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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las cuotas lácteas y el precio de la leche

Para el 2015 está previsto que la Unión Europea suprima las cuotas lácteas, la clave de la reconversión que permitió la concentración de la producción lechera en unas pocas manos.

En España, el vacuno de leche fue uno de los sacrificados con la entrada en el Mercado Común, cambiando drásticamente el panorama agroganadero de los paisanos del Norte. Muchos -la mayoría- de quienes mantenían pequeñas explotaciones, decidieron vender sus cuotas, porque se limitó la producción de leche española para que los excedentes comunitarios tuvieran entrada en nuestro mercado.

Hubo otra transformación importante, desde el consumidor. El cliente español empezó rápidamente a valorar mejor los quesos, los yogures y los transformados lácteos, que incorporaron valores añadidos industriales al  líquido blanco.

Resultó así que el precio de la leche al ganadero se contrajo, con la argumentación de que el mercado era muy competitivo. Pero los márgenes de las multinacionales lecheras aumentaron, porque la calidad de la leche vendida al gran público empeoró (más agua, menos grasas, más nombres sofisticados para confirmar su pureza bacteriológica) y se aumentó la oferta de derivados lácteos, a precios muy interesantes para las fábricas.

España importa hoy leche, fundamentalmente, francesa. Como en todo el sector de servicios y distribución, las firmas francesas controlan el mercado. La leche y los lácteos se distribuyen básicamente a través de las grandes superficies, controladas por las mltinacionales que toman decisiones en Paris.

Mientras tanto, en España, los industriales ganaderos andan molestos y desorientados. Por algunos, se pide un fondo lácteo europeo para ayudar a los que se han endeudado para comprar cuota láctea y ven en el aire la posibilidad de amortizar sus inversiones debido al bajo precio de la leche (la caída experimentada, que llega a niveles de 26-30 céntimos de euro por litro, cuando hace apenas dos años éramos los que pagábamos la leche en origen más cara de Europa. 

Las cooperativas, presionadas por los bajos precios que marcan las grandes superficies y que tienen intereses más generales (la leche ocupa un lugar menor en la cesta de la compra) no pueden mantener de forma rentable sus rutas de recogida menos efectivas. Leche Pascual y Río, por ejemplo, han reducido drásticamente sus recogidas en el occidente asturiano.

Tampoco se trata únicamente de vender mejor calidad, porque el consumidor de lácteos -mujeres y niños, mayoritariamente- se ha orientado, forzado por la publicidad, hacia la leche descremada, los yogures ligeros y los batidos con o sin frutas.

En consumo de quesos por cápita, el gran hueco pronosticado para el consumo español, en relación con las medias que ofrecía el resto de la Europa rica, se ha estancado, después de una subida fulgurante, y el producto de calidad se ha instalado en precios prohibitivos para una economía en crisis (entre 10 y 20 euros por kilo).

Un factor colateral es el deterioro paisajístico producido por el abadono del campo. Muchas de las praderías han sido convertidas por la naturaleza en zonas de zarzas y helechos. 

La ganadería que ocupa los mejores montes comunales está hoy formada por recuas de caballos y potrancas descontrolados o de propietario anónimo, que pastan las hierbas y hojas tiernas que surgen después de las quemas provocadas en los montes bajos y en la destrucción provocado de los brinzales de repoblación sistemáticamente abortada.

Las poblaciones rurales aisladas, prototipo de la economía de subsistencia, se han ido mutando en ruinas, que las nostálgicas recuperaciones como segundas viviendas de expatriados no pueden, obviamente, suplir.

Hace falta hacer un análisis completo de la realidad láctea española y analizar, con conocimiento y seriedad, los efectos de la unidad de mercado lácteo europeo sobre la ganadería española que es, sobre todo, la del norte. Lo que está sucediendo en la Central Lechera Asturiana, cuyas cuentas de 2008 no han sido todavía aprobadas por la división entre los compromisarios de su Asamblea General es algo más que un síntoma.

Es el reflejo de dos ideas contrapuestas de entender la gestión de una Cooperativa lechera antes ejemplar: sucumbir ante los más grandes o defender una política de precios y calidad contra los gigantes del sector. Pero, para ello, hace falta que las reglas de juego se delimiten claramente y se controle su cumplimiento, porque no se puede apostar por un futuro cuando el otro jugador impone las reglas que quiere y las infringe como le da la gana, que es lo que vienen haciendo desde el otro lado de los Pirineos con el apetitoso mercado hispano.

 

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