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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre celebraciones, fiestas, juergas y putiferios

La palabra "putiferio" -de significado aceptado generalmente como aquella fiesta en la que la gente se comporta desmadradamente, y en la que no parece existir conciencia de la responsabilidad por parte tanto de organizadores como de los ejecutantes de la juerga- no figura entre  los términos aceptados por la Real Academia de la Lengua Española, ni tampoco en el Diccionario de Habla Hispánica.

Pero algunos de los festejos, incluso con proyección internacional, en los que ciertos sectores de la sociedad encuentran la manifestación de su hipotética alegría, responderían adecuadamente a la denominación de putiferio. Para no ser genéricos, nos referiremos hoy concretamente a las carreras de los mozos ante los toros, después del pistoletazo diario, durante la semana grande de San Fermín, en Pamplona. Una de nuestras Fiestas Nacionales.

No negamos la carga estética del espectáculo de miles de jóvenes corriendo entre seis toros y varios cabestros. No es preciso resaltar la emoción que produce ver a algunos de los corredores asumiendo grave riesgo de ser corneados por los animales, pisoteados por los participantes -en un alto porcentaje, borrachos y cansados-. No hay que decir del espanto que produce ver la sangre fluyendo de las heridas causadas a las personas que han resultado empitonadas o magulladas.

Pero todas esas emociones, cualesquiera que sea su naturaleza y la cantidad de adrenalina que permiten liberar entre participantes, espectadores y público en general, sucumben -nos parece- ante estas consideraciones:

1. Se pone en grave peligro la vida de cientos de personas, muchas de ellas, por lo que se dice y parece, con intoxicación etílica y, por tanto, en grado de enajenación total o parcial. No se comprende que se sea tan estricto -y nos parece bien- en vigilar que nadie conduzca un vehículo de motor habiendo bebido algo de alcohol, o se sea tan meticuloso en analizar las circunstancias del control de los propios actos en muchas circunstancias, en las que el único afectado por la decisión sería aquel a quien se le impide tomarla, y se deje a miles de personas expuestas a morir inmoladas en público, en honor de una estupidez colectiva.

2. No sabemos quién paga toda esa parafernalia y, en particular, la atención sanitaria a los heridos o fallecidos en el despropósito, incluído el despliegue de facultativos, ambulancias, centros de atención, etc. Si somos los contribuyentes, y a falta de una votación significativa, que cuenten con nuestro no, y que se traslade al Congreso de Diputados.

3. No creemos que la exhibición de esa enajenación colectiva ante el riesgo, provocado por unos pobres animales que creen defender su vida, favorezca la imagen de España como un país moderno, sensible y concienciado por el respeto a la naturaleza y a los seres vivos. Más bien nos sumerge más profundamente en nuestra supuesta incapacidad para divertirnos sanamente, e invitar a los demás a compartir nuestra alegría desde la sensatez, el buen gusto, y en una fiesta bien organizada y sin riesgos. Haya dicho lo que haya dicho Mr. Hemingway que, escrito sea de paso, tampoco es que nos emocione como autor de altura.

2 comentarios

Rodrigo Valarezo L. -

Amo las fiestas taurinas en todas sus modalidades, amo a Hemingway, su obra literaria, su filosofía y su vida.

pep potame -

suscribo la opinion de este blog en el que he aterrizado por pura casualidad, y de paso me adhiero a la escasa emocion producida por el Sr. Hemingway como escritor de altura(o de bajura)./