Sobre la comercialización del aceite de oliva
La comercialización del aceite de oliva en España se mueve por terrenos desconocidos. Para el comprador final, subsiste el misterio respecto a la calidad del aceite que compra. Se enfatiza frecuentemente que "el aceite ha subido mucho de precio", pero no se matiza en absoluto respecto a las caractertísticas de ese gran misterioso que es el aceite de oliva.
Pocos saben -fuera del sector- que el aceite virgen extra es únicamente aquel que se produce en una rígidas condiciones, que suponen recogida de una aceituna de óptima calidad, transporte y molturación -es decir, prensado- de la misma en 24 horas (máximo 48h) y características organolépticas y químicofísicas que supongan una ausencia de defectos total.
Si el aceite, determinado por un panel de cata, tiene características de defectos que suponen que, de un grupo de 10 catadores -por ejemplo-, alguno, pero no más de dos, encuentran algún reproche que hacer (amargor, sabor extraño, moho, etc), el aceite ya no es virgen extra, aunque seguirá siendo virgen, si corresponde a esa operación de prensado sin aditivos ni refinado.
En cualquier otro caso, el aceite será lampante -esto es. el que se empleaba antes para iluminación por lámpara- y precisará, forzosamente, un refino. Ya no podrá venderse como aceite virgen, pero, una vez refinado, podrá ser vendido como aceite de oliva, al que el productor ajustará el grado acidez, con un máximo de 2 grados, como le venga en gana.
El consumidor cree que el grado de acidez es sinónimo de calidad, y que un aceite 0,4 grados es mejor que uno de 1 grado. Nada más erróneo. No tiene nada que ver calidad y grado de acidez, y es normal que se mezclen tipos de aceite refinados con aceite virgen, para acercarse al óptimo comercial que se desee.
Hace falta mucha más cultura de consumidor. Porque comprar virgen extra puede tener mucho sentido si se va a emplear para ensaladas, gazpachos, salmorejo, helados, tostas, etc. Si se va a emplear para freir, el aceite de oliva comercial podría bastar.
Por eso, nuestra conclusión es que hay margen para subir el precio del buen aceite de oliva virgen extra. Pero hay que separarlo claramente del aceite de oliva comercial. Como los principales canales de distribución del aceite están en manos de grandes superficies, no hay interés en realizar esta distinción.
2 comentarios
lorena -
Raúl -