Sobre paisajes, ingenieros y políticas en Asturias
No es casualidad. En Asturias, en este momento, hay unos cuantos ingenieros dedicados a la política.
El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, es ingeniero de minas, y antes ejerció en Ensidesa como responsable de hornos altos de Veriña.
Francisco Alvarez Cascos, ex-ministro de Fomento y futuro optante por la vía del PP a la plaza de presidente regional que deja vacante Areces, es ingeniero de caminos, aunque no consta que haya ejercido esa carrera salvo en los despachos, lo que no es desdoro, sino mérito.
Javier Fernández, consejero de Industria en el actual gabinete regional, es el candidato por parte del PSOE a disputar al anterior el puesto delantero en el tren autonómico, y, por formación académica, es ingeniero de minas.
No son los únicos, desde luego, pero sí los que más suenan. Otros nombres desde la ingeniería para la política, por ejemplo, son -alguno ya retirado- Víctor G. Marroquín, Pedro Martínez Arévalo, Julio Gavito, y Juan Alvarez. Todos estos ingenieros de minas, que no hay que olvidar que existe una cantera en la región para producir esta especie intelectual, considerada de élite en otro tiempo.
Aunque los ingenieros no son responsables del paisaje asturiano, alguna influencia sobre él sí que han tenido. Las minas de carbón (y no solo), las plantas siderúrgicas y las centrales térmicas, son productos de ingeniería. También lo son las carreteras, en especial, las autovías, con sus complejos viaductos para salvar grandes vanos en algunos casos; los túneles, los tendidos eléctricos y de vías férreras, los aerogeneradores, las escombreras, ...
Pero aunque cada uno es libre de entender la estética como le hayan educado, el actual mayor deterioro que sufre el aún muy bello paisaje astur lo producen los miles de ejemplos individuales de descuido, abandono y hortería -valga la palabra- que jalonan, de oriente a occidente y de norte a sur el panorama regional.
Casas construídas y pintadas con pésimo gusto; cercas que pretenden aislar propiedades sin contar en absoluto con el vecino; caminos abandonados a zarzas y maleza; montes que sufrieron el castigo de las llamas y yacen abandonados; casonas y monumentos semiderruidas; letreros indicadores pintados o mal ubicados; parcelas convertidas en vertederos...
Sí, ahora también se advierten residuos de las ingenierías: parques industriales que poco cobijan, muñones de viaductos que la crisis ha paralizado, obras de comunicación que han sido suspendidas sine díe por falta de presupuesto...
Recuperar Asturias plenamente, concienciando a todos y cada uno de sus habitantes del deber de conservar y potenciar su belleza para tener el derecho a disfrutarla y dejarla disfrutar, es una labor de ingeniería, de estética, de responsabilidad.
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