Sobre la Roja, el paradigma y la renovación del Ejecutivo
Sobre el paradigma del fútbol ha escrito hasta Joaquín Leguina, un ex-presidente de la Comunidad Madrid que iba para más y que se quedó en la gloria de ser crítico con sus correligionarios, al estilo tegolpeoperonotenoqueo de Felipe González, Joaquín Almunia y, en medida regional, Antonio Masip o Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
Resulta que, como vaticinó un pulpo criado en Alemania y soñaba todo el país, España ganó el Mundial de fútbol, y el equipo formado por un elenco de jóvenes majetes y simpáticos que juegan a ese deporte como si hubieran nacido para darle al balón, ha sido elevado a la categoría de modelo global.
Los fines de esta exaltación son, naturalmente, publicitarios. Mírese desde donde se mire. A nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que el esfuerzo por hacer vistosidades con una pelota en el pie, en controversia con otro grupo de atletas equivalentes, pueda ser, serenamente, validado como ejemplo a seguir para todos.
¿Que hemos disfrutado de la victoria, los españoles? Quién lo duda. ¿Que el fútbol es un espectáculo que puede ser divertido y emocionante si los del campo hilvanan buenos pases y tiran con acierto a gol y si, además, estamos creyendo rivalizar con todo un país cuyos representantes en la economía y la industria nos siguen mirando por encima del hombro cuando entramos a negociar algo?. Ignorarlo sería pecado.
La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, ha utilizado la base publicitaria de la Roja (el color de la camiseta española que ideó el Marqués de Villamejor en 1920) para proponerlo como modelo para su partido, el político, mientras se prepara la intervención del presidente del Gobierno español en el segundo debate de la legislatura sobre el estado de la nación (aún desastroso).
La euforia ha movilizado la inventiva (también las invectivas) hispana y han surgido múltiples propuestas de reforma, tanto del Ejecutivo, como de toda la oligarquía nacional.
La intervención de Pajín, mujer influyente en su partido, de fácil verbo y armas tomar, obligará a reflexionar sobre un Ejecutivo con once ministerios, aunque los papeles ya están muy perfilados.
Hay Ministros-cierre, implacables en el marcaje hombre a hombre (miembro a miembro, queremos decir); otros que están atentos -teóricamente, al menos- para verl@s venir; andan algo faltos de cabeza, para los remates, aunque se recorren muchos kilómetros (confiamos en que pagados de sus bolsillos), tenemos ministros en horas punta, si bien predominan los de horas valle; etc,.
No parece viable que Del Bosque acepte (el desequilibrio de honorarios es, además, inasumible) la oferta de ser Presidente de Gobierno, ni siquiera aceptará, creemos, incorporarse como asesor, junto a Krugman, Stiglitz, Samuelson, Keynes, ...
El fútbol es mucho más serio que todo eso. El fútbol es el fútbol, estúpidos.
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