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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ambiente

Minería e incendios en los montes

Minería e incendios en los montes

Cuando en el Comité de Ingeniería y Desarrollo Sostenible (CIDES) del Instituto de la Ingeniería de España se eligió como tema para la Sesión que se nos había cedido en el Conama 2012, el de "Montes incendiados, un debate entre ingenieros", yo me postulé para hablar desde la perspectiva de la minería.

La minería mantiene una intensa relación con el monte. La explotación de los recursos, incluso subterráneos, por su ubicación típica, afecta directamente a su imagen y conservación, e indirectamente, y de forma no menos sustancial, al entorno socioeconómico donde se ha abierto o pretende abrir una cantera o una mina. 

Porque la minería es una fuente de riqueza, pero también de riesgos y afecciones, no solo ambientales,  y moviliza intereses de muy variado carácter. A veces, la avidez de algunos puede significar la destrucción del bosque, al que se quema para facilitar el acceso a las explotaciones o en la pretensión de forzar la concesión de permisos mineros.

Pero también hay que resaltar que la extracción de minerales y rocas forma parte del paisaje. Y, en la Unión Europea, esto es así, no por capricho o insolencia gramatical, sino por definición legal. Todo aquello que conforma el entorno visual es paisaje, según el Convenio Europeo del Paisaje, reconocido así por la Ley española 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.

No debemos, sin embargo, quedarnos en las definiciones para analizar la relación entre minería y monte y, en general, en la incidencia sobre el paisaje provocada por el fuego que tenga su origen, directo o indirecto, en la extracción de minerales y rocas.

Las explotaciones mineras del pasado, incluso del pasado reciente, han dejado minas "huérfanas", escombreras e instalaciones abandonadas, que constituyen riesgos de incendios permanentes. Restos de residuos y combustibles, maquinaria, compresores, instalaciones eléctricas a la intemperie, testimonio de la ruina de promotores; bocaminas por las que aún se puede acceder a interiores no clausurados que invitan a que buscadores de material reutilizable cometan alguna torpeza imprudente, e incendiaria.

Tampoco podemos ignorar que los montes, ocultan, a veces, canteras irregulares y minas indocumentadas, que se añaden a esa panorámica de afecciones al paisaje, por individuos sin escrúpulos que quieren aprovechar las coyunturas.

Es necesario combinar medidas de seguridad, control y protección de los montes afectados por la minería y, por supuesto, la recuperación de espacios mineros degradados, tanto para su puesta en valor como activo ambiental, como por la necesaria repoblación y protección forestal .

Son muchos los elementos jurídicos que confluyen: la propiedad comunal de algunos montes, la pérdida de su valor económico y el aumento de deberes acumulados sobre el propietario, la confusión en las responsabilidades administrativas y privadas sobre su conservación y vigilancia, la necesidad de controlar las actividades post-cierre de las minas y canteras, la decisión correcta de las labores de repoblación y reparación ambiental, y, en caso de montes incendiados, del óptimo tratamiento post-incendio en zonas mineras.

De esto traté en mi conferencia, que comencé con unos cuantos ejemplos acerca de los riesgos de combustión espontánea, sobre todo, del carbón, turbas y algunas mezclas bituminosas: el largo incendio de la mina de carbón de Rujigou (el más antiguo de China, apagado en 2007, después de 180 años), el de la ciudad fantasma Centralia, en Pensilvania (EEUU) -causado en 1962 por un fuego en un basurero y que se extendió inmediatamente por una capa de carbón en profundidad, y que se mantendrá durante '¡otros 250 años!-, el de Jharia (India), una explotación a cielo abierto, activa, en la que las llamas alcanzan en muchos sitios hasta 7 metros...

Incendios, muchos, casuales (a las combustiones espontáneas, se añaden las provocadas por rayos, imprudencias, descuidos),  pero también, en otros casos, provocados intencionadamente, como el que, presuntamente, han causado trabajadores de la empresa Volcan, en junio de 2008, para conseguir vencer por la vía de los desastres consumados la oposición de la Comunidad a la explotación del oro en la zona forestal de Jacha y que afectó a más de 300.000 árboles. O el de Portovelo, también en Perú, aún vivo en estos momentos, que se inició hace un par de días...

No debemos mirar únicamente a otros países, o pensar que los incendios relacionados con la minería son propios de países en desarrollo, o por aquellos que desean acelerar, por medios lícitos o ilícitos, la extracción de sus recursos minerales. En España tenemos capas de carbón subterráneas que están ardiendo espontáneamente; y riesgos latentes: cientos de minas y escombreras sin dueño legal, la mayoría con restos inflamables; estructuras y explotaciones abandonadas; y un inquietante etcétera, no bien inventariado, no del todo conocido.

El ignorante puede que, ante este panorama, dirija su acción inculpatoria hacia los ingenieros y técnicos mineros. En absoluto sería justo. El saber hacer y la deontología profesional son, por el contrario, la garantía de que las cosas se hagan correctamente, y así debe ser cuando se encomienda la explotación a una persona competente técnicamente.

Lo que debe controlarse es el incumplimiento de la Ley, del reglamento de seguridad minera y de las prescripciones para la competencia facultativa, además de, naturalmente, realizar el inventario completo y tomar las decisiones adecuadas sobre las explotaciones y escombreras abandonadas, para que la seguridad del monte, y de las personas, quede garantizada.

En mi conferencia tuve oportunidad de hacer un amplio repaso a esta singular relación entre la minería y los montes incendiados. No es, en España, una relación intensa, ni parecerá prioritaria desde una perspectiva más global, pero no conviene esconder la cabeza alegando ignorancia.

Un tema que no está candente, pero que puede arder cuando menos se espera.

(De las muchas imágenes que presenté en la ponencia, selecciono ésta de un monte quemado en Burning Drakes Pick, en una antigua mina de plomo en el Reino Unido)

 

 

 

 

Tiempos de compromiso, ya no de colaboración (3)

Miguel Aguado (PSOE), enfatizó que no era la primera vez que intervenía en foros propiciados por la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid, a los que calificó de necesarios e interesantes.

Falta en la Comunidad, indicó "un modelo de defensa ambiental" global, ya que las actuaciones están concentradas en el centro, olvidando la periferia. "Hay que lograr dar el mismo servicio, pongo por ejemplo, a Robledo que a Madrid capital", carencia de planteamiento que en el caso del tráfico califcó de patente, y que es imprescindible corregir, en una región con alta dispersión de la concentración poblacional.

Desde una perspectiva liberal, no cree en un modelo de gestión planificado, pero hay que tener en cuenta cómo están sucediendo las cosas, y decidir la versión de gestión ambiental de la que se desea dotar al territorio.

Y aquí encuentra carencias y errores notables, Miguel Aguado, enumerando algunas. Se indica en las evaluaciones de crecimiento de la Comunidad de Madrid, que llegaremos a los 10 millones de habitantes, aunque solo tenemos agua para 8. Se indica en la planificación que "todo el suelo es urbanizable", y se hacen trampas, como la Ley de Economía Rural sostenible, que propicia "que alguien, con la pretensión de disponer de cuatro vacas, construye una casa rural" en terrenos protegidos.

La movilidad en Madrid se basa, para el estratega del Gobierno, "en facilitar la ida y vuelta a la capital", en la que a diario entran y salen de ella, cada día, y a la misma hora. "Una persona de la Sierra Norte, para desplazarse de un lugar a otro de la misma, tiene más fácil bajar a Madrid y salir de allí", porque las comunicaciones se hacen en base a ella.

"Tenemos, habiendo superado recientemente a Singapur, la mayor concentración de autovías por millón de habitantes del planeta".

No tenemos en Madrid, indicó, ni Ley de Caza, ni de Protección de Especies -"sean las que sean en esta Comunidad"-, ni se ha definido claramente dónde se puede o no urbanizar. Los Planes Urbanísticos de Madrid se han modificado decenas de veces, sin criterios coherentes.

Las propuestas del PSOE, concretó Aguado, suponen 4 ejes concretos: La gestión de los espacios naturales (que considere la "gran biodiversidad presente en este territorio, con especies interesantísimas"); la Ley del Parque Nacional del Guadarrama, para la que manifestó su rechazo, porque se ha planteado sólo la protección de las cumbres, abandonando el estudio realizado en tiempos del presidente Gallardón, que contemplaba 35.000 Ha, y que ahora quedó restringida a 19.000 Ha, y "el único Plan español que no contempla el municipio que le da nombre".

Otros puntos de la estrategia de su partido, abarcan la generación de empleo en espacios protegidos, que ayudaría a limitar el número de incendios que padece la Comunidad, y que arrasaron en 2012, 1431 Ha, y cuya recuperación habría de significar creación de puestos de trabajo. La gestión del Canal de Isabel II la enfoca Aguado hacia la revisión de ese "negocio", que supone 100 Mill de euros de beneficio anual, y que en el pasado fue un ejemplo de buena gestión, pero hace años que no se hacen inversiones.

Sobre la contaminación atmosférica y la protección respecto al cambio climático, indica Aguado que el gobierno del PP se jacta de cumplir la norma europea, pero no se cumplen las indicaciones de la Organizáción Mundial de la Salud, infracciones que provocan mortalidades de entre 1.800 a 3.000 personas, derivadas de la mala concepción de la movilidad, sobre todo.

"Gastamos como ricos y producidos como pobres", fue la expresión que utilizó Miguel Aguado para referirse al modelo energético, abogando por la reducción de consumo y el apoyo a las energías renovables, propiciando el autoconsumo. También, ya con el tiempo de su intervención consumido, apuntó a la existencia de propuestas de su partido respecto a la gestión de residuos, la creación de empleo verde y la reducción de presupuesto dedicada al Medio Ambiente y a la Sanidad, que su partido rechaza, como indicativas de la pérdida del modelo de bienestar que se había seguido hasta ahora.

(continuará)

Tiempos de compromiso, ya no de colaboración (2)

Gabriel López, de UPyD, después de anunciar su disposición a participar en este mecanismo de participación ciudadana que son los debates con profesionales, expresó su entendimiento de que el medio ambiente es difícil de analizar desde la perspectiva aislada de las Comunidades Autónemas, al tropezar con los efectos frontera, que, desde luego, son ajenos a los problemas ambientales.

Reclama la UPyD más participación y, específicmente, un Plan de Estartegia regional, del que Madrid carece, utilizando el abrigo que otorga la Ley 9/95. Un elemento preferente sería actuar sobre la necesidad de conservación del Patrimonio, del que Madrid, con un territorio pequeño y my industrializado, está necesida. Su modelo, sería -dijo- similar al de Holanda, aunque, en algunos aspectos -por ejemplo, el forestal- la situación de Madrid sería mejor.

Expuso sus dudas respecto al Parque Nacional Cumbres de las sierras del Guadarrama, en la forma en que está planteado, y que se encuentra en debate en el Congreso de Diputados. "Nace con las alas cortadas", al conceder la máxima forma de protección, siendo preferible la más acorde a la realidad, de Parque Natural, habida cuenta de que está muy amenazado por el uso que se le dispensa, la alta concentración de interesados en su disfrute y, por ejemplo, la existencia en su seno de estaciones de esquí. Dejó, pues, indicado, la necesidad, no resuelta, de establecer un modelo de protección suficiente, pero que tome en consideración la realidad de su emplazamiento.

En la línea expuesta, defiende Gabriel López, una gestión unificada del Parque con la Comunidad limítrofe, y con intereses comunes, de Castilla-León.

Respecto a los residuos, denuncia que se viene incumpliendo la Estrategia regional, y que el Comité de control se encuentra, en la práctica, sin funciones. No cree que la gestión municipal sea negativa por sí misma; corresponde debatir la Ley de Bases Local -afirmó- pero la competencia de los residuos es, hoy por hoy, municipal, y así ha de ser considerada. No cree que una gestión municipal deba aumentar los costes de tratamiento, derivando la cuestión a quién debe ser el titular idóneo de la responsabildad. La subvención desde la Comunidad a los Ayuntamientos para mejor prestación de ese servicio no tendría porqué derivarse en un incremento económico.

Es necesario -expresó- concienciar a los ciudadanos respecto a los términos de la recogida (uso de las bolsas de basura, recogida selectiva, etc.) y, sobre todo, realizar un esfuerzo importante para conseguir la reducción de los residuos.

Hace falta también una estrategia regional de movilidad, que mejore el uso de las infraestructuras existentes. No se ha cumlido el modelo de calidad del aire, para el que su agrupación ha pedido una normativa específica.

En un aspecto concreto, resaltó la persistencia de la laguna tóxica de Arganda, hoy propiedad de la Comunidad, y que calificó de "bomba de relojería".

(continuará)

Tiempos de compromiso, ya no de colaboración (1)

En la presentación de la "actividad especial" que la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid (UICM)organizó, dentro del Conama 2012, José Antonio Granero, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, y vicepresidente de esta Asociación, afirmó que estamos en "tiempos de compromiso" y, después de unas palabras dedicadas a la calidad de vida actual de la capital y algunos de sus problemas, terminó con una cita de San Agustín:

“¡Malos tiempos! ¡Tiempos difíciles! Esto es lo que dice la gente. Haz que nuestras vidas sean buenas, y nuestros tiempos serán también buenos".

Inmediatamente después, iniciamos la Mesa de debate a la que estaban invitados los representantes de las cuatro formaciones políticas de más peso en la Comunidad Autónoma madrileña, y que me había ofrecido a dinamizar, en representación del Comité de Medio Ambiente de la UICM.

Tuve que modificar el programa sobre la marcha, porque faltaban dos de lo políticos invitados. Miguel Aguado (PSOE), como reconoció después, estaba "haciendo tiempo" en la nave de expositores, convencido de que la mesa comenzaría a las 16h30 y no a las 16. Luis del Olmo (PP), no apareció, enviando una nota excusándose ante la organización, por habérsele averiado el coche.

Así que renuncié a plantear el debate como preguntas concretas a los cuatro invitados y, puesto que Raquel López (IU-LV) había preparado, me dijo, una intervención de diez minutos -ignorando, por tanto, el correo que les había hecho llegar a los participantes-, y, contando con la aprobación de Gabriel López (UPyD), le dí la palabra, preparándome para un debate a dos en el que faltarían las opiniones de los mayoritarios según las urnas.

Opina Raquel López que la crisis no proviene  de 2007, sino que es consecuencia de las políticas medioambienales del PP. Una mala gestión de residuos, cara y sin estrategia, que está provocando la pérdida de puestos de trabajo y el deterioro de los servicios, el tarifazo del transporte público (subida del 30%), la pretensión de privatización del Canal de Isabel II -felizmente fallida, reconoció, gracias a la presión de la oposición-, el proyecto Eurovegas, sobre el que anunció una propuesta al Parlamento Europeo para que lo impida, y que calificó de expolio de un bien público (el terreno donde se preve ubicarlo) y despreciativo de la voluntad vecinal, fueron las críticas de mayor entidad.

Como elementos de la propuesta de acción de su agrupación, defendió la creación de nuevas zonas verdes, la eliminación del "tarifazo", con abono de transporte gratuito para los parados, la suspensión de los recortes de personal en los servicios y la anulación del proyecto Eurovegas.

Pasaban algo los diez minutos en su intervención, y como deseaba debate y no discursos programáticos o críticos, la interrumpí cordialmente, y pedí a Gabriel López que aportara la visión de su partido a los asistentes. En ese momento, para mi alivio, ví avanzar a Miguel Aguado, apurado, hacia la mesa, explicándole en cuatro pinceladas cómo había ordenado las intervenciones hasta ahora y aceptando, en nombre de todos, sus explicaciones respecto a su tardanza.

(continuará)

 

 

El Club de la Tragedia: Síndrome de Fukushima en el Madrid Arena

La alcaldía de Madrid, detentada en este período convulso de la historia coetánea española por un miembro de la dinastía Aznar, ha decretado el cierre preventivo del Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones, en tanto que se revise, por técnicos competentes, la seguridad de sus instalaciones.

La medida es uno de los efectos colaterales, con hipotético alcance tranquilizador a la ciudadanía, de la tragedia del Madrid Arena, en el que han fallecido cuatro jóvenes -una de ellas, menor de edad- y una quinta se mantiene, a los ocho días del suceso, en estado crítico, y con escasas posibilidades, según los informes médicos de sobrevivir sin gravísimas secuelas.

El cierre del Palacio Municipal ha afectado de lleno al Conama 2012, el Congreso dedicado al Medio Ambiente de proyección internacional que viene organizando, con gran éxito, el Colegio de Físicos, cuyo presidente y principal impulsor es el infatigable Gonzalo Echagüe.

Con menos de dos semanas de reacción, puesto que esta actividad está proyectada para dar comienzo el 26 de noviembre, la decisión del consistorio ha creado un gravísimo problema a la organización del Congreso, que busca a la desesperada un nuevo espacio para ubicar los múltiples actos programados, en el que viene siendo una referencia mundial para el sector ambiental, y que convoca cada año a especialistas, expositores, técnicos, estudiantes y público interesado en conocer las novedades en el planteamiento y realización de un tema de extraordinaria importancia.

El síndrome de Fukushima ha golpeado, pues, una vez más, a nuestra inseguridad constitucional, entendiendo por ello, la incapacidad de sentirse responsable por lo que proyectamos, sereno ante lo que han decidido nuestros profesionales.

¿Quìén revisará, y de qué manera, la seguridad del Palacio de Congresos? ¿Cómo se ha valorado, y por quién, las repercusiones de un cierre que, además de afectar a un acontecimiento de proyección internacional, emite un mensaje de duda, aumentando la sensación de escepticismo respecto a lo que se hace en nuestro país?

De nada han servido los informes recopilados hasta ahora de que en el Madrid Arena se han incumplido las limitaciones de aforo, se han despreciado las precisas indicaciones de diseño de no incrementar la concentración de personas en los diferentes espacios en que está dividido el pabellón afectado por la avalancha incontrolada. De nada han servido las experiencias anteriores, totalmente satisfactorias, del uso del Palacio de Congresos, en el que se han realizado anteriores convocatorias, sin ir más lejos, del propio Conama, incluso con mayor audiencia que, como consecuencia de la crisis, se espera para este año.

No solamente improvisamos en este país, sino que, además, nos movemos por impulsos que nada tienen que ver con la racionalidad. Y así nos va, así queremos que nos vaya.

Mal.

El empleo del ambiente

Como era de esperar, la profundidad de la crisis ha hecho olvidar los buenos propósitos ambientalistas. Sí, aquellos que se enfocaban fundamentalmente a reducir las emisiones de carbono equivalente para tratar de contener que el calentamiento de la atmósfera no superara los 3 grados centígrados, lo que debemos hacer (Panel IPCC dixit) antes de 2050 o nos asolarán apocalípticos males.

Si están teniendo alguna capacidad de decisión que no quede subordinada al azar de los mercados, entre mandarnos a luchar contra la naturaleza en camiseta y pantalón corto dentro de un par de décadas y dejarnos morir de hambre en los próximos años, nuestros líderes mundiales ("We, the world leaders", ¿recuerda el lector?), secundados por otros líderes de menor talla, parecen haber elegido acelerar el proceso de destrucción de la humanidad.

En España, el año 2012 se presenta como un hito en la carrera por acabar pronto con el suplicio del vivir que es un sinvivir. El futuro no es lo que era: es que ya no existe, porque nadie se cree que podamos crecer lo suficiente para pagar lo que debemos; o sea, que nos hemos comido, no lo servido, sino lo que había en despensa y una parte de las semillas con las que deberíamos haber plantado el huerto.

Sorprende que, en estos trámites de cuaresma preparatoria para la hecatombe ("en dos años sabremos quién tiene razón", se comprometió, tan contundente como inconvincente el presidente Rajoy, en la defensa de que las medidas restrictivas acelerán la recuperación de puestos de trabajo), haya aún voces que defienden que la protección del ambiente crea empleo.

Coherente, desde luego, con lo que ha venido defendiendo cuando tenía puesto en el Ejecutivo, una de las últimas voces en defender este oximoron fue Teresa Ribera, ex-secretaria de Estado del Cambio Climático (extinto en el nuevo organigrama) en un artículo publicado en un periódico de amplia difusión. En distintos foros, en variadas oportunidades, subsisten rescoldos de esta petición de principio que desmiente, y duramente, la lógica.

Si estábamos utilizando el ambiente como si fuera un recurso natural inagotable y lo valorábamos como una res nulius, a la que no se nos había ocurrido poner precio, el que, un buen día, alarmados de los pecados que estábamos cometiendo, hayamos preparado una batería de leyes (algunas, además, incongruentes) con la pretensión de castigar su maluso y le tengamos puesto un coste para que las empresas y particulares que lo consuman o deterioren lo introduzcan en el pasivo de sus balances y en los debes de sus cuentas de explotación, el sentido común dice que, en la caja negra de la producción del pib nacional hemos metido un gato con uñas afiladas, que, bulla bullendo, nos destruirá parte de las rentabilidades que aún nos queden, empujando al déficit a otras cuantas empresas.

Ah, sí; se me olvidaba poner de manifiesto un detalle. Cosa muy distinta de este empobrecimiento general es que algunos se estén ahora mismo enriqueciendo con las medidas de control, y que, llevados por el viento y el calor favorables a las llamadas energías alternativas/renovables, hayan mejorado sus economías particulares y se hayan creado en esos nichos de aprovechamiento de coyunturas algunos puestos de trabajo.

Pero, thinking globally, en la caja negra no hay más que generación neta de desempleo.

Eso, y el empleo del ambiente como parte del juego dialéctico para adormecernos mientras los axiomas que no nos atrevemos a cambiar nos siguen comiendo los pies y alimentan las patrañas. Porque una cosa es estar de acuerdo en que hay que ser ambientalista por narices y otra engañar al personal con el cuento de que protegiendo a este recurso que hemos venido utilizando como saco de las patatas vamos a solucionar nuestros problemas...salvo que hubiéramos sido capaces (como están haciendo los países tecnológicamente más avanzados) de vender o imponer el amuleto a los países en desarrollados, con ese asunto de que venerar el ambiente hace milagros.

Sobre las predicciones de Casandra, el Apocalipsis y el IPCC

En noviembre de 2011 se hará público el V Informe sobre las previsiones de cambio climático, que recoge los datos y, sobre todo, las conclusiones, del panel de expertos agrupados bajo las siglas IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change).

No hace falta haber tenido filtración alguna respecto a lo que esos eruditos están acabando de lavar y peinar -con base en miles de simulaciones que pretenden descubrir por dónde irán los tiros del aumento de la temperatura del planeta vinculado a un gas que hasta ayer mismo creíamos inofensivo-.

El Informe vaticinará que estamos peor que cuando se empezó a tomar consciencia de que la Humanidad se encontraba, en realidad, en algo parecido a una caja cerrada y nos estábamos ahogando en nuestros propios desperdicios.

Los 3.000 sabios nos avisarán, con profusión de gráficos y tablas, de que la velocidad con la que nos movemos hacia la catástrofe final es creciente, y que, por tanto, los tramos para tomar decisiones que disminuyan los efectos destructores de ese calentamiento, se han reducido. Algunas consecuencias ya no podrán evitarse, y habrá que adoptar medidas paliativas, no correctoras.

Como le sucedió a Casandra, la pitonisa que se atrevió a despreciar el amor de Apolo, las predicciones del IPCC son correctas (en todo caso, tienen la intención y el aspecto de serlo), y avisan del peligro, pero no se les hace caso.

Las razones son contundentes. Hay otros temas que aparecen como más urgentes, según los cristales con que se miren: la crisis económica, el desempleo, la amenaza terrorista, la hambruna en amplias zonas, la prima de riesgo, el pago de la hipoteca, la mejora educativa, las vacaciones de verano, ampliar mercado en China para los europeos o en Europa para los chinos, superar el cáncer, controlar la aerofagia, conseguir una subida de sueldo, sobrevivir hasta mañana, etc. etc.

Existe un libro misterioso, incluído entre las Sagradas Escrituras cristianas, llamado Apocalipsis, atribuído a Juan, el discípulo que fue amado por una encarnación de Dios que se detectó hace dos mil años. Como es sabido, Apocalipsis significa "Revelación", y el escrito parece ser un conjunto de profecías sobre cosas futuras, de las que se dice que la mayoría no se cumplieron aún.

Si el lector ha tenido alguna vez el interés de leer ese libro profético, convendrá con nosotros que, al margen de la belleza de las imágenes poéticas de las que está imbuído, no se entiende nada, no se puede deducir nada. Resulta, pues, inútil, para prevenir.

Juan, Casandra y los del IPCC son tres formas de predecir el futuro sin consecuencias prácticas para quienes podrían haberse salvado. Aunque, al menos, en caso del grupo de agoreros citado en último lugar, nos coge confesados (en el sentido de "reconocer o declarar, obligado por la fuerza de la razón u otras causas, lo que por sí mismo no hubieran reconocido").

Para los españoles, se enfría el cambio climático

El Instituto de Prevención, Salud y Medio Ambiente de la Fundación Mapfre ha financiado un nuevo estudio, realizado bajo la dirección de Pablo Meira, de la Universidad de Santiago de Compostela (grupo SEPA), sobre "La sociedad española ante el cambio climático".

Fue presentado a las doce horas de la mañana del 20 de junio de 2011,  ante la Secretario de Estado Teresa Ribera, y el habitual público de especialistas e interesados por el tema ambiental que, dada la hora en que la Fundación se empeña en convocar estas presentaciones, queda muy sesgado hacia funcionarios, jubilados y prejubilados.

Las conclusiones del trabajo están recogidas en un libro que supera las 200 páginas y que fue entregado a los asistentes. La metodología de base consistió en realizar 1.295 encuestas personales, con un cuestionario semiestructurado, perfeccionado a partir de un ensayo del mismo sobre 25 sevillanos y su validación se realizó mediante supervisión telefónica sobre un 15% de las entrevistas.

El trabajo, por lo que hemos podido analizar en una rápida inspección de contenidos, proporciona valiosos elementos no ya sobre la percepción misma del tema por parte de la población española, sino como material de trabajo para la Administración, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los profesionales del sector.

Se pueden extraer consecuencias sobre las motivaciones subyacentes, la evaluación popular del tema del cambio climático y las medidas que se están adoptando. El equipo de autores ya se encargó de extraer, desde luego, las más importantes. 

Teresa Ribera que, por lo que la venimos observando, no se asusta ante las críticas ni rehusa presentar su autocrítica sobre las cuestiones de su Secretaría, cerró el acto con algunas reflexiones, que resumimos en este Comentario:

1) Ausencia de percepción de urgencia y escala respecto a las medidas. El cambio climático no se asocia a otros valores que tienen que ver con la crisis económica.

2) Reacción de hartazgo como consecuencia de las informaciones recibidas después del fracaso político en Copenhague, no coherentes con la intensidad global puesta sobre el tema. En consecuencia, se reacciona expresando que no estoy suficientemente informado.

3) Problema de comunicación, reflejada en la dilución de las imágenes positivas en el marco de las negativas, faltando enlace entre ambas. Las críticas al apoyo a las energías renovables, actualmente en el ojo del huracán mediático, se superponen sobre el orgullo y satisfacción deseables. La sociedad percibe el tema como algo complejo, siendo interesante conocer el ascenso relativo en la credibilidad de algunos agentes (empresas, sindicatos, ongs) frente a la pérdida de otros (gobiernos, técnicos).

Los resultados de la encuesta en España entran en cierta discrepancia con los datos publicados, justamente en estas fechas, por la Comisión Europea, según la cual, el medio ambiente constituye una preocupación personal importante para más del 90 % de los encuestados, en la creencia de que el uso más eficiente de los recursos y el esfuerzo por la protección del medio ambiente impulsarán el crecimiento económico de la UE.

Sobre las inconveniencias ambientales (y 3)

La introducción de los factores económico-financieros en las estrategias que pretenden elevar los niveles de bienestar básicos en las poblaciones de los países en desarrollo, sitúa la magnitud del problema en una dimensión titánica.

Limitándonos exclusivamente a dos de los servicios más elementales, agua y residuos, situar la gestión para los usuarios dométicos (¡solo!) en el nivel actual de los  países desarrollados, implica movilizar anualmente, en todo el mundo, más de 240.000 millones de euros.

Son cifras orientativas, sin duda, pero que sirven para dar una idea de la dimensión del problema. La gestión integral del agua (incluído el tratamiento básico de depuración de las aguas residuales) no bajará, tomando costes actuales en la Unión Europea, de los 1,3 euros/m3, lo que para un modesto consumo por persona de 30 m3/año -inferior a los 100 litros/día, por tanto- de los 180.000 Mill. Euros/año (cifras de 2010).

Haciendo un cálculo similar para resolver, con estándares europeos, lo que se estima como correcta gestión de los residuos domésticos, y teniendo en cuenta una producción de 0,3 t/año por persona (igualmente modesta), y aceptando un coste medio de 30 euros/t, se llegar a la desalentadora cifra de 54.000 Mill euros/año (cifras de 2010) como necesarias para sostener el equilibrio económico de una gestión de residuos domiciliarios a nivel mundial.
A nadie se le ocurriría pretender recaudar tales cifras de los países en desarrollo, en donde para casi todas las familias, podrían suponer más del 15% (en algunos lugares, incluso más del 100%) de la renta familiar. Los desequilibrios actuales de renta y nivel de vida en ellos, solo para estos servicios que reputamos de básicos con nuestra mentalidad de bienestar occidental, implican aceptar que la mejora de los servicios domiciliarios se concentre en los núcleos centrales de las poblaciones, que pueden soportar mejor el coste, limitando a prestaciones muy elementales -una fuente, unos pocos contenedores- a los pobladores de la periferia, que nada podrán pagar o solo cantidades simbólicas.
No mejora esta actuación, por lo tanto, la consecución de un equilibrio, sino que lo aumenta. Tampoco es sencillo convencer al sector más solvente en lo económico que subvencione a los más humildes, pagando mucho más por el servicio de lo que les costaría, si todos asumieran su parte.
Estos cálculos pueden parecer frágiles a quienes se contentan con manejar ideas sin descender a las cifras de lo concreto. Para ellos, la mala noticia es que estos costes de gestión solo se alcanzarían después de una descomunal inversión en infraestructuras, y ese paso previo, al nivel de calidad al que se acostumbraría el mundo occidental, fue iniciada, actuando de motor económico, a finales del siglo XIX y principios del XX por empresarios locales privados, que habían conseguido su fortuna en la emigración y con la explotación de recursos de países de desarrollo.
La financiación de infraestructuras en los países en desarrollo está movilizando importantes flujos de capital, para los servicios ambientales. Estas ayudas se realizan, en general, por entidades financieras multilaterales, que prestan a los Estados, bajo la forma de créditos a largo plazo, las cantidades necesarias, supervisando que los proyectos sean rentables, porque se pretende que se puedan devolver con los beneficios que generen, en fórmulas de capital-riesgo sofisticadas, en las que la garantía final proviene de los Estados que actúan de receptores de los préstamos.
La financiación multilateral supera los 21.000 Mill $/año, a la que hay que añadir algunos miles de millones más aportados por canales filantrópicos y de actuaciones mercantiles puras. Se calcula que se han invertido más de 140.000 Mill. $, que, teóricamente, habrán de ser devueltos en los próximos 50 años, gracias al "desarrollo sustentable".  Se necesitarán otros tantos para lograr los objetivos del Millennium en 2015.
Por su parte, el World Development Report 2010 estima que la mitigación del cambio climático en países en desarrollo costará 140–175.000 mill$/año durante los próximos  20 años, y los de "adaptación" (para combatir inundaciones, tifones, etc.) supondrán de 30–100.000 millones$/año de 2010 a 2050 .
Según la UNFCCC, en su informe de 2009, en 2008, se dedicaron 4,5.0000 Mill $ a actuaciones relacionadas con el clima, que se aumentarán a 28.000 Mill$/año en 2010-2012 y subirán a $100.000 Mill/año.
Comprendemos que el lector se encuentre mareado con estas cifras. Quédese con esta simple idea. Cómo los gobiernos mobilizarán este nivel de recursos, se desconoce. El coste de mantener la biodiversidad no ha sido aún calculado.

Sobre las inconveniencias ambientales (2)

Sobre las inconveniencias ambientales (2)

La observación desinhibida de prejucios ideológicos o buenistas acerca de lo que está sucediendo en el mundo globalizado respecto a la consecución del hipotético objetivo del desarrollo sustentable, nos lleva a extraer varias verdades incómodas, que hemos expuesto en la conferencia a que hicimos referencia en el comentario anterior:

1. El ambiente seguirá siendo degradado y, además, seguirán contaminando más los países más desarrollados. La aceleración con que se produce el deterioro es tanto mayor cuanto mayor sea el crecimiento de la población, y los agentes contaminadores concentrarán las actividades más depredadoras en los países y zonas en los que las brechas tecnológicas, económicas y sociales sean mayores, y se combinen con una legislación inexistente o permisiva.

2. El terreno agrícola disminuye aceleradamente, provocando desequilibrios crecientes para satisfacer la demanda. Estados Unidos y Europa son ya fuertes deficitarios, pero, además, el crecimiento de las urbanizaciones y de las infraestructuras, junto con el abandono del campo y la selección ineficiente de los cultivos, provoca la pérdida irrecuperable de zonas agrarias.

3. El coste de contaminar lo pagamos todos, pero el beneficio lo recogen solo algunos. Por grande que sea el esfuerzo por internalizar los costes, los agentes más contaminadores triunfan en sus propósitos de evadir los controles y enmascarar los resultados. Recuperar un ambiente contaminado es mucho más caro que deteriorarlo, convirtiéndolo en recurso en beenficio del depredador. Las diferencias entre lo que paga el contaminador a la sociedad y lo que esta debe aportar son siempre beneficiosas para el infractor.

4. La capacidad de regeneración natural del planeta está ya ampliamente superada y aunque sabemos que el consumo de bienes ambientales no está relacionado directamente con el bienestar (el individuo asocia, en lo relativo al ambiente, el bienestar con su contemplación y uso, no con su consumo destructivo), carecemos de consciencia ambiental para valorar el verdadero efecto de nuestras acciones.

En este contexto general, que obliga a mantener una perspectiva pesimista acerca de lo que dejaremos a las generaciones venideras (un problema agravado y que hoy entendemos como irresoluble), el conferenciante se planteó acerca de lo qué podríamos hacer -desde la perspectiva de modificar drásticamente la tendencia creciente de producción de contaminantes-, dirigiendo la reflexión hacia tres tipos de propuestas:

1. Técnicas.- Los Mecanismos de difusión tecnológica tienen que ser revisados, ya que compartir tecnología con los países en desarrollo solo tiene sentido si esa tecnología es respetuosa con las condiciones naturales y ayuda a la mejora de bienestar de las gentes del territorio en donde se implementan. Consumir ambiente de los países menos desarrollados para mantener el nivel de vida y de consumo de los países desarrollados es una trampa ideológica que acelerará el desastre. El discurso ambientalista no puede ser el mismo a ambos lados del desarrollo.

2. Jurídicas.- No puede mantenerse la situación de falta de consenso entre los países desarrollados respecto a lo que debe hacerse. Los tratados internacionales no se cumplen y, aún más grave, los principales infractores son los países más industrializados. El Convenio de Basilea es incumplido por Estados Unidos y la Unión Europea, que han permitido, entre otros muchos ejemplos, la exportación de residuos contaminantes a países en desarrollo (caso de Accra, en Ghana, de Guiyu, en China, entre muchos otros), enmascarados como "donaciones" o "materiales de segunda mano". El Tratado de Kyoto no fue suscrito por Estados Unidos, los acuerdos no serán cumplidos por varios países y, desde luego, no parece haber prisa para  activar nuevos compromisos de reducción de contaminación cuando expire (en 2012), a pesar de los negros auspicios de la mayoría de la comunidad científica sobre las consecuencias de no hacerlo.

3. Eticas.- En este aspecto, el conferenciante defendió la necesidad de recuperar la conciencia ética, tanto de gobernantes como de la población en general, y orientó la propuesta para concretar la realidad de la aplicación de los términos Responsabilidad Social Corporativa -ya clásico- y el de más nuevo cuño, Responsabilidad Social Gubernamental (RSG). Los gobiernos deben dar ejemplo de comportamiento, y convertirse en el referente. Existe una frontera mínima para la RSG, que es la penal; pero hay un nivel para evaluación del comportamiento que es el que ha pasado a ser exigible a los que pretenden gobernar en la aldea global.

Ese nivel ético, voluntario, pero inaplazable, supone poner definitivamente en valor que los que nos gobiernen han de serlo porque son los más experimentados, los que tienen la mejor información, los que carecen de cualquier servidumbre que no sea la satisfacción de trabajar por la sociedad a la que representan. Con una matización sustancial: en la obtención del bienestar para sus administrados no pueden pretender el sacrificio sin contraprestación de quienes no lo son.

(El gráfico que ilustra este Comentario responde a las conocidas Curvas de Kutnetz, quien expresó que el desarrollo -medido en incremento de PIB en valores constantes- provoca el incremento en la producción de contaminantes, hasta llegar a un cierto momento en que la sociedad consigue controlar la situación y retornar a niveles de partida.

La propuesta empírica tiene algunos detractores, pero ha podido ser comprobada, según otros, con datos reales. En nuestro trabajo, consideramos que el cambio en la tendencia debería venir forzado por la combinación de tres factores: incremento de la legislación y, sobre todo, de su poder coercitivo, perfeccionamiento de los procedimientos técnicos, con una fuerte dedicación de recursos a investigación que tengan una perspectiva de rentabilidad para los agentes y, como más importante, la consciencia ética. Sin embargo, el factor oculto que parece predominar es la traslación de la contaminación a países en desarrollo, dándoles tecnología para fabricar semiproductos y las materias más contaminantes.)

 

Sobre las inconveniencias ambientales

Sobre las inconveniencias ambientales

Una de las leyes ambientales sacadas a la luz de la razón por el físico Dr. Bartlett,  emérito Profesor de la Universidad de Colorado, expresa que "añadir sostenible a todos los informes, comunicados y normas no es suficiente para conseguir la sostenibilidad".

En la conferencia que pronunció el 26 de mayo de 2011, el autor de estas líneas, en el Claustro de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid, fueron presentadas algunas de las incómodas cuestiones que rodean el tema del desarrollo sostenible, ese oximoron, (es decir, absurdo, o contraditio in terminis) en torno al cual se arma tanto jaleo verbal en los más variados foros.

Como tantas otras cosas de las que el apático personal cree saberlo todo, a la conferencia asistió un puñado de amigos, que puso el nivel y la calidad intelectual a la conferencia. No hubo alumnos, a pesar de haber sido pronunciada en un centro de formación, porque andarían entre los exámenes que les capacitarán para ser parados de lujo; y no hubo gentes anónimas -para el que suscribe- entre el auditorio, porque el Club Español de Medio Ambiente, una ONG con un hermoso nombre, pero en crisis existencial, tiene una evidente escasísima capacidad de arrastre que, desde luego, no puede compensar el nulo gancho del conferenciante.

Liberados, pues, del desánimo que produce haber preparado, creemos que bien, una charla y hallarse ante un auditorio exigüo en número, pero, repetimos, altísimo en calidades intelectuales (aunque, por eso mismo, nada podemos enseñarles que no les inquiete ya), vamos a dar unas pinceladas sobre lo que se trató en la charla.

El desarrollo sustentable, expresó el conferenciante, se polariza hacia el ambiente, de una forma instrumental y falaz. Los cinco elementos de la construcción del modelo sustentable, como objetivo inalcanzable, aunque movilizador, tienen que ver -además de con los habituales apoyos económico, social y ambiental- con otros dos, tanto o más importantes: la técnica y el derecho (elemento este último al que se debe asociar, como instancia conexa, la ética).

Hemos expuesto que el desarrollo sustentable no se puede alcanzar de forma global, porque falta voluntad global e individual. Los actos egoístas dominan las expresiones altruistas, y los propósitos reales son adornados con realidades durísimas.

El efecto nimby (noenmipatiotrasero) se combina con la visión túnel (asícomoloveoeslocorrecto), impidiendo soluciones que permitan el reparto de las cargas y los beneficios del desarrollo sobre todos, atendiendo a que pongan más los que más disfrutan, en provecho de los que más padecen por las decisiones.

N.B. La foto fue obtenida por Guillermo Koerting, director del CEMA, al que agradecemos la invitación y animamos a seguir sosteniendo, contra vientos y calmas, ese espacio de comunicación de reflexiones y silencios en torno al ambiente y los ambientólogos y que, como muchas de las cosas que deberían merecer la pena, no despiertan interés porque, al fin, la minoría está donde quiere la inmensa mayoría: con el circo).

(continuará)

 

Ante la Semana Verde europea, negros auspicios

Bajo el enigmático lema de "Gastar menos, vivir mejor", la Comisión Europea conmemorará, del 25 al 27 de mayo, la Semana verde, por el uso eficiente de los recursos.

Con unos días de antelación, la Representación de la Comisión en España, -es decir, con el impulso unipersonal de Javier Ruiz-Tomás, el responsable de dar el calo por la DG de Medio Ambiente en estas tierras-, celebró una Jornada dedicada al tema, en la que se tuvo el acierto de aunar intervenciones de las Administraciones públicas, las industrias y consumidores y las organizaciones no gubernamentales.

A nosotros, que estuvimos, como solemos hacer siempre que podemos, camuflados entre el público, nos correspondió abrir cajas de Pandora. 

No tiene sentido, a estas alturas de la película, reiterar argumentos. Bastará decir que las Aministraciones cumplen bien, como resultado de su ya gran experiencia y la seguridad de tener su puesto de trabajo garantizado, el papel de generadores continuos de legislación y normativa; los funcionarios, por el contagio con los políticos, tratan de infundir optimismo al personal, confeccionando sin parar programas de actuación (primeras ediciones y múltiples revisiones) a los que bastaría echar el primer vistazo crítico para reconocer que son incumplibles (desde las perspectivas económica, técnica y sancionadora, cuanto menos).

Debemos reconocer, sin embargo, que esta andanada bajo la línea de flotación no encaja con el discurso de Soledad Blanco, Directora de la DG de Medio Ambiente de la Unión Europea, que estuvo magnífica, seria y constructiva en su intervención en la mesa. Salvamos también a nuestra colega Maj-Britt Larka, Subdierrectora de Calidad del Aire y Medio Ambiente Industrial del MARM, que, en esta ocasión, se limitó a repasarsnos los aspectos más importantes de la Ley de Economía Sostenible, que tanta tinta y palabras ha hecho ya correr y recoger.

Las empresas grandes se encuentran más o menos cómodas en su función de controlar a los funcionarios para que no les hagan daño con las medidas que se pretenda implantar y vender la nueva moto filosófica de la Responsabilidad Social Corporativa y su vocación neoinstrumental de artífices de nuestro mejor Desarrollo Sostenible. Las empresas pequeñas no suelen estar en el panel, aunque en este caso se podrían identificar con la intervención de Belén Ramos, representante de la OCU.

Y, en fin, las ONGs, cuya representación física en los foros suele ser encarnada por jóvenes tan ilusionados como ilusos en la defensa de ideas que están en el corazón de cualquiera que tenga dos dedos de frente -valga la doble imagen orgánica-, y que lanzan al auditorio previsiones catastrofistas si no se siguen lo que llaman líneas de actuación inevitables y que consisten (más o menos) en cambiar de paradigma, ayudando a los que están al otro lado del sistema a que se aúpen al sitio de privilegio al que, según dicen, ellos están dispuestos a renunciar.

No quisiéramos ridiculizar mensajes en los que nos va la vida -y nunca mejor dicho- pero la audición de los lemas y postulados de estos tres sectores en una misma sesión -haciendo abstracción de los mensajes personales, y pidiendo disculpa ante el evidente esfuerzo realizado por todos los panelistas de ser claros en la defensa de sus posturas- permite sacar de inmediato una conclusión, que resumimos de esta forma:

"Amigos, tengo una buena y una mala noticia. Primero la mala: Esto no tiene solución. Y ahora, la buena: esto no os debiera preocupar, porque hace tiempo que ya lo sabíais".

 

Sobre desarrollo sostenible: la combinación de quimeras y falacias

Desde que la Comisión Brundtland presentó en 1987, para las Naciones Unidas, su Informe sobre "Nuestro futuro común", introduciendo por primera vez en nuestro doctrinario el término "desarrollo sostenible" (o sustentable, según los más quisquillosos en eso de la terminología), hemos contaminado mucho.

No solo contaminación: también hemos despilfarrado energía, consumido más espacios naturales, aumentado la distancia entre pobres y ricos y sustentado unas cuantas tensiones entre los pueblos del planeta, lejos de cualquier alianza entre civilizaciones y algo más próximos a darnos garrotazos con lo que tengamos más a mano, para saldar nuestras diferencias por la vía expeditiva del otecallasotemato.

El resumen del mensaje de lo que habría que hacer, difundido por doquier, es un compendio de obligaciones de máximos y mínimos. Esta doctrina es escuchada con devoción por multitudes que están dispuestas a aplaudir a rabiar a los que aconsejan sostenibilidad, pero que no tienen igual disposición a cambiar sus hábitos.

En el fondo, la mayoría de los que son conscientes de que algo habría que hacer, renuncian a pasar a la acción en la convicción de que no es cuestión personal, sino colectiva, y que lo que uno pueda abordar es inútil, cuando hay cientos de millones que actúan en sentido contrario.

Así que el desarrollo avanza en lo insostenible, destruyendo para siempre bienes de los que no podrán disfrutar las nuevas generaciones (ni nosotros, si nos mantenemos vivos un par de años más), y nos alimentamos de quimeras (los hayqués) y falacias (los asaberporqués).

Sobre el ambiente para políticos y profesionales

Sobre el ambiente para políticos y profesionales

La Comisión de Ambiente de la Unión Interprofesional de Madrid tuvo la idea de invitar a los representantes de los cuatro partidos con mayor peso parlamentario a un desayuno de trabajo con algunos de sus miembros.

Esta iniciativa se concretó el 27 de abril de 2011, repitiendo el esquema ya probado en febrero de 2010 -entonces, ante las elecciones generales- aunque la incorporación de las vituallas y el reducido espacio (la reunión se celebró en la Sala de Juntas del Colegio de Veterinarios de Madrid, en Profesor Ripoll, 8), obligó a seleccionar la presencia de los portavoces colegiales.

Izquierda Unida excusó su no asistencia, por lo que el encuentro contó con solo tres opiniones políticas en lo ambiental: Nieves García Nieto (del PP), Daniel Sánchez (del PSOE) y Jorge Papadopoulos (de UPyD). Por cierto, ninguno de ellos probó bocado del desayuno ofrecido.

El tiempo fue escaso para propiciar cualquier debate o intercambio de opiniones, por lo que las dos horas de la reunión se fueron bastante por divagaciones. No fue, en este caso, por culpa de los políticos, sino de los mismos representantes colegiales, que no acertaron a formular preguntas concretas o a criticar las propuestas de los políticos.

La cuestión del desencuentro entre políticos y técnicos ha ocupado ya otros comentarios de este blog, por lo que no hace falta incidir aquí sobre lo que, para nosotros, es casi doctrina. Los políticos buscan el voto, que les garantizaría su supervivencia vital y los técnicos ven a los políticos como incompetentes en sus (de ellos, los técnicos) respectivos ámbitos, tendiendo a su (de los otros, los técnicos) descalificación frontal, pretendiendo que manejan argumentos ideológicamente neutros -los técnicos-, cuando, en realidad, no siempre es así.

En nuestra opinión, los temas ambientales deberían ser calificados en tres grupos, atendiendo, no a su importancia relativa, sino a la fórmula que nos parece más idónea para su tratamiento eficaz:

1) Temas nucleares, o de obligado consenso. Son aquellos que se refieren al control, protección y uso de los recursos naturales, que deberían contar con una reglamentación única y un programa o estrategia compartidos, claros para la ciudadanía y de cumplimiento indiscutido.

2) Temas ideológicos, en los que cada partido debe expresar claramente cuál es su posicionamiento, y las razones del mismo.

3) Temas de desarrollo, en los que se pueden encontrar distintas opiniones técnicas, y que deben evaluarse y priorizarse en relación con el coste, la oportunidad, y los recursos disponibles.

No es fácil entender porqué una gran parte del debate entre el PP y el PSOE se consume en denunciar incumplimientos de los programas que no se han querido consensuar. Es un asunto que resulta cansino, técnicamente hablando, que la cuestión se derive hacia lo que no se hizo por el contrario, pero que no se quiso apoyar, aún siendo sustancial. Temas como la Ordenación del Territorio, la correcta gestión del agua o de los residuos, el cumplimiento de la legislación y reglamentación ambiental o el mantenimiento y potenciación de las zonas verdes no deberían entrar, una y otra vez en el capítulo de los reproches. Consensuénse los Planes, y ejecútense de acuerdo con los Presupuestos.

Por supuesto que hay temas ideológicos en el debate ambiental, pero no deben caricaturizarse: la especulación con el suelo no es un tema político, sino ético. En cambio, sí son temas ideológicos la asunción mayor o menor de los costes de los servicios por los Presupuestos y la adecuación de la presión fiscal. Dígasenos qué se quiere hacer, quién lo va a pagar y quiénes lo han de disfrutar. Y contrólese bien, por el partido en el poder y, por supuesto, también por la oposición. Pero, sobre todo, séase transparente hacia el ciudadano.

Y, finalmente, no se politicen las cuestiones técnicas. Claro que a todos nos gustaría disponer de energía limpia y barata, por ejemplo. Pero no es posible, al menos no en corto plazo. La correctar valoración de lo que se puede, y cuanto cuesta, ha de venir de la mano de un diálogo continuo, abierto, entre técnicos y políticos. Hay cosas que, aunque sean bonitas, y saludables, no se puede hacer. Depurar todas las aguas, recoger y clasificar todos los residuos, tener servicios gratuitos o con copagos simbólicos para todos, cuesta mucho dinero. No lo tenemos.

Tampoco podemos aspirar al pleno empleo invocando a los espíritus. Hay que atender a la realidad, a lo que se tiene entre las manos. No basta querer, y decir lo que se quiere sin explicar con qué medios se va a hacer es engañar, o pretender engañar.

(En la foto, tomada desde nuestro sitio en la mesa, de izquierda a derecha: Gonzalo Echagüe, Luis Martí Migarro -en el uso amplio de la palabra- y Nieves García Nieto; a su izquierda, el ordenador abierto de Daniel Sánchez; enfrente, también invisible en la instantánea, Jorge Papadopoulos).

Sobre ingeniería y paisajes percibidos

"El paisaje comprende lo natural y lo construído. Desde el paisaje se puede entender la ingeniería en su completa significación, el equilibrio entre obra y contexto."

Esas fueron, más o menos, las palabras con las que Miguel Aguiló, catedrático de Estética de la Ingeniería en la Escuela de Caminos de Madrid, centró lo sustancial de su mensaje respecto al paisaje y la ingeniería, en la conferencia sobre "Ingeniería, paísaje y sentido de lo construído", que pronunció en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el 16.02.2011.

Por supuesto, esa declaración vino precedida de numeros ejemplos de obras de ingeniería que intervinieron eficazmente sobre el paisaje natural y de toda una pulsante gradación de su pensamiento tecno-filosófico -en la que el conferenciante recurrió a Henry Bergson, Heidegger, Walter Benjamin, Keynes o Rielke (entre otros), como le vino en gana, demostrando un deslumbrante bagaje cultural-.

Aguiló tiene su teoría sólidamente fundamentada y es muy difícil, además de temerario, criticar tanto sus principios como sus conclusiones. Ingeniero de caminos y economista, ha ocupado la presidencia de Iberia, Canal de Isabel II y Astilleros españoles.

Es desaconsejable, pues, acercarse al alcance de las fauces del león desde la improvisación o la simple intención de dejar alguna constancia ante su auditorio de que se existe.

Para abrir el coloquio, le hicimos una pregunta que intentamos fundamentar en ciertos atisbos de defensa de la ingeniería (y de la arquitectura) sin atender a especialidades. Nos presentamos como ingeniero de minas y enlazamos nuestro comentario con la necesidad de ofrecer un frente común que ponga en claro ante la sociedad civil lo que están haciendo y pueden hacer los técnicos, defendiendo así el prestigio global de la ingeniería.

No está -nos pareció- Miguel Aguiló por abrir espacios relevantes a las otras ingenierías. Y, menos, a los ingenieros de minas -competidores como ingenieros civiles, especialmente en las obras subterráneas-. Confesó el conferenciante que "no había trabajado nunca con ingenieros de minas", aunque sí citó otras ramas de la ingeniería como colaboradores habituales. Junto  a los de minas, tampoco ve como "creadores de paisaje" a los navales o aeronáuticos; no mencionó a los de la especialidad de Defensa.

Fue la única parte del paisaje que pintó Aguiló cuya percepción nos dejó con un sabor agrio. ¡Hubiera sido tan sencillo, dado lo redondo de la conferencia, y ante un auditorio en el que no había solo ingenieros de caminos, defender que, junto a los arquitectos, todos los ingenieros, al actuar sobre el paisaje natural, modificándolo y adaptándolo a las necesidades de la sociedad, tienen responsabilidades comunes en conseguir que sus intervenciones sean mínimas, funcionales, estéticas!.

Porque, caramba, no solo los ingenieros de caminos intervienen sobre el paisaje; lo hace hasta el labrador que levanta una nave, apilando ladrillos, para guardar el tractor en un pueblo de Galicia, o el delincuente malversado que arroja las ruedas gastadas del coche a un río -por contar dos ejemplos que se reproducen a diario-; ellos contribuyen negativamente a nuestra percepción del paisaje.

Pero de la profesionalidad y deontología de los titulados, de su saber hacer y sensibilidad, cabe esperar, y que se autoexijan, otros comportamientos. Hayan sido egresados de no importa qué Universidad o Politécnica.

Sobre huellas, sonidos y colores del agua.

Estamos inmersos en la moda de buscar la huella de lo que hacemos. Seguramente, complacidos de haberla dejado. Proliferan los análisis de las huellas de nuestro paso que, por supuesto, están relacionadas con la naturaleza. Por eso serán hídricas, acústicas, de carbono, ecológicas, ambientales...

Podemos estar orgullosos de haber superado los tiempos en que, al grito de ¡Agua va! los habitantes de las ciudadelas medievales vaciaban sus bacenillas arrojando el contenido de la ventana a la calle. Ahora, nuestras aguas negras se recogen en casi todas las ciudades civilizadas, se tratan en complejas instalaciones de depuración y, en algunos casos, se reutilizan.

No importa tanto que en el mundo -según cómputos misteriosos realizados por funcionarios bien pagados, se supone- estimemos en 1,5 millones los niños menores de 5 años que fallecen por beber agua en malas condiciones. Tampoco debe ser tan importante que casi 1.000 millones de semejantes -quizá no tan semejantes, después de todo- carezcan de agua potable en sus hogares y, por tanto, habrá de ser muy superior el número de los que no disponen de recogida de sus aguas cloacales y, no digamos, de estaciones para su tratamiento posterior.

Ah, pero no tenemos motivos para estar orgullosos. Nuestra huella hídrica -es decir, el balance entre el agua limpia que consumimos y la que devolvemos a la naturaleza- es francamente negativo, especialmente en el mundo occidental, el que se jacta de ser más civilizado.

Vienen muy bien estudios como el realizado por el profesor José Antonio Sotelo y un equipo de profesores multidisciplinar, y nos parece estupendo que la Fundación Mapfre dedique un dinero a pagar esa investigación.

El libro "La huella hídrica española en el contexto del cambio ambiental" es una ayuda inestimable para la reflexión en torno al uso y economía del agua en España.

Somos uno de los países de Europa que más agua per cápita consume, a pesar de ser el más árido de Europa: "tanto el consumo de agua azul como de agua verde supera los 100 km3/año".

¿Qué es el "agua azul"?. El profesor Rafael Llamas la ha definido como "la parte del ciclo hidrológico que la sociedad ha modificado para su aprovechamiento". El consumo de "agua verde" ("la que permite que la vegetación natural y los cultivos de secano se desarrollen normalmente"), por su parte es "la evapotranspiración del agua procedente de la precipitación en el suelo de cultivo".

A nivel mundial, "se estima que el uso total de agua dulce (agua azul) es de 4.000 km3/año y que otros 6.400 km3/año de agua verde son utilizados directamente en las actividades agrícolas", valorándose en 5.200 km3/año el volumen de agua azul y verde necesario para producir todo tipo de alimentos a nivel mundial. (Las estimaciones de Naciones Unidas la elevan a 6.000 km3/año: 1.000 m3/año por habitante del planeta).

La huella hídrica de España, con 40,5 millones de habitantes de media en el período 1997-2001, fue de 94 km3/año: 2.350 m3/hab-año.

Es interesante analizar los efectos económicos de ese consumo, según los diferentes empleos realizados. Enla parte andaluza de la cuenca del Guadina, por ejemplo, la productividad económica de las hortalizas es aprox. 15 €/m3, gracias a la producción bajo plástico y al empleo conjunto de aguas superficiales y subterráneas. Es muy alta, desde luego, comparada con los demás valores obtenidos para otras zonas y cultivos, que pueden estar por debajo de 1 €/m3.

Hay que profundizar en esos estudios. Y, sobre todo, hay que asumir un uso mucho más responsable del agua. Porque se nos está acabando el recreo, y hay huellas que no deberíamos dejar.

 

Contra la huella de carbono, castidad

Siendo la castidad la virtud de la abstinencia de todo goce carnal (según acepción de la RAE), no puede dudarse que la difusión de este comportamiento disminuiría la producción de CO2 y otros gases de efecto equivalente, que son los culpables de la "huella de carbono".

Por si se acerca a estas líneas algún estudiante despistado que esté preparando un trabajillo de esos que puntúan para elevar la nota sobre el aprobado general, aclaremos que la meritada huella es el invento por el que se pretende traducir en peso de anhídrido carbónico emitido las actividades que consumen energía. 

Se puede calcular para personas físicas como jurídicas, para actividades lucrativas como lúdicas. Está de moda. Existen programas que obtienen, a partir de datos sobre los hábitos (de comportamiento, transporte, consumo, etc.) un número al que se ha popularizado llamar "la huella de carbono", con el propósito, por lo general, no tanto de llevarse las manos a la cabeza como de ayudar a la mentalización de que se debe reducir.

Para comparar huellas de este tipo, se siguen procedimientos normalizados de certificación, en especial para organizaciones, siendo en la actualidad el protocolo utilizado la ISO 14064-1. Para productos, está prevista la revisión de la ISO 14067.

Todos somos contribuyentes al calentamiento global, porque todos producimos -también por el solo hecho de existir, pues respiramos- CO2.

Podemos serlo en mayor o menor medida: Chris Goodall refleja en su libro "Cómo vivir con menos CO2" que utilizar la bicicleta es mejor que andar, como elemento para cuidar el clima, si para compensar las calorías que perdemos haciendo ejercicio utilizamos una dieta rica en carne (se emiten 50 kg de gas invernadero para producir 1 kg de carne; así de ineficientes energéticamente son los cuadrúpedos herbívoros).

La cuestión que nos preocupa en este Comentario, sin embargo, no es ya la muy probable necesidad de poner coto inmediato a la masiva producción de gases con efecto invernadero, sino la coherencia de las cifras manejadas y, por ende, la manera fidedigna, fiable, de obtener resultados homogéneos, que nos permitan saber, claramente, cual es el cumplimiento de los objetivos propuestos.

Algo nos suena raro. Si sumáramos las huellas de carbono de todos las empresas, organizaciones, personas, animales, plantas y cualesquiera otros imaginables entes productores de CO2, ¿a qué cifra llegaríamos?.

¿Qué significado tiene, en ese contexto, afirmar que España produce -pongamos por caso- 450 millones de t de CO2 equivalente al año? ¿Cuánto podemos ahorrar de nuestra huella de carbono colectiva? ¿Cómo medir la huella de los "sectores difusos" y, sobre todo, el posible ahorro?

Tenemos un día de preguntas, parece.

 

Sobre los desacuerdos sobre el cambio climático

No ha quedado claro a qué se han comprometido exactamente los representantes de los 194 países que han aprobado los pactos de Cancún en relación con el cambio climático.

También se desconoce si tiene algún poder vinculante, pues ha quedado abierta la decisión acerca de si lo pactado podrá convertirse en tratado algún día.

La lectura de los textos ofrece la impresión de que se ha pretendido solventar las cuestiones espinosas acudiendo a la ambigüedad, al aplazamiento de la toma de las decisiones y a la expresión de voluntariedades.

En verdad, no tenemos ninguna duda de que, dada la situación de falta de concreción en los efectos, el alto coste de las medidas apuntadas, las dificultades de distribución de los fondos, la indefinición respecto a las tecnologías que sería necesario transferir, etc., será imposible llegar a un acuerdo global de reducción de emisiones, verdaderamente vinculante según el derecho internacional.

Para empezar, ni siquiera existe consenso unánime sobre los términos del derecho internacional aplicable y (lamentamos ser tan negativos), si existieran, la comunidad carecería de poder coercitivo para exigir su cumplimiento, no será posible establecer controles de medida en tiempo real fiables para las emisiones y sus efectos y ni siquiera se podría imaginar cuál sería el castigo para un país -en especial, si es de los fuertemente contaminantes- que hubiera hecho caso omiso de los acuerdos.

Así que, si el lector pertenece al grupo de quienes creen a pies juntillas que los informes del Panel del Cambio Climático no contienen errores ni ocultas intenciones, le aconsejamos que cambie de inmediato el apartamento en la costa por una cabaña en las montañas, y se ejercite en la meditación y en la austeridad, preparándose para ser testigo de la secuencia de los momentos más apasionantes de la historia del mundo.

Y, si le gusta llamar la atención, puede apuntarse a suscribir una declaración como la que figura a continuación, inspirada en los falsos acuerdos de Cancún, que puede colgar, con una chincheta, a la puerta de su refugio.

"I have launched a set of initiatives to protect myself from climate change and to deploy the money and technology that as concerned human being need to plan and build my own sustainable future.

"Related with my previous statement, I declare myself in default,  inviting all other Earth inhabitants to join me in the willingness of not paying any more green taxes nor environmental allowances till a serious agreement be achieved.

"After reading the "Cancún Adaptation Framework" and related papers, I feel myself very disappointed from the real ability of world leaders to avoid a general disaster, and, in order to enhance the willingness to positive and effective world cooperation, I´m subscribing a formal protest against the official representatives at the Conference.

"I have taken the decision, while waiting for a satisfactory response to my requirements and concerns, to establish with these detracted quantities a Fund to allow better planning and implementation of adaptation projects focused to protect my home and family through increased financial and technical support, initiating a process for avoiding myself and my relatives any loss and damage."

Sobre las renovables, el tren de la economía y las estaciones del via crucis

Sobre las renovables, el tren de la economía y las estaciones del via crucis

Estar a favor de las energías renovables, del desarrollo sostenible y de un nuevo paradigma para nuestra economía son dogmas de una religión emergente que tiene sacerdotes y profetas de voz tronante y que, como corresponde a una doctrina destinada a captar muchos adeptos de las más diversas procedencias, reune elementos de la física y de la metafísica.

Sus sumos sacerdotes, crecientemente animados por el éxito de sus proclamas, recurren a la patafísica con excelente familiaridad y, manejando con destreza la previsión del más allá aunque sea a costa de arrollar con lo que tenemos delante de las narices, mezclan proyecciones y tendencias, fórmulas con elucubraciones, datos con sofismas, intuiciones con probabilidades, y en un maremagnum de futuros prometedores y castigos del infierno, consiguen, en suma, poner en pie un espectáculo trágico-cómico en el que pretenden que todos seamos los comparsas y ellos los guías que nos saquen del atolladero.

Porque en un atolladero, sí que estamos. No hay trabajo, no hay creación de actividad, no hay ilusión, no hay dinero. Y, la verdad es que, hasta ahora, lo hemos pasado estupendamente. Parecía que habíamos conseguido el objetivo: Que inventen y trabajen otros; porque, convencidos de que lo nuestro era el consumo; nos hicimos expertos en consumo.

En el campo de las energías renovables, de pronto, se nos ha caído una venda que nos impedía ver nuestra aparente situación privilegiada: tenemos sol y por las crestas del norte, algo de viento. ¿Por qué preocuparse del precio del carbón, para qué seguir corriendo el riesgo de quedarnos sin gas natural, quién dijo que las centrales nucleares no podían explotar y los residuos no eran peligrosos? ¡Energías renovables, al salón! ¡Cueste lo que cueste, vamos a convertirnos en los campeones de esa forma verde, natural, de producción de energía!

Así, el tremendo despilfarro para España que ha supuesto la falta de un programa energético coherente, y en el que, asustados los Gobiernos de turno por la repetida coletilla de que éramos una isla energética, se han ido acumulando dependencias de fuentes importadas (petróleo, gas natural, carbón, etc.) y aplazando decisiones sustanciales ante la debilidad para enfrentarse a los problemas (parón nuclear, tratamiento de los residuos radioactivos, retraso en la implantación de centrales combinadas, exceso de instalaciones de desgasificación, etc.), ha tenido en los últimos años, dos descendencias deformes: los aerogeneradores y las placas solares.

Esos hijos de la improvisación han sido muy bien alimentadas por especialistas en pescar en río revuelto. Así se ha formado una cofradía de santones, gurús, devotos, arrepentidos, visionarios, junto con una mayoría de gentes bien intencionadas y otras que se adueñan de argumentos verdes para hacerlos suyos, entre las que no faltan, por supuesto, algunos técnicos y sindicalistas de prestigio (conseguido en otras lides, otras facultades, otros tiempos).

Domingo Jimenez Beltrán y Joaquín Nieto son los impulsores, junto con otros respetados paladines de un nuevo orden mundial, de la fundación a la que han puesto el sugerente nombre de Renovables. Defienden, en un artículo sin desperdicio -como corresponde a tan esforzados ambientalistas- publicado en EP el 26 de noviembre de 2010, a las energías de fuentes renovables y, de entre ellas, a la energía eólica, a las que atribuyen la capacidad de suministrar el 100% de las necesidades energéticas de este pequeño y capitidisminuido país llamado aún España.

Y terminan su estupendo alegato, pletórico de optimismo, en el que se defiende un panorama con verdes paisajes en el que se habrán creado millones de puestos de trabajo que servirán para cuidar los aerogeneradores y placas solares que se hayan dispuesto aquí y en todo el mundo, en donde, -posiblemente con guirnaldas de flores, sombreros de jipijapa y pantaloncitos blancos- nuestros nietos recojan nuestra cosecha de riqueza, autonomía y bienestar, con una pregunta abierta:

¿Por qué renunciar a un futuro tan prometedor?

La respuesta es un poco larga, pero comprensible:

No queremos renunciar a nada, y menos a la tajada buena del bizcocho, pero nos faltan argumentos para creernos que el futuro sea tan prometedor. Especialmente, para quienes, como sucede en este paísecito que lleva siglos sin levantar cabeza más que para pedir permiso para ir a los lavabos, además de no disponer de fuentes de energía barata, carecemos de los conocimientos para poder utilizarla, no solamente hoy, sino mañana -cuando los países más grandes se tomen en serio, si se lo toman, esto de las energías renovables- de forma competitiva internacionalmente.

Por eso, conscientes de nuestra limitación tecnológica y económica, en la que hemos visto cómo aumentaba la distancia entre los que más saben y los que nos complacemos en el consumo de lo que ellos producen, no nos creemos que el producir toda la energía que necesitamos con las llamadas fuentes renovables sea la solución. Más realistas y más modestos, apoyamos el mantenimiento de un mix energético en el que hemos invertido hasta ahora y en el que tenemos excedentes de capacidad de producción de energía primaria.

No nos creemos que las energías renovables no necesitan aún mucho desarrollo para ser competitivas y dudamos que estar entre los primeros en implementarlas masivamente sea juicioso. Ahora se está hablando de renovar los parques eólicos y los huertos solares que no están, ni de lejos, amortizados, porque se conocen nuevos avances tecnológicos. Tampoco hemos viso que los países más desarrollados, entre los que, desde luego, no nos encontramos en España, vean las renovables a corto plazo como su fuente única de energía primaria.

Tampoco creemos que los apoyos a las renovables sean inocentes. Están sirviendo para que algunos aprovechen la coyuntura para beneficiarse de las subvenciones y enriquecerse un poco, a costa de nuestras sensibilidades.

Ni siquiera -aunque nos gustaría soñar así- somos conocedores de que seamos líderes en España en su desarrollo. Las empresas norteamericanas y centroeuropeas son las que centralizan la búsqueda de eficiencia en una tecnología cuyo concepto es simple pero en el que los ajustes técnicos son esenciales para alcanzar los máximos rendimientos.

Tampoco son plenamente seguras, y, desde luego, son poco estéticas. Se están silenciando los accidentes provocados por generadores eólicos cuyas aspas se rompieron y aparecieron a varios kilómetros, al fallar los mecanismos disyuntores en momentos de viento huracanada, y tampoco se habla de incendios en paneles solares. Por ejemplo.

Tampoco nos fiamos de que quienes defienden una forma u otra de energía sean ecuánimes. No tenemos elementos para acusar a nadie, porque no nos dedicamos a hacer periodismo de investigación ni a levantar las faldas ni el velo de fundaciones e intereses particulares.

Pero nos sorprenden algunas defensas tan enardecidas de quienes no nos consta que tengan una cualificación técnica adecuada, como nos hemos quedado de piedra con apoyos sin fisuras de políticos que, luego, quedó al descubierto que tenían intereses en empresas de las tecnologías que apoyaban.

Y puesto que no existe un criterio unánime respecto a lo que hay que hacer, ni aquí ni en Alemania, ni en Estados Unidos, preferimos estar entre los que observan y no entre los que financian el caldo gordo de intereses desconocidos.

Porque ya tenemos bastante con tratar de solucionar los viacrucis abiertos.  No es la primera vez que unos animosos, enarbolando ahora las sacrosantas banderas del respeto a la naturaleza y creación de bienestar y puestos de trabajo, nos convencieron de que estábamos disfrutando de tierras donde los ríos eran de miel y las plantas producían hogazas y chorizos, ocultándonos que, en realidad, estábamos ya metidos hasta el cuello en el fango del fracaso.

Sobre el paseo virtual de las profesiones por el ambiente

En el marco del X Congreso Nacional de Ambiente, la Unión Interprofesional de Madrid ha presentado en el mundo real un libro virtual con el sugerente título de "Paseo virtual por el ambiente: Hablan las profesiones"

No todos los Colegios profesionales participaron en la propuesta abierta de comentar, desde su propia perspectiva, cómo se entiende y vive la situación ambiental, pero, en la plasmación de una idea tan respetuosa con el ambiente como es un volumen cuya difusión se limita al espacio de la telecomunicación, han participado con sus opiniones prácticamente todas las entidades profesionales cuyas actuaciones tienen mayor repercusión sobre el medio físico.

El resultado ha sido un documento que centra su interés, justamente, en la diversidad de enfoques, coincidiendo, sin embargo, casi todos ellos, y de forma bastante sorprendente, en un tratamiento que trasciende las posturas corporativistas, para proponer o apoyar visiones globales.

A la presentación del libro virtual acudió poca gente, como suele ser lamentablemente habitual en estas convocatorias que se dirigen a colectivos muy amplios cuya personalidad o identidad conjunta tiene, incluso para sus integrantes, pocos mimbres y, para el gran público, escaso atractivo mediático.

En apenas diez minutos por cabeza, los portavoces de los siete colegios profesionales que se habían postulado para intervenir en el acto (ingenieros navales, de caminos, industriales, de minas; geólogos, químicos, y biólogos, si bien el libro cuenta con once comunicaciones), esbozaron una pintura compleja, obviamente transversal respecto a sus profesiones, y atenta y preocupada respecto al ambiente.

El debate posterior resultó especialmente atractivo, pues ponentes y asistentes -casi todos, miembros también de las Juntas de los Colegios profesionales- consiguieron hilvanar una reflexión en la que aparecieron perfilados, con vívidos caracteres, los problemas centrales de las profesiones, especialmente, las técnicas, en España. Por ejemplo:

1.- Falta de atención a la profesionalidad en el entorno, particularmente, por el estamento político, enmascarada en los debates anodinos, en la improvisación, o en el desprecio a las posturas técnicas

2. Urgencia y especial necesidad de revisar, con profundidad, la formación en las profesiones técnicas, que, dada la rápida evolución de las tecnologías, se encuentra muy alejada de los conocimientos manejados por los grandes grupos empresariales, separando drásticamente el conocimiento oficial universitario del utilizado por los líderes tecnológicos mundiales.

3. Desinterés en la incorporación plena de los factores económicos en el debate por la conservación o la recuperación ambiental, superando posiciones idealistas o voluntaristas que no se corresponden ni con el tamaño, ni la capacidad económica de nuestros país y ni siquiera con nuestro nivel tecnológico real. 

4. Desprecio por la formación continua -a lo largo de toda la vida- del profesional, particularmente imprescindible en el mundo tecnológico, que se confía a la decisión individual. Relacionada con la evolución rampante del conocimiento aplicado, esta necesidad de adaptación permanente, por parte, al menos, de los profesionales más cualificados, necesita atención y recursos.

Nosotros, participantes en el debate, lo hemos plasmado con un lema muy querido: Aunque podamos seguir viéndonos como ingenieros de minas, de caminos, aeronáuticos, químicos o biólogos, lo que debe caracterizar al buen profesional no son únicamente los estudios que ha seguido en la Universidad de la que proviene, sino en un mensaje permanente, mantenido durante toda su carrera:

"Aquí estamos, aquí estoy. He seguido aprendiendo, adaptando, aplicando, desde que terminé mis estudios académicos. Y puedo decir, con mejor razón y la misma intensidad que cuando dejé la Universidad, "Estoy, estamos disponibles."