Sobre el duopolio del fútbol español, la colusión de intereses y la estrategia de Florentino
La primera división de la liga en el fútbol español, desde hace unos años, se parece mucho a un mercado en el que solo dos empresas (duopolio) compiten por hacerse con la máxima cuota de clientes, sin regatear medios para alcanzar ese objetivo, y provocando que los demás intervinientes en el juego deban contentarse con las migajas del pastel.
Real Madrid y Barça cuentan, siendo los agentes principales en el mercado del ocio deportivo, con la capacidad de contratar a los mejores futobolistas, donde quiera que se encuentren; además de disponer de una clientela fiel, -a la que se convoca regularmente, de forma ritual, sin regatear publicidad y recursos, en estadios de gran capacidad-, han consolidado un planteamiento de "producto de calidad", que está convirtiendo en "madridistas" o "barcelonistas" a todo aficionado al fútbol, en cualquier lugar donde se encuentre
Si no se tratara de un negocio que está basado en la competición de un cierto número de litigantes, el asunto no tendría mucha vuelta de hoja: te conviertes en el mejor, concentras casi todo el comercio, y fijas los precios y la calidad como te de la gana.
Aquí, no. Eliminar del mercado a, prácticamente, todos los demás equipos -y, por añadidura, a las empresas y proyectos dentro del negocio del deporte y conexos- no tiene premio. Te ahogas.
Las consecuencias de la clara superioridad de dos equipos en relación con el resto, significa un disparo en la línea de flotación (es decir, amenaza gravemente la supervivencia) de la Liga española.
Nadie desea identificarse con un equipo que pierde por goleada cada vez que se enfrenta a esos grandes.
En la Liga española de Primera División se compite, no para obtener un galardón, sino para intentar no bajar de categoría -lo que, en realidad, tal como están las cosas, ni siquiera se acertaría a definir si es una ventaja o no-. Debido al poco interés de las competiciones habituales, los campos locales están regularmente semivacíos y sus jugadores, un número creciente de los cuales, no cobran desde hace varios meses, sueñan solo con ser alineados en el partido contra los dos grandes, y que eso signifique que un cazatalentos se fije en ellos, para que les fichen, y poder escaparse de la penuria.
Se puede, pues, morir de éxito, y eso les va a suceder al Barça y al Real Madrid, si no ponen remedio.
El duopolio Barça-Madrid ha fijado las condiciones para limitar la competencia. La colusión, es decir, el acuerdo entre ambos clubs -no importa si expreso o tácito- ha implicado contratar a los mejores futbolistas, sin regatear medios económicos ni importarle nacionalidades de origen; los mentores de ambos clubes alardean, también, de disponer de los óptimos y más mediáticos entrenadores, y no se descuida tampoco el comportamiento teatral de sus presidentes.
Han impuesto su concepción del negocio del fútbol. Equivocada a la larga, porque se han cargado la competencia, ya que los demás no pueden seguirlos.
Con otras palabras, y apuntando a las previsiones de las consecuencias últimas de ese mercado deformado: están haciendo desaparecer el negocio tradicional del fútbol, basado en el concepto de que varios equipos, defendiendo colores locales y con una cierta igualdad de medios, competían entre sí.
La cuestión para salvar de la hecatombe a este negocio es ahora saber si es posible enfocar el negocio del fútbol identificando la posibilidad de trabajar con dos demandas simultáneas, o, como se conoce en términos económicos, admitir la generación de una "demanda quebrada", con comportamientos elásticos en la parte superior de la demanda (en donde el duopolio Barça-Madrid ofrece calidad de espectáculo, a precio alto, y actúa sin otra competencia) con un comportamiento rígido en la parte inferior (en donde el duopolio Barça-Madrid, para garantizar rivalidad, saca a sus equipos suplentes cuando juega con la mayoría de los equipos, claramente inferiores).
Puede que Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid y empresario de la construcción, haya encargado varias simulaciones al respecto, para analizar qué hay que hacer para que el negocio no se caiga.
Nosotros tenemos alguna idea, pero nos tememos que no le va a gustar a los fenómenos.
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