Sobre las huellas de los asturianos en La Habana
Indianos fueron llamados los españoles que a finales del XIX y principios del XX, después de haber hecho una pequeña fortuna al otro lado del Atlántico, volvieron a su pueblo natal, de donde habían salido pobres.
En una actuación con pocos precedentes y consecuentes, muchos de ellos dedicaron una parte importante de su dinero a crear escuelas, hospitales y centros de acogida para que se pudieran beneficiar de su éxito los menos favorecidos de las tierras de donde se habían tenido que marchar algunos años antes.
Asturias tuvo, como es conocido, unos cuantos indianos. Ya hemos contado que algunas casas con palmera, ya en su mayor paprte destruídas por el paso del tiempo y el abandono forzado de unas familias que no pueden sostenerlas, jalonan aquí y allá la geografía de la Suiza española. También se pueden ver palmeras y palacetes en Cantabria y Galicia. Comparativamente, menos.
Moisés Llordén Miñambres, catedrático de Economía aplicada, ha escrito un libro de más de 300 páginas, después de haber buceado en los archivos del Centro Asturiano de la Habana. No es exactamente un trabajo de análisis, sino de exposición de resultados.
No debe, por ello, el lector de este voluminoso resultado de una zambullida en una parte de la historia de 75 años de esa Institución asturiana en tierras de conquista, esperar críticas de las actuaciones de aquellos personajes, hasta ahora en su mayor parte anónimos, moviéndose en un entorno que a otros podría haberles parecido hostil y que ellos cocieron en su salsa, haciéndose uña y carne de la tierra que tan bien los había acogido.
Pero sin olvidarse jamás de donde venían, porque, aunque la mayoria no tenían nada que agradecer a la tierrina que habían dejado con una mano delante y otra atrás, deseaban volver, triunfadores, y reinstalarse en los pueblos de sus padres.
La inmensa mayoría no triunfaron. Muchos no pudieron volver. De los que vovlieron, bastantes se arruinaron, o fueron incomprendidos y, desde luego, envidiados. Hay quienes, tenidos por gentes de derecha, fueron asesinados por sus vecinos. Otros, tenidos por gentes de izquierda, sufrieron damnatio memoriae de sus propios compañeros inmigrantes como ellos.
Al leer la pequeña historia de esos miles de desarraigados, un escalofrío nos recorre. El testimonio está ahí. El mérito de haberlo puesto en palabras, de Moisés Llordén y la Fundación Archivo de Indianos. Setenta y cinco años de historia de El Centro Asturiano de la Habana.
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