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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre maniegas y mastuerzos

En Asturias, todavía suele decirse, a quienes hacen algo que se sale de lo corriente: "Tás como una maniega". Puede emplearse en tono cariñoso, para significar, a un tiempo, que apreciamos su valentía en ir contracorriente, pero que no hubiéramos actuado como ellos; o puede ser despectivo, para expresar contundentemente que alguien está "llocu", y quizá, loco de remate.

En ocasiones diferentes, para indicar que alguien es tosco o maleducado, lo expresamos como: "Es un mastuerzo". Alcanza también distintos grados de agresividad, sin cambiar la palabra, pues no es lo mismo hablar del "mastuerzo de mi hermano" que decir "a esti gobierno sóbrain unos cuantos mastuerzos"

Hay diferentes usos para la palabra maniega: en unos sitios, se denominan así a los cestos no muy grande; y en otros, a las vacas que no sirven más que para ocupar un lugar en la yunta (izquierda o derecha); lo que no impide que en Algodre se llamen, confusamente, maniegas a las ambidiestras. También en ciertos sitios de Asturias, se designan como maniegas a unas plantas perjudiciales de los pastos, los verbascos.

El empleo de plantas como elemento comparativo de supuestas cualidades humanas no es tan insólito. Lo que ya no es tan disculpable es que la referencia herbácea no guarde mayor similitud con lo que se desea expresar. Porque los mastuerzos, o berros de agua, son plantas silvestres comestibles, buenas para el organismo y muy comunes en los sitios húmedos, que fueron utilizados como alimento durante siglos y que, para los amigos de comerse hierbas recogidas en el campo, siguen siendo un bocado apetecible.

¿Qué decir de la maniega?. Como plantas de los campos herbáceos abandonados, se constituyen rápidamente en una plaga, porque sus raíces son profundas y el crecimiento rápido y de floración prolífica. Si las maniegas irrumpen en un prado, no será fácil erradicarlas y, además, el ganado, huye de las maniegas, dejándolas intocadas.

En fin, no pretendemos ahora reivindicar a maniegas ni a mastuerzos, sino ofrecer un motivo de conversación anecdótica para los que tienen oportunidad de tomar el cafetín a media mañana en estos días de primavera, mientras unos y otros crecen en el campo y en los edificios públicos de las ciudades.

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