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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Empresa

Por la cocina hacia la solución global

Teresa de Jesús, una santa abulense con vocación universal, estaba segura de que "también entre los pucheros anda Dios" y, quizá por ello, recomendó separar tajantemente los momentos de perdices de los amargores de las penitencias ("Cuando perdiz, perdiz; cuando penitencia, penitencia").

Somos casi legión quienes creemos a pies juntillas que en los fogones se cuecen muchas más cosas que las que nos sirven de alimento. (Véase, como ejemplo de esta convicción, nuestro libro "Cómo no montar un restaurante", que podría ser breviario de cabecera de quienes se sienten presos por el hormiguillo de querer meterse a "restaurador", preludio casi seguro de convertirse en "destructor" del propio patrimonio).

El 8 de julio de 2011, gracias al Thinking Party que organizó la Fundación Telefónica para promover ilusión en este país (dura y, también, cruel tarea: difundir olor a perdices en tiempo de penitencias y ollas vacías), pudimos escuchar del cocinero navarro Jesús Sánchez, unos consejos de los que no hacen daño a nadie, pero que tampoco pueden comerse, aunque estén extraídos del territorio de la cocina ("El mundo con la visión de un cocinero" fue el título que dió a su charla).

Jesús Sánchez pertenece al selecto grupo de cocineros españoles que han logrado su fama enseñando trucos de cocina de la bisabuela desde las pantallas de las televisiones, lo que les ha obligado a llamar concassé al tomate picado, velouté a la crema ligera y reacción de Maillard al churrruscado, además de pesar las pizcas de sal y explicar cómo se pocha una cebolla a quienes lo único que saben de cocina es el número de telepizza.

Sánchez tiene méritos. Su restaurante cántabro, el Cenador de Amós, es un magnífico ejemplo de combinación de restauraciones: un edificio singular, un espacio espléndido y una cocina inteligente. Lo de la estrella Michelín es lo de menos, pues son muchos más los que le condecoran de felicitaciones cada día, y, además, le pagan por lo bien que han comido, lo que no pasa con los críticos culinarios que igual te ponen a caldo que te suben por las nubes, por razones que más vale no investigar. 

En su charla, Jesús Sánchez mezcló trozos de películas sobre el tema ese tan manido ahora de la cocina, con algunas observaciones respecto a lo que les pasa por la cabeza a los cocineros cuando están con el estrés de atender al servicio, que debe ser como la regla, pero sin norma alguna.

Sastre además de cocinero y comunicador, Sánchez confeccionó un traje de retales compuesto con minutos de "Con un toque de canela",  "Play time", "A la carta", "American cuisine" , "La camarera" o "El festín de Babette" -entre otros muchos-, que generó más bien confusión en cuanto al mensaje, pero despertó muchas risas.

Que es de lo que se trataba, al fin y al cabo.

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No hace falta que compren el libro "Cómo no montar un restaurante" (ni podrían, pues no está publicado como tal), pero una buena parte de sus capítulos están publicados en El blog de Angel Arias: http://amarias.blogia.com. Hace tiempo que me dí cuenta que ya no se compran libros más que para las bibliotecas públicas, y no soporto ver libros de mérito ofrecidos en los Vips a 2 euros, antes de pasar, vencido el plazo, al reciclaje del papel que sustentó fugazmente sus teorías.

Sobre los beneficios empresariales

Pocas dudas admite, incluso para los estatalistas acérrimos, que el mejor acicate que se conoce para estimular al ser humano, salvo exóticas excepciones, para entregar lo mejor de sí mismo a una actividad, es la promesa de obtener un beneficio personal.

La cuestión se complica, y mucho, cuando se traslada a las corporaciones y, en especial, a las grandes empresas -multinacionales o no- que controlan con su actividad sectores vitales del tejido industrial o comercial de un país.

Los beneficios empresariales -no se nos fuerce a ser ingenuos, sino a mantener la sensatez en todo juicio- no responden, en estos casos, únicamente a la buena o mala gestión de sus equipos directivos, sino a la forma en que se encuentran enquistadas en la cadena productiva y al método en que han conseguido separar la importante cuestión de la diferencia entre el valor y el precio.

El precio justo solo viene determinado por el mercado, reiteradamente ensalzado como solución óptima de asignación de recursos, cuando la competencia es perfecta.

El valor de un servicio o producto depende de criterios subjetivos, manipulables por los agentes de una colectividad. Conocemos algunos métodos: la publicidad, el engaño respecto a las prestaciones y costes del bien producido, la capacidad de sobornar a las instituciones de control y, también, de la moda y de las corrientes de opinión que afectan a la sensibilidad y a la apreciación de necesario o superfluo que se incorpore, como intangible, al producto. 

El control de los beneficios empresariales, para garantizar su reinversión a la colectividad en la que se han generado las plusvalías generadas, es imprescindible. Dejar la decisión de la reasignación de los beneficios en las exclusivas manos de los accionistas principales o de los gestores de las empresas, es minimizar la importancia de la gestión pública.

Se puede apelar a la responsabilidad social corporativa de las empresas como un medio de transparencia respecto a cómo se ejecutan, bajo qué pautas, las decisiones de reinversión, incluída la preservación del ambiente o la creación y mantenimiento de los puestos de trabajo locales.

Pero si hemos aprendido a no confiar en la bondad del ser humano como principio natural de actuación, no se nos debería pedir que tuviéramos confianza en el comportamiento honesto con la colectividad de una entidad carente de responsabilidad ética y, por los muchos ejemplos, especialista en escurrir el bulto de la responsabilidad jurídica.

 

Sobre genes y política

Se solía decir -hace algún tiempo que al personal le preocupan otras cosas- que la política hace extraños compañeros de cama. La interpretación de la frase puede ser figurada, pero existen demasiados ejemplos de que la cama sirve para comunicar capacidades para la política.

Cónyuges, emparejados y descendientes de retozones encuentros se dedican, siguiendo las huellas de sus padres y ascendientes, al arte de dirigir los destinos de sus coetáneos.

No merece la pena entretenerse en buscar ejemplos, porque están en la mente de todos. Desde los Clinton a los Kirchner, desde los Bubarak a los Kennedy pasando por los Kim-Jong, las sagas familiares se reproducen, o pretenden hacerlo, en los puestos de máxima responsabilidad de casi todos los países, sin necesidad de apelar a sangres azules, derechos divinos y tradiciones históricas.

Existe, pues, un claro paralelismo en la gestión del erario público con lo que se entiende lógico en la esfera de los bienes privados y no produce alarma especial que esta consistencia argumental se traslade también, por contagio, hasta las empresas públicas.

El presidente de la Samsung (Lee-Yae-Yong) encontró que, tras complejo proceso selectivo, su hijo es el idóneo para sucederle. Esto sucede en Corea, pero en España no nos inmutamos al conocer que apenas diez familias controlan los 24 grupos empresariales mayores del país, con lazos afectivos y, en muchos casos, genéticos, que reproducen a escala de árbol genealógico el entramado de intereses económicos.

Estos ejemplos de comportamiento a gran escala, se repiten, aquí y acullá, a todas las escalas, pues casi nadie parece libre de las esencias del nepotismo, aunque lo encubra con sofisticados procesos de selección o lo defienda con un tajante "con lo mío hago lo que quiero".

Con la incorporación de dos ex-presidentes de Gobierno de España en democracia, Felipe González y José María Aznar, a los consejos de administración de dos empresas cotizadas en Bolsa, Gas Natural y Endesa, inmersas ambas en la reconversión a la chita callando del sector eléctrico patrio, se continúa la ceremonia de fusión entre los parámetros para garantizar una buena gestión de intereses públicos y privados.

En Asturias, se decía, hace años: "El que vale, vale, y el que no, para la Ensidesa" (que era una fabricona de la que quedan algunos vestigios). Hoy, actualizando y generalizando el aforismo, se puede indicar: "El que vale, vale, y el que no, que se j..."

 

 

Sobre el fomento de la cultura empresarial, entre el MIT y la RAE

El MIT Enterprise Forum está dispuesto a "ayudar a que se incremente la actividad empresarial en España, de forma diferencial y con mucho impacto", según anunció el ingeniero Pablo Fernández de la Torre, presidente de N2S y responsable del proyecto, ante un auditorio de un par de centenares de empresarios, consultores y otras gentes relacionadas con la crisis -sufridores más bien, nos pareció-, que prácticamente llenaban el salón de actos de la Fundación Rafael del Pino.

La presentación de la ambiciosa propuesta contó también con la presencia del secretario general de Innovación, Juan Tomás Hernani, que cerró el acto sin mucha convicción, quizá desorientado, como prácticamente todos los asistentes, respecto a la forma de conseguir el fin, tan concretamente expuesto, con unos mimbres bastante deslabazados (¿aún?).

Sirva de refrendo a la sensación de que se esperaba más de la reunión el que superPablo tuvo que acercarse al micrófono para anunciar que "eso era todo", pues el público permanecía en sus asientos, después de la intervención de clausura.

Hernani es genuino hombre de ciencias y no parece amigo de florituras. Afirmó que "el Ministerio cree con vehemencia" -que son muchas ganas- "que es necesaria una política de innovación" y recurrió al Diccionario de la Real Academia, para poner algo de sal a un discurso recio, repasando en voz alta los conceptos de innovación, emprendedor y emprender. Incluso aventuró la necesidad de que se incorpore el palabro emprendizaje, en alguna próxima edición, y levantó risas al recordar que una aplicación de la acción de "emprender" que recoge la RAE es en la frase "la emprendió a golpes".

La intervención de cierre del subSecretario de Estado reflejó su propio distanciamento respecto a la disparidad de ideas y criterios -en general, elementales- que habían sido esbozados por la decena de panelistas invitados.

Tanto Richard Kivel -quien estuvo más afortunado en captar el ambiente, a pesar de expresarse solo en inglés, para subrayar las cuatro ideas centrales que se trataba de transmitir, aglutinándolas-, como el dinámico Pablo F. de la Torre, maestro de las ceremonias con vocación de showman, se esforzaron durante las dos horas que duró el acto, en poner tintes animosos a la presentación del proyecto, que, como una representación teatral con flojo guión y muchos adrezzos, aburría mas a medida que pasaba el tiempo.

No fuimos capaces de entender cuál será el beneficio para el MIT Forum, ni para las Fundaciones Everis y Rafael del Pino, que organizaban el acto...y, lo que es más grave, tampoco para los emprendedores.

El proyecto para cuyo impulso se solicitó la colaboración desinteresada de los presentes, necesita -en nuestra modesta y bienintencionada opinión- un par de vueltas más, antes de que pueda ser servido como uno de los platos fuertes de un menú inspirador que alimente el riego creativo de los cerebros que se sientan capaces de impulsar el estado de nuestra economía.

Porque no faltará comida, ya que, repitiendo nuevamente al subSecretario Hernani, el Gobierno está incluso "dispuesto a poner el mantel y las lentejas".

En el espectáculo, a la americana, los muchos (demasiados) speakers invitados lanzaron varios flashes de su visión personal, iluminando la negritud como si fueran integrantes de una Santa Compaña: 

1) "Hace falta generar ideas para emprender y fijarse en las 12 áreas en dondee el planeta invierte más en i+d, porque allí es donde hay mayor probabilidad de generar riqueza, y distribuir el conocimiento entre los emprendedores españoles" (Fernando Alfaro)

2) "El pequeño tamaño de Europa, la diversidad de idiomas y el que no nos pongamos de acuerdo es el problema. Los que invertimos mucho en venture capital hemos dejado de invertir en Europa" (Mayte Ballester)

3) "España es un paquete de Petry estupendo para probar hipótesis, deliciosa para hacer experimentos; hay que conquistar promero el mercado nacional, y ya nos quitaremos la boina después" (Luis Martí Cabiedes),

etc.,

En fin, un cúmulo de buenas voluntades. Hace falta más, bastante más, que buenas voluntades para orientar efizcamente a estos cuatro millones de autónomos que luchan por mantenerse en pie, en medio de una lucha de gigantes multinacionales y bancarios ávidos de hacer dinero rápido.

Porque ni siquiera hacen falta más ideas en España. Tampoco es que sobren, pero se necesita seleccionar a las mejores; hay que ayudar a quienes deseen jugar a ser emprendedores, para que acierten con las más efectivas, no solamente para ellos (que por supuesto), sino para la colectividad (y en eso cuentan, sobre todo, los que manejan más información de a dónde queremos ir).

Hace falta, por tanto, generar un nuevo espíritu de colaboración entre las Administraciones, los centros educativos y de investigación y las grandes empresas. Hay que fomentar la interactividad sectorial y no apoyar la competencia desleal y el copieteo de proyectos. Hay que difundir correcta información de los mercados y de las oportunidades.

Hayqués.

Quizá el más urgente de los hayqués sería el de prestar máxima atención y control a cómo se emplean los grandes desembolsos, públicos y privados en innovación, para que los mejores proyectos sean liderados por gente preparada, dinámica, y para que, puesto que todos los elefantes nacen pequeños, no se encuentren con el escollo de la falta de capital, que aparecerá justamente en el momento en que el éxito les obligue a tomar la decisión de cambiar de escala para el negocio, o lamentar haber muerto en el empeño. 

Los ángeles inversores, especialmente, los que provienen de ahorros locales, también necesitan orientación leal para que sus dineros no se volatilicen, ni desaparezcan en los paraísos de la inoperancia y el canivalismo.

Se nos ocurre que, ahora que las Cajas de Ahorro están destinadas a desaparecer, aglutinar a pequeños inversionistas para que su dinero sirva para impulsar fondos de capital que ayuden a plasmar proyectos de emprendedores próximos geográficamente pero con miras globales, puede ser una mejor forma de reunir a cientos de empresarios y profesionales, en lugar de forzarles a escuchar lo que ya saben.

Sobre las principales categorías de supervivencia en la selva laboral(y 2)

Ofrecemos en este Comentario la continuación del anterior.

En fin, la tercera forma de intentar ganarse el sustento es la de los llamados empresarios. Para evitar confusiones terminológicas, nos referiremos aquí exclusivamente a los que trabajan en una empresa de la que poseen por sí mismos todo el capital o una mayoría prácticamente total.  

Como currantes, se autodenominan autónomos, aunque el resto de la población los califica de empresarios, poniendo más o menos énfasis y más o menos cariño en la palabra. Hasta hace muy poco tiempo, eran quienes más se esforzaban por ver el futuro, ya que no tenían derecho a prestaciones sociales, pues se suponía que, dada su condición de explotadores del trabajo ajeno -aprendida en los manuales del marxismo antañón-, deberían agenciárselas por su cuenta, como castigo ejemplar.

Se trata de un grupo sorprendentemente numeroso, dadas las dificultades para su supervivencia que presenta el llamado entramado empresarial español. Aunque no se conoce su número exacto, se calcula que conforman entre un 10% y un 15% de la población activa teórica, y entre un 40 y un 50% de la población activa real.

La Universidad, como se sabe, no enseña a ser empresario, tarea que se delega en la escuela de la vida, que no concede título homologable, pero que curte cantidad. Ni siquiera las llamadas escuelas de negocios sirven para formar empresarios, pues lo que se enseña allí, fundamentalmente, son colecciones de frases con apariencia de idea feliz y ejemplos de individuos y empresas que parecen guiones para una aburrida película norteamericana, -y seguramente lo son-, y que se llaman, por eso case studies (léáse, quéis estádis, o séa, "¿de qué váis?").

La supervivencia de los empresarios -recuérdese que nos estamos refiriendo siempre a los empresarios de pymes, también llamados, por confusión semántica, pequeños empresarios- es muy complicada.

Para empezar, la falta de información respecto a los llamados nichos empresariales (lugares en donde depositar dinero, en una operación que se llama invertir, que tienen un cierto parecido con las máquinas tragaperras, pero sin luces de colores), hace que la mayor parte de los pequeños empresarios creen negocios en los subsectores de hostelería -bares, licorerías, freidurías, etc.-, peluquería -high style, mixtos y cuchitriles-, y mercería -ropa de niños, corsetería para tallas grandes y botonerías-.

Recientemente, un grupo de autónomos, con formación cualificada en informática y telecomunicaciones (visual basic, lenguajes 3D y 4D, y networking emocional), han creado conceptos empresariales, con ilusionadas perspectivas de futuro, por la que pretenden trasladar al mundo virtual algunos negocios de la esfera real. Los resultados en el mundo virtual son sorprendentes, aunque subsisten serias dudas de la rentabilidad real de tales esfuerzos.

Entre los pequeños empresarios merecen especial atención los que, con base en una idea original, y sin haber mirado jamás ni el reloj ni el bolsillo, han tenido éxito y, por fin, cuentan entre sus mejores clientes a las administraciones públicas, orgullosas de ayudarles a remontar el vuelo.

Este grupo selecto, en el que están depositadas muchas de las esperanzas de formar un nuevo marco tecnológico para nuestro país, se encuentra en extinción. Como las administraciones públicas no tienen ahora dinero para pagar todos los contratos que han suscrito en épocas de bonanza, y son presionadas por las grandes empresas para cumplir sus compromisos (para entender lo que son las grandes empresas nos remitimos a otros Comentarios), los pequeños empresarios son situados los últimos en la lista de acreedores y, faltos de liquidez, ven cómo sus proyectos se van al garete.

(N.B. La expresión irse al garete, se traduce por "go down the drain" al inglés, o también, por godáun de dréin)

Sobre las principales categorías de supervivencia en la selva laboral

La necesidad de incorporar regularmente algo de pasta al coleto para sobrevivir, si no se es rico de familia o paniaguado, obliga a tomar (salvo excepciones, s.e.) una decisión temprana acerca de dónde ubicarse en el tablero de los curros disponibles.

Como ningún ser humano, ni siquiera Obama -laureado en Harward y sublimado a la Presidencia del que fue más poderoso país del mundo hasta que China le arrebató, hace un par de días, el prestigioso cetro-, es capaz de entender la compleja estructura sociotecnológica (por ponerle un apellido) por la que se están generando y destruyendo continuamente puestos de trabajo, todos los que tienen que trabajar para vivir han de decidir alinearse entre tres opciones básicas, o categorías, a saber: a) funcionario; b) trabajador por cuenta ajena; c) empresario o autónomo.

En España, al menos, la elección que se haga, cuando no se dispone aún de la más mínima información sobre lo que uno quiere ser en relación con el mundo circundante, depende del camino que le señalen al educando sus tutores, quienes utilizan su frustración personal, el azar, la intuición o la consulta a expertos en -interpretar el Tarot -según su cultura- para orientarse.

Hay quien habla de predisposición natural, vocación y otros dogmas, arcanos y misterios de la vida en sociedad, pero no se ha podido comprobar que tales elementos existan realmente en los fenotipos individuales, excepción expresa (es decir, s.e.)  de unos pocos oficios singulares, como puedan ser el de la capacidad para ser campeón mundial de ajedrez (y ni más ni menos que eso), descubrir la teoría de la relatividad o desvelar la conjetura de Poincaré (ahora ya, devenido objetivos imposibles por haber sido ya satisfechos), tocar el piano vuelto de espaldas a los seis años (presuntamente prohibido por la Ley del menor) o abrazar el camino de la santidad (desaconsejable).

Fuera como fuere, la elección marcará ineludiblemente el destino de la persona, porque las tres modalidades no tienen, salvo excepciones, puntos de comunicación en el currículum individual. Así pues, una vez conseguido acceder al estatus correspondiente, se será con probabilidad prácticamente igual a uno, funcionario, trabajador por cuenta ajena o empresario, para toda la vida.

El orden en el que se han escrito estas opciones indica también la tensión emocional y las dificultades de supervivencia que marcarán la vida posterior del sujeto. Esta constatación es curiosa, porque las tres, sin embargo, se encuentran interrelacionadas en la estructura de la sociedad y, por tanto, se necesitan -a nivel conceptual, unas a otras.

Los funcionarios no podrían existir si no fuera preciso ejercer el control sobre las otras dos categorías, en la protección del interés general, que es, sin embargo, un concepto difuso que, en nuestra sociedad está en continua revisión.

El cometido central de los funcionarios, que conforman una categoría social que, al tener garantizado su modus vivendi ad vitam aeternam y carecer de otras directrices que las que eventualmente emita un personaje advenedizo, llamado político, que utiliza -s.e.- su paso por la administración del Estado para hacer carrera personal, suele venir determinado por la Ley de la función pública y sus hijos y nietos legislativos, familia de extrema complejidad para el entendimiento del administrado como dificultad de aplicación para el administrante.

En realidad, la actividad básica de los funcionarios es mantener la presión adecuada para garantizar que, sobre todo, las otras dos categorías de seres humanos que conforman la población activa paguen impuestos, tasas, multas y gravámenes de muy diversos tipos.

Sea cual fuere el cometido real, su labor no se realiza por todos con igual intensidad pues, de acuerdo con el principio de los tres tercios, solo un tercio de funcionarios se aplicará con ahinco a la tarea, existiendo otro tercio que no se molestará en dar ni clavo, y, en fin, un tercer tercio que, aplicando el ni fú ni fá, se limitará al estricto cumplimiento de lo que le ordenen, que bien puede ser nada.

Todos ellos (s.e.) se quejarán siempre que tengan ocasión de la vida que llevan, siendo característico de esta categoría general que la remuneración que perciben sus integrantes es la misma, independientemente de la eficacia, dificultad o intensidad de las tareas que desempeñen.

Los trabajadores por cuenta ajena constituyen la mayoría de la población activa y la totalidad de la inactiva (rectius, parados en búsqueda de empleo). En esencia, a todos ellos les importa un comino lo que se les mande hacer, sin que guarde relación con su formación o habilidades, con tal de que les paguen afindemes, y se confesarán eternamente dispuestos a cambiar de lugar de trabajo (léase empresa), aunque muy pocos realizarán ese propósito teórico y, de entre los que lo hagan, muchos de ellos (s.e.) se arrepentirán de haberlo hecho.

Dentro de ese grupo, como es sabido, las remuneraciones por el trabajo realizado varían estrictamente en función de la eficacia, aunque esta eficacia no se mide desde la perspectiva del beneficio común, ni siquiera (s.e.) del beneficio para la empresa para la que trabajan, sino por la rentabilidad que consigan para los detentadores del capital de las empresas o sus máximos gestores; las empresas pueden ser tanto públicas o privadas y los máximos gestores pueden ser competentes e incompetentes, predominando (al decir de sus subordinados) estos últimos.

(continuará)

Sobre los distintos tipos de ferentes y su interés

Si alguien tiene la llave de la caja en donde se han guarecido los buenos espíritus, ya es hora de que la abra, los libere y nos devuelva a todos el ánimo para trabajar seriamente, poniendo en su sitio a los que se empeñar en teorizar sobre lo que deberíamos hacer para salir de esta crisis.

No será fácil deshacerse del maleficio por la que, a cada paso, como quien abre la gabardina para enseñar sus miserias pudendas, alguien nos aborda -en un Congreso, un Seminario, una reunión, en el bar o en la calle- para lanzarnos un discurso acerca de lo conveniente para enderezar la economía.

El día 21 de octubre de 2010 tuvo lugar el XXIV encuentro de "referentes en plenitud", que organiza el MITYC, a través de la organización Trainer Work Centers, que preside -en España- Ramón Pujades.

Pues bien: al margen de la pomposidad de las presentaciones del evento -con un lenguaje y términos que parecen del siglo XIX-, de la exigüa oportunidad de expresar alguna idea que se concede a los mini-ponentes (cinco minutos de intervención), de la improvisación confesada de muchas intervenciones (varios de los ¿quince? conferenciantes reconocieron que habían sido abordados en la noche anterior, o incluso a la entrada, para decir algo), he aquí una buena idea.

Es una idea estupenda reunir a grupos de emprendedores con representantes de la administración y la Universidad, para que, simplemente, se conozcan, comenten, hablen distendidamente. Lo que digan, es lo de  menos.

Y eso merece todo nuestro aplauso. No solo el nuestro, que vale poco, sino más, más, vítores, por favor.

Porque hay muchos tipos de ferentes. Los que aportan regalos, como recordaba Asterix, parodiando a Virgilio merecen desconfianza: Timeo Danaos et dona ferentes (Beware of the Greeks bering gifts, dicen los ingleses).

Los indiferentes son, quizá, los más peligrosos. Y los referentes, sobre todo, si no se lo creen, merecen respeto. En la reunión del 21 de octubre, por misterios aún no descubiertos del porqué de las cosas, Ramón Pujades consiguió reunir unos cuantos.

Sobre la adjudicación de un concurso público al más barato

El miedo a que a los responsables de administrar la cosa pública se les pueda acusar de prevaricación, ha generado un monstruo de pies alados, que se llama concurso por subasta.

La idea es más simple que una patata, como dirían los castizos: se convoca una licitación y se anuncia que, salvo aquellos casos de la llamada baja temeraria -otro icono del pavor insuperable a que se descubra que el funcionario o el gestor político son unos chorizos-, el trabajo será adjudicado a la oferta más barata.

Existe, por supuesto, una adulteración del principio de la subasta. Este hijo bastardo del invento implica que, aunque se concedan muchos puntos -relativamente- al baremar el precio ofrecido por el licitante, se valorarán también otros conceptos tangibles e intangibles, en un totum revolutum que impida juzgar la transparencia de la adjudicación final.

En esas combinaciones de lo objetivo y subjetivo (para caer así en la discrecionalidad, que es donde se cuecen las habas), se indicará el aprecio a la calidad técnica, la experiencia demostrada en trabajos similares (a base de certificados y papeles que cuestan una pasta), la coherencia de los planteamientos, y, en fin, si hay que hacer bulto, el color de los ojos de la licitante, el arraigo local, las mejoras añadidas, y cualquiera de los elementos que puedan pasar por la mente imaginativa de los convocantes.

Lo más puro, dicen los expertos, lo que evitará cualquier comentario de contubernio es hacer apertura de las plicas y adjudicar de inmediato la cosa a aquel que haya ofrecido el precio más bajo.

No hay por qué preocuparse de las consecuencias, porque, desviados los focos, el asunto llegará a un final del que pocos se enterarán.

Puede que, después de un camino incierto, la obra, infraestructura o servicio cuya adjudicación se había confiado al más barato, quede en su ejecución a medias. El fracaso de la empresa adjudicataria, inmersa en suspensión de pagos, insolvente o desaparecida, obligará a un nuevo concurso, o a una adjudicación a la trágala a quien sabía mejor qué hacer, para que componga el desperfecto.

No es la única opción, porque la experiencia es siempre un grado. Las más avisadas y poderosas, habrán ofrecido en aquel concurso-subasta, precios artificialmente bajos a sabiendas de su imposibilidad, confiando en que, pasado un tiempo, conseguirán colar modificados, ampliaciones, reformados, revisiones, en fin, que aumenten las cantidades a percibir, equilibrando la situación con nuevas tolerancias y fantasías.

Habrá también ocasiones en las que los que ofrecieron el precio más bajo, terminaron el trabajo con la deseada calidad y cumpliendo el presupuesto. Sería interesante conocer en detalle esas situaciones -si existen-, difundir quiénes son los héroes, y porqué han hecho tal hazaña.

Lo que dudamos es que alguien se atreva, de una vez, a levantar el velo de la hipocresía, y reconocer que es muy difícil que la Administración sea capaz de componer un pliego de condiciones preciso sobre lo que no sabe, que es imposible que se defina la calidad y el precio sin ser fabricante uno mismo, que es una quimera creer que el que no ha hecho eso que se pide con anterioridad vaya a hacer sonar su flauta sin cometer varios desafinos y, en fin, que, a la postre, jugando en otra categoría, las grandes empresas del sector no tendrán empacho, por la cuenta que les tiene -sobrevivir y seguir haciendo agosto-, en ponerse de acuerdo entre sí para repartirse las adjudicaciones, controlando el cotarro desde el fondo del escenario, en un tuya-mía sin vergüenzas.

Tampoco será extraño que, para que todos estén algo contentos y mantener la pirámide de usos y abusos, éstas últimas subcontraten el trabajo a los más pequeños, que también tienen su derecho a vivir, solo que algo más profundo en la miseria colectiva.

Sobre la aconsejable contención de los ímpetus atrabiliarios

Los comportamientos atrabiliarios (es decir, destemplados y violentos) siguen estando en el orden del día de los que ven agotados sus argumentos, aunque el vocablo para definirlos haya caído en desuso o esté siendo mal utilizado (por ejemplo, en "medidas atrabiliarias", creyendo significar, injustificadas o arbitrarias).

Lo atrabiliario es inadecuado, impropio, y está fuera de lugar, no por su propia naturaleza, sino porque demuestra que quien utiliza este recurso ya no tiene más.

En una negociación, para ser atrabiliario, no hace falta dar el puñetazo encima de la mesa. Basta con levantarse de la reunión, y afirmar que se han agotado las posibilidades de entendimiento, porque el otro (o los otros) no tiene nada que ofrecer.

Cuando se anuncia una huelga general -que lo será, por supuesto, siempre por parte de los que ponen en el mercado de la producción sus capacidades y habilidades individuales- es inevitable hacer una valoración de hasta qué punto se ha dado suelta a los impulsos atrabiliarios.

Ya en otras ocasiones hemos expresado que las huelgas -particulares como generales- castigan, sobre todo -y casi únicamente- a los usuarios, a los clientes de la empresa o institución que deja de ofrecer el servicio o fabricar el producto. Convierte a éstos en rehenes de una causa que no es la suya, haciéndolos escudos humanos, paganinis y víctimas de una relación en la que no son parte y sobre cuyo control carecen de capacidad de decisión.

La huelga será un derecho de los trabajadores -¿cómo discutirlo, si está reconocido hasta constitucionalmente?- pero hay mucha tela que cortar al respecto de su ejercicio.

Los convocantes, que son hoy día prácticamente en exclusiva los sindicatos, debieran tentarse bien la ropa antes de lanzarla. Y, si se deciden a hacerlo, mucho más deberían analizar si lo hacen por objetivos en defensa de las trabajadores -y de cuáles, y porqué-, si siguen "posiciones de izquierda" -cuya exclusiva no la tiene hoy el mundo del trabajo-, o si, en realidad, son víctimas de la enfermedad senil del izquierdismo.

La "enfermedad senil" del izquierdismo consiste, en nuestra modesta opinión, en despreciar el conocimiento de cómo se tejen actualmente las relaciones económicosociales y exigir medidas que no son viables, y que, por tanto, no se desea que se tomen, porque lo único que se pretende es tensar la cuerda pero sin ánimo de que se rompa.

Conseguir, en fin, un "efecto demostración", una exhibición de que "estamos ahí", sin más ánimo que tocar un poco los chirimbolos, meter bulla, sacar la charanga de los bombos y platillos es dar a la huelga un fin espurio.

Porque la convocatoria de una huelga tiene que tener, siempre, claro el objetivo. No puede ser, por supuesto, indefinida, y tampoco debiera ser "general", porque no hace falta demostrar que si nos paramos todos, nos caemos.

Ha de reducir al mínimo el perjuicio para terceros, no ha de poner en peligro el sistema productivo, no ha de ser utilizada para pretender algo que no tenga que ver con el ámbito de acción de los huelguistas.

No son, en este momento de crisis, los que tienen trabajo quienes más sufren las consecuencias. Son quienes no lo tienen -¿por qué hará falta decirlo?-. Y no van a tenerlo más fácil si los asalariados (y, especialmente, los liberados sindicales) pretenden "presionar al Gobierno" para que "cambie el objetivo de su política económica".

¿Me lo repita? Hasta ahora, lo que parecía es que los sindicatos demostraban su desacuerdo con aquellas de las medidas adoptadas que han supuesto, en puridad, la congelación o reducción (mínima) de las nóminas. Hemos oído de sus representantes críticas acervas respecto a un empresariado supuestamente egoísta, insolidario, corrupto, que parecían extraídas del túnel del tiempo. 

No vendrá mal recordar que una posición beligerante del mundo del trabajo frente al empresariado, además de injusta, es contraproducente. Al pequeño y mediano empresario no hace falta una huelga para enseñarle lo que significa esta crisis.

Y para la gran empresa, esa que tiene sus tentáculos por todo el planeta, no va a estimular su capacidad inversora. Ese capital, sí, sabe jugar bien a lo global y no tiene empacho alguno en escaparse por la puerta de atrás y poner el dinero en otros países en donde la mano de obra sea más barata y menos contestaria, y la legislación más tolerante.

La huelga general en España por parte de los sindicatos el 29 de septiembre de 2010, de llevarse a cabo, será atrabiliaria.

Por destemplada y por violenta. No estamos, al manifestarnos así, a favor del gobierno ni en contra de los sindicatos. Expresar una opinión sobre una actuación no puede extrapolarse a todo el lucernario.

Estamos del lado de los pragmáticos; una fracción, tal vez minúscula, de los que tratan de analizar los efectos y los fines y no están obsesionados con dar brillo a los instrumentos que producen la algarabía. 

Sobre el peligro que supone China para los mineros chilenos

La minería chilena ha sido llevada, desde agosto de 2010 a primer plano de la actualidad, por un suceso que combina dos elementos de gran fuerza mediática: esperanza y dramatismo.

Un derrumbe en una mina de cobre, de la que se especula acerca de las condiciones de seguridad implantados en ella, ha provocado que 33 mineros se encuentren encerrados a 700 m de profundidad mientras una máquina perforadora avanza para rescatarlos, a razón de 10 a 15 m por día, horadando el agujero que permitirá izarlos al cabo de tres meses de secuestro. Entretanto, se mantiene el contacto con los sepultados gracias a una sonda por la que se les envía alimentos, medicinas y mensajes de sus familias y amigos.

El profesor Gustavo Lagos es un ingeniero de minas chileno que vino a Madrid a pronunciar una conferencia, el 7 de septiembre de 2010 sobre el "Ciclo económico y las perspectivas del mercado del Cobre".

Asesor del gobierno de Chile, especialista en el análisis de coyunturas para algunos metales básicos, habló sobre los costes de extracción, leyes de minerales, producciones mundiales y otras interesantes cuestiones relativas al cobre.

Las perspectivas que dibujó para la minería chilena del cobre son esperanzadoras: tecnologías avanzadas, que permiten costes de extracción medios en torno a 1,1 dólares/libra, capaces para soportar con relativa tranquilidad un mercado con componentes cíclicas decenales y fuertes fluctuaciones (entre 1 y 3 dólares).

El consumo mundial aparente de cobre será de 18,8 millones de t en 2010, y crece, impulsado por China, a un ritmo de 4,5% anual, estimándose que alcance los 25,7 Mill de t en 2016.

China es el dominador del mercado del cobre, con un consumo aparente en 2010 de 7,5 Mill. de t, casi 5 veces superior al de Estados Unidos y 3 veces más fuerte que el europeo, ambos tendiendo a disminuir. La situación no solo va a cambiar, sino que se acentuará, favorecida por una mano de obra barata y fundiciones y refinerías muy modernas, de novísima tecnología.

En el coloquio, intenso y muy interesante, hemos preguntado al conferenciante acerca del efecto sobre los costes de un recrudecimiento de la legislación sobre seguridad en la minería chilena.

La respuesta de Lagos fue contundente: "No va a haber efectos en la gran minería. Tenemos una accidentabilidad comparable a Canadá y Australia, mejor incluso que la de Estados Unidos. En la gran minería, la seguridad es mejor en diez veces que la pequeña y mediana minería, que tiene muy poco peso en Chile, inferior al 5%; así que no va a tener ningún efecto importante".

Que así sea, y que la existencia de aquellas empresas chilenas del cobre que, por lo que hemos sabido, no cumplen actualmente con las medidas de seguridad, confiando en la pericia, la suerte y la capacidad de sacrificio de sus mineros, no quede afectada mortalmente.

El peligro para ellos no viene de China, sino de la codicia sin adecuado control de algunos empresarios.

Sobre la identidad propia y la responsabilidad social corporativa

Quienes tengan relación desde antiguo con empleados de empresas que se hayan convertido, por aquello de las compras y fusiones, en parte de grandes grupos, se habrán dado cuenta de una cuestión peculiar: la ausencia o grave disminución del viejo "espíritu de empresa", aquella fuerza interna que daba cohesión al grupo y permitía su identificación orgullosa.

Si han subsistido a los cambios y no se han visto víctimas de despidos -voluntarios o forzosos- y prejubilaciones, aquellos antes animosos trabajadores o directivos, hoy languidecen en las empresas a las que siguen perteneciendo, despachándose con frases escuetas, cuando se les pregunta qué tal, del tipo: "aquello ya no es lo que era" o "no sabemos cómo se deciden las cosas" e incluso "nadie sabe aquí cómo ganamos ahora el dinero".

Las decisiones se toman en lugares alejados, opacos, misteriosos para la mayor parte de la organización, incluso para sus directivos locales.

Existe, por el contrario, obsesión por difundir el oscuro paradigma de la "responsabilidad social corporativa". El despliegue mediático puede llegar a parecer abrumador. Magníficos paisajes idílicos de mares y montañas, gentes de todos los colores y hábitos - sonriendo felices-, animales y plantas, se unen a mensajes en los que no se sabe bien cuál es el producto que se vende, aplastado ante la profusión de imágenes ambientales.

Da igual que el grupo se ocupe de la energía, la construcción, la venta de ropa, los seguros, la producción de acero o la fabricación de mantequilla. La RSC (responsabilidad social corporativa), un misterio que, por lo que se nos dice, supone respeto máximo al ambiente y protección para las futuras generaciones, toma el centro del escenario.

Solo que, en las galerías de esas empresas tan multinacionales, que dirigen sus objetivos principales aparentemente hacia el exterior y su obsesivo cuidado (es la sostenibilidad, estúpidos), se mueven seres malinformados de para qué sirve lo que hacen, temerosos de perder sus empleos, dirigidos por jefecillos que tampoco saben bien porqué mandan hacer las cosas, porque las grandes directrices les vienen por correo electrónico, en inglés, y son emitidas por propietarios de los que solo conocen el nombre de pila y que se están haciendo cada vez más poderoso y ricos.

 

Sobre la imaginación en los negocios

Se echan de menos foros en los que se presenten y discuta acerca de oportunidades concretas de crear empresas.

En las escuelas de negocio se enseña a controlar económicamente los proyectos, a estructurar financieramente el modelo de funcionamiento, a organizar la producción y la distribución de los factores  medios, etc. Se presentan también algunos ejemplos, generalmente positivos, que pretenden servir de orientación para tener éxito en un negocio.

Solo que lo más importante no es saber cómo anotar en cifras lo que se va conociendo, desde la realidad de los mercados, sino poder acertar en la idea que constituye el objeto social de la empresa.

Si Vd. quiere arriesgar su dinero en abrir un bar de copas o un restaurante, deberá atender a cuestiones diferentes a si lo que pretende es fabricar paneles de silicio para generación fotovoltaica. (Por cierto que, tanto en un caso como en otro, le aconsejamos máxima cautela: en el primer caso, porque tenemos en España el mayor número de bares y restaurantes cutres por habitante, y, en el segundo, porque el silicio monocristalino está a punto de ser sustituído por nanoestructuras de óxido de titanio)

No será igual la necesidad de financiación, enlaces y medios físicos que precisará si lo que Vd. desea es realizar juegos para niños con un determinado software gráfico presente en el mercado, que si está pensando en actuar como agencia de viajes exclusivamente virtual, concentrada en parejas en luna de miel.

Nos parece importante que en las Universidades y Escuelas de Negocio -y no solo ahí- se enseñe a captar necesidades y a discutir sobre la forma más eficiente de resolverlas. Pueden ser problemas sencillos, de aplicación a la vida diaria, que ayuden a solucionar cuestiones con las que nos enfrentamos todos los días; o pueden ser retos muy complejos, que exijan desde la idea genial a trabajos de investigación multidisciplinares, costosos y lentos.

La aparición y abaratamiento del uso de las tecnologías de comunicación por ordenador ha supuesto la generación de nuevas posibilidades empresariales. No son, estrictamente, -al menos, muchas de ellas; la mayoría, en principio- nichos de mercado nuevos. No. Se trata de hacer lo que ya se conoce más rápido, más barato, más eficiente.

No se han explorado aún, ni mucho menos, todas las posibilidades. Animamos al lector a que dedique algún tiempo a pensar qué cosas le gustaría que mejoraran y a que analice si, para ello, le falta dinero o tecnología. O, simplemente, lo que le falta, es el empuje para montar su propio negocio.

Sobre Chamberi Valley y Bill Puertas

Un grupo de jóvenes empresarios con proyectos ubicados en Madrid, ha creado la iniciativa Chamberí Valley, en remedo de una idea de culto que a todo el mundo se le ha explicado varias veces: Silicon Valley.


No sabemos si el grupo dispone ya de su Bill Gates particular que, en cumplimiento de la analogía, debería ser reconocido como el Bill Puertas español.


Nos podemos imaginar a estos emprendedores rastreando el mercado de las oportunidades tecnológicas, en la esperanza de encontrar ese nicho de prosperidad exponencial que convierte a quien se ubica en él en multimillonario en un par de años.


Poco se podrá decir a quienes disponen, seguro, de sobrada ilusión y suficientes conocimientos para detectar decenas de ideas acerca de cómo solucionar necesidades y problemas de sus congéneres.


No será necesario, pues, advertirles que el tipo más rico del mundo puede ser Carlos Slim, Warren Buffett o Bill Gates, según quién y cuándo haga las cuentas. Y, por supuesto, sabrán que Slim (católico de la facción del ahora abominado Marcial Maciel) y Buffett hicieron fortuna, sobre todo, comprando empresas cuyos propietarios estaban fuertemente endeudados.


No les será fácil, por supuesto, a estos emprendedores de nuevo cuño, seguir uno de los principios que difunde Buffett: "No inviertas en empresas cuya tecnología no entiendas".


Tampoco ignorarán que la empresa más grande puede ser Microsoft o Apple, dependiendo de la hora de la noche en que se realice el cálculo, y que, si quieren sacar el máximo dinero de sus inventos, deberán utilizar el aforismo de que no existe ninguna relación entre el market cap y el revenue de una empresa. (Sabemos que esta última observación es de una pedantería etimológica insufrible, pero así tendrán que entendérselas, si quieren ascender a la cima).


Lo que tal vez sea preciso es ponerles de manifiesto que las buenas intenciones concitan trampas mentales para las que más vale prepararse. Las llamaremos, en honor a su usuario actualmente más famoso, síndrome Del Bosque. Consiste en creerse que se puede simular que se están jugando los quince últimos minutos de un partido, cuando en realidad se está empezando el juego.


El síndrome se detecta porque no es posible  olvidarse de que los últimos quince minutos se juegan con el cansancio de los anteriores setentaycinco, con las camisetas sudadas, el campo embarrado, la cabeza abotargada y muchas ganas de irse a casa.


En épocas de crisis, como en las que de vez en cuando nos toca jugar, hay que olvidarse de hacer simulaciones y meterse de hoz y coz en el juego real. Es el momento de los cocodrilos en la ciénaga, y las garzas tienen que estar atentas a sus dentelladas, cuando se acerquen a beber del agua escasa.


Be cautious, fresh entrepreneur: keep yourself away from hungry crocodiles.

Sobre el fomento del espíritu emprendedor

En España tenemos insuficientes emprendedores. Xavier Verdaguer, creador de Innovalley Inc, instalada en el Sillicon Valley y dedicada al diseño de ropa y complementos -con aportaciones singulares que los hacen diferenciables en los mercados de consumo- lo achaca a la falta de cultura de la innovación, a la falta de prestigio social del emprendedor, al miedo al fracaso, a la penalización social del que ha tenido éxito y, en fin, a la ausencia de una actitud mental positiva.

El sabe bien de qué habla. Después de crear varias empresas en España, se fue a Estados Unidos para comprobar in situ que lo que aquí le llevó diez años de esfuerzo para conseguir la madurez de un proyecto, allí le ocupó solo 5 meses. Prudente y coherente con su mensaje positivo, expone que en España no le faltó el apoyo de la Administración, consiguió subvenciones y créditos  y sus proyectos -¡siete!- alcanzaron el éxito.

Pero en Estados Unidos las cosas son cualitativamente muy diferentes. "Hasta mis vecinos se interesaron por invertir en el proyecto, al saber que yo tenía una empresa."- confesó Verdaguer, que había sido invitado para contar su experienciapor la representación de la Comisión Europea en Madrid, y el Gobierno de Navarra, a dar una conferencia en la Jornada sobre Europa 1020, el día 27 de mayo de 2010- "Allí es muy común que gente que tiene ahorros de 100.000 o 200.000 dólares los dedique a proyectos, propios o de sus conocidos". Dos de los mayores Fondos de pensión americanos invierten un 10% en start-ups, algo inconcebible para las conservadoras mentes  europeas.

Allí es, sobre todo, ese centro mundial de concentración de creatividad que es el Sillicon Valley, en California, "en donde está el sueño americano por la excelencia".

Las cifras tampoco resisten la mínima comparación. En España, solo el 10% de quienes han estudiado un MBA quieren ser emprendedores, frente al 90% norteamericano. Del total de fondos, la investigación realizada por el sector privado es de solo un 29,8%, frente al 80,5% USA y el 61% de las inversiones en capital-riesgo mundial provienen de allí.

La Jornada estuvo muy bien planteada, con ponentes que ofrecieron su visión y versión de lo que habría que hacer. Después del almuerzo, las sesiones de la tarde -escasas de público- ofrecieron, tanto en las presentaciones como en el coloquio, una muestra de la realidad del panorama educativo español. Por ello, resultó en buena medida complementaria de la dedicada a innovación.

Tomás Calleja, de McKinsey&Co, con datos de un reciente estudio realizado por la firma de la que es socio, reconoció que "con los datos de los índices de educación en España hubiéramos echado varias veces al consejero delegado encargado de la firma, porque en los años 1970-2004 no se ha conseguido ninguna mejora significativa en los resultados".

Ni el tamaño de la clase, ni siquiera el gasto educativo, parecen tener importancia significativa en los resultados (el análisis se refería a estudios primarios). Para Calleja, la cuestión clave es considerar a la educación como "un servicio, y enfocarla como tal. "No puede pensarse en que se está dando un buen servicio si tus clientes solo están satisfechos en un 30%". hay que atender a la interacción entre el que da y el que recibe la prestación.

Todas estas consideraciones llevan a Calleja a proponer la mejora de la calidad de los profesores, la revisión del proceso de enseñanza, la persecución del éxito con todos los niños educandos y seleccionar a los directores de los centros educativos por sus cualidades como gestores "para mejorar los resultados de los alumnos", y no por otras cualidades.

Otro conferenciante, Pablo García Ruiz, profesor de sociología en la Universidad de Zaragoza, incidió en aspectos ya tratados por Verdaguer: "Aunque 8 de cada 10 entrevistados reconocen que el emprendedor es el responsable principal del desarrollo económico, trabajamos con el lastre que considera al emprendedor como un aprovechado (62%) lo que le concede un bajo prestigio social (42% frente a la media euopea del 65%).

"Hay que cambiar de las clases teóricas, incluso con case study, a proyectos concretos, en los que los alumnos sean capaces de ejercer su creatividad y lanzarse a la acción, con experiencias de compromiso", afirmó García Ruiz.

Pero la intervención más provocadora fue la de Xavier Prats, director de Política de Empleo en la DG de Empleo, Igualdad de Oportunidades y Seguros Sociales. Ya había dejajdo consstancia de su sentido del humor al expresar, al tomar el micrófono que "después de esta presentación"  (la había hecho Javier García Cañete, del Grupo de Expertos de la Fundación Europea Sociedad y Educación, muy consciente de su papel de moderador-provocador) "yo también tengo ganas de oir lo que voy a decir".

Para Prats, hemos copiado la obsesión jacobina por la excelencia de los franceses sin saber a qué nos conduce, estamos despilfarrando recursos para formar ciudadanos más frustrados y trabajamos ocn esquemas trasnochados, como el creer que los países emergentes están compitiendo con mano de obra barata y no progresivamente con más inteligencia.

Su momento cumbre fue cuando comparó los rectores de las Universidades de Salamanca y Rotterdam. "No los conozco, pero ambos dirigen Universidades de similar antigüedad, sus páginas webs empiezan con saludos similares y fotografías de Erasmus, pero seguro que el primero es un hombre, nació en Salamanca, estudió en Salamanca y vive allí; en tanto que el rector de Rotterdam es una mujer, ha trabajado y vivido en múltiples sitios y no es de Rotterdam, en donde posiblemente no ha hecho sus estudios". 

En efecto, Paulina van der Meer Mohr, rectora de la Universidad de Rotterdam, es abogada, y trabajó en varias empresas a lo largo de su carrera profesional, no circunscrita, ni mucho menos, a la docencia.  Daniel Hernández Ruipérez, rector de Salamanca, catedrático de Geometría y Topología, estudió y se doctoró en Salamanca, su patria chica; sobre sus otros méritos académicos y profesionales puede el lector curioso utilizar el enlace de este Comentario.

Sobre la derecha liberal española en el obituario de Guillermo Luca de Tena

El fallecimiento de Guillermo Luca de Tena, nieto del fundador de ABC, empresario y periodista, personaje relevante de la derecha liberal española ha servido para convocar, en el obituario que le dedica, justamente, el periódico que sostuvo económicamente y que dirigió personalmente en años difíciles, a múltiples representantes del panorama político y del periodismo de opinión.

El número de ABC del 7 de abril de 2010 constituye, por sí mismo, un muestrario de los intereses, tensiones y afectos que caracterizan el momento político. Un tiempo convulso, en palabras de Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, que escribe la Tercera del periódico.

La lectura de las opiniones expresadas, si se las desprovee de las lógicas coincidencias que corresponden a escritos necrológicos destinados a la hagiografía, en la que, como seguramente es el caso de casi todos los que las escriben, el conocimiento del ensalzado era mínimo, proporciona material muy interesante para entender mejor algo de lo que se mueve en el río de la derecha española, esa que "está donde estaba" (trasunto de un Editorial de ABC en el que se reafirmaba la línea ideológica del periódico, monárquica, católica, "genuinamente liberal").

Si el lector se va a las páginas 32 y 33 del número especial de ABC, -dejando de lado, de momento, los escritos laudatorios de los profesionales de la pluma-, encontrará, juntas, las aportaciones de Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero y Marcelino Oreja Aguirre. Si ha podido hacerse en propiedad con el ejemplar, le aconsejaríamos que las enmarcara para la posteridad.

Rajoy expresa, llevado de arrebato comprensible, dado el sufrimiento al que le están exponiendo los asuntos de Gürtel y Cía, que "su desaparición nos deja huérfanos de aquello que España hoy más necesita: lealtad a las convicciones, respeto a la verdad, honradez y profesionalidad". Este magnífico ejemplo de exageración, de hipérbole con segunda intención, tiene una traducción evidente: hay que seguir en la línea de defensa de los valores tradicionales y Rajoy se considera paladín de las razones que merecen la pena "la entrega de toda una vida", dándoles forma con "sencillez y valentía".

Zapatero alaba en el Marqués del Valle de Tena haber sido "capaz de incluir entre sus colabordores a personalidades distintas en lo político y en lo social", dando "cobijo a grandes plumas de muy diferentes esferas ideológicas", y lo define como "testigo y protagonista del camino de nuestro país desde la dictadura a la democracia", manifestando a las claras lo que, para él tiene el mayor valor: el arrepentimiento de Luca de Tena, para acercarse a la pluralidad, en clara discrepancia conceptual, pues, con el inmovilismo que defendían Rajoy y Gallardón.

Marcelino Oreja, hoy Presidente de la RA de Ciencias Morales y Políticas, ex Ministro, ex Presidente de Fomento de Construcciones y Contratas, ex casi todo lo que se puede ser de prestigioso en una vida, destaca en Luca de Tena "su concepción cabal del papel crucial de la monarquía en la recuperación de las libertades públicas y su inquebrantable lealtad al rey", que "en el momento más comprometedor de la vida del períodico, él y solo él, lo dió todo para salvarlo".

Oreja representa a un tipo de político intercambiable con el empresariado, un genio del mimetismo capaz de bajar a la arena o subir a las alturas, haciendo gala de una versatilidad digna de admiración, ya que no de aprecio. Manuel Pizarro lo intentó, pero se estrelló contra la dureza del caparazón de la política; no recibió suficientes instrucciones, por lo que parece, para manejar el vehículo anfibio que le confiaron, desde la derecha liberal, esa por la que, en los momentos difíciles, hay que estar dispuesto a todo.

Por eso, de todos los artículos del obituario, tenemos que destacar el de Marcelino Oreja. Como el que escribe una necrológica, según todos los análisis posibles, se está refiriendo a sí mismo, el mensaje resulta meridiano. El y sólo él. No se puede definir mejor la trayectoria del héroe, conseguir el emplazamiento en la egolatría más sublime.

Ojalá que te dejen descansar en paz, Guillermo Luca de Tena.

Sobre el ocaso de las Ferias reales

Hay más información, menos dinero, más presión, menos tiempo, más competencia, menos ganas. Y está el mundo de internet, omnipresente, de tan cómodo uso, discreto.

Las Ferias que resultaban imprescindibles para conocer el estado del arte, para vender o comprar lo último, para comparar, ya no lo son. Cuestan mucho dinero, reclaman una atención personal que no es tan fácil de compensar, ni para expositores ni para visitantes.

Y, después, está el gran desnivel entre las grandes empresas, capaces de presentar un gran estánd, en el centro de la sala, con gran alarde de medios, y las pequeñas, que quizá tienen productos realmente novedosos, pero no pueden pagarse más que un lugar en un espacio múltiple, subvencionado, sí, pero al que no pueden dedicar la presencia física que sería imprescindible para defender la bondad de su producto.

Adiós a las Ferias reales. Su decadencia es evidente. Las que tenían una proyección más local, han desaparecido ya. Y las grandes, están obligadas a una reestructuración que ya les come los pies o la cabeza. Estas últimas tienen probabilidades de supervivencia -algunas ciudades las tienen como producción emblemática-, pero habrán de renovarse, cualificando su oferta.

Nadie viajaría cientos de kilómetros para ver un producto o una aplicación que se le podría presentar a él solo, en su propio espacio. No negamos el interés de conocer simultáneamente varios productos que compiten entre sí y poder hablar con sus responsables sobre sus virtudes y aclarar las dudas que se presenten. Pero la información en la red elimina muchas cuestiones previas y la red comercial de las empresas es muy ágil como para esperar a la próxima Feria para captar clientes.

Las Ferias virtuales han entrado por la puerta del escenario mercantil. Tienen aún que perfeccionar su oferta real, conquistar más espacio virtual, atraer amás expositores y mejorar los contenidos. Miles de millones de visitantes, en sus casas, en sus despachos, en sus oficinas, están preparados para visitarlas a un clic de su viaje para detectar oportunidades que les interesen.

(Estas reflexiones están motivadas después de asistir a varias Ferias reales y comentar con decenas de expositores y visitantes, caminando, muchas veces, entre espacios vacíos y rostros aburridos.).

Sobre los ratios que le gustan al banquero Botín y al empresario Falcones

El presidente y consejero delegado de Fomento de Construcciones y Contratas, Baldomero Falcones, al presentar el avance de los resultados del grupo que dirige a varios analistas financieros, ha revelado que su antiguo jefe, el presidente del BSCH, Emilio Botín, tiene su especial "regla del pulgar" para saber si una empresa le lanza buenas vibraciones:

La frase ha sido: "En los últimos doce meses hemos reducido la cifra de costes en un 4% en relación a la cifra de negocios que es un dato que le gusta mucho, por ejemplo, al banquero Emilio Botín".

Acabáramos. Queda desvelado por esa indiscreción una de las claves, seguramente la central, del modelo económico que hemos estado siguiendo: la reducción de costes respecto a la facturación total. O, analizado respecto a su complementario, el aumento del margen antes de amortización e impuestos, es decir, el beneficio bruto de explotación, -el Ebitda- que, para qué vamos a darles más vueltas, está íntimamente relacionado con el beneficio neto y con la capacidad propia para invertir en nuevas aventuras.

Como estamos en crisis económica, y el Gobierno no se va a atrever a tocar los impuestos, debemos exprimir la estructura y presionar a los proveedores para obtener más margen neto. Podremos así amortizar más inversiones, ya que apetece pescar en aguas revueltas, o mantener el reparto de dividendo a los accionistas.

Olvídense de los demás ratios, tan profusamente explicados por analistas neófitos y pocoempresarios que aún no saben de qué va la cosa. En épocas de incertidumbre, reduzcan los costes, que nadie se extrañará. En épocas de bonanza, aumenten el beneficio, que es lo mismo, y nadie se extrañará tampoco.

Los accionistas de FCC habrán ganado (beneficio neto, EBIT)  -a falta de la publicación de datos finales- algo más de 300 millones de euros en 2009, sobre una facturación total de 10.000 millones de euros. Un 3%. Muy poco. Casi nada comparados con los casi 422 millones antes de impuestos (BAI) que se habían alcanzado en 2006, según anunciaba entonces su consejero delegado Rafael Montes.

Para qué liarse con EBIT, BAIs y tonterías. Lo que les gusta a los banqueros es cuánto tenemos en la caja, es decir, la contabilidad del tendero.

Como Botín tiene un 1% del capital de FCC y, sobre todo, ha sido jefe de Falcones cuando era Director General en BSCH, podemos imaginarle preguntando a Falcones, directamente: "Baldomero, soy Emilio. ¿Cómo tenemos hoy el ratio ése?" La contestación de Falcones bien podría ser: "Mejor. Hoy acabo de despedir al director financiero, al de desarrollo y al de compras, y, además, hemos dejado de pagar el alquiler de la torre de Kio a Cajamadrid y me voy a comer al VIPS, que tengo puntos." 

Sobre Ikea y la excelencia

Ikea es un símbolo que no necesita presentación. Podría definirse como "una tienda de muebles de fabricación propia", pero ahí no queda eso.

Cuando en España -y en otros países- estamos viviendo las consecuencias de la grave incapacidad para generar empresas estables, dirigidas por ejecutivos competentes y capaces de adaptarse con flexibilidad a los entornos cambiantes, Ikea es uno de los modelos que deberían ser estudiados, copiados, ensalzados.

Quisiéramos analizar junto al lector los elementos sustanciales del "modelo Ikea" y realizar, con esta base, algunos comentarios:

1. Decisión clara respecto al producto, que permita perfeccionar la oferta, pero manteniendo una línea perfectamente identificable, diferenciada de la competencia, pero con cuidado estricto para conseguir márgenes económicos suficientes.

2. Selección de "valores añadidos" que puedan ser fácilmente percibidos por el cliente, y que sean claramente interpretados por él como mejora del cociente calidad/precio respecto a otras alternativas.

3. Generación de una personalísima imagen de marca, con fuerte soporte publicitario, sin miedo a aportar grandes dosis de información sobre los productos (y cambiándolos con frecuencia), con liquidación sistemática de restos de otras campañas (magnífica la sección de "Oportunidades") y, desde luego, diseño, realizado por delineantes industriales y expertos, siguiendo líneas consistentes .

4. Mejora pemanente de la cualificación de los empleados, con sostenimiento de un "espíritu de empresa", caracterizado, sobre todo, en detalles en donde el empleado vea que es responsable de una porción del prestigio de la empresa.

5. Incorporación, frente al núcleo principal de negocio, de otras actuaciones comerciales que refuercen la idea de "empresa de calidad internacional", frente al cliente: restaurante con platos exóticos y baratos, parking gratuito, emisión de facturas sin ningún problema, etc.

Tenemos en España al menos otros excepcional modelo local de excelencia empresarial en el sector de bienes de consumo, que es Zara-Inditex, y sería igualmente interesante analizar los elementos centrales de su actuación, que le han conducido a un éxito persistente.

Podemos, también comparar el modelo Ikea con una empresa que ha fracasado estrepitosamente de forma reciente, como Air Comet, y contraponer sus deficiencias a la excelencia de la primera:

1. Empresa basada en las subvenciones estatales a fondo perdido y en la compra de una "oportunidad de negocio" fallida, sostenida artificialmente con precios de dumping, en una huída hacia adelante.

2. Publicidad basada exclusivamente en el bajo coste, pretendiendo batir a la competencia no en cuanto a calidad -dando por supuesto que la calidad queda garantizada y precibida por el hecho de ser una compañía sometida al control de seguridad aeroportuario-, sino en el precio. Ocultación de datos relevantes de la compáñía, tanto al mercado como a trabajadores y a clientes, conformando una imagen "ficticia" de la empresa.

3. Ausencia de imagen de marca consistente, con personal y  flota, rutas y servicios "heredados" de las compañías fracasadas, (estos últimos, adquiridos a precio simbólico o a coste cero), sin que conste esfuerzo alguno en comunicar públicamente la modificación y mejora de la línea empresarial anterior, si es que ésta se produjo en su momento.

4. Falta de motivación de los empleados, a los que se retrasa el pago de los salarios e, incluso, se les adeudan cantidades sustanciales (¡seis meses!). Utilización del personal como vehículo para la ocultación de datos de la compañía (ante la falta de liquidez, para pago en efectivo de combustible, cátering, etc., según ha trascendido).

5. Ausencia de elementos significaticos que permitan concretar, ni mucho menos desarrollar, la percepción por el cliente de "corporación eficiente y seria", descuidando la atención a los usuarios -que parecen haber sido considerados como simples entes trasportables-, y ocultando a terceros la verdadera situación de suspensión de pagos de la compañía. La afirmación de su Presidente de que "él, en la situación en que estaba Air Comet, quizá no hubiera viajado con ella", es altamente significativa.

Sobre el mundo de las ideas (al margen de Platón)

El admirado Platón (rebus sic estantibus) se refería de forma genérica a las ideas, contruyendo una de las metáforas más bellas de todos los tiempos.

Pasados los siglos, hablamos sin problemas de las ideas como cosa de cada día. En el mundo de internet, ese poblado imaginario que utiliza como infraestructura viaria las ondas y las palabras como vehículo para moverse en ellas, ha surgido ideólogos de variado pelaje. Algunos, incluso, han tenido éxito social. Otros, pocos, éxito económico.

La mayoría de los usuarios de ese complejo entramado bastante interactivo lo que han hecho, hasta ahora, es dedicar tiempo y algún dinero en ese holocausto imaginario. (del griego: "completamente quemado")

El País dedica su suplemento dominical a extraer algunos nombres del mundo de las ideas internáuticas, atribuyéndoles éxito y dinero. Conocemos a todos y la mayoría son amigos, y respetados -y envidiados- por su(s) iniciativa(s).

Encontrar la proyección de las páginas del diario más leído en estas tierras de maldición, merece la enhorabuena. Es un anuncio gratuito que redundará en más fama, más admiración, más envidia o respeto, según los casos.

Pero ignorar que el mundo está en pañales y que el edificio es aún precario, es obligación de los que se mueven con los pies en el fregado. La mayoría de los que han tenido éxito, hasta ahora, han contado con subvenciones oficiales, porque internet vende políticamente.

Lo que no estamos seguros es que, además, venda, o venda tanto, -aún- fuera del mundo de las ideas.

Venga Hacienda y lo vea.

Sobre las rebajas de temporada

Pocos son capaces de ver brotes verdes en la recesión. Conscientes de que lo que deben vender es optimismo, desde las atalayas gubernamentales se nos quiere convencer de que lo peor ya ha pasado. 

Son las mismas voces que nos dijeron que no había nada que temer. Si no eres otimista, no te dediques a la política. En todo caso, no tienes más futuro que desde la oposición.

En España, ni siquiera sabemos bien si estamos en recesión por la obstinación con la que nos lo repiten desde fuera, o que lo que nos pasó es que nos había tocado la lotería y nos habíamos dado un viaje por el lujo, para saber de una vez cómo vivían las naciones ricas.

Brotes verdes no hay muchos, pero aumentando la deuda pública se han creado algunos reductos en los terrenos de la gestión pública en donde, obviando la clásica recomendación de no malgastar agua en verano y de que en época de vacas flacas no hagas fiesta, se hacen alardes de jardinería recreativa.

Muchas ciudades tienen abiertas sus panzas y operarios ocasionales de afamadas empresas constructores con dificultades de tesorería se dedican a buscar ese tesoro oculto que, como el monstruo del lago Ness, nadie ha visto jamás.

Lo que se debería investigar es cómo recuperar la confianza en quienes realizan augurios, sean de bonanza como de desastre. Porque, probando la versatilidad de las palabras, ante el mismo paisaje en donde unos ven brotes esperanzadores, otros creen encontrar, inconfundibles, más estragos.

Señales para apoyar un argumento o su contrario, no faltan. Los que tienen algo que vender, lo están pasando mal. Los carteles de "Todo a mitad de precio", "Gran liquidación por cierre de negocio" y "Nos hemos trasladado" jalonan el paseo del viandante, tanto en gran ciudad como en poblachón de alero.

En las zonas que se habían presentado como de "gran crecimiento" y "inversión con rentabilidad asegurada" los edificios lucen hoy anuncios de "Se vende", evidenciando las dificultades de sus propietarios registrales para aguantar el pago de las hipotecas, o el miedo a lo que se les viene encima.

¿Es para tanto?. Pues no hay, bien mirado, razones objetivas ni para tanto pesimismo ni para mucho optimismo. Tenemos lo que teníamos. Hay que recuperar las ganas de trabajar.

Lo que no impide afirmar que, como es clásico en toda crisis, quienes gocen de liquidez, tendrán una gran oportunidad de hacer su agosto.

En el sector de la vivienda, los especialistas afirman que los precios pueden bajar un 10% más. La comparación de los precios actuales con los de hace apenas seis meses, ya refleja una fuerte caída (en torno a un 30%), por lo que quienes compren ahora obtendrán una rentabilidad muy aceptable a medio plazo.

Parece que hay zonas en donde el fuego arrasó las perspectivas económicas. En otras, más bien lo que se advierte es la destrucción de un terremoto, que las hizo perder, para siempre, su capacidad de fructificar. No es, para ellas, cuestión de regar más o menos, sino de abandonarlas.

Pero otras gozan de buena salud, y en ellas, las ramas ahora se las nota más robustas y crecidas que antes. Habrá también que buscar nuevos lugares y trasladar allí los plantones, abonar y regar lo que haga falta.

Si Vd. tiene la fortuna de poseer liquidez, aproveche las rebajas de fin de temporada y, si su corazón no siente escrúpulos, apriete en la necesidad del próximo. Las mayores riquezas se han hecho casi siempre con la desgracia de los demás.