Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Deportes

Carlos Slim juega con el Real Oviedo

El Real Oviedo estaba prácticamente desahuciado, y con él, ese sentimiento difuso pero reconfortante, de tener un objetivo común para los habitantes de Vetusta, que es conseguir con el club de sus amores (ocultos) recupere la categoría máxima en la Liga del Fútbol español (hoy, con el nombre de una entidad financiera).

Era algo ilusorio, sin duda. No existía posibilidad alguna de que la presunta capital del mundo volviera a tener un equipo de  fútbol en la Primera División y, con ello, se volvieran a prender los fuegos de la rivalidad regional entre culomollaos y carbayones, reciperando aquellos magnos encuentros con el Sporting de Gijón, el equipo de la otra candidata a ser ombligo de la Humanidad; encontronazos de máxima efervescencia anímica, que, por designios malhadados, cuando no terminaban empatados, gababan los de las rayas.

Descendido a los infiernos, supervivente después de que la afición consiguiera matar a un hermano sobrevenido hijo de un vientre de alquiler, resulta que, por razones ignotas para el que esto escribe, el Real Oviedo de los sueños infantiles de miles de niños -muchos de ellos con bigote, encanecidos o calvos- necesitaba hasta hace unos días unos 4 millones de euros para salir del último bache, que, según el esctricto y desigual reglamento de la competición deportiva, significaría el final de la historia.

La derrota definitiva.

Cuando desde la tesorería del club de fútbol carbayón pusieron sobre la mesa que el club hacía agua, porque los ingresos actuales, a pesar de tanto amor, no daban ni para pipas, apareció, por fin, la furia ovetense, el pundonor extradeportivo, el cariño hacia las cosas imposibles. Hasta ahí podíamos llegar. Porque a los asturianos nadie nos tiene que decir lo que hay que hacer, porque hacemos lo que nos de la gana cuando nos de por hacerlo, aunque no haya nada que hacer.

Estaba Oviedo ciudad a punto de reunir los 2 millones de euros que servirían para alargar el tratamiento de prolongación de la eutanasia pasiva como un par de meses, a base de aportaciones de 5 en 5 euros, cuando apareció el primo de Zumosol, el magnate mexicano Carlos Slim, un ingeniero civil al que le sobran los miles de millones y que, como divertimento, se dedica a la filantropía, esto es, a hacer obras de caridad, escogidas como le pete.

Y el milagro se hizo. Compró Slim el Oviedo equipo de fútbol por 2 millones de euros contantes y sonantes, que, sumados a los que se recogieron en la calle, dan para reflotar el club y soñar hasta, después de pagar atrasos, en animar algo la cantera, que ha dado al fútbol español glorias de alcurnia.

No solo eso. Slim, al justificar por qué lo hacía, dijo o mandó decir que lo hizo por simpatía, porque le caía simpático el que en estos tiempos en que nadie quiere a nadie, los ovetenses quisieran tanto una entelequia.

Tiembla, Gijón. Ya puedes ir llamando a Bill Gates, pero ni por esas. Con los ovetenses no se juega. Solo Carlos Slim, al que le daremos el próximo Premio Príncipe de Asturias, que, con el permiso de Matías Rodríguez Inciarte, habrá que aglutinar en las modalidades del deporte, la cooperación internacional y la paz y la concordia.

 

Vacatio iudex versus ius vocatio

En estas fases de toma de contacto con los Ministerios, es normal que los nuevos designados pongan en circulación las ideas que ya traían estudiadas. Sorprende a los legos en cuestiones de grave responsabilidad que al día siguiente de su toma de posesión, los neófitos tengan ya algunas cuestiones claras al respecto de lo que procede hacer.

Solo cabe deducir que, en su fuero interno, allá en la soledad de sus espíritus y mientras atendían a sus otros complejos trabajos transitorios, siempre añoraron ocupar los destinos más altos a los que finalmente accedieron y, por ello, han venido madurando los conceptos y las correcciones a la realidad que pondrían en práctica cuando les fuera llegada la hora del poder preferido.

Alberto Ruiz Gallardón, nuevo ministro de Justicia (durante breves instantes, de Defensa in pectore) se propone modificar algunos aspectos de la Ley Penal, endureciendo los artículos que modulan la condena de los reincidentes y, como medida de mayor calado, suprimir las vacaciones conjuntas de la Administración de  Justicia, por las que el mes de agosto resultaba inhábil salvo para cuestiones de excepcional urgencia.

El objetivo de la segunda idea es inatacable: la resolución de los asuntos judiciales se dilata demasiado, y las sentencias no acuden a resolver, a su debido tiempo, las controversias que se presentan ante los órganos judiciales, con lo que los más poderosos, los que más capacidad de aguante poseen, ganan siempre.

Era y es imprescindible atacar este problema de la demora en sentenciar que emponzoña los Juzgados y que es una mezcla de falta de medios, de diligencia, de orden, y de conocimientos en demasiados jueces, todo ello producto de haber puesto la atención en donde no hacía tanta falta.

Pero el asunto no se corrige suprimiendo las vacaciones de agosto, porque, como los jueces, secretarios judiciales y personal de apoyo habrán de tener vacaciones en algún momento, aumentará, en lugar de disminuir, el número de casos pendientes de resolución, que no depende del mes de año en que se ventilen, sino de otras cosas.

Así que, si prospera la medida, quienes sí sufrirán serán los modestos bufetes, los abogados autónomos, los procuradores, que, como no tienen posibilidad de coordinar sus vacaciones más que consigo mismos, perderán su disfrute.

Es decir, que la vacación de los jueces perjudicará a los que trabajan en el derecho para ganarse el pan, debatiendo sus necesidades en un mercado en el que ya se mueven, como tiburón en el agua, los grandes bufetes con nombres rimbombantes de, en no pocos casos, corresponden a fallecidos en loor de santidad jurídica.

Para ayudar a la comprensión general de los complejos temas políticos

Nos parece que los responsables de la gestión político-económica, debieran tomar ejemplo, de una vez por todas, de la actuación de los líderes de opinión más escuchados y venerados del mundo, que son los entrenadores de fútbol.

Hemos seleccionado, sin ánimo de ser exhaustivos, algunas de las posibles respuestas a las preguntas que permanecen abiertas en el contexto nacional e internacional, tomando como modelo las orientaciones dialécticas de esos respetados ciudadanos, maestros probados en la gestión de uno de los problemas mayores que asolan a la humanidad, y que deben responder semanalmente -cuando no diariamente, e incluso, al minuto- del estado, forma física y síquica de sus equipos y, por supuesto, justificar sus resultados (sean cuales hayan sido éstos).

Por ejemplo, a la pregunta sobre cómo se percibe la actual situación de crisis, teniendo en cuenta que otros países tienen mejores equipos, disfrutan de mayor tecnología y cuentan con mayor presupuesto, la respuesta (1) podría ser ésta:

"La crisis es relativa y el futuro siempre está por jugarse. Todos tenemos las mismas opciones, digan lo que digan las agencias de rating y no hay contrincante que pueda presumir a priori de tener la partida ganada o perdida. La Historia demuestra que países que ahora presumen de ser muy solidarios han sido unos perfectos chorizos, con sus gentes dadas al exterminio, el latrocinio o la explotación. Nosotros, desde nuestra modestia, lucharemos hasta el final, poniendo toda la carne en el asador y, por supuesto, contamos con el apoyo de todo el país, que, como una sola afición, independientemente de sus colores ideológicos, se volcará en animar al equipo y hacer lo que corresponda."

Si la pregunta fuera acerca de si las deserciones de casi la mitad de la plantilla no preocupan y si no se está condicionado por los resultados adversos anteriores, la contestación se nos ocurre que pudiera ser algo parecido a lo siguiente:

"Negamos la mayor. En cada momento, nuestro país procuraponer la gestión en manos de los mejores, sin que ello signifique que los demás se retiren del campo de juego. Incluso, aunque algunos no estén en disposición de jugar -por encontrarse bajos de forma o trabajando para la empresa privada-, estamos haciendo todo lo posible por su rápida recuperación, aún reconociendo que puede ser difícil, dado nuestro escaso presupuesto. Pero lo más importante es que el pasado no nos condiciona lo más mínimo, salvo porque todos hemos aprendido de nuestros errores y, por ello, estamos seguros de salir de la mala racha.

Cuando, por encontrarnos en la parte alta de la prima de riesgo parezca a punto de cundir el desánimo, o i nos hallamos en bajo mínimos y en zona de descenso en la credibilidad, aprovechemos el momento dulce de haber cambiado de entrenador, alardeando de la fortaleza de haber despedido al anterior -aunque sin olvidar darle las gracias por los servicios prestados en momentos tan difíciles-. Podemos echar la culpa a la afición, expresando que una parte -la del lateral derecha- ha pedido a gritos su dimisión, pero sin menospreciar que nos encontramos sin dinero en las arcas, penuria que puede llegar hasta no tener ni para pagar las nóminas. Por todo ello, una declaración tranquilizadora podría discurrir de esta manera:

"El cambio de gestión de la plantilla, con la incorporación de un  nuevo equipo directivo, proporciona aire fresco, nuevas ideas y, sobre todo, la posibilidad de revisar alguna de las cosas que se pudieron haber hecho mal por el anterior gestor. Pero no renegamos de todo lo hecho, porque el país es una solución de continuidad y no creemos en reformas bruscas, sino en retoques que catapulten la ilusión y los medios disponibles, que son muchos y muy válidos. Estamos convencidos de que no necesitaremos más que cambiar algunas cosas, respetando la tradición y solera de una nación con tanta raigambre internacional, en donde hemos ganado batallas mucho peores. Solicitamos que todo el país nos apoye y confíe en nosotros, y que nuestros contactos internacionales sean conscientes de que somos parte de un gran equipo. Nadie es solo espectador. 

(...)

___

(1) Advertimos que no se trata aquí de reflejar la "respuesta idónea" en el sentido de aquella que vendría a solucionar el problema. Dando por supuesto que esta no se conoce bien, o no se quiere explicitar para no abrir una discusión inútil, lo que pretendemos es recuperar el lenguaje positivista, ambigüo pero simpático, de los entrenadores de fútbol, a la vista del gran eco que alcanza en los media, y que, a pesar de su simpleza, anima a que todos los aficionados al fútbol se encomienden cada lunes a discutir las obviedades, olvidando así centrar en otros problemas, en un estupendo ejercicio de catarsis colectiva.

Sobre el duopolio del fútbol español, la colusión de intereses y la estrategia de Florentino

La primera división de la liga en el fútbol español, desde hace unos años, se parece mucho a un mercado en el que solo dos empresas (duopolio) compiten por hacerse con la máxima cuota de clientes, sin regatear medios para alcanzar ese objetivo, y provocando que los demás intervinientes en el juego deban contentarse con las migajas del pastel.

Real Madrid y Barça cuentan,  siendo los agentes principales en el mercado del ocio deportivo, con la capacidad de contratar a los mejores futobolistas, donde quiera que se encuentren; además de disponer de una clientela fiel, -a la que se convoca regularmente, de forma ritual, sin regatear publicidad y recursos, en estadios de gran capacidad-, han consolidado un planteamiento de "producto de calidad", que está convirtiendo en "madridistas" o "barcelonistas" a todo aficionado al fútbol, en cualquier lugar donde se encuentre

Si no se tratara de un negocio que está basado en la competición de un cierto número de litigantes, el asunto no tendría mucha vuelta de hoja: te conviertes en el mejor, concentras casi todo el comercio, y fijas los precios y la calidad como te de la gana.

Aquí, no. Eliminar del mercado a, prácticamente, todos los demás equipos -y, por añadidura, a las empresas y proyectos dentro del negocio del deporte y conexos- no tiene premio. Te ahogas.

Las consecuencias de la clara superioridad de dos equipos en relación con el resto, significa un disparo en la línea de flotación (es decir, amenaza gravemente la supervivencia) de la Liga española.

Nadie desea identificarse con un equipo que pierde por goleada cada vez que se enfrenta a esos grandes. 

En la Liga española de Primera División se compite, no para obtener un galardón, sino para intentar no bajar de categoría -lo que, en realidad, tal como están las cosas, ni siquiera se acertaría a definir si es una ventaja o no-. Debido al poco interés de las competiciones habituales, los campos locales están regularmente semivacíos y sus jugadores, un número creciente de los cuales, no cobran desde hace varios meses, sueñan solo con ser alineados en el partido contra los dos grandes, y que eso signifique que un cazatalentos se fije en ellos, para que les fichen, y poder escaparse de la penuria.

Se puede, pues, morir de éxito, y eso les va a suceder al Barça y al Real Madrid, si no ponen remedio.

El duopolio Barça-Madrid ha fijado las condiciones para limitar la competencia. La colusión, es decir, el acuerdo entre ambos clubs -no importa si expreso o tácito- ha implicado contratar a los mejores futbolistas, sin regatear medios económicos ni importarle nacionalidades de origen; los mentores de ambos clubes alardean, también, de disponer de los óptimos y más mediáticos entrenadores, y no se descuida tampoco el comportamiento teatral de sus presidentes.

Han impuesto su concepción del negocio del fútbol. Equivocada a la larga, porque se han cargado la competencia, ya que los demás no pueden seguirlos.

Con otras palabras, y apuntando a las previsiones de las consecuencias últimas de ese mercado deformado: están haciendo desaparecer el negocio tradicional del fútbol, basado en el concepto de que varios equipos, defendiendo colores locales y con una cierta igualdad de medios, competían entre sí.

La cuestión para salvar de la hecatombe a este negocio es ahora saber si es posible enfocar el negocio del fútbol identificando la posibilidad de trabajar con dos demandas simultáneas, o, como se conoce en términos económicos, admitir la generación de una "demanda quebrada", con comportamientos elásticos en la parte superior de la demanda (en donde el duopolio Barça-Madrid ofrece calidad de espectáculo, a precio alto, y actúa sin otra competencia) con un comportamiento rígido en la parte inferior (en donde el duopolio Barça-Madrid, para garantizar rivalidad, saca a sus equipos suplentes cuando juega con la mayoría de los equipos, claramente inferiores).

Puede que Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid y empresario de la construcción, haya encargado varias simulaciones al respecto, para analizar qué hay que hacer para que el negocio no se caiga.

Nosotros tenemos alguna idea, pero nos tememos que no le va a gustar a los fenómenos.

Sobre naturaleza, límites y espectáculo

También en el deporte. ¿O debemos decir, por supuesto, en el deporte?. El recrudecimiento de los controles acerca de las ayudas irregulares utilizadas por algunos de los atletas de élite y sus entrenadores para conseguir superar las marcas de otros competidores, está poniendo al descubierto muchas historias turbias del deporte.

Al mismo tiempo que caen las referencias de quienes fueron encaramados a sus éxitos incumpliendo reglas, se producen varias reacciones paralelas.

Están quienes expresan con un "ya era hora" su presunción de que estaban en el ajo y que se sienten aliviados porque otros, desde la autoridad, hayan puesto al descubierto a los culpables de las trampas.

Están, por supuesto, los otros que fueron vencidos por los ahora descubiertos, de los que muchos callan -tal vez porque saben, mejor que nadie, que también pecaron de lo mismo- y algunos sacan pecho, reclamando que se haga justicia, se revisen las marcas, se ponga patas arriba el medallero y se castigue con la horca a los culpables.

Estan, estamos, los que nos preguntamos por las causas de todo este teatro, del control y reparto de los dineros públicos y de la naturaleza de los canales para rentabilización de los intereses comerciales privados (pero no solo) que se mueven para conseguir más espectáculo.

También nos gustaría poner luz y orden sobre la presión que se ejerce sobre los profesionales a los que se pide siempre más: unas milésimas por encima del último registro, unos centímetros más allá del salto ya imposible, ensalzando como héroe al que queda primero y despreciando casi como inútil al que llega después.

Habría que revisar, adaptándolo, ese lema tan repetido de Citius, altius, fortius. Porque puede que no estemos en el momento de más rápido, más alto o más fuerte, sino más seguro, más leal, más inteligente. (Celsius, fidelius, intellegentius).

 

Sobre el modelo de estrategia de Vicente del Bosque y Toni Grande

El triunfo de la selección española de fútbol en el mundial de Sudáfrica de 2010, ha puesto nuevamente sobre el tapete, aunque esta vez magnificado por los focos del gran triunfo, el método de trabajo de de sus dos entrenadores, Vicente del Bosque (primer entrenador) y Antonio (Toni) Grande.

Se presenta a esta pareja de personas reservadas, sobrias, cordiales, como una combinación de estrategas, en la que uno asume el papel de la representación exterior y el otro trabaja, incluso por las noches, estudiando minuciosamente las cualidades y defectos del equipo contrario y la forma de aprovecharlos o vencerlas.

Como ha sucedido con otras parejas de personajes que se han vuelto famosos, la opinión popular tiende ahora a recuperar al segundo, al que ha permanecido más oculto, rebajando así los méritos del que conocemos mejor la cara. Es el eterno juego de la búsqueda intuitiva del equilibrio entre el yin y el yan, hurgando en todo éxito la virtud de la compensación, para lo que se hace imprescindible repartir las cualidades entre dos o más personas.

(Por cierto, que en la política se utiliza mucho el esquema, es casi consustancial a ese espacio de poderes. Felipe González era el lado amable de aquel ejecutivo que puso a España en Europa y Alfonso Guerra el avieso que controlaba los desmanes de los ambiciosos del partido y las finanzas, incluso torcidas, de la máquina de ganar de votos.

No siempre las parejas de compensación salen bien. Hubo un tiempo en que la pasión por los jóvenes rompió las redes de la sucesión política, con efectos, generalmente, cruentos y nec fastos: a Santiago Carrillo le surgieron de las simas profundas de las minas asturianas guajes que no eran David Villa, sino Gerardo Iglesias; Manuel Fraga apoyó, por convicción o por fuerza, a un Jorge Verstringe, antes de que una visión sobrenatural le tirara (a éste) del caballo...

En el mundo empresarial, en donde los experimentos se hacen solo con gaseosa, las parejas ideales suelen ser del mismo palo, tal astilla. Así se mantienen las sagas y los bienes a buen recaudo. Se pueden citar a los Del Pino, Abengoa, Botín, Koplowitz; pero, si se mira mejor, aparecen debajo o al lado de los troncos familiares, los fieles sirvientes: son los Rafael Montes (de FCC), José Terceiro y Javier Molina (Abengoa), Rodríguez Inciarte (BSCH), Joaquín Ayuso (Ferrovial); etc.)

La pareja Del Bosque-Grande es, hoy, modelo de éxito popular. Se habla como posibles factores del éxito de la selección, la combinación de una generación excepcional de futbolistas junto a unos preparadores que han sabido darles confianza. Por ello, referido a los entrenadores, se llenan páginas hablando de su capacidad para crear buen ambiente entre los jugadores, de su habilidad para conseguir captar lo mejor de cada uno y convencer a los que no son titulares de que su trabajo es tan importante como el de los que estarán en el campo, y hacer jugar a cada uno al menos un ratito para que nadie se sienta postergado...

Se escribirán libros sobre estrategia del Bosque-Granda, se propondrán ejemplos surgidos o inventados de esa combinación de experimentados ex-jugadores a los que la edad ha sacado de los terrenos de juego para confinarlos al banquillo de las tácticas donde combinan números inferiores a los dedos de una mano: 4-4-2 y 4-5-1 , etc.

Nada empaña al mérito la realidad física de ambos entrenadores, hoy algo fondones y más calvos (más uno que otro), al contrario. Cabe imaginarlos dando órdenes de ejercicios y retos que no podrían cumplir, por el deterioro de la edad, pero atinadas como balas de experto francotirador, idóneas para hundir los objetivos y flotillas del otro, especialmente si va de listillo y se confía, aunque utilice la técnica trapacera de la patada en el esternón, el golpe en la rodilla, la zancadilla más torpe y aunque cuente con el árbitro más cegarato que se vió en campo de fútbol alguno .

Lo que parece más difícil de copiar, sin embargo, es conseguir que varios millones de personas, sin haber tocado pelota, se movilicen para aplaudir, adorar, gritar y llorar embelasados, durante horas, pronunciado los nombres de cada uno de los jugadores del equipo español, de sus dos entrenadores y del resto del equipo médico, culinario y técnico, y de la madre que los parió y los pechos que los amamantaron, en una manifestación sin precedentes de euforia colectiva.

Si Del Bosque o Grande tienen la fórmula, por favor, que se la cuenten de inmediato a Zapatero, a Rajoy o a quien más les apetezca, para que encontremos a quien nos saque del agujero, ya.

 

Sobre la Roja, el paradigma y la renovación del Ejecutivo

Sobre el paradigma del fútbol ha escrito hasta Joaquín Leguina, un ex-presidente de la Comunidad Madrid que iba para más y que se quedó en la gloria de ser crítico con sus correligionarios, al estilo tegolpeoperonotenoqueo de Felipe González, Joaquín Almunia y, en medida regional, Antonio Masip o Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

Resulta que, como vaticinó un pulpo criado en Alemania y soñaba todo el país, España ganó el Mundial de fútbol, y el equipo formado por un elenco de jóvenes majetes y simpáticos que juegan a ese deporte como si hubieran nacido para darle al balón, ha sido elevado a la categoría de modelo global. 

Los fines de esta exaltación son, naturalmente, publicitarios. Mírese desde donde se mire. A nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que el esfuerzo por hacer vistosidades con una pelota en el pie, en controversia con otro grupo de atletas equivalentes, pueda ser, serenamente, validado como ejemplo a seguir para todos.

¿Que hemos disfrutado de la victoria, los españoles? Quién lo duda. ¿Que el fútbol es un espectáculo que puede ser divertido y emocionante si los del campo hilvanan buenos pases y tiran con acierto a gol y si, además, estamos creyendo rivalizar con todo un país cuyos representantes en la economía y la industria nos siguen mirando por encima del hombro cuando entramos a negociar algo?. Ignorarlo sería pecado.

La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, ha utilizado la base publicitaria de la Roja (el color de la camiseta española que ideó el Marqués de  Villamejor en 1920) para proponerlo como modelo para su partido, el político, mientras se prepara la intervención del presidente del Gobierno español en el segundo debate de la legislatura sobre el estado de la nación (aún desastroso).

La euforia ha movilizado la inventiva (también las invectivas) hispana y han surgido múltiples propuestas de reforma, tanto del Ejecutivo, como de toda la oligarquía nacional

La intervención de Pajín, mujer influyente en su partido, de fácil verbo y armas tomar, obligará a reflexionar sobre un Ejecutivo con once ministerios, aunque los papeles ya están muy perfilados.

Hay Ministros-cierre, implacables en el marcaje hombre a hombre (miembro a miembro, queremos decir); otros que están atentos -teóricamente, al menos- para verl@s venir; andan algo faltos de cabeza, para los remates, aunque se recorren muchos kilómetros (confiamos en que pagados de sus bolsillos), tenemos ministros en horas punta, si bien predominan los de horas valle; etc,.

No parece viable que Del Bosque acepte (el desequilibrio de honorarios es, además, inasumible) la oferta de ser Presidente de Gobierno, ni siquiera aceptará, creemos, incorporarse como asesor, junto a Krugman, Stiglitz, Samuelson, Keynes, ...

El fútbol es mucho más serio que todo eso. El fútbol es el fútbol, estúpidos.

 

Sobre la presencia de la Reina Sofía y Rafael Nadal en el Roland Garros

El Roland Garros del 2010 ha sido ganado por el tenista español Rafael (Rafa) Nadal. Es un trofeo de antigua raigambre que, desde hace algunos años, está patrocinado por IBM. El torneo de este año de referencia fue especialmente emotivo para el aficionado español, pues el admirado deportista Nadal volvió a situarse en el número 1 mundial de entre los practicantes profesionales de este juego de pelota.


Como es sabido, en España no sabemos bien qué hacer con nuestra Monarquía. Defendida la institución por la Constitución Española, el español con tendencia republicana se ha encontrado con dos realidades molestas: Una, la constatación histórica de que, cada vez que nos hemos embarcado en una aventura republicana -salvo en la época romana- nos ha ido mal; otra, la prueba fehaciente , para quienes son capaces de ver con ojos limpios a través de las telarañas ideológicas, de que tenemos una magnífica y sorprendentemente versátil Familia Real.


Formada para el cargo, simpática y, por tanto, querida por el pueblo llano, valiente y hábil para con los que se desmadran, aunque sean teóricamente de los suyos -23-F-, y respetada, por complejos motivos, por el variopinto elenco de mandatarios internacionales.


Pero cuidado, con enseñar mucho el plumero de la vulnerabilidad, que es aquello que nos hace a todos iguales y reniega de las diferencias de cuna. Bien está, porque ocultarlo sería de necios en esta época, que los Reyes y sus Principescos e Infantescos retoños muestren su lado humano; nadie se creería hoy, salvo en desgraciados pueblos incultos, que los monarcas y Dios andan de la mano.


Ese lado humano, sin embargo, no debiera prodigarse ni ser el único que se muestre, para no caer en lo simplón. Debe conservarse un halo importante de misterio, de ocultación, para no correr el riesgo de que la gente entienda que el Rey va desnudo, es decir, que es simplemente, uno de los suyos, con todas las consecuencias.


Lo ha demostrado (en un desliz o mal aconsejado) SM El Rey alabando la Sanidad pública después de una intenrvención, con todas las garantías reales, en el Clínic de Barcelona. Lo ha demostrado (en otro desliz, este especialmente incomprensible) SM La Reina, asistiendo, junto al Presidente Zapatero (este en caída libre, física y síquica) en la reunión del clan de los Bilderberg.


Pertenece al mismo conjunto de deslizamientos la aparición de SM La Reina, acompañando (¿o acompañada?) a un Secretario de Estado que vive de acudir a encuentros lúdicos en los que pueda haber ganancia, -el Sr. Lissavetzky-, y, sobre todo, hay desliz en sus declaraciones posteriores, a las que no estaba ni obligada, puesto que tampoco las hace cuando visita un centro de investigación, una Universidad o una empresa de alta tecnología.


La afición a los deportes de la Familia Real española puede justificar la presencia de su sangre azul en ciertos acontecimientos que prefieran no seguir por la tele. Desde aquellos en que las actitudes realengas son más pasivas, como el fútbol, hasta aquellas en las que se muestran -algunos de miembros- más activos, como la vela o la hípica; desde los espectáculos más cruentos y bastante controvertidos, como el toreo, hasta los incruentos y casi unánimemente plausibles, como el fútbol sala o el baloncesto. 


En esa línea se puede entender, decimos, la presencia de SM la Reina Sofía en París, para ver jugar a Nadal.


Lo que no nos resulta tan inteligible es que, al término del certamen, conceda declaraciones para afirmar que "Me hace feliz que vuelva a ser el número uno". Mejor resulta, desde el punto de vista formal, esta otra expresión, en plural mayestático, que también se le ha oído, comunicada directamente al súbdito vencedor en el torneo: "¡Enhorabuena! Por fin has conseguido de nuevo el nº1. Estamos contentísimos. Es para España un orgullo tener un tenista así".


Analizándolo todo, cabe la duda: ¿No hubiera estado S.M. mejor callada? Sonriente, feliz, pero callada...


Anótenlo, si les place, los asesores de imagen. Valoren, para próximas ocasiones -que las habrá, felizmente para el deporte español-, qué es lo que conviene que haga, diga, manifieste, exteriorice o simplemente deje intuir, de lo que piensa, ama, hace -tanto con los afectos como con los dineros-, la observada, criticada, querida, adorada, imprescindible, magnífica, Familia Real española.


 

Sobre el fútbol como manifestación de la desigualdad

La Liga española ha cerrado el 16 de mayo de 2010 uno de los capítulos más desgraciados de su historia. Dos equipos -Barça y Real Madrid- han manifestado una superioridad aplastante respecto a los demás que competían en la misma división. Quizá para algunos fue emocionante comprobar que hasta el último partido no se estaba plenamente seguro acerca de cuál de esas dos formaciones deportivas podría alzarse con el título liguero.

Pero para los jugadores, técnicos, responsables y, sobre todo, para los seguidores, de los restantes equipos de la competición, no había habido tal espectáculo. Saber que vas a perder ante equipos cuyos presidentes y promotores manejan millones como quien lava, y ante figuras que están cobrando cien veces más que tú para humillarte, no te da satisfacción alguna.

Por eso, creemos que o se corrige la situación, o el fútbol español ha entrado en un camino muy peligroso. No hay que estar feliz de tener una competición en la que hay dos equipos formados por jugadores capaces de hacer filigranas propias de arena circence con el balón en los pies y otros catorce -o dieciocho- que tienen que luchar entre sí por la permanencia en la categoría.

Y ni siquiera es posible recurrir a la previsible alegría de vencer al contrario cuando esos equipos de atletas excepcionales salen a sudar la camiseta fuera de España. No. La experiencia de este año ha venido a demostrar que, cuando esos equipos que se pasean como apisonadoras por los campos españoles, se ven en la tesitura de enfrentarse con los campeones de otras ligas, en certámenes internacionales, no obtienen tan buenos resultados como cabría esperar de sus éxitos en la competición española.

Esas figuras conquistadas a golpe de talón, que asombran con sus florituras en los campos de los equipos mucho más modestos de la geografía española, demuestran los vacíos en su preparación, incluso desvelan su falta de motivación, y les cuesta mucho ganar y, al cabo, se comprueba que, chocando contra un igual, deben resignarse a saber perder.

Esta es la enseñanza. Hay que favorecer que todos los equipos de una misma competición lo hagan, más o menos, en igualdad de condiciones.

Si, amparándose en que las reglas son iguales para todos, se consiente que dos equipos dispongan de prácticamente todos los medios publicitarios, se repartan entre ambos los derechos televisivos, construyan estadios para albergar ciudades enteras, y utilicen desde sus cuevas de influencia todos los resortes para convertir un deporte en maniobra de acumulación de poder y dinero, ya no hay que hablar de deporte, ni de espectáculo. Ni siquiera de negocio.

Nos da la impresión de que estas reflexiones no son ajenas a las que se deben estar haciendo en los cuarteles del Barça y del Madrid. Hay que sacar conclusiones si se ha visto que estos equipos capaces de obtener cien puntos en la Liga nacional, cuando compiten en igualdad de condiciones, lo pasan mal como cualquiera. 

Crece el riesgo de que incluso la afición de esos dos equipos acabe cayéndose de la burra, y, por eso, sus presidentes y principales accionistas, que han visto en el fútbol un estupendo negocio publicitario, ponen esa cara de pocos amigos cuando sus deportivos frankestein pierden en las competiciones extranjeras, porque ven sus inversiones en peligro.

Devolvamos al fútbol la dignidad de un espectáculo deportivo, recuperemos las canteras locales, ayudemos a los equipos modestos a salvar sus economías y premiar a los jóvenes deportistas de sus barrios.

(Nota para poco informados en fútbol, a pesar de que un 10% de la información diaria de los media españoles se dedica a este deporte: En la Liga 2009-2010, el Barcelona solo perdió 1 partido de 38 jugados; la diferencia entre el Madrid y el Valencia, siguiente clasificado, es de 28 puntos; el Xerez, último clasificado, terminó con 65 puntos menos que el Barça.)

Sobre los Sherpas, la fama y el dinero

Sherpa significa Hombre del Este, pero para los seres humanos occidentales, son los criados que ayudan a los montañistas de élite a alcanzar las altas cimas del Himalaya. 

Haber sido el primer occidental en poner el pie en una cumbre de más de 8 kilómetros supuso una cierta fama para quien logró la hazaña. A Edmund Hillary le acompañó uno de esos individuos, hombrecitos de las nieves, que viven por allá, en el Nepal, en donde ha crecido geomorfóilógicamente el Himalaya.

Se conoce su nombre: Tenzig Norga. Fue nombrado incluso caballero británico, pues por aquel entonces esas siempre remotas tierras pertenecían al segundo Imperio mayor que vieron los siglos. No fue el primero en pisar el Everest porque cedió a su jefe y compañero de expedición el honor o lo que fuera de ser el primer ser humano en hollar la "mítica montaña" (se dice así, ¿no?), que lleva ese nombre en los mapas occidentales en recuerdo del topógrafo que calculó su altura y la detectó como la cumbre más alta del planeta.

Para los tibetanos, parece que no tenía por entonces aún nombre. Para qué. Hoy, los tibetanos la llaman Qomolangma Feng (madre del Universo) y los gobernantes de Nepal en 1960 pretenden que debe llamarse Sagarmatha (Cabeza del cielo). Un lío.

No hay comparación de méritos, porque los sherpas, acostumbrados genéticamente a la altura, porque viven a los 4.000 m, la mayoría superan los niveles de los 7.000 m o más sin problemas. No necesitan botellas de oxígeno y, por tanto, pueden hacer de porteadores de los equipamientos de los demás.

Desde hace algún tiempo, abrir nuevas vías de acceso a las montañas más altas del planeta, hacerlo de noche o en condiciones muy adversas, realizarlo solo o andando hacia atrás, o combinar una decena, o todas de las ascensiones más peligrosas, además de notoriedad, supone algo más interesante que el placer de ver un bonito paisaje, segregar mucha adrenalina o demostrar la fuerza de voluntad del ser humano. Para el pueblo Sherpa, se abrió una oportunidad de ingresos extraordinarios.

Subir a una alta cumbre porque sí es un deporte de riesgo, pero a nadie se le ocurriría hacerlo sin fotógrafos. Por eso, hay publicidad detrás de cada ascensión importante, con su teatro. Se mueve bastante dinero, que aportan los que se quedan abajo. Anunciantes de productos de montañismo, de refuerzo energético, de visión nocturna, de resistencia, etc. Los equipos de distintas nacionalidades compiten en ofrecer las imágenes más audaces, más brillantes a cámaras que pudieran estar portadas por Sherpas y afines.

Los Sherpas no valoran como deporte subir las montañas de su tierra; es una tontería para ellos hablar de proeza cuando la mayoría, con algo de entrenamiento, puede hacerlo. Pero la actividad del montañismo de altura como deporte ha traído consecuencias serias, pues para muchos de ellos, organizados por el gobierno de Nepal, acompañar a las expediciones de montañeros se ha convertido en medio de vida.

Son una garantía de que todo vaya bien. Gente sufrida, recia, acostumbrada a la austeridad. Conocen las montañas, saben encontrar los caminos más simples, leyéndolas. Resisten a las condiciones más duras. Es obligatorio, llevar al menos un sherpa con cada expedición, desde hace años. Se les paga de acuerdo a baremos relativamente fijos y se les debe proveer de equipaje, alimentación, enseres. Son los acompañantes perfectos para los héroes occidentales de la escalada.

Y ahora, vamos, a la histeria reciente. Es increíble que los Sherpas de la expedición de la coreana Oh´s (el espíritu de superación occidental también ha prendido en el mundo oriental cualificado) que se cruzaron con la expedición del español Oiarzabal después de alcanzar el Anapurna, no aceptaran colaborar.

Se les ofrecieron incluso 6.000 dólares, que es muchísimo para ellos, que suben a la montaña más alta por 1.500 a 3.000 dólares. Además, en este caso, solo tenían que volver a subir a la altura de 7.500 metros, más o menos, en donde Josu Calafat había sufrido un edema cerebral, y encontrarlo.

Buscar un montañero en el Himalaya y encontrar un aguja en un pajar deben ser equivalentes. Pero para un Sherpa es fácil; esos enanos son resistentes, han nacido y crecido allí.

Qué importaba que estuvieran cansados, agotados. Qué importaría que sus compañeros hubieran dejado a Calafat solo, preocupándose, por supuesto, de pedir ayuda por sus teléfonos móviles.

Estamos comparando a quienes lo hacen por dinero o por prestigio. A quienes se ganan la vida con un riesgo o hacen publicidad. A siervos de la gleba ascensional con deportistas de la élite mundial. A los que dejan sus nombres estampados en la Historia cpm los que no tienen más historia que conseguir algo más de libertad para vivir un pelín mejor.

Nos hemos enterado también que Josu Calafat se había pagado de su propio bolsillo la participación en la escalada, porque no tenía patrocinador. Eso sí que es un hándicap, Josu.

Hemos puestos nuestra lupa particular sobre la historia y hemos visto, de pronto, a los Sherpas Sonam y Dawa, volviendo a subir en busca de Calafat. Desgraciadamente, no lo encontraron aquella noche, y no es fácil adivinar lo que pensaban mientras ascendían de nuevo.

A la mañana siguiente, se pudo hallar el cuerpo del deportista, desgraciadamente fallecido. Un helicóptero bajó a algunos de sus compis, desolados, rotos, al campo base, en donde hubo quien tuvo palabras duras contra la falta de solidaridad de los Sherpas de Oh´s, que no habían querido retornar a subir ni por todo el oro del mundo (su equivalente, queremos decir, para ellos).

El helicóptero recogió también el cuerpo del infortunado escalador. Pero los Sherpas Sonam y Dawa rehusaron bajar de ese modo. No querían dejar abandonados sus equipajes de montaña. No deseaban perder su medio de vida. Porque, quizá, a la semana, incluso al día siguiente, tendrían que volver a acompañar a algunos deportistas de élite, para que consumaran su hazaña.

Y, Vd, lector, ¿qué se considera, Sherpa o deportista de élite?. Conteste después de la publicidad, por favor.

Sobre los juegos olímpicos, de Madrid a Río

El sueño olímpico de Madrid se ha roto en un frustrado amanecer, vencido en última instancia -que es donde más duele- por la candidatura de Río de Janeiro.

Es posible -y necesario-, desde la calma posterior a la tormenta, extraer varias consecuencias, algunas francamente negativas y otras, razonablemente positivas.

En primer lugar, hay que reconocer que la elección de ese conglomerado variopinto de compromisarios, en el que se reúnen las más complejas relaciones de personajes desde la política elemental, al deporte, la farándula e incluso la capacidad de algunos para obtener un cómodo y saneado modus vivendi, ha sido la más acertada. La más conveniente, la mejor. En realidad, la única opción válida.

No se conocen, en verdad, los criterios seguidos por esos noventaitantos que consiguieron concitar la tensión de varios cientos de millones de personas de a pié, entre los que se contaban la mayor parte de los madrileños, obnubilados por una fantasía irrealizable.

Porque todos podrían imaginar, hasta el voluntarioso y obstinado alcalde de Madrid, Alberto Gallardón, que Madrid no tenía opciones, gastárase lo que se gastara, y movilizárase a quien se movilizara.

No las tenía porque:

a) España no era país preferente. Barcelona ya había tenido sus juegos olímpicos, y antes que Madrid habría que salvaguardar otras opciones en Europa y, en concreto, las de París o Roma; por eso, era necesario sacrificar a Madrid, llevándola hasta la final, para dejarla morir exhausta en la orilla;

b) Brasil representa el futuro, la esperanza de cien millones de brasileiros y de cuatrocientos millones de sudamericanos, el guiño a los BICs frente a los PIGs; Río es una hermosa ciudad, con problemas de delincuencia y tensión social, sí, pero con un carisma y encanto inigualables dentro del continente americano;

c) se ha dado una bandeja de plata a los compromisarios para que aparenten una inexistente neutralidad y su imposible resistencia al tráfico de influencias: ni Obama, ni Rey Juan Carlos, ni presiones de mandatarios carismáticos; seguramente, Obama fue informado por sus espías de lo que se ventilaba, y propuso la rápida eliminación de Chicago. La eliminación de la candidatura española en la última ronda fue también un premio de consolación a la innecesaria presencia de S.M., a quien se le hizo pronunciar un meloso discurso de postulante perdedor.

Lula ha estado, además, genial. En una presentación directa, breve, nada lacrimógena ni grandilocuente, ha puesto el dedo en la llaga de lo que Brasil y Río representan: el futuro, ni más ni menos; la esperanza, el cambio.

Madrid, además de una ciudad patas arriba, empantanada en obras interminables y en gran parte innecesarias, tiene una infraestructura deportiva mejor, que habrá que enseñar a utilizar bien, no solamente para ser sede de juegos deportivos (que también), sino para animar a la juventud, y no solo la élite deportiva, a mover el solomillo.

Y, desde luego, ahora, a los madrileños y españoles les queda por hacer lo más ingrato: ¡A pagar!

Sobre la solvencia del Real Madrid y el activo Ronaldo

El país -el nuestro y todos- está en crisis profunda, pero el Real Madrid, no. El ciudadano normal no tiene crédito, pero esa institución deportiva que tiene una deuda cercana a los 800 millones de euros, sí.

El Real Madrid es una agrupación mercantil con intereses variados -confesables e inconfesables, suponemos- que basa su fama en pretender mantenerse como uno de los grandes equipos de fútbol del mundo.

Como el fútbol es la más global de nuestras aficiones, no haría falta explicar en qué consiste. Jugarlo es barato (hay niños en Africa subsahariana que disfrutan dándole patadas a una lata vacía, a un amasijo de telas o a un viejo plástico desinflado). Y es muy divertido jugarlo. Todos lo hemos hecho alguna vez, de niños o de adultos; incluso muchas.

Pero el fútbol al que nos referimos no es el que se practica, sino el que se ve, y preferiblemente a través de una pantalla de televisión.

Ese fútbol es un supuesto deporte en el que 22 atletas de verdad(en realidad, 23, pues el árbitro también lo es; incluso puede que haya que incluir a los liniers y a los recoge pelotas), juegan a meter una pelota en la portería contraria para justificar sueldos inalcanzables para cualquier otro ser humano, mientras los espectadores, en general, parece que lo que se juegan es alguna parcela del honor.

Por eso, meter un gol les causará  una emoción indecible a la mitad de esos atletas -que restregarán sus caras, pechos o culos, levantarán sus camisetas para dejar ver alguna inscripción intranscendete o sus pectorales bien formados, y, en fin, se amontonorán unos encima de otros en una efusión incontenible, estudiada por sociólogos como manifestación gregaria de homosexualidad contenida. Puede que incluso, hagan cortes de manga a la afición contraria.

Al día siguiente, los mejores periodistas del mundo glosarán cada una de sus jugadas, analizarán las estrategias de los entrenadores que, puede ser, incluso estarán muy bien pagados y serán venerados en ciertos sectores como gestores de élite. Habrá muchos más días entre partido y partido y, por supuesto, será imprescindible para una parte de la población mundial, conocer qué opinan, qué comen, cómo se sienten, cómo se cuidan, cómo se divierten, etc. esos bienaventrados.

El Real Madrid es solvente. Paga sus intereses con religiosidad blanca. Lo han dicho directivos del BSHC, de Cajamadrid y de otras entidades financieras. Ronaldo merece que se pague lo que sea por él (por ejemplo, algo cercano a los cien millones de euros), porque rentabiliza esa inversión. Ronaldo es un activo semitangible, un valor seguro.

En el mismo momento en que se produce esta insensatez, miles de investigadores, centenares de miles de profesionales de la ingeniería, de la ciencia, de las artes, de las humanidades y de las calamidades, penan para sacarse adelante una familia, un proyecto importante para la sociedad, quizá, descubrir una vacuna que salvará millones de vidas.

Comprendemos bien que al Presidente Zapatero no le guste esta forma de invertir el dinero. Suponemos que dejará de asistir a los partidos desde el palco de honor y, si le gusta emocionarse con esos atletas u otros, lo hará, en el supuesto que le quede tiempo, desde su casa en la Moncloa o en la peña de León con los amigos del dominó y las cañas.

Tal vez en el palco estén, en su lugar -sugerimos- Margarita Salas, David Martínez Vázquez, Augusto Silva, Alvaro Gómez, Santiago Grisolía, Valentín Fuster, Pedro Miguel Etxenique, etc.-. Para que, al verlos, se nos caiga la cara de vergüenza.

Sobre la relación entre el sentido común y la alegría desbordante del forofo

El día 31 de mayo de 2009 se produjeron dos hechos sustanciales en la historia de Asturias. El Sporting de Gijón, que jugaba por la permanencia en primera división, ganó a un motivado Recreativo de Huelva, que llevaba ya varias jornadas hundido sin remisión en la categoría inferior. Por su parte, el Real Oviedo, culminó una brillante campaña deportiva por la que ascendió a Segunda B, consolidando así una marcha ascendente hacia las categorías de honor.

Estas dos gestas de dimensiones indescriptibles, provocaron que miles de ciudadanos salieran a la calle, hicieran sonar estrepitosamente las bocinas de sus automóviles, se bañaran vestidos en las fuentes públicas y justificaran ante sí mismos y sus amigos y familiares la razón para emborracharse un poquito y, tal vez, enzarzarse en alguna discusión malresuelta a puñetazos.

Hace apenas dos semanas, algunos de los seguidores de un club de fútbol que ha proporcionado las mayores gestas a la cultura catalana y, por ende, española, tuvieron ocasión de demostrar su alta vinculación con el equipo de sus sueños, a saber, el Barça, liándose a mamporros con los mossos de esquadra, incapaces estos últimos de entender que, por una vez, la calle era de los primeros, pues el equipo de Pep Guardiola había conseguido ser tricampeón mundial, proeza imposible salvo para los hijos de los diosees.

De estos concretos ejemplos, se puede colegir la relción entre el sentido común y la alegría desbordante de los forofos, c.q.s.d. (como-se-quería-demostrar)

Sobre hinchas deportivos, símbolos y repercusiones

La final de la Copa del Rey de 2009, supuso la confrontación deportiva, en fútbol, entre equipos de dos regiones españolas con señalada retranca autonomista:  Barça y Athletic.

Algunos vieron en la circunstancia y en el hecho de encontrarse en disposición de presenciar en directo el espectáculo, una oportunidad. La de mostrar que ambas regiones comparten las mismas actitudes anticentralistas, independentistas y, por ende, republicanas. Cataluña y el País Vasco, juntos contra el resto de España. El marco hacía el reto aún más apetecible: campo del Mestalla, Valencia.

El acto deportivo contaba, por supuesto, con toda la cobertura mediática imaginable para un evento que prometía ser muy interesante, dado el excelente estado de juego del Barcelona y las ganas de hacerse con el título copero del Atlético de Bilbao, ayuno de gloria deportiva desde décadas.

En el palco se encontraba la representación adecuada de las autoridades, teniendo en cuenta que se trataba de la mayor manifestación cultural de uno de los países más avanzados del planeta. Todos esperaban, en pié,  la entrada al estadio de los Reyes de España, SAR D. Juan Carlos y SAR Da. Sofía.

Como está señalado en el protocolo, sonó el himno nacional. Se oyeron algunas protestas. Contagiados, la gran mayoría de los asistentes, tanto los de camiseta rojiblanca como los de las blaugranas, irrumpió en un silbido estruendoso; Muchos gritaron: "¡Fuera, fuera!".

Los regidores de  la emisora pública, RTE-1, que seguramente transmitía con unos pocos segundos de retraso el evento, cambió la señal de inmediato por una conexión desde Bilbao. El director deportivo de la emisora pública, que se apellida Reyes, tuvo que dimitir al día siguiente, a pesar de haber explicado que se había tratado de "un fallo humano", porque, al decir de los que se alimentan de los detalles, es "un escándalo que en este país democrático se censuren imágenes".

Nos parece que el escándalo está en que varias decenas de miles de españoles, presentes en un campo de fútbol, para ver un acontecimiento deportivo, coincidan mayoritariamente en demostrar su falta de respeto hacia los símbolos del Estado, Monarquía e himno nacional.

Y hayan demostrado lo sencillo que es encender una mecha de incultura en una multitud, sin haber reparado en lo vacuo de lanzarse piedras al propio tejado.

Porque, monárquicos como republicanos, lo que estábamos preparados para ver no era una votación ni la manifestación de un deseo nacionalista. Era el espectáculo de veintidós tipos en calzoncillos pegándole patadas a un esférico.

Nos encontramos, por el contrario, cuando en el descanso del partido nos fueron ofrecidas las imágenes previamente escamoteadas, con varios miles de espectadores que habían perdido el control. Que estaban dispuestos a linchar su compostura, ante un grupo de personajes que, lo quisieran o no, estaban representando las instituciones españolas, el Estado, el gobierno de las Autonomías.

Exhibicionistas ante varios millones de personas sentadas en sus casas ante el aparato de la tele, cerveza o cola en mano.

Para el próximo año, tal vez habrá que meditar si conviene que el Rey asista a la Copa que lleva su nombre si algún equipo vasco o catalán llega a la final. O que se interprete en lugar del himno nacional, una charanga.

Porque o reciben una educación de urgencia, o los hinchas españoles catalanos y vascos seguirán en su propósito de cachondearse de los símbolos, los suyos y los de todos. Se han tomado la realidad por un juego de pelota, en el que lo más importante de sus vidas es ganar el partido.

Sobre el consuelo del circo

La recién nombrada ministra de Economía española, Elena Salgado, en las primeras entrevistas concedidas, ha puesto sobre el tapete político una de las ideas filosóficas que, en sintonía clara con el presidente de Gobierno, señalará su programa.

Preguntada acerca de si aconsejará a los españoles que se abrochen los cinturones (expresión simbólica por la que se viene admitiendo que hay que reducir el consumo irresponsable, cobrar menos y trabajar más) ha declarado que: "No es hora de pedir sacrificios a los españoles . Lo que hay que hacer es difundir entusiasmo" (El País, 12 de abril de 2009).

Cuando se compara la declaración con las que venía realizando últimamente su antecesor en el Ministerio, Pedro Solbes, se advierte que, más que una fórmula de naturaleza económica, lo que ha pretendido la nueva ministra es señalar un cambio de tono.

Nada de pensamientos quejumbrosos. Alegría. Optimismo. Entusiasmo.

Más circo, pues.

Aunque nos da la impresión que el pan y el circo no son magnitudes recíprocamente compensables. Pero por intentarlo...

Sobre la política de fomento del deporte en España

La afición a la práctica del deporte española está al nivel más bajo de la Unión Europea. Podemos tener un puñado de deportistas que se codean con la élites y los estadios de fútbol puede llenase todos los miércoles y domingos de vociferantes aficionados. Pero las canchas deportivas están vacías, las pistas con recorridos de mantenimiento lucen los aparatos rotos y las indicaciones están borradas con pintadas de imbéciles incontrolados.

Algunos achacarán el escaso interés por el deporte activo a que las instalaciones deportivas son insuficientes. No hay tal. Hay demasiadas. Solo que están mal situadas. En este caso como en otros, el traslado de las competencias desde la Administración central a las autonómicas y de estas, a las municipales, ha propiciado una escalada de despropósitos, como resultado de la cual no hay una instalación en relación con la población potencial usuaria o las aficiones locales detectadas, sino allí donde el político de turno con capacidad de decisión tenía la mayor parte de su parroquia de votantes.

Como resultado, tenemos piscinas municipales (por cierto, el deporte con más indice de participación ciudadana) en sitios en donde la mayor parte del año hace un frío que se las pela, estadios de balóncesto en donde no hay ni siquiera suficientes jóvenes para formar un equipo, y zonas de costosos aparatos al aire libre en donde los canes hacen sus necesidades entre las herrumbres sin uso.

Urge recuperar una política centralizada del deporte. Que evite despilfarros, que valore utilizaciones, que promueva el uso de las instalaciones entre los jóvenes y las demás edades objetivo, y que traslade a la población que no por tener un par de Fernando Alonso y Rafa Nadal y asistir al estadio para aplaudir o silbar a nuestro equipo de fútbol mientras fumamos un veguero tenemos la mínima madera de deportistas.

Seguramente, además, con un estímulo serio y coordinado, conseguiremos sacar a los jóvenes de la droga y los botellones, enseñemos solidaridad a nuestra sociedad, comeremos mejor y nos sentiremos más saludables.

Sobre hipotéticos genes familiares exóticos

 Si se observa la coincidencia curricular de los miembros de algunas familias, se podría pensar que existen genes especiales que favorecen habilidades concretas.

Apellidarse Basol implica facilidad para ser una figura mundial del baloncesto (porque se crecerá hasta alcanzar el techo de la habitación y se tendrá un temperamento ganador incuestionable, entre otras virtudes). Pertenecer al clan Willians, y ser mujer, significaría aumentar la concentración de opciones para convertirte en una tenista imbatible (además de ser, salvo cuando se engorde, bastante atractiva).

La facilidad genética de los Sánchez Vicario para moverse con las raquetas o de los Fernández Ochoa para tripular unos esquíes sobre nieve no podrá ser olvidada jamás.

El caso de los genes presentes en los Kennedy, o los Bush (al que cabría incluir por contacto marital, el de los Clinton y Kirchner; y, en España, eximir a los investigadores de presentar una lista, porque sería interminable), para explicar su capacidad política para llegar a ser presidentes de los Estados Unidos -aunque con muy diferente aplicación- no puede discutirse. Es disímil, en principio, -aunque conduzca a resultados equivalente- al caso de los Bubarak, y no muy diferente al de los Gandhi. Se pueden poner otros muchos ejemplos, por supuesto.

Entre los artistas del cante y baile, la línea genética singular es tan común -al nivel de élite del que hablamos- que huelga traer ejemplos, pero vamos a citar algunos, para no dejar viudo el comentario en este punto. Los Flores, los Dúrcal, los Iglesias, sirvan como muestra.

Sucede lo mismo en el cine y otras artes. Ahí están los ejemplos de los Molina, de las Cruz, de los Bergman-Rosellini, los Douglas. No se escapa la ingeniería, ni la filosofía, ni siquiera el papado (aunque aquí haya que retroceder al siglo XV, para toparse con los Borgia).

Sería un proyecto de investigación apasionante. Detectar los genes que conducen al éxito, circunscribiéndolos a aquellos resultados que repiten de forma idéntica los de otros familiares. Para seleccionar, por ejemplo, los que se deben exclusivamente a méritos propios de aquellos que son el resultado de la capacidad de movilizar el entorno social para reutilizar el pedestal al que un miembro familiar se ha conseguido encumbrar. Que también será algo genético, por lo que parece.

Sobre los deportistas de élite y los kleenex

La insólita comparación que da título a este comentario fue realizada por Coral Bistuer en el marco de uno de esos desayunos del Foro Intereconomía que el incansable Luis Usera organiza con regularidad. El tema era, esta vez, "Deporte, empresa y sociedad" y contó con las intnervenciones de un elenco de deportistas de élite, ya retirados en su práctica totalidad de las competiciones.

Algunos, como Carlota Castrejana, hasta ayer mismo realizaban saltos de campeonato, y hoy se dedican a la abogacía (Por cierto, la más común, por lo que parece, de las titulaciones universitarias de quienes han podido compaginar deporte y estudios). Coral Bistuer es también licenciada en Derecho, según nos dijo. Y Jaime Lissavetzky, en la clausura, también reflejó su propia capacidad de adaptación, desde su anterior puesto como investigador en el CSIC, en tanto que licenciado en químicas.

Otros inervinientes, como Teresa Perales, aún están en activo, y siguen ganado medallas, pero se están preparando para el futuro, pues, además, es asesora de Fomento y Deportes en el Ayuntamiento de Zaragoza. Un duro periplo el suyo, después de quedar a los 19 años hemipléjica, y necesitada de echar mano a su fuerza de voluntad para transformar "el diamante en bruto" que supuso para su entrenador de natación hallarse de pronto con una joven que apenas sabía nadar (y que consiguió, hasta ahora, 16 medallas olímpicas).

Más alejados de la competición, pero conscientes de la problemática del deportista de élite cuando se apagan los focos de la fama porque el término de la edad deportiva llamó a la puerta, se encontraban Colomán Trabajo o Mariano Ruiz, dedicados a la política (el primero, como diputado en la Asamblea de Madrid y el segundo como coordinador de deportes paralímpicos de Madrid 2016).

La temática estuvo clara desde el principio, y los deportistas que contaron sus experiencias en el panel lo expusieron con toda crudeza. Después de haber dado los mejores años de su vida para entrenar y competir, consiguiendo muchos de ellos, triunfos para el deporte español que han sido muy celebrados políticamente y aclamados por los aficionandos, se encuentran con que "han perdido el tren" y se enfrentan a años de soledad, estrés y readaptación.

Jaime Lissavetzky negó la mayor de los planteamientos esbozados en las exposiciones de los ex-deportistas, defendiendo el interés de la Secretaría de Deporte por su readaptación, reiterando las 5 líneas de trabajo del Consejo Superior de Deportes, la voluntad de confeccionar un Libro Blanco del Deporte español y, en particular, ilustrando sobre el programa piloto dedicado a encontrar una salida profesional post-deportiva a los 1.600-1.700 periodistas de élite que, en promedio, forman el núcleo básico del deporte español de competición.

El secretario de Estado está contento por los buenos resultados del deporte español ("2008 ha sido el mejor año de la historia") y espera incluso que el 29 de noviembre se consigan 3 presidencias de federación internacional (Marisol Casado  -triatlón-, Pachi Perurena -canoa- y Leandro Negre -hockey hierba-).

Sobre la liberté para Santos y los derechos de los hinchas

A los que somos poco aficionados a ver el fútbol, siempre nos sorprenderá el interés que provocan las cuestiones surgidas en torno a este deporte. Se ha hablado con desprecio de las marujas -aquellas mujeres que se preocupan de detalles intrascendentes de la vida de otros-, pero la categoría de los hinchas futboleros está a muy superior nivel, cuando se toma como medida de su enajenación el interés por las nimiedades más absurdas.

Hay diferentes niveles de forofos, o hinchas, por supuesto. La categoría de los que lanzan una silla contra la policía antidisturbios después de un partido de fútbol en campo ajeno es muy especial. Si de esa actuación resulta uno de los agentes con heridas graves en la cabeza que merecen siete puntos de sutura, la cualificación del energúmeno no debiera cambiar. En los altercados entre huelguistas y fuerzas de seguridad se producen lanzamientos de piedras, objetos metálicos y otros elementos que arriesgan, por supuesto, con  provocar heridas y contusiones.

La familia de Santos Mirasierra, el energúmeno lanzasillas, y muchos aficionados y adheridos del Olympic de Marsella, piden la liberté pour Santos, que, desde su actuación irreflexiva, está en prisión preventiva, y arriesga que le enchironen por cuatro años (la fiscalía pide ocho). Su abogado, Erlantz Ibarrondo, en prudentes declaraciones, no ve razón para tanta amenaza de castigo, en el que se acumulan los cuatro años por desórdenes públicos a otros cuatro por un delito de lesiones.

Nosotros tampoco vemos motivo para tanto despliegue, ni creemos necesaria la intervención del presidente Sarkozy para arreglar lo que parece un exceso de celo en la prevención de una peligrosidad que no se había manifestado hasta ahora por parte del tal Santos. Ese hincha es un pobre imbécil que se amaparaba en su presunto anonimato para lanzar objetos contra la policía que trataba de reprimir lo que parecía podía convertirse en una batalla campal.

Santos merece un correctivo, y seguramente un par de años en la cárcel le vendrán estupendamente para recapacitar -a él y a los hinchas de su misma categoría mental- pero la repulsa sicológica que provoca en un fiscal y en un juez de insrucción, como nosotros, poco aficionados al fútbol, por lo que parece, no debiera exacerbar el castigo. Por eso, hasta que le juzguen, y dado que es un ciudadano hispano-francés, que lo dejen en libertad condicional.

Y hablando de libertades, seguimos denunciando la necesidad de liberar a la abogada Carrascosa, madre prisionera por amor a su hija, sometida a la máquina de la justicia imperialista norteamericana, y que no  ha sido escuchada en ninguno de sus alegatos de defensa de las razones por las que no quiere entregar a su niña a su padre maltratador, por muy ciudadano de primera que le conceptúen.

Ahí sí que haría falta que interviniera, de una vez, Sarkozy, que tanta mano parece tener con las causas difíciles, y, a cambio del favor, le canjearíamos al impresentable Santos por poder homenajear a la heroína Carrascosa.

Sobre la torpeza

La torpeza es la manifestación de una carencia respecto a la cualidad esperada. Los torpes no son inferiores, sino que, pudiendo ser iguales, en incluso superiores, no encuentran la manera de poner en valor sus condiciones.

En este mundo competitivo, hay muy pocos torpes. Todos nos esforzamos en rendir al máximo, cuando se trata de conseguir algo que nos pueda favorecer. Y si no nos interesa lo que está en juego, sencillamente, escurrimos el bulto, no participamos.

Viene a cuento este comentario, porque en los Juegos Olímpicos hemos visto una demostración de gran valor sobre las consecuencias del deseo de superación. Es decir, de las cualidades que son contrarias para la aparición de la torpeza. Los que competían eran los mejores del mundo en sus especialidades, y lo hacían sin resquicio para la torpeza, dando lo mejor de sí.