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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Esquelas y supervivencia

Puede que cualquier medio de información, incluso los de las llamadas ediciones digitales, esté llamado a la extinción próxima, dado el poco interés que despiertan las noticias que no hace mucho se juzgaban relevantes.

En la lucha desesperada por la supervivencia, las empresas editoriales tratan de encontrar alguna fórmula magistral que les salve de la debacle, aunque me temo que solo conseguirán, en general, prolongar su agonía, aumentando las pérdidas de sus accionistas.

Dentro de un panorama tan sombrío, los tres ejes principales que dirigen las operaciones de escarbado (1) de los directores de los medios de difusión, especialmente los que dan mayor importancia a la palabra que a la imagen, para alimentar la ilusión de rentabilidad son éstos: las esquelas, los anuncios cortos (básicamente, citas sexuales y prostitución) y fútbol.

La política, tanto la nacional como, por supuesto, la internacional, hace ya tiempo que ha dejado de interesar salvo a los protagonistas de los desaguisados, pero su número, con ser alto, resulta insuficiente para soportar una edición diaria con la relación de sus torpezas.

La cuestión de la muerte del otro, aunque se produzca en circunstancias nada dramáticas, siempre ha sido objeto de curiosidad.

Por eso, sin duda, además de las reseñas sobre catástrofes, accidentes y guerras -guardando la equivalencia general de que cien muertos foráneos equivalen aproximadamente a uno local, y que la cifra de cambio puede elevarse a mil si los fallecidos fueron habitantes de un país del que solo se sabe el nombre-, ocupa mucha atención, o sea, mucho espacio, el anuncio del fallecimiento de las gentes e, incluso, el recordatorio del mismo cuando el difunto ha pasado al olvido ilustrado (se suelen llamar efémérides)

Si el lector tiene en la mano un periódico regional, observará la importancia que se concede a las esquelas. Son testimonios de fallecimientos de personas desconocidas -por lo general-, que ocupan más o menos un octavo de página, y cuya publicación ha supuesto para los deudos un desembolso de 300 a 500 euros.

Durante algún tiempo estuve coleccionando aquellas notificaciones de defunción que, bajo el nombre del difunto, situaban el apodo personal o familiar. En Asturias los hay muy variados, algunos ofensivos, que acompañan al extinto hasta su última morada, como último testimonio de la crueldad popular.

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(1) remover la tierra, ahondando en ella, como hacen los toros cuando preparan la embestida.

 

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