, y, dada la entidad de las consecuencias, su generalidad y su inmediatez, obliga a tomar medidas urgentes y que supongan la actuación a nivel global.

"Existen dosis de incertidumbre en la concreción de los riesgos climáticos, pero son mucho más importantes las que existen en evaluar los costes de estabilización".

No será sencillo encontrar la solución a tal desafío, porque no será posible "la extrapolación de nuestro modelo de desarrollo al resto del mundo", implicando, en particular, "el desacoplamiento de crecimiento de pib y consumo de energía en la década 2011-2020, lo que no se ha producido nunca antes en la historia de la humanidad".

España, para Irastorza, ocupa un papel "absolutamente marginal, con conocimiento disperso y sin instrumentos; debería despolitizar el debate y dedicar, de inmediato, recursos a la investigación de las medidas que habría que adoptar. No es un tema de ideologías y en ese análisis, la ingeniería tiene un papel muy relevante: es lo que más va a modificar el mercado, pero habrá que adoptar un nuevo modelo de desarrollo".

Estamos muy de acuerdo con la exposición de Irastorza, quien reconoció, a una pregunta de uno de los asistentes que, pensando que el público no estaría formado por ingenieros, había preferido ser más divulgativo y no detenerse en las medidas técnicas que se relacionan con el tema climático.

Aunque la cuestión -tan importante- quedó como un asunto residual, el conferenciante enumeró, entre otras medidas técnicas, y de forma desordenada, la mejora en la generación y distribución eléctricas, el aumento de la eficiencia en la captación de la energía solar, el perfeccionamiento en el uso de las formas de energía nuclear, en particular, en relación con los resultados del proyecto iter y el colisionador de halones, la modificación del urbanismo ("es absurdo mantener los diseños energéticos actuales"), el cambio sustancial en los medios y usos del transporte, etc.

Para los ingenieros, los efectos del cambio de clima, supondrán nuevos trabajos y desafíos: diques y muros de contención más resistentes a los empujes marítimos, mejor control de inundaciones y aluviones, tratamiento atemperador de las sequías, nuevos diseños para las ciudades y el transporte, etc. 

Quedó así esbozada una segunda parte para el debate sobre el clima, hasta ahora, escasamente tratado por estas latitudes: si el cambio climático nos va a afectar, y parece que lo hará gravemente (España está en la zona de altos riesgos), es imprescindible preparar medidas técnicas que disminuyan los impactos. Y aquí si que no tenemos un papel secundario; estaríamos hablando de la seguridad de nuestros descendientes, quizá de los que nazcan dentro de solo un par de generaciones.

Sobre fuegos intencionados, propiedades públicas y bosques descuidados

Se quema el bosque. Es decir, lo queman. A veces, se descubre la mano que encendió la mecha por la que se inició el incendio. Otras veces (parece que las más), el fuego aparece por razón de un fenómeno natural, el rayo.

El bosque es riqueza paisajística, pero significa realmente poco para sus propietarios; servidumbres, impuestos, obligaciones.

El bosque se disfruta poco, aunque del bosque todos hacen elogios. Es bonito pasear por él, luce bien en las fotografías propagandísticas. Pero la realidad es que el bosque está abandonado, descuidado, solo.

Y hay intereses -ocultos aún o puestos al descubierto de pronto, para asombro de inocentes- para que el bosque desaparezca. Desde la envidia a la propiedad del vecino, el interés por recuperar algunas zonas para pastos del ganado, hasta las operaciones de contraturismo de largo alcance. Porque, sí, también hay quien paga porque el bosque de la competencia turística se queme, desaparezca.

Sintámosnos culpables. No estamos cuidando el bosque. Lo abandonamos en manos de las hojas secas, los helechos resecos, las ramas rotas; lo olvidamos entre caminos por los que, desde hace décadas, nadie transita. Pretendemos defenderlo con pomposas declaraciones de protección ambiental, con la creación de equipos de apagado de incendios muy sofisticados, pero no vamos a las raíces del problema.

No queremos cuidar al bosque, solo disfrutar de él, consumirlo. Y así se nos va, nos lo queman. Hoy es en Peneda-Gerés, en Pontevedra. Pero el lugar es lo de menos.

Sobre competitividad y defensa del ambiente

Cada 5 de junio, desde 1972, se viene dedicando una Jornada a reverenciar al medio en el que estamos obligados, por naturaleza, a desarrollar nuestra existencia. En verdad, no sabríamos muy bien qué hacer para festejar la consciencia de este entorno, del que, hasta no hace mucho, ni siquiera nos habíamos percatado de su importancia.

Pero así son las cosas. Resulta que, no bastando las constataciones visuales de quienes se habían dado cuenta de que nos estábamos quedando sin paisajes, han venido unos cuantos sabios para ilustrarnos con unas curvas de pendientes agudísimas, de que o detenemos de inmediato la afición piromaníaca, o el medio en el que estamos ubicados se nos habrá convertido en inhabitable. No para todas las especies vivas, desde luego; pero sí para nosotros, los humanos. 

¿Qué hacer? ¿Qué puede hacer una Humanidad que nunca ha estado de acuerdo consigo misma, que es capaz de enfrentarse con la otra mitad, hasta la muerte, en la familia, en el pueblo, en el Estado, en todo el orbe conocido? ¿Cómo convencer de la necesidad de estar unidos en un objetivo comín si hasta los libros Sagrados del este como del oeste ponen de manifiesto que jamás se ha conseguido unanimidad?.

Pues, poca cosa. De lo que se puede hacer, lo más simple, lo que casi con seguridad se adoptará por la silente mayoría, será sentarse a esperar; queremos decir, seguir actuando como si tal cosa, confiando en que no evolucione tan rápido ni tan negro como nos lo están pintando algunos gurús de la aldea.

Después de todo, tenemos tranquilizantes verbales: "La técnica siempre encuentra solución" o "Ha habido otros cambios de clima no provocados por el hombre" o "Si los países que hoy están más desarrollados han causado este problema, no es culpa de los que aún tenemos materias primas para quemar, y nada podrá impedírnoslo para alcanzar nuestro desarrollo."

También se puede decir: "Ayudemos a que los países más pobres no utilicen sus recursos de carbón, ni quemen sus bosques, vendiéndoles nuestra tecnología para aprovechar el sol y el aire, y aconsejándoles como utilizar las mejores tecnologías de las que ahora disponemos para contaminar mucho menos. Eso nos ayudará a seguir disfrutando de nuestro bienestar, porque generaremos puestos de trabajo para nuestra facción de la humanidad más desarrollada, a costa de esos infelices a los que siempre hemos conseguido convencer de que son semejantes, pero mucho más torpes". 

Para la Unión Europea, convertida en paladín de la reducción de las emisiones de carbono a la atmósfera, la cuestión se plantea de forma especialmente delicada. Los recursos energéticos de los países más desarrollados de la Unión Europea, salvo la energía nuclear y el saber cómo utilizar las energías autónomas (hidráulica, solar y eólica) están agotados y son insuficientes para producir la energía necesaria, y, además -en el caso de algunas de estas últimas, o son muy caros o de producción irregular .

Por supuesto, en el sector del transporte, las necesidades del petróleo hacen a la Unión Europea excepcionalmente dependiente de países con los que no tiene muy buenas relaciones, o son inestables, lo que obliga a sonreir a destiempo o a mirar para otro lado.

El encaje de bolillos que pretende la UE es conseguir que los países menos desarrollados, y sobre todo, los BRICS (Brasil, India, China), no sigan la senda que nos ha llevado hasta aquí, y contengan sus ansias pirómanas, dedicando más esfuerzos a las energías llamadas alternativas, y que todos nos empeñemos en la tarea de ahorrar y ser más eficiente.

No todos los países de la Unión están en idéntica situación. Francia y Alemania, por ejemplo, tienen tecnología y presencia internacional. Otros países, como España, tienen ideología...o pretender tenerla.

Muy difícil tarea convencer a los países emergentes -cada vez más prominentes-, cuando los recursos energéticos más baratos están en esos países y, con los avances tecnológicos, se podrá producir de forma más competitiva allí donde las materias primas y los factores de producción (tecnología, capital y mano de obra) estén disponibles y sean accesibles incluso con mejor calidad y. sobre todo, menos costosos.

Europa ha quedado relegada a una posición de consumidores satisfechos, de momento con dinero (cada vez menos) pero sin competitividad y una gran heterogeneidad. Asia y Latinamérica tienen capacidad productiva, recursos, y una población que está dispuesta a producir masivamente para mejorar su bienestar.

Tema para una película de terror, con final muy previsible. No hace falta comprar la entrada. Todos somos protagonistas.

Sobre el PIB, la generación de residuos y otros indicadores de prosperidad

Creemos que fue Sebastien Godinot, del WWF -World Wild Fund (1) -, quien lo recordó en su ponencia sobre los Mejores Instrumentos para la Política Ambiental Europea, el pasado 20 de mayo de 2010: El PIB es un índice muy engañoso, y no sirve para reflejar con veracidad el estado de crecimiento económico de un país.

Por ejemplo, un vertido de petróleo como el del Exxon Valdez (e incluso, un fenómeno devastador, como el huracán como Erika) pueden ser "buenos" para mejorar el PIB, porque el trabajo de los voluntarios, la movilización espontánea de recursos, y la pérdida de biodiversidad que provocan no quedan registros en términos económicos; solo aparecen los mayores ingresos en los sectores de producción de dispersantes y medios de limpieza, transporte, restauración, etc., que son los indicadores que reflejarán los datos oficiales y las estadísticas.

El país, sin embargo, se habrá empobrecido claramente: paisajes destruídos, y recursos de las economías familiares y empresariales que se habrán esfumado tratando de paliar el desastre.

La producción de residuos es otro indicador engañoso. Durante décadas, los recolectores de basura calculaban sus perspectivas de negocio según la generación esperada de desechos urbanos. Los países desarrollados alcanzaban -se estimaba en los 80 del pasado siglo- producciones de porquería superiores a los 2 kg/día, en tanto que los países más pobres no llegaban al medio kg per cápita (en basura doméstica).

La UE produce actualmente unas 250 mill. de t de residuos domésticos (300 a 350 mill. de t según otras estimaciones); a raíz del indicador de producción por habitante, iríamos camino del subdesarrollo, puesto que la producción unitaria declina ligeramente; pero, la verdadera conclusión es que se ha conseguido avanzar en la concienciación ciudadana sobre la forma de gestionar estos residuos, y las compañías de servicios urbanos están dando buena cuenta de esta preocupación cívica, aumentando sus beneficios.

La incorporación de los costes ambientales a los procesos y el aumento de la capacidad de recuperación y reciclado en residuos urbanos no nos debería engañar respecto al valor de este indicador: producción per cápita de residuos totales. No estamos en la Unión Europea en situación de estar ahí muy orgullosos, y por eso la Comisión ha situado algunas luces de alarma. En 2006 se estima que la UE habrá  producido los 1,3  billones (mil millones) de t de residuos (6 t por persona y año), de los que un 50% siguen yendo a los vertederos, con enormes diferencias en el tratamiento de aquellos en los 27 estados miembros.

La Unión Europea  exporta, además, basura, y lo hace de forma creciente. Las exportaciones de residuos de papel han crecido un 550% en el período 1995-2005 y, en conjunto, desde 1997 a 2003, se pasó de las 2,5 mill de t de residuos exportados a los 8,3.

Es por ello por lo que Tony Zamparuti, consultor de Milieu Ltd, quien también intervino en la Sesión, abogaba por la creación de una nueva agencia europea para el mejor control de los residuos. Contaría con 50 profesionales y un presupuesto de 16,4 mill de euros anuales. En el debate posterior, aparecieron opiniones para todos los gustos. El nuestro es que la basura debe ser mejor monitorizada, aquí y en Pernambuco. Porque nos estamos cubriendo, y a velocidad acelerada, con la mierda de nuestro feroz desarrollismo.

Basta echar una mirada alrededor y, si el lector viajara con un microscopio electrónico, obtendrá aún mayor información: la biodiversidad se desplaza hacia el mundo de las bacterias y los virus -y de los procariotas-, reduciendo la representación de seres vivos en el terreno de los vertebrados y, en general, de los eucariotas, gracias al mimo con el que nos aplicamos en generar cada vez más y más complejos residuos, cuidando, eso sí, de que no se acumulen en nuestros patios traseros, especialmente si resultan visibles al ojo desnudo.

También resultan patentes las técnicas más utilizadas: la deslocalización hacia los sitios en donde la mano de obra sea más barata y la legislación menos exigente, la maximización del beneficio y aprovechamiento de los vacíos de fiscalidad, y la masiva explotación de recursos naturales obviando límites éticos y estéticos, entre otras. Ahí también se podrían encontrar posibles engañosos ngindicadores de nuestra aparente "prosperidad".

(1) En España, Adena y Adena WWF hasta el 2009, en que pasó a llamarse, simplemente WWF, como en otros 100 países, funcionando como una Asociación con Estatutos acogidos a la Ley 1/2002 de 22 de marzo.

Sobre los gorriones y la política ambiental europea

Sobre los gorriones y la política ambiental europea

Hay menos gorriones en las ciudades y, sobre todo, en los campos. En el Día Internacional de la Biodiversidad -los 21 de mayo-, la Unión Europea este año ha elegido como símbolo el gorrión. Los seres humanos podemos vernos representados en los gorriones, porque todas las especies nos encontramos amenazadas en nuestra existencia; la biodiversidad ha disminuido debido al deterioro ambiental, y la especie humana está entre las que parecen abocadas a su extinción muy inmediata.

No somos los únicos perjudicados, aunque a otras especies parece irles bien. Hace tiempo que nos han abandonado la mayoría de los pitoreales, las oropéndulas, los ruiseñores. Pero es cierto que hay más gaviotas reidoras en nuestros vertederos de tierra adentro y urracas y palomas en los parques de tierra afuera.

Aunque no se ven muchas truchas pintarrojas, hay balsas con carpas, peces gato y gambusias que son una delicia para la vista. La biodiversidad se concentra, favoreciendo algunas especies sobre otras. Las grandes ciudades pueden tener hasta dos ratas por habitante; por las noches, las cucarachas y hormigas toman posesión de nuestras viviendas para hacerse con los desperdicios de nuestra comida.

Y, en fin, en lo que no vemos: las bacterias y virus gozan de buena salud.

La Dirección General de Calidad Ambiental española actuó de anfitriona de una Jornada de reflexión sobre "Mejores Instrumentos para la Política Ambiental Europea". Tuvo lugar el 20 de mayo de 2010, en el Salón de Actos del Ministerio de los tres Medios. Fue muy interesante, aunque, inexplicablemente, apenas había asistentes. Después de la pausa para el almuerzo (al que fuimos obsequiados por la Adminstración anfitriona) no quedaron más que los conferenciantes y cuatro gatos.

Fue una lástima, porque, además de que quedó un tanto en entredicho ante los invitados la capacidad de convocatoria del Ministerio, resulta que el tema y el tratamiento que dieron al mismo los ponentes fueron del mayor interés. No tiene, por ello, sentido, destacar a ninguno de los ponentes, porque todos expresaron ideas muy atractivas, en el objetivo de Mejorar la Regulación ambiental de la UE (Bélgica y Hungría son las sucesoras de España en una Presidencia algo adulterada por los Acuerdos de Lisboa del organismo), y de conseguir una Mejor implementación -rectius, diríamos nosotros, implantación- de la política de la Unión en ese campo.

Tuvimos ocasión de charlar, en los entreactos, con Barbara Dewulff, de Bruxelles Environnement y con John Seager, del Better Regulation Group of the EPA Network, además de con Ignacio Monfort, Consejero delegado del ISR, por lo que no ocultamos que lo expresado a continuación no responde exactamente a las ponencias, sino al trasfondo de la Sesión y, por supuesto, a nuestras propias apreciaciones.

Ante todo, hay que expresar que la Unión de Comerciantes que está en el trasfondo de la creación y sostenimiento de la Comunidad Europea, ha evolucionado, por razón del trabajo de la Comisión y de sus principales impulsores, hacia una generadora de legislación, por la vía, tanto de Directivas, como de Recomendaciones y Decisiones.

Esto tiene importantes efectos sobre la competitividad de las empresas y la percepción por los sectores industriales de las medidas legislativas que se adoptan, especialmente en el tema ambiental, en seguimiento de un espíritu de liderazgo ético mundial que viene asumiendo, sin demasiado éxito hasta ahora, la UE en los foros internacionales.

Dewulff expresó que la reducción del marco regulatorio  -tomó como ejemplo el de los residuos- es imprescindible. No se trata de disminuir el control, sino de hacerlo más coherente, inteligible para los actores, y evitar redundancias o contradicciones en la interpretación por los Estados miembros. En el caso de España, además, la complejidad toma caracteres de esperpento, debido a la cesión de las responsabilidades ambientales a las Comunidades Autónomas, que han creado una parafernalia de disposiciones que hace, incluso a los expertos, prácticamente imposible su seguimiento y cumplimentación.

En el año 2007, había en la UE, en residuos, 9 Regulaciones, 19 Directivas, y 37 Decisiones, que creaban una genuina inseguridad jurídica, con esporádicas revisiones y calendarios para su efectividad no siempre bien definidos. Faltan, además, aspectos sustanciales, como los relativos al reciclado, a los bioresiduos, a los residuos de Construcción y Demolición (C&D) o a los aparatos electrodomésticos, así como a la concreción de lo que llaman los expertos EPR (Extended Producer Responsability)

(seguirá en otro Comentario)

Sobre pájaros y graveras

Sobre pájaros y graveras

En las márgenes del río Jarama, antes de su confluencia con el Tajo, se han depositado, a lo largo de 2 millones de años, los productos de la erosión de las rocas que el trabajo de las aguas ha ido deshaciendo. Esa labor fluvial de desmenuzamiento ha formado una zona de graveras, piedras de tamaño regular, que, en este caso, por las peculiaridades del cauce y del encuentre entre ambos ríos, ofrecen una calidad y cantidad notables.

El hombre ha utilizado la grava y la arcilla, - los áridos-, desde la antigüedad. Lo usa para casi todo, y en especial, para la fabricación de cemento, pero también como aporte en papel, piensos, pinturas, plásticos... Como es tan abundante y relativamente fácil de extraer, resulta un recurso mineral muy barato (una tonelada de grava en origen puede costar del orden de los 4 a 6 euros). Solo el coste de su transporte limita el ámbito de aplicación: unos 20 a 30 km de la gravera (o cantera).

Por eso hay tantas graveras y canteras, y por eso, la incidencia sobre el paisaje es tan importante. El paisaje es, para muchos, solo algo estético, pero significa, también -y sobre todo- hábitats. Por eso, cuando se finaliza la explotación minera, es fundamental atender, no solamente a "lo bonito", desde una siempre discutible estética humana, de una recuperación paisajística , sino a lo efectivo que resulte.

Hay que conseguir el desarrollo armónico entre las especies vegetales que se hayan plantado o sembrado y, a la postre, captar la atención de los animales que vayan a poblar ese espacio. Este visto bueno natural es la prueba de fuego de una rehabilitación de un paisaje dañado por la acción del hombre.

La grava de la zona final del Jarama ha sido explotada desde hace mucho tiempo. En la zona llamada de El Puente, hay varias graveras. La multinacional suiza Holcim -un gigante que emplea 90.000 personas en todo el mundo- tiene una de las concesiones, que comprende del orden de 220 Ha. De ellas, unas 80 están rehabilitadas, y otras 60 se encuentran, terminada su explotación, en las labores de devolución de las condiciones que garantizarían un hábitat de calidad para la fauna.

En estos momentos, mayo de 2010, no se puede visitar la zona más antigua, porque una colonia de garcillas -unas 800 a 1.000 parejas, según estima el biólogo que asesora a la empresa- está anidando. Se pueden observar con telescopios de campo desde un mirador preparado por la empresa. En otros lugares, se pueden contemplar patos, somormujos, porrones, gaviotas, cormoranes,... Hasta 174 tipos de aves, de los que 4 especies se encuentran en peligro de extinción: la garcilla cangrejera, la cigüeña negra, el porrón pardo y la malvasía cabeciblanca.

A la gravera de El Puente de Aranjuez de Holcim le concedieron en 2008 el Premio a la mejor gravera restaurada (rehabilitada) de Castilla La Mancha. Su trabajo evidencia una sensibilidad digna de elogio. A su lado, otros concesionarios, se preocupan -por lo visto- solamente de sacar piedra y venderla.

 

Sobre geocosmoísmo y guerras por el agua

Uno de los asistentes a la conferencia del muy laureado arquitecto Antonio Lamela (título: "El agua"), que dictó el 13 de abril de 2010 en el claustro de la Escuela de Minas de Madrid, se interesó por saber si la tercera guerra mundial tendría como objetivo el agua.

El título "paraguas· que se había encontrado para la exposición y la personalidad polivalente del conferenciante, favorecían un coloquio abierto e interesante. Se le preguntó por casi todo - riesgo actual de contaminación del agua subterránea como consecuencia del accidente de Chernóbil, precios del agua desalada para agricultores e industrias, coste real del trasvase del Ebro, etc.-

A todo contestó Lamela sin inmutarse. Como aquellos sacerdotes de la postguerra que tenían los libros sagrados en el cerebro y, por la fe y el dogma encontraban la respuesta para las más intrincadas o aviesas de las preguntas, el arquitecto, premio Jaime Primero, y avezado en conferenciar en muchos ámbitos y ante públicos menos entregados que el de ayer, recurrió al geocosmoísmo cuando había que dar cifras.

El geocosmoísmo es una de las creaciones originales de Lamela, que viene difundiendo -el dice que sin mucho éxito- desde hace quizá medio siglo. Supone, en en esencia, la necesidad de considerar la repercusión de las acciones humanas a escala global, con una visión integradora, holística.

Es decir, aunque algunos de los intervenientes en el coloquio estaban empeñados, al parecer, en traducir en cifras económicas los asuntos del agua, la variable que permitiría tomar las decisiones adecuadas en relación, por ejemplo, con los Planes Hídricos (que no Hidrológicos, como apuntó el conferenciante), sean de España como de China, es la ética.

No se nombró. Tampoco tuvimos ocasión de formular nuestra reflexión -habia muchos asistentes interesados en decir algo y a las ocho y media de la noche el bedel de la Escuela de Minas asomó la cabeza por el precioso claustro para anunciar que había que cerrar-. Pero nos acordamos de la conferencia de José Antonio Marina, a la que habíamos tenido ocasión de acudir por la mañana del mismo día.

Lamela y Marina, como otras de las escasas figuras del páramo intelectual contemporáneo, nos recuerdan, cuando les damos ocasión, de que lo importante no son las cifras, sino las ideas. De que las guerras por los bienes que nos producen satisfacción, no provienen por su escasez, sino por el deseo de algunos pocos de acaparar más de lo que necesitan, para enriquecerse a costa de otros.

Sobre la Semana Santa y el cambio climático

En el mundo cristiano, la celebración religiosa del misterio más profundo de la fe -el camino que va desde la muerte de Dios encarnado, por petición expresa de su propio pueblo, el elegido, hasta su gloriosa Resurrección y Ascensión a los cielos-, ha ido degenerando hasta convertirse en una semana completa de asueto.

Para un pequeña minoría de los creyentes, el más específico sentimiento de devoción que puedan experimentar, apenas si guardaría relación con asistir al espectáculo relativo conformado por alguna procesión de encapuchados, con hachones y cilicios, siguiendo un paso de la Magdalena, de la Virgen de los Dolores o del Cristo Yacente.

Para la inmensa mayoría, Semana Santa significa escaparse de la ciudad y del trabajo, y pasar unos días de asueto, tomando el sol en las playas, subiendo montañas, esquiando, o entregados al dolce far niente, sin preocupación, desde luego, por lo que puedan estar haciendo los devotos de convocar la devoción de deidades, aunque sean las más verdaderas y arraigadas en nuestra tradición.

Calculando que en estos días haya habido, solo en España, del orden de 6 millones de desplazamientos, a una distancia media de unos 300 km, resulta que se han devorado 1.800 millones de km, que -utilizando una cifra aproximada- suponen 3,5 K t de CO2 equivalente lanzadas a la atmósfera en honor del futuro cambio climático.

Como cada año se emiten del orden de 30 Gigat de esa sustancia gaseosa, a cuya masa España contribuye con un 1% (unas 440Kt), podría deducirse, que son despreciables (menos del 1%)las emisiones hispanas a la mayor gloria de la destrucción de la biodiversidad  producidas en Semana Santa.  Qué aliivio.

 

Sobre los primeros síntomas de la primavera

No lo tienen tan fácil los habitantes de la ciudad, a los que las manifestaciones de los cambios de estación suelen pasar desapercibidos.

De los muchos signos de que el invierno se acabó y la naturaleza inicia un nuevo ciclo, queremos referirnos, por distintas razones que explicaremos en este Comentario, a tres:

La eclosión de las prímulas, violetas y narcisos, por un lado; la aparición de los dientes de león y su utilización como "cura de primavera"; y el pote de grelos, nabizas o rabizas, con las hojas tiernas recolectadas por estas fechas, antes de que la planta grane.

Si Vd. tiene la suerte de poder darse un paseo por cualquier terreno de montaña del norte, verá, en los bordes umbríos de los caminos, allí donde la capa vegetal es rica en humus, unas eclosiones de un amarillo brillante, casi refulgente. Son las prímulas, flores de apariencia modesta, pero demostrativas de la calidad del terreno. Junto a ellas, mucho más heterodoxas y promiscuas, pero igualmente magníficas, distinguirá, con algo más de esfuerzo visual, las violetas.

Cuando éramos propietarios de un restaurante, hicimos durante una de las tertulias que organizábamos, una desgustación de violetas. Bueno, en realidad, fue un acto simbólico: unas pocas violetas (viola odorata) por cabeza, como tributo de respeto a la Naturaleza, que masticamos y engullimos con deleite casi religioso.

En Alemania, en donde mantienen una devoción exultante por la primavera (no en vano los inviernos allí se las pelan), la cura de primavera con las dentadas hojas de esa hierbecita que inunda los campos, el taraxacum officinallis, no se perdona así como así. En los restaurantes más caros, lo anuncian como si se tratara de un manjar propio de dioses: Löwenzähne Salat, frish aus den Feldern. (Por cierto, que en algunas tribus indias americanas les atribuían también, a éstas como a otras, propiedades mágicas).

En cuanto a las rabizas, si tiene Vd. ocasión de ir al occidente costero asturiano o a Lugo, no se pierda un pote con las hojas más tiernas de esa deliciosa legumbre, cuya raíz servía de alimento poderoso para el ganado, cuando el campo servía para algo más que para pasar un fin de semana en la naturaleza. Hay quien dice que son preferibles las berzas. No seremos nosotros quienes entremos en tal discusión. Pero donde esté un buen pote de nabizas, con cacheira, lacón, chorizo y patacas da terriña, las berzas pueden esperar para el día siguiente en el que, por cierto, sabrán aún mejor, reposadas.

Y todas las hierbas y verduras, claro, bien potenciadas con el sabor de ese bendito animal que, si volara, sería también el mejor de las aves y, si se le mira con ojos de entendido, han de gustarle al observador sin perjuicios, hasta los andares.

Sobre las causas de algunas desgracias naturales

Todo el territorio está ocupado. En los espacios más mínimos, estén situados en las cumbres más altas, como en valles, océanos, mares, alturas y profundidas alguien ha puesto su bandera, reclamando la propiedad para sí. En algunos lugares, son los Estados (los más poderosos) los que se han apropiado de lo que no era de nadie, por fines, obviamente, en general, no pacíficos. El subsuelo, sobre todo, alberga minerales, gases y líquidos muy apetitosos para el desarrollo.

Los individuos aislados han reproducido el mismo esquema que las colectividades. En general, comprando o permutando, lo que, por herencia -magnífica figura que también sirve para institucionalizar, en no pocos casos, el despojo- a otros les pertenecía. También, simplemente, hurtándolo.

Como el territorio estaba ocupado, algunos de los individuos sin tierra (pero no solo), especialmente los advenedizos y desarraigados, se han concentrado en apoderarse de los espacio públicos, de los marginales de los terrenos comunales, de las vías pecuarias, de los terrenos que hubieran quedado abandonados. En ese ansia de apoderarse, también, por supuesto, participaron los lugareños, ampliando sus fincas sobre las zonas públicas o comunales, y cercándolas luego.

No pocos de esos lugares estaban situados en zonas peligrosas, por su naturaleza. A las orillas de los ríos y mares, en lugares que la memoria y la costumbre, el sentido común y la legislación deberían servir para avisar de crecidas e inundaciones, mareas altas y aluviones, amenazas y desgracias, han emergido casitas, chalets, urbanizaciones enteras. 

No importa que los terrenos limosos que están en los valles y deltas, sean muy fértiles; la edificación sobre ellos es peligrosa, porque están sometidos al riesgo de  inundaciones que pueden ser fatalales.

No importa que con el tiempo, esos asentamientos hayan quedado, dada la incapacidad de los estamentos para hacer cumplir la ley, regularizados.

No importa que los terrenos volcánicos, si se les aporta agua y el tiempo ha conseguido formar sobre ellos un sustrato terroso, sean magníficos lugares a los que se les puede sacar un rendimiento pingüe, en producción agraria y en turismo, son lugares peligrosos, sobre todo, en la cercanía de las bocas, de las fumarolas y grietas.

Y, por supuesto, cuando una falla tectónica ha manifestado la inestabilidad del subsuelo, provocando movimientos sísmicos graves, no importa que durante un par de decenas de años no haya habido peligro alguno: volverá a haber un asentamiento de las capas, y se producirán nuevamente terremotos, especialmente, si los terrenos están localizados sobre las fallas activas que están, gracias a los estudios geo-sismológicos, en la actualidad bien detectadas.

No importa que los gobiernos no se preocupen demasiado por quienes se apropian de terrenos públicos, invadan zonas comunales, expropien lo que es de todos para su propio capricho, necesidad o ventaja. La Naturaleza pondrá las cosas en su sitio, inexorablemente, con alguna desgracia natural. Y vuelta a empezar.

(en triste homenaje a los muertos por tragedias provocadas por la naturaleza, en Madeira, Haiti, Michoacán, Armero (Nevado del Ruiz), Bangla Desh, India, y también, Santa Cruz de Tenerife, Lisboa, La Paz, Caracas, Guadalajara, etc. etc....¿hay algún sitio libre?)

Sobre el efecto nieve

Sobre el efecto nieve

Hace frío y nieva en toda España. Muchos no han llegado a la hora a sus puestos de trabajo, otros, simplemente, no han aparecido, tomándose el día libre (mayoritariamente, funcionarios).

La nieve lo cubre todo, y desparrama un efecto de euforia y renovación. Definimos el "efecto nieve" como aquel por el que nos sentimos con temperamento de vacaciones, de asueto.

El efecto nieve aplicado a las elucubraciones sobre el cambio climático permite eliminar cualquier consideración previa sobre el clima para hablar del frío desde el tiempo atmosférico del día. Tres mil tres indios. 

El efecto nieve sobre la economía tiene su aplicación en el aforismo "año de nieves, año de bienes".

El efecto nieve sobre la política se traduce en tomarse unos días de asueto, bajando aún más la persiana de las ideas. 

El efecto nieve sobre la investigación aplicada pemite ignorar que vivimos en un país que desprecia al investigador y que confía más en copiar que en crear, para adornarse con plumas de oropel el gorro de capitán general.

El efecto nieve sobre la información implica que se olviden los antecedentes de la noticia, verdaderos o falsarios, paa reiventarla cada día, como si el lector fuera un imbécil sin memoria.

El efecto nieve....

Sobre los desacuerdos de Copenhague

La Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que comenzará el próximo 1 de enero de 2010, se va a encontrar con un trabajo extra: concretar, desde lo que ya se llama Cumbre de Copenhague-2, los acuerdos de reducción de emisiones por grandes bloques de países que están imposibilitando el consenso en la reunión que estos días se celebra en Copenhague (y que terminará mañana, previsiblemente, con una simple declaración de intenciones).

No habrá acuerdo por dos razones: porque el presidente Obama no tiene el respaldo de su Congreso, en el que hay un bloque consistente de escépticos respecto al cambio climático, y, sobre todo, domina una inmensa mayoría que no está dispuesta a sacrificar la economía norteamericana obligándola a reducir su contribución sustancial al calentamiento del planeta.

La otra razón es que China no va a detener su marcha acelerada para convertirse en la "otra potencia", y, para ello, tiene que utilizar sus gigantescas reservas de carbón y dejarse de fruslerías en el uso de molinillos o molinetes.

Tambíén podría decirse que hay un tercer bloque de resistencia en los países menos desarrollados, encabezados por Pakistán (el grupo de los 70), pero su argumentación es un tema menor; ellos hablan de paisaje, no de economía y, además, son conscientes de que si hay un cambio climático de verdad, quienes más van a sufrir, con inundaciones, huracanes y desgracias, van a ser ellos.

Los sentimentalistas ecológicos han contrapuesto la posición de los países desarrollados a las de los pobres, para escenificar la falta de acuerdo en Copenhague-1. Hay una argumentación más cruel y no pasa por la conservación de la naturaleza, porque el ser humano ha demostrado que no es, colectivamente, un enamorado de la estética.

Si los países menos desarrollados pueden cambiar naturaleza por recursos de otro tipo, cabe la negociación. En otro caso, nos tememos que sus preocupaciones no contarán más que para hacer un poco de ruido en el debate.

Ojalá estuviéramos ante un verdadero dilema, y que los países ricos se encontraran en la necesidad de ayudar a los pobres paraa que cuiden su paisaje, conscientes de que tienen que ser espléndidos con ellos, porque si los pobres queman su paisaje (valga la metáfora), todos acabarían muriendo. ¿Recuerdan el dilema del prisionero que hemos estudiado en las escuelas de negocios?.

Pero el dilema no es ese. China quiere crecer, tiene reservas suficientes, dispone de la base tecnológica y quiere tratarse de tú a tú con los Estados Unidos. Europa lo que pone es el mantel y paga las consumiciones. Los demás países dan vueltas en torno a la mesa, por si cae alguna migaja, dando gritos.

Sobre los deterioros y sus formas de control o disimulo

Vivimos en permanente deterioro. Es una perogrullada, en realidad. Los pesimistas siempre tienen razón a largo plazo, porque caminamos, de acuerdo con el segundo principio de la termodinámica (el aumento constante de la entropía), hacia un mayor caos. Hacia el caos absoluto. Si Dios quiere, por supuesto.

El ser humano es uno de los pocos animales -y, desde luego, el más eficiente en esa labor- que tratan de poner un cierto orden en algunos aspectos, conformando parte de la naturaleza cosmológica a su alcance para obtener un mayor beneficio de esa actuación.

Es cierto que algunos seres -racionales e irracionales- pueden sentirse perjudicados por esa intervención, pero, en general, los que pertenecemos a los países llamadas desarrollados nos hemos sentido muy felices utilizando lo que nos rodeaba, consumiéndolo sin pudor, como si fuera un regalo puesto allí para nuestro disfrute.

Los ejemplos de intervención humana que han conducido o están conduciendo a acelerar el deterioro son muchos y algunos, tan evidentes que cualquiera los puede constatar sin esfuerzo.

Hemos deteriorado ríos y costas, nos hemos consumido mucha naturaleza. Las predicciones respecto al calentamiento del planeta, dentro de todas las reservas que suponen los modelos a largo plazo basados en constataciones empíricas limitadas, añaden una preocupación muy actual a las consecuencias de ese uso sin limitaciones -o muy escasas- de los entornos naturales.

Nuestro cuerpo es un ejemplo muy concreto de deterioro que nos conduce, irremediablemente, hacia nuestra muerte. Por mucho que nos apliquemos con afeites, pócimas, intervenciones quirúrgicas, disimulos, la verdad inexorable es que envejecemos y desde muy pronto. Como hemos conseguido aumentar nuestra longevidad media, el tiempo en que debemos coexistir con la consciencia de nuestro deterioro, ha crecido.

En algunos sectores parece haber una dedicación convulsiva a disimular esta realidad. Pero convendría enseñar, especialmente a los jóvenes, más que las técnicas de la ocultación del deterioro, el respeto hacia esta manifestación de nuestro carácter finito, que compartimos con todos los seres vivos y, muy especialmente, a apreciar el valor de la naturaleza que nos rodea.

No somos dioses de la Naturaleza. Somos uno de sus elementos, sometidos, como todos, a las leyes inmutables de su deterioro. A corto y a largo plazo. No deberíamos acelerarlo con nuestras actuaciones insensatas. Lo estamos haciendo, mientras se multiplican las voces de que el desastre es inevitable y de que tenemos, como especie dominante, los días contados.

Siempre nos quedará el consuelo, si llegamos al final, de creernos que, hubiéramos hecho lo que hubiéramos hecho, la conclusión de la película de nuestra evolución estaba predeterminada.

 

Sobre lo que miden las energías alternativas

Para poder ser considerado productor en régimen especial de energía eléctrica no se habrán de superar los 50 MW de potencia. Con los generadores eólicos instalados en España en los primeros tiempos de la fiebre eólica, cuya capacidad individual se encontraba ente 220 y 700 kw, este límite suponía instalar hasta 200 generadores en muchos casos. 

Los más modernos molinillos, tipo Vestas V90 (funciona en As Somozas) tienen potencias individuales de has 3 Mw; basta, por tanto, colocar 16 para llegar a la potencia máxima que permite/permitía acceder a las primas a la producción eólica.

Un generador de 3 Mw tiene una altura de 140 m, con una torre de unos 100 m (y aspas de una longitud algo menor). Los generadores más pequeños, de los que pueblan las crestas del norte ibérico, tienen alturas de 30 a 40 m.

 El consumo medio anual de una familia de 4 miembros está en torno a los 4.000 Kw-hora (eléctricos) al año. A ellos habría que sumar 8.000 Kw-hora térmicos y otros 10.000 Kw-hora equivalentes para transporte. En total, unos 22.000 Kw-hora anuales.

Con una hectárea de las llamadas huertas solares se pueden llegar a producir 400.000 Kw-hora/año, es decir, la energía  eléctrica que consumen unas 100 familias. Para abastecer a una población de 200.000 personas (50.000 familias) harían falta unas 500 Hectáreas de terreno.

Sobre líderes y mártires en economía

No corresponde a España el papel de liderar las decisiones a tomar ante la crisis ambiental que supone la percepción de un calentamiento del planeta provocado por el aumento de la concentración de CO2 y otros gases con efecto equivalente.

De la estimada cantidad de 28.000 Mill. de t que cada año se emiten a la atmósfera, España solo es responsable del 1,1%. Cumplamos o no los acuerdos de Kioto, nuestra huella contaminante por habitante no llega a las 10 t/año, que es aproximadamente la tercera parte de lo que se permite contaminar al ciudadano de Estados Unidos y más o menos la mitad de la contribución al desastre de cada alemán.

Lejos, por supuesto, de los chinos, indios, brasileños, a los que seguro que será imposible convencer de que no ha llegado su oportunidad de utilizar los recursos propios -sean carbón o forestas-. Lo ha expresado paladinamente el representante de los G-70 más China en la convención de estos países, en 2007: "Ha llegado nuestro momento. Es de justicia".

Si incumpliéramos Kioto (andaremos por las 400 Mil t en el año 2012), el incumplimiento nos costará, a un precio de mercado posible del bono de carbono compensatorio, de 20 €/t unos 1.000 mill. de euros.

La cuestión para nuestro país se debe formular a un nivel modesto: somos acompañantes de lo que decidan los poderosos, no líderes. Nuestra posición de supuesto paladín ejemplarizador, pretendiendo incluso, que el 100% de nuestras necesidades energéticas se acaben cubriendo solo con las "energías verdes", abominando de nuclear, carbón y hasta de ciclo combinado, nos conducirá al martirologio.

Lo aconsejable sería mantener el mix energético más económico y concentrar nuestros esfuerzos en mantener el empleo, que es tanto como sostener la actual economía, apoyar la investigación y propiciar el ahorro, tanto a nivel empresarial como a nivel individual.

Hoy por hoy nos sobran unos 20.000 Mw de potencia instalada, sobre todo por razón de la innecesaria proliferación de ciclos combinados.

Hemos apoyado con más de 30.000 mill. de euros las energías eólica -de porvenir prácticamente agotado en nuevas instalaciones, dado el mapa eólico español- y, sobre todo, la solar fotovoltaica (dependiente de las horas de insolación), en detrimento del aprovechamiento de la solar termoeléctrica (que puede funcionar las 24 h). Y se ha lanzado desde el Gobierno socialista un mensaje erróneo, que perjudica la posición de nuestras empresas eléctricas y de nuestra tecnología nuclear, abominando de esta forma de energía, barata y necesaria, y que necesita de una investigación continuada para resolver definitivamente los problemas de tratamiento de los residuos y de ratificar la total seguridad de su manejo.

No entendemos la asunción del papel de mártires. Como país menor en población, pero tecnológicamente capaz, debemos atender a nuestra propia economía y prepararnos para ese momento previsible en que tendremos que competir con los grandes para ayudar a resolver su problema de desarrollo a los países emergentes. Mejoremos nuestra calidad de vida (ya alta) y apoyemos la credibilidad de nuestros técnicos. La política de oportunidad es mala consejera. No son votos de ecologistas asustados o vehementes lo que necesitamos para ser más prósperos.

Sobre las aguas de Barcelona

Barcelona anda escasa de agua. Es un problema común a todas las ciudades que han crecido sin tener al lado un río caudaloso. Se podría argumentar, apelando a la intuición historicista, que lo que le sucede es que está mal situada. Demasiado cerca de la frontera con el enemigo histórico, limitada al este por un mar lleno de guerreros y cola de una comarca rica en donde se asentaron poblaciones prósperas y, a la larga, terriblemente contaminantes del sufrido Llobregat, sus afluentes y compadres.

Madrid, que no tiene río, y más que duplica en población a Barcelona, anduvo más previsora. Implantada desde la nada, ha resuelto el problema del agua desde los tiempos de Isabel II, a base de captar las aguas de los alrededores y conducirlas hasta el punto de consumo con largos canales para llevarla a la boca, y no para regar secanos.

El denominado Grup de l’Aigua –que forman diversas instituciones empresariales, comandadas por la Cámara de Comercio, los empresarios catalanes más dilectos y, por supuesto, Aguas de Barcelona (léase Aigües de Barçelona)– está preocupado porque entienden que la ciudad condal no ha solventado su problema con el agua.

Están en desacuerdo, sin embargo, con que la desalación sea la solución rentable y adecuada para el païs.  Podría serlo para Valencia y para otras zonas del Levante español , pero no para ellos. Han calculado que para obtener 200 hm3 de agua desalinizada al año -el déficit estimado- se consumiría el 5,5% del total de energía eléctrica aportada ahora a las comarcas de Barcelona y el Bajo Llobregat. Y costaría mucho dinero: a 0,60 €/m3, serían, por ejemplo, 120 millones de euros.

No creen, además, que la reutilización de las aguas residuales provenientes de las depuradoras aporte cantidades significativas al consumo -¿mejor entregarlas al Mediterráneo?-, y proponen, en consecuencia, que se realice el trasvase del Ebro de una vez y que no se descarte la traída de aguas desde el Ródano.

Se reabre, así, la caja de los truenos regionalistas por el agua. Porque la propuesta entra en colisión frontal con la política del gobierno central y ha sido asumida, ahora, por el Govern de Montilla que acaba de firmar el Pacto Nacional de Infraestructuras..

El informe se realiza de la mano y cerebro de una de las empresas que más saben del agua en España. Aguas de Barcelona, cuyo propietario principal es, aunque se esfuerce en ocultarlo, La Lyonnaisse des Eaux, que, Dieu soît benît, lleva la gestión de aguas de Marsella, en comandita con el otro gigante francés del agua, La Compagnie General des Eaux, hoy Vivendi o Veolia.

Es una pena que Vivendi no sea hoy más que socio residual del otro grupo con sede en España con el que tuvo un acuerdo próximo a la fusión, FCC.Ninguno de los dos tienen una experiencia importante en desalación, proceso que han despreciado olímpicamente, dejando el camino expedito a Ferrovial y Entrecanales (hoy Acciona), más próximos a las ideas que bullen en el Partido del Gobierno, PSOE, y que se han plasmado en el programa A.G.U.A.  

Sobre el imposible acuerdo de Copenhague

En la reunión sobre Cambio climático celebrada el 14 de octubre de 2009 en el Salón de Actos del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (con buena entrada), Alicia Montalvo, la directora general de "la cosa" inauguró los parlamentos resumiendo los resultados de la última citade Bangkok, preparatoria de la de Copenhague.

El resumen era fácil de hacer, en realidad. Ningún resultado. Los representantes de los países se limitaron a exponer sus reivindicaciones, armando un muro de dificultades que, si no se rompe antes, impedirá llegar a ningún acuerdo en Dinamarca.

Y no se llegará a ningún acuerdo, porque será imposible conciliar los intereses contrarios en juego. Los países emergentes piden compensaciones si se pretende impedirles a usar su naturaleza como les parezca, y apelan a que el deterioro climático ha sido causado por los países desarollados, es decir, que en huella per cápita, todavía les queda carrera por recorrer.

No hay tampoco liderazgo mundial respecto a las medidas. Estados Unidos, con un presidente actual que actúa de defensor (prudente) de las tecnologías alternativas, quiere suscribir un acuerdo con trampa, porque el Comité de Representantes da muy poco juego a los visionarios catastrofistas del cambio climático.

Están dispuestos los norteamericanos a reducir "algo" la contaminación: un 4-5%, referido al nivel de 1990. Y como anunciar públicamente tal cosa les sonrojaría, hablan de una reducción del 18% respecto al nivel de 2005, allá por el año 2020.

Se comprende que, con este panorama, la posición de la administración socialista española, -convencida, gracias al conjunto de ecologistas utópicos que se han reunido para alimentar la Fundación Ideas de buenas intenciones, de que toda la energía primaria que producirá en el 2050 será "verde"- es la de un "Pepito Grillo", si bien nada molesto.

España solo consume el 1,5% de la energía mundial contamina relativamente menos y, haga lo que haga, y gaste su dinero como le de la gana, no será ni siquiera un granito en el zapato de lo que decidan Estados Unidos, China,e India. Si la Unión Europea quiere hacer de paladín de las causas perdidas y España de adalid con su espada de madera y sus trajecillos rotos de paje a lo obin Hood, los únicos que se van a reir serán Alemania y Francia. En verdad, ya han empezado a reirse.

Hoy, 15 de octubre, se celebra, un año más, el día mundial de acción por (en contra de) el Cambio climático. Alicia Montalvo mostró los días que quedaban para la cita de Copenhague. No está de más mostrar también los días que quedan para llegar al año 2020

Sobre la generación de empleo verde

La búsqueda de soluciones rápidas para las dos crisis que tenemos encima -la económica financiera y la ambiental-, combinándolas en la coctelera de la necesidad de detener la pérdida de empleo, ha dado lugar a este hijo bienintencionado, pero lisiado, de que las tecnologías verdes crean empleo.

Claro que sí. Todo nuevo sector sirve para generar nichos de actividad, riqueza y empleo en donde no existían. Ah, pero al mismo tiempo, se producen tensiones en el resto de las estructuras económicas y sociales que lo destruyen. Y pueden hacerlo en media grave.

Las necesidad de controlar la y reducir la contaminación ambiental es una generadora neta de desempleo. No puede ser de otro modo. La presión legal sobre las formas productivas más contaminantes obliga a inversiones que, si no son rentables, forzarán el cierre de instalaciones.

La sustitución de las fuentes energéticas desechadas por las energías verdes, provocará el cierre de minas, centrales térmicas y formas de extracción o explotación que no consigan alcanzar los niveles de calidad ambiental pretendidas con los nuevos acuerdos y condicionandos.

Y, en fin, las subvenciones que deberán entregarse a los productores de las nuevas tecnologías verdes, no rentables por sí mismas, provocará una mayor presión fiscal y un empobrecimiento económico relativo: producir la misma energía será más caro.

Lo que tenemos que entender, y muy claro, no es que las nuevas tecnologías verdes son más baratas o crean empleo, sino que es imprescindible incorporarlas, y rápido, para que el Planeta Tierra siga siendo habitable para la especie humana.

Puede que por cada empleo creado en tecnología verde se pierdan dos en otras ramas. Pero si no avanzamos con velocidad en la descontaminación ambiental, perderemos mucho más.

Sobre el ecologismo militante

Hay muchos tipos de ecologismo militante, desde luego. Desde el que te mira con los ojos casi inyectados en sangre cuando enciendes un cigarrillo hasta los que abordan barcos balleneros o se atan con cadenas a la puerta de una instalación nuclear, para impedir que se trasladen fuera de ella los residuos.

Hay también muchos esquemas para el antiecologismo. Desde aquellos que vacían el cenicero del coche o cambian el aceite aprovechando que están en un bosquecillo, hasta quienes hunden en el mar viejos barcos cargados con residuos nucleares o los que aprovechan las noches para limpiar los filtros de sus factorías sin bajar la producción.

Es muy difícil, en nuestra sociedad consumista, ser verdadero ecologista. La huella individual es terrible: no hay sino en molestarse en calcular la contaminación que producimos porr nuestros desplazamientos en vehículo propio o ajeno, la suma de las contaminaciones consecuencia de nuestros aparatos electrodomésticos, nuestros coches, nuestros sofisticados gustos alimentarios o conusmistas...