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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el PIB, la generación de residuos y otros indicadores de prosperidad

Creemos que fue Sebastien Godinot, del WWF -World Wild Fund (1) -, quien lo recordó en su ponencia sobre los Mejores Instrumentos para la Política Ambiental Europea, el pasado 20 de mayo de 2010: El PIB es un índice muy engañoso, y no sirve para reflejar con veracidad el estado de crecimiento económico de un país.

Por ejemplo, un vertido de petróleo como el del Exxon Valdez (e incluso, un fenómeno devastador, como el huracán como Erika) pueden ser "buenos" para mejorar el PIB, porque el trabajo de los voluntarios, la movilización espontánea de recursos, y la pérdida de biodiversidad que provocan no quedan registros en términos económicos; solo aparecen los mayores ingresos en los sectores de producción de dispersantes y medios de limpieza, transporte, restauración, etc., que son los indicadores que reflejarán los datos oficiales y las estadísticas.

El país, sin embargo, se habrá empobrecido claramente: paisajes destruídos, y recursos de las economías familiares y empresariales que se habrán esfumado tratando de paliar el desastre.

La producción de residuos es otro indicador engañoso. Durante décadas, los recolectores de basura calculaban sus perspectivas de negocio según la generación esperada de desechos urbanos. Los países desarrollados alcanzaban -se estimaba en los 80 del pasado siglo- producciones de porquería superiores a los 2 kg/día, en tanto que los países más pobres no llegaban al medio kg per cápita (en basura doméstica).

La UE produce actualmente unas 250 mill. de t de residuos domésticos (300 a 350 mill. de t según otras estimaciones); a raíz del indicador de producción por habitante, iríamos camino del subdesarrollo, puesto que la producción unitaria declina ligeramente; pero, la verdadera conclusión es que se ha conseguido avanzar en la concienciación ciudadana sobre la forma de gestionar estos residuos, y las compañías de servicios urbanos están dando buena cuenta de esta preocupación cívica, aumentando sus beneficios.

La incorporación de los costes ambientales a los procesos y el aumento de la capacidad de recuperación y reciclado en residuos urbanos no nos debería engañar respecto al valor de este indicador: producción per cápita de residuos totales. No estamos en la Unión Europea en situación de estar ahí muy orgullosos, y por eso la Comisión ha situado algunas luces de alarma. En 2006 se estima que la UE habrá  producido los 1,3  billones (mil millones) de t de residuos (6 t por persona y año), de los que un 50% siguen yendo a los vertederos, con enormes diferencias en el tratamiento de aquellos en los 27 estados miembros.

La Unión Europea  exporta, además, basura, y lo hace de forma creciente. Las exportaciones de residuos de papel han crecido un 550% en el período 1995-2005 y, en conjunto, desde 1997 a 2003, se pasó de las 2,5 mill de t de residuos exportados a los 8,3.

Es por ello por lo que Tony Zamparuti, consultor de Milieu Ltd, quien también intervino en la Sesión, abogaba por la creación de una nueva agencia europea para el mejor control de los residuos. Contaría con 50 profesionales y un presupuesto de 16,4 mill de euros anuales. En el debate posterior, aparecieron opiniones para todos los gustos. El nuestro es que la basura debe ser mejor monitorizada, aquí y en Pernambuco. Porque nos estamos cubriendo, y a velocidad acelerada, con la mierda de nuestro feroz desarrollismo.

Basta echar una mirada alrededor y, si el lector viajara con un microscopio electrónico, obtendrá aún mayor información: la biodiversidad se desplaza hacia el mundo de las bacterias y los virus -y de los procariotas-, reduciendo la representación de seres vivos en el terreno de los vertebrados y, en general, de los eucariotas, gracias al mimo con el que nos aplicamos en generar cada vez más y más complejos residuos, cuidando, eso sí, de que no se acumulen en nuestros patios traseros, especialmente si resultan visibles al ojo desnudo.

También resultan patentes las técnicas más utilizadas: la deslocalización hacia los sitios en donde la mano de obra sea más barata y la legislación menos exigente, la maximización del beneficio y aprovechamiento de los vacíos de fiscalidad, y la masiva explotación de recursos naturales obviando límites éticos y estéticos, entre otras. Ahí también se podrían encontrar posibles engañosos ngindicadores de nuestra aparente "prosperidad".

(1) En España, Adena y Adena WWF hasta el 2009, en que pasó a llamarse, simplemente WWF, como en otros 100 países, funcionando como una Asociación con Estatutos acogidos a la Ley 1/2002 de 22 de marzo.

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