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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la energía eólica y su impacto ambiental

El crecimiento de parques eólicos en España ha sido espectacular. Pocas crestas montañosas se han visto libres de estos molinos de vientos que han pasado de ser alabados por los ecologistas a vituperados por todos los preocupados por el deterioro del paisaje.

La energía eólica tiene fieles convencidos y detractores furibundos. Los primeros argumentan que es una forma barata de producción de energía, limpia, tecnológicamente dominada y que, cuando no se necesite, siempre se podrán desmontar sin dejar huella alguna en el paisaje; además, han significado ayudas económicas para las poblaciones en donde se instalan los aerogeneradores.

Los detractores subrayan el deterioro paisajístico que producen, los daños a la fauna -ahuyentada por los ruidosos mecanismos, cuando no víctima de las.paletas- y el enriquecimiento ilícito que están produciendo en las empresas, que se favorecen de unas subvenciones desemesuradas; pero es que, además, la energía eólica, dada su producción discontinua, no puede vivir sola: necesita de una forma de energía complementaria que garantice el suministro eléctrico cuando no sople el viento y, si sopla, como no puede almacenarse la producida entonces, hay que cederle el sitio. La eólica sería como la prima dona de las alternativas energéticas.

El RD 661/2007 ha modificado el margo regulatorio de las energías alternativas, reduciendo las primas a la producción eólica, creando un período transitorio para las instalaciones entonces existentes, y propiciando dos regímenes alternativos, con una tarifa regulada de 75 euros por Mwh y una prima de 30 euros por Mwh, durante 20 años, con un cap de 87 y un floor de 73 euros, a partir de enero de 2008.

Las empresas inversoras en eólica se han venido aprovechando de la diferente regulación para instalaciones que no alcancen los 50 Mw, con primas superiores y que no precisaban de una declaración de impacto ambiental.

Diversas asociaciones ecologistas han denunciado que se estaban instalando parques de gran capacidad, utilizando las mismas infraestructuras y obviando la declaración ambiental, causando graves daños a la fauna y al paisaje. Se acaba de conocer un primer fallo de los Tribunales de justicia, dando la razón a los reclamantes, y denegando la autorización para 366 aerogeneradores ubicados en Galicia, Orense, en una zona protegida.

Como ha sucedido también con la producción de energía con base en biomasa, las voces discrepantes, con fundamentos serios, están poniendo el dedo en la llaga de la necesidad de ser ponderados en la entrega incondicional hacia nuevas formas de producción energética, de indudable valor dentro del nuevo mix, pero que deben ser estudiadas con toda seriedad, evitando el enriquecimiento aprovechado de quienes se pretenden aprovechar de la falta de control administrativo y de la repentina devoción hacia todo lo que se vende como "verde", que es también el color de algunos billetes.

Es cierto que la prima eólica durante 2006, con una producción eléctrica de 23.870 GWh, supuso 922 millones de euros. Se han creado empleos nuevos y se han ahorrado costes por la menor producción de gases de efecto invernadero. Pero la carrera por el incremento desmesurado del parque eólico debe contar con elementos de contención, para evitar que nuestro paisaje se pueble de aerogeneradores, tecnología que carece de riesgos para los productores, y cuyas externalidades no han sido adecuadamente valoradas.

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