Sobre las principales categorías de supervivencia en la selva laboral(y 2)
Ofrecemos en este Comentario la continuación del anterior.
En fin, la tercera forma de intentar ganarse el sustento es la de los llamados empresarios. Para evitar confusiones terminológicas, nos referiremos aquí exclusivamente a los que trabajan en una empresa de la que poseen por sí mismos todo el capital o una mayoría prácticamente total.
Como currantes, se autodenominan autónomos, aunque el resto de la población los califica de empresarios, poniendo más o menos énfasis y más o menos cariño en la palabra. Hasta hace muy poco tiempo, eran quienes más se esforzaban por ver el futuro, ya que no tenían derecho a prestaciones sociales, pues se suponía que, dada su condición de explotadores del trabajo ajeno -aprendida en los manuales del marxismo antañón-, deberían agenciárselas por su cuenta, como castigo ejemplar.
Se trata de un grupo sorprendentemente numeroso, dadas las dificultades para su supervivencia que presenta el llamado entramado empresarial español. Aunque no se conoce su número exacto, se calcula que conforman entre un 10% y un 15% de la población activa teórica, y entre un 40 y un 50% de la población activa real.
La Universidad, como se sabe, no enseña a ser empresario, tarea que se delega en la escuela de la vida, que no concede título homologable, pero que curte cantidad. Ni siquiera las llamadas escuelas de negocios sirven para formar empresarios, pues lo que se enseña allí, fundamentalmente, son colecciones de frases con apariencia de idea feliz y ejemplos de individuos y empresas que parecen guiones para una aburrida película norteamericana, -y seguramente lo son-, y que se llaman, por eso case studies (léáse, quéis estádis, o séa, "¿de qué váis?").
La supervivencia de los empresarios -recuérdese que nos estamos refiriendo siempre a los empresarios de pymes, también llamados, por confusión semántica, pequeños empresarios- es muy complicada.
Para empezar, la falta de información respecto a los llamados nichos empresariales (lugares en donde depositar dinero, en una operación que se llama invertir, que tienen un cierto parecido con las máquinas tragaperras, pero sin luces de colores), hace que la mayor parte de los pequeños empresarios creen negocios en los subsectores de hostelería -bares, licorerías, freidurías, etc.-, peluquería -high style, mixtos y cuchitriles-, y mercería -ropa de niños, corsetería para tallas grandes y botonerías-.
Recientemente, un grupo de autónomos, con formación cualificada en informática y telecomunicaciones (visual basic, lenguajes 3D y 4D, y networking emocional), han creado conceptos empresariales, con ilusionadas perspectivas de futuro, por la que pretenden trasladar al mundo virtual algunos negocios de la esfera real. Los resultados en el mundo virtual son sorprendentes, aunque subsisten serias dudas de la rentabilidad real de tales esfuerzos.
Entre los pequeños empresarios merecen especial atención los que, con base en una idea original, y sin haber mirado jamás ni el reloj ni el bolsillo, han tenido éxito y, por fin, cuentan entre sus mejores clientes a las administraciones públicas, orgullosas de ayudarles a remontar el vuelo.
Este grupo selecto, en el que están depositadas muchas de las esperanzas de formar un nuevo marco tecnológico para nuestro país, se encuentra en extinción. Como las administraciones públicas no tienen ahora dinero para pagar todos los contratos que han suscrito en épocas de bonanza, y son presionadas por las grandes empresas para cumplir sus compromisos (para entender lo que son las grandes empresas nos remitimos a otros Comentarios), los pequeños empresarios son situados los últimos en la lista de acreedores y, faltos de liquidez, ven cómo sus proyectos se van al garete.
(N.B. La expresión irse al garete, se traduce por "go down the drain" al inglés, o también, por godáun de dréin)
2 comentarios
Administrador -
Guillermo Díaz -
en en ella, parea escarnio de todos los ciudadanos que los votamos.