Ingeniería para Abogados y Economistas: Problemas del mercado (y 2)
Los defensores del mercado como asignador eficiente se detienen, complacientes, en el análisis de su funcionamiento histórico en los momentos de crecimiento económico y en la relativa rapidez con la que se recuperaban de los destrozos quienes escribían las páginas principales de esa Historia.
Eran otros tiempos, sin embargo. La globalización de la información no existía, y las diferencias en desarrollo se referían a países, no a individuos o grupos de individuos. Hoy se puede hablar de personas desarrolladas o no tecnológicamente, atendiendo a su capacidad para formar parte del mundo interactivo.
Hasta hace pocos años, las nuevas tecnologías, que se mostraron excepcionalmente agresivas sobre el modelo socioeconómico, no habían aparecido, o carecían aún de efectos a nivel personal, y específicamente, en cuanto al empleo. Actualmente, la capacidad para actuar en las infotecnologías se puede adquirir, por una persona capacitada para ese aprendizaje, incluso a pesar de que habite en uno de los países más pobres del planeta. Basta con dotarle de un ordenador, una conexión telemática y apelar a su creatividad.
La única, y muy seria, advertencia que hay que expresar es que esos "programadores informáticos" no son sino el germen del nuevo lumpen laboral, en la medida en que su capacidad para aprender nuevos lenguajes, que ellos no crean, sino usan, es siempre menor y la competencia entre programadores, creciente.
Hasta la aparición de nuevas tecnologías extremadamente eficientes, cuando la economía general o la particular de un país dominante (digamos, "países occidentales") se encontraba en una fase expansiva y los recursos de terceros países eran explotados sin otras restricciones que la de atención a una demanda sostenida y controlable, el mercado oligopolista de los principales productos que se comercializaban en los mercados internacionales, funcionaba relativamente en calma.
A niveles internos de cada país occidental, la aparición de oportunidades de consumo, vinculadas frecuentemente a nuevos juguetes tecnológicos, permitía que los inversores de capital ubicasen sus excedentes en los nuevos nichos de negocio, generando así bolsas de acumulación monetaria de los beneficios, que actuaban como generadoras de empleo a corto plazo. Todos felices, incluso los caciques de los países en desarrollo, controlados por su corruptibilidad y poseedores de cuentas en paraísos fiscales que iba engordando rápidamente.
Ha sucedido, en realidad, otras veces en la Historia, pero, como en el caso del diluvio bíblico, aunque supuso el final de estructuras sociales que habían sido dominantes, no tuvo carácter universal y, por tanto, la evolución explosiva pudo repetirse en otro lugar.
Las empresas que tienen los más hábiles gestores comerciales, crecen desmesurada y peligrosamente, pero, las nuevas tecnologías desbaratan continuamente las previsiones de amortización de los equipos y maquinaria, que no pueden amortizarse, trastabilando las previsiones de vida útil.
La pugna por arrebatarse clientes lleva a abaratar los precios finales a límites insoportables en los Balances y, para enmascarar resultados que van irremisiblemente peores, utilizan todo tipo de artificios contables para lograr el "mayor valor para los accionistas" que, si estamos hablando de empresas que cotizan en Bolsa con per de 20 o 30, para quienes han comprado esas acciones en el mercado bursátil, poco o nulo consuelo supone, pues la burbuja en la que se han montado es de otro carácter y poco tiene que ver con el mundo real.
(continuará)
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