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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Asturias

Capacidades

El 30 de enero de 2012 el presidente autonómico Francisco Alvarez Cascos, anunciaba la convocatoria de nuevas elecciones regionales en Asturias, a los siete meses de las anteriores, al encontrarse con que "el PP mantiene una alianza férrea con el PSOE, utilizando la mayoría absoluta que tienen ambos, para impedir que se ponga en marcha el programa de gobierno de Foro Asturias".

Con solo 16 de los 45 diputados que forman la Cámara asturiana, resultaría obvio deducir que el programa electoral de Cascos y su partido no podría salir adelante, sin realizar pactos y, por tanto, sin hacer concesiones a otros partidos.

Lo natural, dada la procedencia del fundador del Foro y de muchos de sus principales apoyos, hubiera sido que esa alianza post-electoral se encontrara en el Partido Popular. No ha sido así y tampoco se han ahorrado críticas desde ambos grupos políticos, escenificando en muchas ocasiones con dureza la escisión entre las posiciones conservadoras asturianas -más bien, entre sus líderes- y perjudicando, con ello, la formación de una alianza estable para gobernar en la región, rompiendo de paso el ciclo largo de monopolio socialista, ya en su propia crisis de liderazgo e ideas.

No habiendo sido así y sin variaciones -al menos, no a mejor- en la situación, las nuevas elecciones convocadas ofrecen pocas opciones de provocar un cambio en escenario. No parece que el PSOE regional, sometido, como todo el partido, a una batalla interna por repartirse las insuficientes sillas que les han quedado en los estrados y a un descrédito externo -con mucho que ver con la teoría del chivo expiatorio- que amenazan provocar su cruel descalabro, pueda recomponer una candidatura solvente, que atraiga al electorado.

Tampoco lo tiene más fácil el PP, roto en Asturias y expectante respecto a la aparición de nuevas cabezas regionales que levanten ilusión regional por las capacidades de un partido conservador central, después de la experiencia de marginación y castigo a que han sometido al Principado los gobiernos estatales formados por partidos tanto de un signo como de su hipotético contrario.

La situación generada me inclina a poner nuevamente de manifiesto que el problema de Asturias no es de capacidades intelectuales; no falta materia gris en la región, pues el observador detecta de inmediato que existen numerosos focos de opinión juiciosa, tanto desde una posición ideológica como de otras, que estarían en posición de aportar valía y conocimientos por mejorar las cosas.

Pero no es un tema de capacidades, sino de voluntad de haceres, de coordinación de voluntades. Y allí la región fracasa estrepitosamente. Esos innumerables maestros en las mesas del café y el azucarillo, hábiles con la palabra en el círculo de sus habituales, mordaces e impenitentes en la crítica, después de haber despedezado por igual a enemigos que a próximos, de haber vituperado y ridiculizado tanto a familiares como a desconocidos, satisfechos con el desaguisado, con haber puesto de vuelta y media hasta al apuntador, se retiran a sus despachitos calientes, a cortar los cupones, atender a la colecta de sus subvenciones particulares y, por supuesto, a leer los periódicos del día, empezando (claro) por las crónicas de su pueblo.

Como en el poema de Cervantes, luego de apurar el último sorbo del cafelito, calan el sombrero, enfundan sus espadas, y donde tanto ardor, luego...no hubo nada (1).

Cascos ha de saber que en la segunda oportunidad que le concederán las elecciones de marzo de 2012, con la misma exigüa mayoría, tiene que pactar con los que le critican: no debe tener el menor miedo ni mayores escrúpulos; los asturianos hace tiempo que están dominados por la estrategia del sofá calentito y, a la hora de manifestar su discrepancia, se quedarán en casa, eso sí, subiéndose por las paredes.

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(1) El estupendo Soneto con estrambote dedicado por Miguel de Cervantes "Al túmulo elevado en Sevilla en las honras fúnebres de Felipe II", termina, en concreto, así:"Y luego incontinente/Caló el chapeo, requirió la espada,/miró al soslayo, fuese/ y no hubo nada."

Sobre los Principes de Asturias y la plebe

Sobre los Principes de Asturias y la plebe

La selección española de fútbol ha recogido, en el teatro Campoamor de Oviedo el Premio Principe de Asturias al deporte. Fue el 22 de octubre de 2010, y todos los medios de difusión se han hecho eco de este acontecimento mundial.

Había en el acto otros galardonados menores. Gente desconocida para la mayoría del público asistente -hay que decir, no solamente ovetense; ni únicamente asturiano-, pero que también fueron acogidos con respetuosos aplausos de la educada multitud.

Estaban... Amin Maalouf, un escritor que se excusó por pronunciar un intrascendente discursillo en francés, ante su incapacidad para expresarse correctamente en español; Alain Toraine, un filósofo cuya entidad como pensador resultaba insuficiente par recibir aisladamente el premio, y que compartió con Zygmunt Bauman, otro vejete de aspecto  simpático, pero que no debía de poder andar muy bien, porque se agaraba de la mano al otro, aunque debían haberse conocido para la ocasión.

Y, en fin , había más premiados, pero es imposible recordar los nombres de todos, porque no se puede estar al tanto de la cantidad de cosas de menor entidad que hace la gente por el mundo.

Fue una suerte que pudieran prestigiar los Premios Reina, Navas, Ramos, Mata (asturiano), Marchena, Llorente, Javi Martínez, Xavi, Villar, Casillas, Marchena, y, por supuesto, el gran hacedor Vicente del Bosque, que es hombre modesto y tal, pero al que da gusto oirlo hablar, porque dice verdades como puños. Y tuvo el detalle de pedir a Luis Aragonés, el anterior entrenador de la roja, que subiera al escenario del Teatro Campoamor, para compartir el éxito de estos atletas, porque él también tuvo mucho que ver en esta hazaña que, por fin, ha puesto el nombre de España donde merece estar.

El teatro se vino literalmente abajo. Hasta Don Felipe los puso como ejemplo para todos, porque nos han hecho "sentir el orgullo de pertenecer a una gran  nación".

Qué pena que España no tenga científicos, técnicos, filósofos, historiadores, literatos, ingenieros que sepan estar a la altura del ejemplo que nos dan estos jóvenes que, con su entrega total, su dedicación a una vocación difícil, que exige un esfuerzo continuado son un ejemplo para todos.

Entre los galardonados en esta ocasión había un español, Rafa Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, un médico madrileño que, no se nos tome a mal, cuando preguntamos a una persona del público sobre su identidad, nos contestó: "Debe ser alguien de la organización, ¿no?".

Sobre la sicopatología de la Feria de Muestras de Asturias

Sobre la sicopatología de la Feria de Muestras de Asturias

El 22 de agosto, domingo, se cerró la quincuagésimo cuarta (54ª) edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, más conocida como la Feria de Muestras de Gijón.

La hermosa ciudad costera asturiana ofrecía ese mismo día varios alicientes que competían con la oferta ferial. Sin duda, la que restó más público al ya longevo evento -además de la playa- fue el Rastro, que se celebra todos los domingos, también en las cercanías del estadio de El Molinón y del Parque de Begoña.

Según Alvaro Muñiz, director de la Feria (El Comercio, 22.08.2010), es posible que se superen este año los 700.000 visitantes, de los que el 25% proceden -según él mismo apunta- del mismo Gijón. Como la ciudad andará por los 270.000 inquilinos, esto podría traducirse en que una buena parte de los culomolláos vuelven varias veces al recinto.

No sabríamos adivinar el porqué de tanta reincidencia en visitar una feria que se recorre en un par de horas, una vez que se hayan recolectado los tres pins y las cuatro gorras de reclamo que regalan los feriantes, excepto como demostración de masoquismo, cualidad que no nos constaba acreditada en los gijoneses.

La Feria aparece, sobre todo, como una gran carpa de productos asiáticos que se pueden encontrar en todoacien, abalorios sin gracia, sartenes que no pegan, pulseras de asta y tallas simplonas de vendedoras senegalesas, y abrillantadores y balletas mágicas. Por supuesto, sin que falte la oferta de bocatas de calamares, pizzas resecas, chorizos de León y morcón de Tineo.

Ni los hologramas de Cajastur, ni los cuadros prestados por Tudela Veguín, ni la curiosa oficina de atención al cliente (?) de la enferma de pachorra Hidrocantábrico o el cansino despliegue de concesionarios de automóviles y tractores, eliminan la sensación agria de que la Feria necesita con urgencia un cambio de orientación.

Dos de las mayores empresas de la región asturiana han expresado su parecer al respecto. Alsa, no yendo (a pesar de que el metro cuadrado de Feria se vende a solo 100 euros). Arcelor-Mittal, repitiendo visita en un stand de circunstancias, en el que entrega el mismo folleto de propaganda de travestido siderúrgico que el año pasado, con el que confía desviar la atención sobre la reducción de inversiones y actividad en Asturias, reafirmándose como "un gigante siderúrgico que cuenta con 310.000 trabajadores en más de 60 países".

La Feria de Gijón tiene que ofrecer la muestra más eficiente, clara, agresiva, eficaz, de la producción asturiana. No puede derivar en un elenco de bisutería y abalorios, que solo concitarán papanatismos, cerrilismos, oportunismos comerciales de medio pelo y ofertas gastronómicas aptas para tomar en chanclas y bermudas.

Asturias tiene mucho que ofrecer, original, creativo, fértil. Y hay que ayudar a crear nuevos elementos, mejorar diseños, perfeccionar calidades, ampliar productos. Otra cosa sería que lo elegido para la Feria de Muestras de Asturias sea consolidarla como un escaparate de quincallería ofrecida por charlatanes profesionales a visitantes indolentes con mono de bocata y sangría y sin nada mejor que hacer.

(1) Nota: Un buen amigo observador me ha hecho notar que es bayeta y no balleta el paño que se usa o usaba para sacar brillo, lustrar suelos o enjugar líquidos; mi retorcido sentido del humor me habría traicionado; porque, en efecto, en esa Feria de la que hablo se venden ambas, con el mismo aspecto. He mirado en Google y, a pesar de lo que quiere la RAE, las balletas avanzar a ritmo de unas 70.000 entradas frente a 300.000 de las bayetas; y subiendo aquellas, que, como se verá en el enlace, hasta el poderoso 3M las está promocionando.

Sobre frases sensatas de asturianos (2)

Las frases recogidas en el comentario anterior, y en éste, están desprovistas de contexto. Suponemos que el lector sabrá ubicar, si le pete, tanto el contexto como, sobre todo, identificar la personalidad de quien las ha pronunciado.

Puede que en algún caso, el verdadero autor sea el propio periodista que realizó la entrevista. Es sabido que los informadores tienden a expresar, a través del entrevistado, sus propias opiniones, seleccionando las de aquel a quien están preguntando.

No importa si tal ha sucedido, y los que citamos aquí no se consideran plenamente identificados con lo dicho. A (casi) todos los autores de las frases los conocemos personalmente, y lo que aquí figura les encaja perfectamente con la simpatía que dispensamos a quienes hablan sin pelos en la lengua.

Por cierto, también (casi) todos los seleccionados en esta peculiar esfolla son asturianos; los que no lo son, como si lo fueran. Y, si se nos admite una clasificación dentro del grupo, hay que hacer un apunte: la mayoría de los que opinan libremente son profesores universitarios.

Ramón Fernández-Rañada: "(Regresé a Asturias en 1981). Todo estaba politizado y para oponerse hacían falta técnicos (...) Aunque aún no se llamaba así, la lucha ecológica más importante de España la hizo ANA (Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza) " y en otro momento: "Durante un tiempo contraté de delineante a Gerardo Iglesias porque lo habían despedido de todas partes y le podían detener por la ley de vagos y maleantes. El hacía gestiones políticas desde el estudio y empezó a respetarme cuando vió que me telefoneaban las mujeres. Muy de la cuenca"

Delfín Puente: "Todos los salmones mayores de 75 cm de longitud deberían ser devueltos con vida al agua, en especial las hembras, con la finalidad de garantizar la mayor cantidad de salmones de dos años en los desoves naturales".

Fernando Nanclares:"Oviedo viene ya desde algún tiempo ofreciendo fantasía" (...) "No es la ciudad que deseo". Y (citamos de memoria): "Una ciudad hermosa, como París, o Roma, es el resultado de la actuación durante siglos de muchas generaciones, no un producto de la modernidad".

Sobre paisajes, ingenieros y políticas en Asturias

No es casualidad. En Asturias, en este momento, hay unos cuantos ingenieros dedicados a la política.

El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, es ingeniero de minas, y antes ejerció en Ensidesa como responsable de hornos altos de Veriña.

Francisco Alvarez Cascos, ex-ministro de Fomento y futuro optante por la vía del PP a la plaza de presidente regional que deja vacante Areces, es ingeniero de caminos, aunque no consta que haya ejercido esa carrera salvo en los despachos, lo que no es desdoro, sino mérito.

Javier Fernández, consejero de Industria en el actual gabinete regional, es el candidato por parte del PSOE a disputar al anterior el puesto delantero en el tren autonómico, y, por formación académica, es ingeniero de minas.

No son los únicos, desde luego, pero sí los que más suenan. Otros nombres desde la ingeniería para la política, por ejemplo, son -alguno ya retirado- Víctor G. Marroquín, Pedro Martínez Arévalo, Julio Gavito, y Juan Alvarez. Todos estos ingenieros de minas, que no hay que olvidar que existe una cantera en la región para producir esta especie intelectual, considerada de élite en otro tiempo.

Aunque los ingenieros no son responsables del paisaje asturiano, alguna influencia sobre él sí que han tenido. Las minas de carbón (y no solo), las plantas siderúrgicas y las centrales térmicas, son productos de ingeniería. También lo son las carreteras, en especial, las autovías, con sus complejos viaductos para salvar grandes vanos en algunos casos; los túneles, los tendidos eléctricos y de vías férreras, los aerogeneradores, las escombreras, ...

Pero aunque cada uno es libre de entender la estética como le hayan educado, el actual mayor deterioro que sufre el aún muy bello paisaje astur lo producen los miles de ejemplos individuales de descuido, abandono y hortería -valga la palabra- que jalonan, de oriente a occidente y de norte a sur el panorama regional.

Casas construídas y pintadas con pésimo gusto; cercas que pretenden aislar propiedades sin contar en absoluto con el vecino; caminos abandonados a zarzas y maleza; montes que sufrieron el castigo de las llamas y yacen abandonados; casonas y monumentos semiderruidas; letreros indicadores pintados o mal ubicados; parcelas convertidas en vertederos...

Sí, ahora también se advierten residuos de las ingenierías: parques industriales que poco cobijan, muñones de viaductos que la crisis ha paralizado, obras de comunicación que han sido suspendidas sine díe por falta de presupuesto...

Recuperar Asturias plenamente, concienciando a todos y cada uno de sus habitantes del deber de conservar y potenciar su belleza para tener el derecho a disfrutarla y dejarla disfrutar, es una labor de ingeniería, de estética, de responsabilidad.

 

Sobre la pugna entre la ciudad y la selva en Asturias

Como ya hemos escrito, uno de los valores de Asturias -quizá el menos conocido- es el de servir de banco de pruebas miniatura de ese territorio mayor que es/era España. Seguramente incluso tenga importancia como campo de experimentación mundial, si como algunos mantenemos, el ombligo del mundo está situado allí mismo, en un lugar impreciso entre Gijón, Oviedo, Avilés y Langreo.

Escribimos hoy sobre una de las esencias más apreciadas del tarro asturiano, que es el paisaje. El observador que siga la evolución de la región, contemplándola desde fuera, que es como se deben valorar las cosas, habrá advertido que el paisaje ha exarcebado la lucha entre sus dos elementos contrapuestos, la ciudad (el asfalto) y la selva.

No se puede adivinar quién será ganador, pero sí el perdedor de esa pugna: la variedad de elementos paisajísticos que han venido conformado, por la colaboración relativamente pacífica entre el hombre y la Naturaleza, la belleza de Asturias.

Sobra hoy en Asturias, y cada vez en mayor medida, hormigón, carreteras, edificios sin gracia, monumentos "emblemáticos" a la vanidad de arquitectos, políticos y falsos ilustrados. Sobran ridículos elementos de falso mobiliario urbano, ruinas de casas y casonas que fueron gloria de sus dueños, carreteruelas abandonadas, adoquines que sirvieron tal vez para pagar campañas ideológicas, viaductos muy altos y aerogeneradores muy bastos; sobran centrales térmicas que ya no producen y bloques de viviendas con letreros de se vende o se alquila que a nadie concitan.

Y falta paisaje. La carencia es ya grave, a pesar de los uuyes de admiración de madrileños que se están muriendo de asco en el vencimiento declarado de la ciudad. Ríos que están ya tornándose sucios, escombreras que ya aparecen donde menos se espera, campos de labranza que hoy soy pasto de zarzas y helechos, caminos rurales que se pierden, bosques sin cuidar porque su dueño no los rentabiliza, jardincitos de horteras en los que se mezclan, protegidos por un murete, ciruelos japoneses y manzanos granie smith.

En esa pugna entre ciudad y selva, que Jaime Izquierdo Vallina, recogió en un magnífico libro (librito por su extensión), "Asturias, región metropolitana",  hay empate. Pero es que el resultado que interesaba era otro, que ganase el paisaje de siempre, el que nos gusta recordar, el que nos dejó a los asturianos el trabajo apegado del hombre en sintonía con su tierra.

Sobre Asturias y porqué

Venimos expresando, sin intención de molestar, que Asturias ha sido utilizada, especialmente en la Historia moderna, por los poderes públicos (pero no solo: también por los privados), como banco de pruebas de España.

Las ventajas naturales de la región son bien conocidas. Posee un paisaje diverso, que hace pensar, recorriendo la distancia de pocos kilómetros, en la naturaleza impoluta o en la destrucción provocada por la ávida explotación de los recursos de la tierra. La concentración de paisanaje, en un círculo de apenas 15 km de radio, que suponen ciudades tan distintas como Oviedo, Gijón, Ávilés o Langreo, no puede hacer olvidar, a poco que se salga el visitante de esa almendra porosa, que existe una periferia de pueblos y villas que mantienen una personalidad variada, justa y, por ende, orgullosa.

Como consecuencia de la era industrial y del desarrollo tecnológico, Asturias ha visto su pacífica geografía mancillada por las explotaciones hulleras, las humeantes siderúrgicas y plantas de próducción de energía o la frenética actividad de puertos y astilleros, entre otras actividades  que coexistieron con lo bucólico de una ganadería de subsistencia y una agricultura de lo exquisito pero escasito.

En Asturias han nacido, crecido y enfermado (y tal vez, incluso ya estén muertos), el sindicalismo, el republicanismo, el izquierdismo, y, para no hacer largo el cuento, casi todos los ismos que en el mundo han sido. Convertida hoy en una región subvencionada, a pesar de todos los esfuerzos por implantar nuevas tecnologías, abrir otras vías, cambiar desde las fábricas de toneladas a la finura de los servicios turísticos y la atención personalizada, no hace falta ser un lince para captar que no se ha conseguido ilusionar al personal, y que la mayoría de los brotes verdes se vienen secando tercamente, aunque se rieguen con la palabrería de la autocomplacencia.

Asturias es una región hermosa, pero triste. Conserva muchos de los encantos de juventud, pero se la ve con las arrugas de un cambio de piel que no acaba de llegar, quizá porque se anunció como conseguido muchas veces y se vendió demasiado pronto.

Cada vez que viajamos por Asturias, en donde seguimos teniendo el corazón, vemos, persistente, la esencia de España. Grandes capacidades y potencialidades, aunque dispersas, descoyuntadas, malutilizadas. Sin que sea culpa de nadie en concreto, tal vez. Simplemente, demasiadas individualidades luchando encarnizadamente por encontrar un hueco en el que poner su huevo, cuando se trata de hacer tortillas.

A riesgo de parecer devotos de José Antonio Marina (lo somos), recordamos aquí una de sus (falsas) anécdotas favoritas. Tres canteros trabajaban, bajo el sol abrasador de la canícula, en la plaza de lo que sería luego la catedral de Toledo. Un paseante se acercó a cada uno de ellos, interesándose por lo que hacían. "Pico piedra con este sol, y tengo mucha sed", dijo el primero. "Hago un sillar", explicó el otro. "Trabajo en construir una catedral", confesó, orgulloso, el tercero.

Tenemos que trabajar para construir obras como catedrales y, quienes nos dirigen, tienen que decirnoslo. Porque parece que solo estamos picando piedras. 

Sobre el raitán, el glayu y el cuclieyu

El raitán, el glayu y el cuclieyu son aves que todo el mundo conoce, o debiera conocer. El raitán (petirrojo, Erithacus rubecula) es un pájaro amistoso, que vive cerca de las casas, y alegra con su canto melodioso los atardeceres y amaneceres. Si no se le asusta, acaba tomando confianza y puede acercase incluso a comer en la mano. No es pájaro de jaula, y muere de tristeza al poco tiempo, negándose a beber y comer.

El glayu (arrendajo, garrulus glandarius) es un córvido esquivo, que grazna asustado tan pronto ve al ser humano y se escapa volando hacia las profundidades del bosquete, distinguido también porque sus machos tienen unas vistosas plumas en las alas, que adornan muy en su punto los sombreros tiroleses y las gorras de los cazadores de domingo.

Finalmente, el cucliellu, cuclieyu, o incluso cluquiellu, (cuco, cuculus canorus) es un ave cuculiforme, que pocos han visto, pero que nadie ha dejado de oir, con un canto monótono, que sugiere misterio y abandono.

Traemos a este Comentario estos tres tipos de aves, porque representan, como tantos otros productos de la naturaleza, diferenciados comportamientos de la persona, en relación con los demás.

Hay quien se muestra confiado y siempre dispuesto a echar una mano para ayudar. Ronda los problemas del otro, los entiende, y nos consuela con sus opiniones y, si hace falta, con su presencia activa. Otros están observando atentamente lo que pasa en su alrededor, comen y beben a la chita callando de lo que producen otros, pero se evaden a la primera de cambio, dando el grito de "¡A mi que me cuentas!"cuando intuyen el problema, refugiándose en sus cosas; no quieren que les salpiquen las dificultades de los demás, y lo mejor para conseguir tal empeño es encerrarse en la hondura de su bosque particular.

No falta, en fin, quien ni aparece en la danza. Desde el misterio, se sabe que existen porque, de vez en cuando, se les oye o se les intuye acompañándonos; nunca pedirán nada, y no sabremos si nos han sido útiles. Cuando desaparezcan es el momento en que nos daremos cuenta cuánto los necesitábamos.

Sobre la historia de Pepe el Ferreiro

La historia podría contarse como un cuento de hadas, trasgos, envidias y maleficios, sino fuera porque está pasando en este momento y tiene todas las características de verosimilitud, salvo que se demuestre lo contrario.

Va ya para muchos años, vívía en  un pueblo de Asturias, cuyo nombre era Grandas (o Grandes) de Salime, un tipo singular, con especial sensibilidad para ver el valor de lo que los demás dejaban en el olvido o tiraban a la basura cuando morían los vieyos del lugar.

Como los fíos y los nietos de aquellos que se habían dedicado a la labranza no tenían ni pajolera idea de para qué servían la mayor parte de los cachivaches que encontraban en lo que habían sido las cuadras, paneras, hórreos o cochiqueras, se abandonaban o se regalaban a quien los quisiera los mecanismos, cacharros y cachibaches que habían servido a los güelos para sacar adelante sus vidas. Con actividades que no daban el rendimiento, ni de lejos, de las pensiones y subvenciones.

Ese paisano del que escribimos tiene por nombre verdadero José Naveiras Escanlar, pero como se ganaba la vida forjando hierros, todo el mundo lo conocía y conoce como Pepe el Ferreiro.

La colección de Pepe el Ferreiro fue creciendo con el tiempo, porque cuando encontraba algún trasto singular, lo limpiaba, lo arreglaba y, si tenía que funcionar, lo ponía a trabayar otra vez, que daba gusto, ver moverse aquellas máquinas que volvían a moler el maiz y la cebada, o aquellos hornos que debían haber servido para hacer un pan de escanda de los de quitar el hipo, o esotros aparatos que tuvieron como función yuncir, rastrillar, fesoriar, arar, aventar, carretar, llindiar, escaciplar, etc.

Un día, pasaron por Grandas unos señores y señoras estudiados en Uviéu y Xixón (que antes se llamaban Oviedo y Gijón) y dijeron a Pepe que aquello que tenía en casa era de un valor incalculable y que había que darlo a conocer porque serviría para atraer a muchos turistas y, aunque Pepe se resistió, le dieron un gorro de cuidador mayor de aquellas cosas -que eran suyas, y a la nave en donde las guardaba la llamaron Museu Etnografico de las Asturias. También, como era un hombre modesto, le ofrecieron un salario y le pusieron varios jefes por encima.

Nadie se explica por qué, con el transcurrir de algunos años, un día a Pepe el Ferreiro le prohibieron el acceso a lo que había creado, argumentando que no lo estaba gestionando bien, porque no daba toda la información necesaria para rellenar las casillas de unos formularios informáticos que había que enviar a no sé dónde.

Le pidieron las llaves del museo y lo mandaron, poco más o menos, a freir espárragos, a tomar polculo, a mirar las estrellas. Eso sí, el que lo sustituyó como cuidador de la colección, le advirtió que si quería entrar al Museo a partir de ahora, tendría que pagar la entrada, como todo el mundo.

No sabemos cómo terminará el cuento. De momento, varios centenares de amigos y admiradores de Pepe han denunciado el atropello que se está haciendo con un personaje que, como el rey Midas, convirtió en una preciosidad digna de toda admiración lo que muchos consideraban que era mierda.

 

 

Sobrescobio, un pueblo distinguido de Asturias

La Fundación Príncipe de Asturias ha concedido el premio "Pueblo ejemplar" de Asturias en 2009 a la Comunidad vecinal de Sobrescobio, un pueblín metido en el Parque Natural de Redes.

Magnífica iniciativa la de la Fundación -como todas las suyas- la de premiar a un pueblo de Asturias todos los años, para acercar a la luz, tanto a propios como a extraños, las bellezas de la región. Porque, incluso para muchos asturianos, ese paraíso natural que ha sido castigado en algunas zonas por una industrialización a la que entregó paisaje y paisanaje, permanece desconocido.

¿Cuántos asturianos conocen el puerto de Tarna, Ponga, Campo de Caso, Sobrescobio?. Siguiendo la ruta del alto Nalón, río de trasgos y xanas como todos los astures, la belleza del paisaje regional se desvela, magnífica, y se adoba con la hospitalidad de gentes sencillas que no simples, socarronas que no sarcásticas, leales que no confiadas.

Desde la lejanía física, que no sentimental, subidos a las alturas imaginadas de los picos Retriñón y La Xamoca, saludamos a las gentes de Sobrescobio. Enhorabuena, paisanos.

 (Por cierto: Puede que el lector agradezca la relación de los pueblos premiados por la Fundación desde la instauración de este galardón específico: Torazo (2008), Moreda (2007) -en este caso, junto a la sociedad "Humanitarios de San Martín"- Sariego (2006), Porrúa (2005), Villar de Vildas, Somiedo (2004), Naveldas, Tineo (2003), Foz de Morcín (2002), Paredes, valdés (2001), Tuña, Tineo (2000). Ibias (1999), Xomezana y Valle del Huerna, Lena (1998), Castropol (1997), Nava (1996), Puerto de Vega, Navia (1995), Picos de Europa, representados en sus pastores (1994), Grandas de Salime (1993). Soto de Luiña y Novellana, Cudillero (1992), Villaviciosa (1991) y San Esteban de Cuñaba, Peñamellera Baja (1990).)

Hasta que no se nombre a todos los pueblos de Asturias, Pueblo distinguido, habrán de pasar algunos siglos. Vemos, además, que la zona del Narcea-Pigüeña no está muy andada por los buscadores de joyas, que, por lo demás, fácil lo tienen en esta región: ¿Qué tal Cornellana, Laneo, Hospital, Aliva, Doriga, San Marcelo...?

Sobre pazguatos

Pazguatos los hay en todas partes, pero para aprender a distinguirlos sin equivocación hay que pasarse un tiempo en Asturias.

En el resto de España y en la mayor parte de Hispanoamérica, el pazguato es, sin mayores matices, el simple o simplón, aquel que se maravilla y pasma de casi todo lo que ve y oye.

Son bobalicones que van por el mundo como si acabaran de salir del cascarón. Si lo hacen de forma natural,  está claro que su coeficiente intelectual no anda muy allá; pero otras veces, el pazguato actúa así por disimulo, por caer bien o mejor.

La mayor parte de los pazguatos no lo son de forma permanente, sino solo muy de tarde en tarde. Y, aunque no haya estudios concluyentes, es muy posible que todos tengamos un punto de pazguatez, que solo será descubierto si pasamos una temporada en las Asturias.

Allí incluso los expertos-en esta modalidad, casi siempre mujeres- diferencian entre el pazguato y el pazguatín, que es un diminutivo cariñoso del primero. Si el primero podría ser pariente del pasmarote, el pazguatín está más próximo al "quisiérate pa mín sinon tuviéres casáu con otra".

Pudiera creerse, si no se está avezado, que el pazguato se pasa el día mirando los bujilates del coche. Desde luego, en Asturias, no. El pazguato ocasional no es que sea tonto, ni tampoco que se haga, sino que, por circunstancias, aparece como poco hábil para las finuras.

Si estuviéramos con ánimo de simplificar, diríamos que al pazguato lo que le falta es inteligencia emocional. "No seas pazguato" supone el reconocimiento de que te has dejado llevar por la primera impresión y el otro (ya se tiene escrito, que, por lo general, será una mujer), emite un juicio de valor por el que te hace ver que tás erráu.

 

Sobre las huellas de los asturianos en La Habana

Indianos fueron llamados los españoles que a finales del XIX y principios del XX, después de haber hecho una pequeña fortuna al otro lado del Atlántico, volvieron a su pueblo natal, de donde habían salido pobres.

En una actuación con pocos precedentes y consecuentes, muchos de ellos dedicaron una parte importante de su dinero a crear escuelas, hospitales y centros de acogida para que se pudieran beneficiar de su éxito los menos favorecidos de las tierras de donde se habían tenido que marchar algunos años antes.

Asturias tuvo, como es conocido, unos cuantos indianos. Ya hemos contado que algunas casas con palmera, ya en su mayor paprte destruídas por el paso del tiempo y el abandono forzado de unas familias que no pueden sostenerlas, jalonan aquí y allá la geografía de la Suiza española. También se pueden ver palmeras y palacetes en Cantabria y Galicia. Comparativamente, menos.

Moisés Llordén Miñambres, catedrático de Economía aplicada, ha escrito un libro de más de 300 páginas, después de haber buceado en los archivos del Centro Asturiano de la Habana. No es exactamente un trabajo de análisis, sino de exposición de resultados.

No debe, por ello, el lector de este voluminoso resultado de una zambullida en una parte de la historia de 75 años de esa Institución asturiana en tierras de conquista, esperar críticas de las actuaciones de aquellos personajes, hasta ahora en su mayor parte anónimos, moviéndose en un entorno que a otros podría haberles parecido hostil y que ellos cocieron en su salsa, haciéndose uña y carne de la tierra que tan bien los había acogido.

Pero sin olvidarse jamás de donde venían, porque, aunque la mayoria no tenían nada que agradecer a la tierrina que habían dejado con una mano delante y otra atrás, deseaban volver, triunfadores, y reinstalarse en los pueblos de sus padres.

La inmensa mayoría no triunfaron. Muchos no pudieron volver. De los que vovlieron, bastantes se arruinaron, o fueron incomprendidos y, desde luego, envidiados. Hay quienes, tenidos por gentes de derecha, fueron asesinados por sus vecinos. Otros, tenidos por gentes de izquierda, sufrieron damnatio memoriae de sus propios compañeros inmigrantes como ellos.

Al leer la pequeña historia de esos miles de desarraigados, un escalofrío nos recorre. El testimonio está ahí. El mérito de haberlo puesto en palabras, de Moisés Llordén y la Fundación Archivo de Indianos. Setenta y cinco años de historia de El Centro Asturiano de la Habana.

Sobre embarulladores y escacipleros

Los niños escacipleros tienen gran probabilidad de ser embarulladores cuando se hacen grandes, que no es ir a mayores, sino curarse de un sarampión para agarrar una gripe.

Hay confusión en la terminología, como en todo. Algunos listos asimilan los escacipleros a los metomentodos, marujas o marieculinos, pero escaciplar no implica, de por sí, tendencia alguna, porque el que escacipla es víctima de una curiosidad incontenible, que lo lleva a mover las cosas y las actitudes de un sitio para otro, sin provecho. Después de su paso, lo dejan todo desordenado, de forma que si se poner a revolver en un cajón, lo dejan como cajón de sastre.

Hay niños que se mantienen escaciplando toda su vida, y adultos que, un día, se levantan con las ganas de meter la nariz en lo que no importa, y, si no se les cuida, ya no saben cómo abandonar ese mal hábito.  Da pena ver a gente de peso en función de escaciplar, sobre todo si se dedican a la política. Poner los asuntos boca arriba, los mueven de un sitio para otro, picotean por aqui y por allá, dan un par de vueltas y nunca rematan la jugada. Cuando se van del puestín, dejan los cajones del ministerio, consejería, concejalía o lo que les hayan dado, para el arrastre y a la gente con la cabeza caliente y los pies fríos.

El escaciplero que no se dedica a la política -que son muchos-, suele acabar con el síndrome de Diógenes. Cuando encuentra algo que le llame la atención entre lo que tiran o abandonan los demás, va y lo coge, por si sirve para luego. Como no puede parar, con el tiempo tiene colección de trastos, a base de tonterías en los cajones, mirar armarios, urgar mercadillos, manipular rebajas y dejarse seducir por baratijas y liquidaciones de retales.

Si los niños o adolescentes escacipleros no son enseñados a dejar el mal a tiempo, pueden pasar a ser embarulladores, que algunos interpretan como que ya están curados. Qué va. Los embarulladores usan solo la lengua, y no las manos, pero siguen escaciplando como el que más. Cuando se ponen a pensar en un asunto, las ideas se les acumulan en el magín sin que se vean capaces de seleccionarlas ni ponerlas en orden, y las sueltan como quien da explicaciones, calentando la cabeza a los que pretenden seguir su charla.

 

Sobre maniegas y mastuerzos

En Asturias, todavía suele decirse, a quienes hacen algo que se sale de lo corriente: "Tás como una maniega". Puede emplearse en tono cariñoso, para significar, a un tiempo, que apreciamos su valentía en ir contracorriente, pero que no hubiéramos actuado como ellos; o puede ser despectivo, para expresar contundentemente que alguien está "llocu", y quizá, loco de remate.

En ocasiones diferentes, para indicar que alguien es tosco o maleducado, lo expresamos como: "Es un mastuerzo". Alcanza también distintos grados de agresividad, sin cambiar la palabra, pues no es lo mismo hablar del "mastuerzo de mi hermano" que decir "a esti gobierno sóbrain unos cuantos mastuerzos"

Hay diferentes usos para la palabra maniega: en unos sitios, se denominan así a los cestos no muy grande; y en otros, a las vacas que no sirven más que para ocupar un lugar en la yunta (izquierda o derecha); lo que no impide que en Algodre se llamen, confusamente, maniegas a las ambidiestras. También en ciertos sitios de Asturias, se designan como maniegas a unas plantas perjudiciales de los pastos, los verbascos.

El empleo de plantas como elemento comparativo de supuestas cualidades humanas no es tan insólito. Lo que ya no es tan disculpable es que la referencia herbácea no guarde mayor similitud con lo que se desea expresar. Porque los mastuerzos, o berros de agua, son plantas silvestres comestibles, buenas para el organismo y muy comunes en los sitios húmedos, que fueron utilizados como alimento durante siglos y que, para los amigos de comerse hierbas recogidas en el campo, siguen siendo un bocado apetecible.

¿Qué decir de la maniega?. Como plantas de los campos herbáceos abandonados, se constituyen rápidamente en una plaga, porque sus raíces son profundas y el crecimiento rápido y de floración prolífica. Si las maniegas irrumpen en un prado, no será fácil erradicarlas y, además, el ganado, huye de las maniegas, dejándolas intocadas.

En fin, no pretendemos ahora reivindicar a maniegas ni a mastuerzos, sino ofrecer un motivo de conversación anecdótica para los que tienen oportunidad de tomar el cafetín a media mañana en estos días de primavera, mientras unos y otros crecen en el campo y en los edificios públicos de las ciudades.

Sobre la importancia de llamarse Ernesto y ser serio

Nota previa: El título de este comentario hace referencia a la comedia de Oscar Wilde, The importance of being Earnest (La importancia de ser serio), conocida en español como "La importancia de llamarse Ernesto", una obra de equívocos en la que el protagonista, que no se llama Ernesto, termina con aquello de: "He aprendido por primera vez en mi vida la importancia vital de ser serio"(  I’ve now realised for the first time in my life the vital Importance of Being Earnest.)

Algunas fuerzas vivas de Asturias, capitaneadas por el presidente del Principado, licenciadoTini Areces, quieren trasladar los estudios de ingeniero de minas, desde su ubicación actual en Oviedo (calle de la Independencia) hasta Mieres (Campus de Barredo).

Mieres y Oviedo son dos poblaciones distantes entre sí unos 20-25 km, unidas por la autopista A-66.

Los defensores de la opción traslado tienen razones, algunas, importantes: la existencia de un Campus universitario moderno en Barredo, inaugurado en 2002, y que costó unos 55 Mill. de euros, del Fondo ; la deprimida situación de las cuencas asturianas, y sobre todo, de la del Caudal, necesitadas de inyección de ilusiones, aunque sean probablemente ficticias; la tradición minera de ese área, hoy convertida en paro; la necesidad de dotar a Mieres de alguna carrera superior, además de la de ingeniero geólogo, al abrigo del Plan de Bolonia, que no todo el mundo -y en especial, los que lo analizaron seriamente- saben aún qué diablos es; prolongar las enseñanzas tradicionales de la anatañona y prestigiosa escuela de capataces (hoy ingenieros técnicos) de Mieres, que ideó Schulz en 1854;

Otras razones de los defensores no son tan importantes ni aparecen confesas, pero se comentan en los mentideros de la ciudad heroica y dormida: tocar las narices a Gabino de Lorenzo, alcalde de Uviéu e ingeniero de minas; tocar las narices a Uviéu en general, por votar PP en una región sonrosada; darle un triunfín al Consejero de Educación, a pesar de la presumible oposición de Javier Fernández Fernández, ingeniero mierense, que fue consejero de Industria del Principado y anda ahora de secretario del PSOE regional; continuar en la línea de menosprecio a la carrera de ingenieros de Minas, confundiendo nombre y versatilidad profesional de estos profesionales;  presunto apoyo indirecto a la Escuela de ingeniería industrial ubicada en Xixón; etc.

La Escuela de Minas de Oviedo tiene una historia de 50 años, que es lo que transcurrió desde que se creó en la capital de Asturias con el apoyo de la Unesco. Ha formado algunos miles de ingenieros, que han llevado el nombre de la ciudad y su prestigio personal y profesional a todas partes. Es una de las escuelas de minas más prestigiosas del mundo, y su profesorado está a la altura de los mejores de España.

La pérdida de la ubicación de la Escuela en Oviedo, para su traslado a Mieres no es en absoluto un tema menor. Pierde la ciudad, pero no gana Mieres. Es un juego en el que todos pierden, un lost-lost. Cuesta mucho poner en el mapa del mundo un nombre científico, y al perderse la referencia de la Escuela de Minas de Oviedo no se va a conseguir prestigiar ipso facto la Escuela de Minas de Barredo (Mieres). Ni siquiera las circunstancias son similares a las de hace 50 años, porque hoy cualquier ciudad española tiene su universidad de medio pelo...por supuesto, vacía de profesorado cualificado, y, en su mayor parte, también de alumnos (en este caso, sin adjetivo: no tienen alumnos, simplemente).

Es un error muy grave, por lo demás, creer que la ubicación en una zona antes minera tiene hoy algún sentido, cuando la carrera de minas, capacita para muchas cosas, de las que, por razones del mercado y del avance tecnológico, la extracción de carbón ha pasado a tener una importancia menor. Puede que habrá algunos ingenieros de minas mierenses más (lo dudamos), pero bastantes menos ingenieros de minas asturianos en conjunto, porque bastantes de los buenos estudiantes de ciencias preferirán matricularse en Gijón, en donde hay dos escuelas superiores más antiguas (industriales y telecos).

Habrá quienes quieran minimizar la cuestión de la distancia. Los 25 km que separan Oviedo y Mieres o los 50 que distan desde Mieres a Gijón o Avilés no parecen muchos. Las razones de tiempo empleado en el transporte, comodidad, ambiente lúdico, entorno cultural, tradición, etc., pesan mucho más en las regiones pequeñas, porque la calidad de vida se mide con parámetros mucho más exigentes que en las metrópolis,

Por la defensa en el mantenimiento de la Escuela de Minas en Oviedo, para que las enseñanzas transversales de la ingeniería superior de minas de Asturias sigan teniendo como referencia Oviedo. Y porque se reconozca que los ingenieros técnicos de Minas de Mieres disfrutaron siempre del prestigio de los mejores técnicos de grado medio (hoy, de grado), y no necesitan de plumas prestadas de otros. Se pretende destruir un proyecto consolidado para adornar una elucubración.