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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre pazguatos

Pazguatos los hay en todas partes, pero para aprender a distinguirlos sin equivocación hay que pasarse un tiempo en Asturias.

En el resto de España y en la mayor parte de Hispanoamérica, el pazguato es, sin mayores matices, el simple o simplón, aquel que se maravilla y pasma de casi todo lo que ve y oye.

Son bobalicones que van por el mundo como si acabaran de salir del cascarón. Si lo hacen de forma natural,  está claro que su coeficiente intelectual no anda muy allá; pero otras veces, el pazguato actúa así por disimulo, por caer bien o mejor.

La mayor parte de los pazguatos no lo son de forma permanente, sino solo muy de tarde en tarde. Y, aunque no haya estudios concluyentes, es muy posible que todos tengamos un punto de pazguatez, que solo será descubierto si pasamos una temporada en las Asturias.

Allí incluso los expertos-en esta modalidad, casi siempre mujeres- diferencian entre el pazguato y el pazguatín, que es un diminutivo cariñoso del primero. Si el primero podría ser pariente del pasmarote, el pazguatín está más próximo al "quisiérate pa mín sinon tuviéres casáu con otra".

Pudiera creerse, si no se está avezado, que el pazguato se pasa el día mirando los bujilates del coche. Desde luego, en Asturias, no. El pazguato ocasional no es que sea tonto, ni tampoco que se haga, sino que, por circunstancias, aparece como poco hábil para las finuras.

Si estuviéramos con ánimo de simplificar, diríamos que al pazguato lo que le falta es inteligencia emocional. "No seas pazguato" supone el reconocimiento de que te has dejado llevar por la primera impresión y el otro (ya se tiene escrito, que, por lo general, será una mujer), emite un juicio de valor por el que te hace ver que tás erráu.

 

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