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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Empresa

Sobre las ventajas de saber a dónde vamos, más que de dónde venimos

La vida, para Jesulín de Ubrique, es como una corrida de toros. Para Gustavo Piera, es como una travesía. Hay quien la ve como un camino de rosas, un valle de lágrimas o una oportunidad para hacerse con el santo y la peana.

Qué más se podría escribir, así, resumiendo la esencia con pocas palabras. Que la vida, para algunos, es intocable. Otros, disfrutan cazando animales, cuanto más grandes, mejor. Para otro Gustavo famoso en las Españas, Gustavo Bueno El Mayor -aunque como ahora anda metido en un berenjenal su tamaño relativo disminuye- el aborto es tan abominable que "la mujer que no se vea como un(a) contenedor(a) ya tiene bastante, encima, con tener un cerebro tan pequeño". (Lo dijo el 23 de abril, en Oviedo, ante 500 personas, o sea, urbi et orbe).

Pero este Comentario no va de defensa de la libertad de la mujer para abortar, mientras la vida que lleva en ella le sea dependiente, con la protección legal a su colaborador necesario y con la información adecuada y las medidas de protección sanitaria y médica que sean del caso.

Este Comentario pretende referirse algo a la importancia de saber hacia dónde vamos. El que no tiene claro el final de su trayecto personal, tendrá la ventaja de que no va a perderse nunca, pero tampoco alcanzará nada de lo que hubiera podido apetecer, porque nada quiso.

Benditos sean los que nada pretenden, porque ellos nunca quedarán frustrados.

Sobre cómo elevar la moral de los subordinados con poco dinero

Metidos de lleno en la crisis económica, y mientras nuestros dirigentes -the world leaders y los de andar por casa- se ponen de acuerdo en si la recuperación empezará a finales de 2009, durará varios años o nos hará cambiar de paradigma y nos impedirá comprar nuevos zapatos en unos años, no vendrá de más la divulgación de algunos consejos, que no exigen prácticamente desembolso, para elevar la moral de los subordinados.

Los jefes a los que van dirigidos estos mensajes son, en especial, los que trabajan en la empresa privada; es preferible que los empleen los propietarios de las mismas, aunque, excepcionalmente, también pueden ser usados por los directores generales y, ya con menos fuerza persuasoria, por los de personal, siempre que estos últimos indiquen expresamente que actúan en nombre del propietario.

Para elevar la moral de un subordinado concreto, da muy buen resultado llamarlo por teléfono, a su móvil, cuando se sepa que está almorzando con otros compañeros y/o subsubordinados, y preguntarle por cualquier tontería. Esto le permitirá alardear de excelente relación con Vd., y, al presumir ante sus colegas -incluso comentando: "es que Fulanito (usted) me trae frito para consultarme cualquier duda a cualquier hora"- su autoconfianza subirá varios enteros, y acogerá mejor la comunicación de que no va a ser posible subirle el sueldo este año.

Si llama a su dilecto machaca por la noche, a la hora de cenar, y a su casa, durante unos cuantos días (también para preguntarle o comentarle estupideces), tenga por seguro que su mujer pensará que su marido es imprescindible para la empresa y podrá soportar que este año le congelen el salario; se quejará ante el esposo de que no debiera dejar que le exploten tanto, pero él sabrá -esto es, no sabrá- a qué viene ese cariño de Vd. tan repentino y la duda lo mantendrá entretenido varios meses.

No suele fallar tampoco en eso de elevar la moral sin mucho dinero, el llevar a su subordinado de viaje con Vd. a visitar algunos clientes, y presentarlo ante ellos como su mano derecha, haciéndole algunas preguntas ininteligibles, (que él contestará como pueda) y cuya respuesta deberá Vd. alabar como si proviniera de un asesor del mismo Gobierno de la nación.

Otra opción estupenda es invitarlo a su casa (de Vd.) con su pareja, y anunciarle que cocinará Vd. mismo. Aunque tenga que mandar traer las viandas de la pizzería de al lado, argumentando que se le quemó la gallina rellena de foie y pasas, puede estar seguro que sus comensales creerán a pies juntillas que los ama, y su moral ( la de ellos) subirá unos peldaños.

Tenemos que puntualizar que estos consejos son más eficientes con varones que con hembras. Ellas, como son más listas, por designio natural, son más difíciles de engatusar. Pero para elevar la moral de sus subordinadas, suele servir, en general, la treta de compararlas positivamente con otros colegas; bajará la moral de los elegidos como conejillos, a costa de aumentar la de la fémina.

Puede intentarlo también regalándole colonias, pañuelos de seda o alabando el peinado, cómo viste o lo bien que se expresa, aunque no se lo aconsejo, pues puede ser interpretado mal, y conducirle a lío indeseado con la víctima de su estrategia o, aún peor, a que se le acuse de mobbing sexual y acabe sentándose en un banquillo entre letrados.

¿Y si usted es mujer y jefa y quiere elevar la moral de sus subordinados?. Si son varones, lo tiene francamente tirado. Basta con que tenga un detalle nimio con ellos: acordarse de su cumpleaños, pedirle consejo por cualquier trivialidad, invitarle a tomar una copa después del trabajo. No le de ninguna opción a interpretar de que trata de ligar con él, antes bien al  contrario. Deje que su imaginación (de él) calenturienta haga su papel.

Si el subordinado al que quiere engatusar es mujer como Vd., nos tememos que su intención es imposible. Puede intentarlo, sin embargo, explicándole que la empresa está en crisis y que no hay dineo para nuevas subidas ni ascensos y que una persona de la valía de su interlocutor haría bien en buscarse otro empleo. En ciertos casos, su interlocutriz sospechará que la quiere echar, y aumentará su rendimiento; pero también puede suceder que le pida "la papela" .

Sobre el papel que juegan los empresarios y los altos directivos

El peor regalo que hizo el marxismo-leninismo a esta sociedad desorientada fue, seguramente, la denigración del papel del empresario. Las dos fuerzas contrapuestas de la economía real eran el capital y el trabajo. El primero utilizaba todos los resortes del mal (religión, corrupción, mentiras, avaricia, despillfarro, etc) y el segundo las sufría, inocente.

Además, el capital, personificado en la figura ridícula del gordo con puro -que el admirado El Roto ha sublimado a los cielos de la sátira- no era solamente el empresario, es decir, el propietario de su máquina de generar dinero con el sacrificio de los demás, sino que gozaba también de un ayudante de excepción, un exclaustrado del mundo del trabajo: el directivo.

El mundo de la Banca distingue entre banquero y bancario, pero en el mercado no se suele distinguir entre el empresario (propietario) del directivo (empleado), con el que se le confunde. Pero mucho más grave es que no se distinga entre el poseedor de capital (accionista), particularmente cuando se trata de grandes empresas, y el emprendedor, es decir, quien arriesga su dinero y pone su trabajo para sacar adelante un proyecto, su proyecto.

No ponemos nombres, ya que el lector sabrá dar hasta apellidos a bastantes falsos empresarios a quienes el pueblo llano atribuye decisiones sobre grandes grupos empresariales de los que detentan la mayoría de las acciones, y que solamente pisan sus sedes para decidir la decoración del despacho principal. Son otros, los altos directivos, quienes toman las decisiones, con el objetivo de conseguir la máxima rentabilidad al negocio.

La empresa se convierte así en un mundo opaco, en el que ni la contabilidad, ni la fiscalidad, ni las Juntas generales, permiten obtener una visión clara de lo que pasa. Pequeños accionistas, inspectores de Hacienda, empleados de medio y bajo nivel, trabajadores de esas empresas y público en general, pueden vivir en claroscuro o en la opacidad de lo que está pasando en el sancta sanctorum.

Solo así se puede explicar que algunos altos directivos de grandes empresas tengan sueldos fabulosos, muy superiores a los de cualquier otro que se pueda llamar directivo de medio pelo. Su remuneración es fijada por la satisfacción de los que manipulan el núcleo duro del capital, quizá con complejos arabescos mercantilistas y fiscales, sociedades en Caimán, sicavs y paquetes de control.

(P.S. El 25 de octubre de 2008 murió José María Cuevas, quien fue presidente de la CEOE, la confederación de empresarios española, durante un largo período. Para nosotros, es un ejemplo de la posición que debe mantener un empresario-alto directivo, aunque nunca tuvo grandes cargos ni empresas, salvo el de representante máximo de la cúpula empresarial. Defendió la posición que le pareció más conveniente para la mayoría de los empresarios, con claridad, con respeto hacia las de otros colectivos, fueran sindicatos o Gobierno. No adulteró el mensaje, no asumió posiciones antinaturales, ni transmutó sus ideas por conveniencia, pero se manntuvo como una persona dialogante, en las duras y en las maduras. Descanse/descansa en paz. Los que te criticaron, ya pueden empezar sus alabanzas...)

Sobre la excelencia empresarial y los referentes del progreso

El 16 de octubre de 2008,  un grupo de empresarios, convocados por la iniciativa de Ramón Pujades, se reunió en el Salón de Actos de la Asociación de Prensa de Madrid para escuchar algunos mensajes sobre la excelencia empresarial. No es una iniciativa nueva, sino la persistencia en una fórmula que lleva repitiéndose, tanto en Madrid como en Barcelona, desde hace ya 22 años, lo que prueba la solidez y el interés de la misma.

La reunión, bajo el epígrafe de "Reunión de referentes del Progreso" -título de apariencia pomposa que mueve a una cierta prevención sobre los contenidos que se irán a escuchar- sirvió de punto de encuentro de unos sesenta empresarios, algunos curtidos en muchas lides. Cerró el acto el subdirector de calidad del Ministerio de Industria, Antonio Muñoz.

La crisis generalizada ha puesto, desde luego, un énfasis diferente a  las opiniones, vertidas por los ponentes acerca de lo que hay que hacer para ser bueno empresarialmente hablando. Gravitaba en el ambiente, la sensación de que no eran tiempos para hablar de la excelencia, sino más bien para tocar a rebato o lanzar el sálvese quien pueda.

Pero, analizando la solidez de las ponencias, se comprende bien que las buenas intenciones y los conceptos claros tienen fuerza para salir a flote a pesar, o justamente por causa de, la crisis.

Al fin y al cabo, nos movemos dentro de la validez del segundo principio de la termodinámica que, no nos olvidemos, enuncia taxativamente que los pesimistas siempre acabarán teniendo la razón global. Lo que no impide que, en ese contexto de entropía -desorden- creciente, haya elementos activos que pongan orden en su entorno próximo, y lo rentabilicen para sí y los suyos.

Conceptos como la motivación del equipo, la percepción continua y dinámica de lo que necesita el mercado, la cooperación entre empresas que en otros campos pudieran ser competencia para sacar adelante un producto, o la colaboración con la Universidad, son ideas que todos hemos visto reiteradamente reflejadas en los documentos con los que los teóricos del management hacen su apostolado.

La ilusión con la que los ponentes expresaron esas y otras ideas, adaptadas a sus empresas y a sus campos de trabajo, puso el acento sobre lo personal y lo específico. Enriqueció el mensaje, haciéndolo próximo. Una de las preguntas que se formularon en el coloquio, relativas a la adaptabilidad de las empresas excelentes respecto a la crisis, permitió desvelar algunas claves en las que se ancla la capacidad de resistencia de las empresas más dinámicas:

a) Se confía en que la Administración pública, principal cliente para casi todas ellas, mantenga sus planes de inversión y contratación

b) Se han modificado los presupuestos, reduciendo los costes y revisando los márgenes para hacer el producto más competitivo en precios

c) Se dirige el énfasis hacia la tranquilidad, motivación y generación de nuevas sinergias entre el personal

d) Se espera que la crisis no dure mucho y, en todo caso, se hace referencia continua al carácter cíclico de estos fenómenos del sistema.

e) Se confía en el mercado y en la capacidad de resistencia de las empresas excelentes

f) La vocación empresarial no se dirige hacia la obtención de beneficios como objetivo prioritario, sino a la oferta de productos necesarios y de calidad.

 

Pues, pertrechados con impermeable y paraguas, solo queda esperar a que escampe.

Sobre empresarios y creación de empleo

En todos los objetivos de promoción empresarial desde las entidades públicas, especialmente desde la administración local, se reitera la importancia del pequeño empresario como elemento determinante de un sólido tejido industrial, y se anima a los particulares a invertir, a solicitar créditos hipotecarios, a demostrar su ingeniosidad e iniciativa, arriesgándose.

Pero, después de este mensaje, la foto de portada se la hacen los políticos con los representantes de las multinacionales o las grandes empresas, allí cuando se inagura un complejo de alta calidad tecnológica, en esos parques rodeados de verdes pantallas en donde con patentes foráneas se da trabajo a diez o cien trabajadores de alta cualificación.

Los puestos de trabajo de esas grandes empresas, pueden llega a costar un millón de euros cada uno (en inversiones asociadas), y, en cuanto a la capacidad de empleo local, las oportunidades laborales se ocupan frecuentemente por científicos y técnicos venidos de fuera, pertenecientes a las plantillas de las empresas matrices. Por supuesto, también se da empleo a becarios españoles rescatados de algún laboratorio en universidades extranjeras, -en donde puede que hayan estado lavando probetas de, porqué no, un premio nóbel- y a los responsables de las empresas de desarrollo local.

Completamente en serio: la promoción empresarial debe prestar aún más atención al pequeño empresario, apoyando, desde luego, su asociacionismo y la potenciación de los objetivos comunes o complementarios, y, fundamentalmente, atendiendo a las dos o tres cuestiones básicas de quien arriesga su dinero y, muchas veces, depende de la empresa como autoempleo: menor presión fiscal, más cobertura social, mayor tolerancia respecto a la contratación laboral -hace falta crear un tipo de contrato específico para los empleados del empresario autónomo, que permita una mayor capacidad de autoregulación en la contratación-...

Porque los pequeños empresarios son los que más empleo crean, los que más acusan las crisis pero -paradójicamente- más capacidad de resistencia poseen y, en fin, tienen la mayor sensibilidad local posible. No van a marcharse con una regulación de empleo masiva para ubicarse en un país subdesarrollado cuando las cifras de beneficio les empiecen a no encajar. Van a aguantar con las botas puestas, hasta que el temporal amaine y hasta se hundirán con el barco.

Sobre los microempresarios y la economía

Se ha publicado en el BOE el 21 de noviembre el RD 1515/2007 por el que se aprueba el Plan General de Cotnabilidad de pymes y los criterios contables específicos para microempresas.

Este Decreto viene a eliminar algunas disposiciones inútiles, por carecer de utilidad práctica del anterior Plan General, en su aplicación a las pymes, y reduce significativamente el número de subepígrafes y categorías contables, cuya complejidad no tenía mayor incidencia para el seguimiento de la vida contable de las empresas de pequeño tamaño.

El Gobierno quiere manejar un concepto de microempresa adaptado a la realidad económica, disminuyendo la tensión sobre la cualidad de empresario de proyectos menores, justamente ésos que forman la base real del tejido económico, y a los que, en general, y salvo de boquilla, se presta poca atención, porque siempre ha vestido más hacerse la foto con los grandes magnates, aquellos a quienes, llegado el caso, se puede pedir discretamente ayuda para que apoyen los partidos políticos y sus afiliados.