Sobre genes y política
Se solía decir -hace algún tiempo que al personal le preocupan otras cosas- que la política hace extraños compañeros de cama. La interpretación de la frase puede ser figurada, pero existen demasiados ejemplos de que la cama sirve para comunicar capacidades para la política.
Cónyuges, emparejados y descendientes de retozones encuentros se dedican, siguiendo las huellas de sus padres y ascendientes, al arte de dirigir los destinos de sus coetáneos.
No merece la pena entretenerse en buscar ejemplos, porque están en la mente de todos. Desde los Clinton a los Kirchner, desde los Bubarak a los Kennedy pasando por los Kim-Jong, las sagas familiares se reproducen, o pretenden hacerlo, en los puestos de máxima responsabilidad de casi todos los países, sin necesidad de apelar a sangres azules, derechos divinos y tradiciones históricas.
Existe, pues, un claro paralelismo en la gestión del erario público con lo que se entiende lógico en la esfera de los bienes privados y no produce alarma especial que esta consistencia argumental se traslade también, por contagio, hasta las empresas públicas.
El presidente de la Samsung (Lee-Yae-Yong) encontró que, tras complejo proceso selectivo, su hijo es el idóneo para sucederle. Esto sucede en Corea, pero en España no nos inmutamos al conocer que apenas diez familias controlan los 24 grupos empresariales mayores del país, con lazos afectivos y, en muchos casos, genéticos, que reproducen a escala de árbol genealógico el entramado de intereses económicos.
Estos ejemplos de comportamiento a gran escala, se repiten, aquí y acullá, a todas las escalas, pues casi nadie parece libre de las esencias del nepotismo, aunque lo encubra con sofisticados procesos de selección o lo defienda con un tajante "con lo mío hago lo que quiero".
Con la incorporación de dos ex-presidentes de Gobierno de España en democracia, Felipe González y José María Aznar, a los consejos de administración de dos empresas cotizadas en Bolsa, Gas Natural y Endesa, inmersas ambas en la reconversión a la chita callando del sector eléctrico patrio, se continúa la ceremonia de fusión entre los parámetros para garantizar una buena gestión de intereses públicos y privados.
En Asturias, se decía, hace años: "El que vale, vale, y el que no, para la Ensidesa" (que era una fabricona de la que quedan algunos vestigios). Hoy, actualizando y generalizando el aforismo, se puede indicar: "El que vale, vale, y el que no, que se j..."
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