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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las inconveniencias ambientales (y 3)

La introducción de los factores económico-financieros en las estrategias que pretenden elevar los niveles de bienestar básicos en las poblaciones de los países en desarrollo, sitúa la magnitud del problema en una dimensión titánica.

Limitándonos exclusivamente a dos de los servicios más elementales, agua y residuos, situar la gestión para los usuarios dométicos (¡solo!) en el nivel actual de los  países desarrollados, implica movilizar anualmente, en todo el mundo, más de 240.000 millones de euros.

Son cifras orientativas, sin duda, pero que sirven para dar una idea de la dimensión del problema. La gestión integral del agua (incluído el tratamiento básico de depuración de las aguas residuales) no bajará, tomando costes actuales en la Unión Europea, de los 1,3 euros/m3, lo que para un modesto consumo por persona de 30 m3/año -inferior a los 100 litros/día, por tanto- de los 180.000 Mill. Euros/año (cifras de 2010).

Haciendo un cálculo similar para resolver, con estándares europeos, lo que se estima como correcta gestión de los residuos domésticos, y teniendo en cuenta una producción de 0,3 t/año por persona (igualmente modesta), y aceptando un coste medio de 30 euros/t, se llegar a la desalentadora cifra de 54.000 Mill euros/año (cifras de 2010) como necesarias para sostener el equilibrio económico de una gestión de residuos domiciliarios a nivel mundial.
A nadie se le ocurriría pretender recaudar tales cifras de los países en desarrollo, en donde para casi todas las familias, podrían suponer más del 15% (en algunos lugares, incluso más del 100%) de la renta familiar. Los desequilibrios actuales de renta y nivel de vida en ellos, solo para estos servicios que reputamos de básicos con nuestra mentalidad de bienestar occidental, implican aceptar que la mejora de los servicios domiciliarios se concentre en los núcleos centrales de las poblaciones, que pueden soportar mejor el coste, limitando a prestaciones muy elementales -una fuente, unos pocos contenedores- a los pobladores de la periferia, que nada podrán pagar o solo cantidades simbólicas.
No mejora esta actuación, por lo tanto, la consecución de un equilibrio, sino que lo aumenta. Tampoco es sencillo convencer al sector más solvente en lo económico que subvencione a los más humildes, pagando mucho más por el servicio de lo que les costaría, si todos asumieran su parte.
Estos cálculos pueden parecer frágiles a quienes se contentan con manejar ideas sin descender a las cifras de lo concreto. Para ellos, la mala noticia es que estos costes de gestión solo se alcanzarían después de una descomunal inversión en infraestructuras, y ese paso previo, al nivel de calidad al que se acostumbraría el mundo occidental, fue iniciada, actuando de motor económico, a finales del siglo XIX y principios del XX por empresarios locales privados, que habían conseguido su fortuna en la emigración y con la explotación de recursos de países de desarrollo.
La financiación de infraestructuras en los países en desarrollo está movilizando importantes flujos de capital, para los servicios ambientales. Estas ayudas se realizan, en general, por entidades financieras multilaterales, que prestan a los Estados, bajo la forma de créditos a largo plazo, las cantidades necesarias, supervisando que los proyectos sean rentables, porque se pretende que se puedan devolver con los beneficios que generen, en fórmulas de capital-riesgo sofisticadas, en las que la garantía final proviene de los Estados que actúan de receptores de los préstamos.
La financiación multilateral supera los 21.000 Mill $/año, a la que hay que añadir algunos miles de millones más aportados por canales filantrópicos y de actuaciones mercantiles puras. Se calcula que se han invertido más de 140.000 Mill. $, que, teóricamente, habrán de ser devueltos en los próximos 50 años, gracias al "desarrollo sustentable".  Se necesitarán otros tantos para lograr los objetivos del Millennium en 2015.
Por su parte, el World Development Report 2010 estima que la mitigación del cambio climático en países en desarrollo costará 140–175.000 mill$/año durante los próximos  20 años, y los de "adaptación" (para combatir inundaciones, tifones, etc.) supondrán de 30–100.000 millones$/año de 2010 a 2050 .
Según la UNFCCC, en su informe de 2009, en 2008, se dedicaron 4,5.0000 Mill $ a actuaciones relacionadas con el clima, que se aumentarán a 28.000 Mill$/año en 2010-2012 y subirán a $100.000 Mill/año.
Comprendemos que el lector se encuentre mareado con estas cifras. Quédese con esta simple idea. Cómo los gobiernos mobilizarán este nivel de recursos, se desconoce. El coste de mantener la biodiversidad no ha sido aún calculado.

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