Sobre regalos y otras dádivas
No solo no se ha perdido la costumbre de regalar, sino que se descubren nuevos ejemplos, formas, modos y maneras de regalo.
No es lo mismo, nos advierten, que te regalen un traje a medida que un jamón serrano (1) ; y no solo porque no te puedas poner (salvo que tengas ganas de llamar la atención) un terno a lonchas para tapar las partes pudendas, sino porque el foro social -y judicial- podría entender que, si ocupas un cargo público, lo primero huele a cohecho y lo segundo, simplemente, revela selectos apetitos.
A nosotros nos molesta que nos regalen los desconocidos, porque hemos crecido con la desconfianza de que el que regala, algo quiere o algo te ha quitado ya.
Ultimamente advertimos que cada vez recibimos más regalos de gente desconocida, y la cuestión empieza a preocuparnos. ¿Cómo se va a enseñar a los niños que no se deben aceptar regalos de desconocidos, si el bombardeo de atenciones de extraños es continuo?
En el supermercado, por ejemplo, se está haciendo habitual que el producto que pretendemos comprar anuncie en el propio envase que se nos está dando "un x% más, completamente gratis".
Quizá nuestro caso sea excepcional, pero en estas circunstancias, preferimos dejar el artículo en la estantería y elegir otro que no nos regale nada.
Especialmente alarmante es la medida adoptada por algunos envasadores de bebidas alcohólicas -digamos, cerveza- que se empeñan en darnos "un 33% más", en la lata de 33 cc, que es la medida habitual (un tercio de litro). Debería prohibirse esta práctica, por incitar al consumo de alcohol, es decir, a drogarse. No le encontramos sentido. ¿Quién está detrás? ¿La mafia del crimen organizado?.¿ Es -perdónesenos el atrevimiento- una campaña orquestada por la guardia civil de carreteras, para aumentar las multas en los controles de alcoholemia?.
En fin, señores. No se fíen de los desconocidos que les regalan cosas. Pueden estar grabándoles. Pueden estar tomándoles el pelo. Pueden pretender generarles una necesidad. Y lo más seguro, es que les estén dando gatos por liebres.
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(1) Admitimos que esta frase la escribimos pensando en la exculpatio ratione que ideó el vicesecretario de Comunicación del PP, González Pons, argumentando respecto al juicio por cohecho impropio que está padeciendo el ex presidente de la Comunidad Valenciana, Campos, cuando afirmó que "Si estuviéramos hablando de regalo de un jamón en lugar de un traje, nadie se habría extrañado" (citamos de memoria). Nulla exculpatio sine lege, lamentablemente.
Posteriormente, hemos conocido que Lady Gagá lució un traje decorado con filetes de carne y que la diseñadora emeritense Patricia Gruart copió la idea con un vestido hecho a base de lonchas de jamón en un desfile de pasarela a principios de 2011.
Estas sorprendentes aplicaciones de la carne cruda o amojamada como vestimenta demostrarían, simplemente, que el ingenio humano no tiene límites a la hora de aplicarse a descubrir estupideces con que cubrir las propias carnes con las tolendas de otros animales, incluso aunque ello suponga el despilfarro de alimentos, pero no adulteran el sentido de nuestro disparo bajo la línea de flotación de la ética al uso en algunos predios.
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