Sobre la solvencia del Real Madrid y el activo Ronaldo
El país -el nuestro y todos- está en crisis profunda, pero el Real Madrid, no. El ciudadano normal no tiene crédito, pero esa institución deportiva que tiene una deuda cercana a los 800 millones de euros, sí.
El Real Madrid es una agrupación mercantil con intereses variados -confesables e inconfesables, suponemos- que basa su fama en pretender mantenerse como uno de los grandes equipos de fútbol del mundo.
Como el fútbol es la más global de nuestras aficiones, no haría falta explicar en qué consiste. Jugarlo es barato (hay niños en Africa subsahariana que disfrutan dándole patadas a una lata vacía, a un amasijo de telas o a un viejo plástico desinflado). Y es muy divertido jugarlo. Todos lo hemos hecho alguna vez, de niños o de adultos; incluso muchas.
Pero el fútbol al que nos referimos no es el que se practica, sino el que se ve, y preferiblemente a través de una pantalla de televisión.
Ese fútbol es un supuesto deporte en el que 22 atletas de verdad(en realidad, 23, pues el árbitro también lo es; incluso puede que haya que incluir a los liniers y a los recoge pelotas), juegan a meter una pelota en la portería contraria para justificar sueldos inalcanzables para cualquier otro ser humano, mientras los espectadores, en general, parece que lo que se juegan es alguna parcela del honor.
Por eso, meter un gol les causará una emoción indecible a la mitad de esos atletas -que restregarán sus caras, pechos o culos, levantarán sus camisetas para dejar ver alguna inscripción intranscendete o sus pectorales bien formados, y, en fin, se amontonorán unos encima de otros en una efusión incontenible, estudiada por sociólogos como manifestación gregaria de homosexualidad contenida. Puede que incluso, hagan cortes de manga a la afición contraria.
Al día siguiente, los mejores periodistas del mundo glosarán cada una de sus jugadas, analizarán las estrategias de los entrenadores que, puede ser, incluso estarán muy bien pagados y serán venerados en ciertos sectores como gestores de élite. Habrá muchos más días entre partido y partido y, por supuesto, será imprescindible para una parte de la población mundial, conocer qué opinan, qué comen, cómo se sienten, cómo se cuidan, cómo se divierten, etc. esos bienaventrados.
El Real Madrid es solvente. Paga sus intereses con religiosidad blanca. Lo han dicho directivos del BSHC, de Cajamadrid y de otras entidades financieras. Ronaldo merece que se pague lo que sea por él (por ejemplo, algo cercano a los cien millones de euros), porque rentabiliza esa inversión. Ronaldo es un activo semitangible, un valor seguro.
En el mismo momento en que se produce esta insensatez, miles de investigadores, centenares de miles de profesionales de la ingeniería, de la ciencia, de las artes, de las humanidades y de las calamidades, penan para sacarse adelante una familia, un proyecto importante para la sociedad, quizá, descubrir una vacuna que salvará millones de vidas.
Comprendemos bien que al Presidente Zapatero no le guste esta forma de invertir el dinero. Suponemos que dejará de asistir a los partidos desde el palco de honor y, si le gusta emocionarse con esos atletas u otros, lo hará, en el supuesto que le quede tiempo, desde su casa en la Moncloa o en la peña de León con los amigos del dominó y las cañas.
Tal vez en el palco estén, en su lugar -sugerimos- Margarita Salas, David Martínez Vázquez, Augusto Silva, Alvaro Gómez, Santiago Grisolía, Valentín Fuster, Pedro Miguel Etxenique, etc.-. Para que, al verlos, se nos caiga la cara de vergüenza.
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