Ingenieria para Abogados y Economistas: Cómo aprovechar lo que se sabe para crear una empresa (y 3)
(Este Comentario es terminación de los dos inmediatamente anteriores)
Las tendencias de consumo de la sociedad en un momento dado no son difíciles de detectar, por la fuerte inercia que presenta la demanda colectiva, además de que se puede distinguir claramente entre la cobertura de las necesidades que llamaríamos básicas (alimentación, vivienda, educación, sanidad) y las vinculadas a la mejora tecnológica (comunicaciones, informática, transporte, energía, materiales, etc.).
Por determinantes que pueden aparecer estas tendencias a los estudiosos de las demandas de la sociedad humana -estructurales como surgidas de la obsesión individual por maximizar la función de satisfacción en cada instante-, es increíble el poco interés que se dedica al análisis de los índices que las detectarían, y aún sorprende más la debilidad del desarrollo de una cultura colectiva que permitiría aprovecharlas al máximo.
Por una parte, es evidente que la aparición de nuevas empresas en sectores tradicionales, al ofrecer mejores soluciones técnicas y formas de ejecución, por tanto, más baratas, echan fuera del mercado a muchas de las existentes, ancladas en su capacidad de respuesta por excesos de personal, de maquinaria no amortizada pero técnicamente obsoleta o por la insuficiente formación tecnológica o la resistencia pasiva de sus gestores.
Este es un caldo de cultivo donde se generan oportunidades doradas para las start-ups (empresas de nueva creación con poco capital pero con una nueva tecnología mucho más eficiente), que se constituyen, por ello, en la base de la dinamización de la estructura económica. También, por su propia esencia, son un elemento de su desestabilización, por generar pérdidas de negocio, desempleo, cierres empresariales, en los sectores en donde irrumpen con nuevos métodos, productos e ideas.
Y aquí hay que saber distinguir claramente entre lo que son nuevas tecnologías que exigen "bajo nivel de asimilación" para su aplicación, con la capacidad de generación, desde la cúspide tecnológica, de una estructura para impulsar nuevas opciones de alta demanda de conocimientos. Es esta punta de lanza tecnológica la que marca el verdadero potencial de desarrollo de un país y es en ese sector de avanzadilla en donde hay que concentrar los esfuerzos de formación e investigación, generando equipos de élite, dotándoles de condiciones adecuadas, incluído un claro apoyo estatal y la creación de infraestructuras y centros de alta capacitación.
Se ha puesto mucho énfasis en el cambio tecnológico que han propiciado las tecnologías de comunicación, pero, en mi opinión, no dejan de ser un soporte para la difusión de tecnología (y, desde luego, de cultura) pero su alcance como generadoras de tecnología extra- y supra-sectorial es muy limitado. Es evidente que su gran éxito (y también, su servidumbre) ha sido la facilidad de acceso general a las fuentes de información (e intoxicación ideológica y documental, por la dificultad de priorizar las fuentes fiables), introduciendo, paralelamente, la posibilidad de generación de nuevas empresas que permiten hacer lo tradicional de forma mucho más eficiente y rápida, desplazando a otras menos versátiles.
Las tecnologías de comunicación son tecnologías-soporte y, como sucedió antes con la aparición de la informática, reducen inevitablemente empleo hasta que son asimiladas por los sectores de tecnología-valor añadido global, lo que exige un período de tránsito y, además -y de eso ahora no estaría tan seguro, por causa del agotamiento de recursos y la propia difusión rápida de tecnologías entre los países llamdos emergentes- la consolidación de los mercados absorbentes.
No menosprecio las tics, en absoluto, pues contribuyen de forma tremendamente eficiente a la "sensación de bienestar", pero tienen una capacidad de ayudar al crecimiento neto del pib colectivo muy limitada: son tecnologías-disfrute, más que tecnologías- generadoras.
Parece una observación elemental, pero que a menudo se ignora: Para dedicarse a la peluquería, regentar un bar u ofrecerse como grupo familiar para pintar interiores. no se precisa la misma formación que para dominar un programa de cálculo de estructuras, calcular la eficiencia térmica de una caldera, proyectar una instalación unifamiliar con fines de autosuficiencia energética, diseñar las redes de abastecimiento de agua a un polígono industrial o, para el caso, un campo de hortalizas.
En la formación eficiente en conocimientos consolidados, no hay que ceder terreno a nadie. Estos últimos trabajos citadas sí pueden y deben ser realizados por ingenieros recién licenciados, y las Escuelas Técnicas tienen que darles plena seguridad en su realización, pues les facilitaría enormemente su integración en el mundo laboral, incluso como autónomos.
Ahora bien: compatible con ello, es imprescindible contar con centros de élite que formen a suficientes ingenieros en tecnologías-generadoras, y que, con ellos se cuente a la hora de crear empresas con tecnología punta y aplicar esos conocimientos. Serán pocos, pero serán fundamentales. Y los Economistas y Abogados que se responsabilicen de la gestión de los objetivos públicos o de las grandes empresas han de apoyar y estimular este propósito, porque en ello va el futuro de todos, de la sociedad como conjunto, no únicamente de los que se salven como puedan.
Si se está de acuerdo en que esto es así, hay que tener claro cuántos profesionales necesita una sociedad para atender a los diferentes sectores, y no hay que engañar a los que buscan empleo con falsas expectativas en subsectores maduros. El número preciso de peluqueros, talabarteros, fontaneros, como el de informáticos, abogados, ingenieros, economistas, etc. deriva de una previsión de futuro, en el que hay que incluir la pirámide vegetativa, la futura demanda de servicios y tecnológica, los índices de desarrollo, las previsiones de rentabilidad de las tareas, entre otros factores.
Si los AES que leen este Manual estuvieran conformes con lo básico que expresan estas ideas, creo que estaríamos todos de enhorabuena.