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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los pazguatos

Tenemos la convicción de que el número de pazguatos sigue creciendo, a pesar de que las condiciones ambientales, aparentemente, serían contrarias a su supervivencia, puesto que la humanidad cree que ha alcanzado un mayor nivel de inteligencia respecto a su pasado.

Los pazguatos no son fáciles de descubrir, pues aunque tienen costumbres gregarias -queremos decir, realizan simultáneamente los mismos actos y a las mismas horas del día-, justamente entonces, cuando están en pleno éxtasis de pazguatería, suelen encontrarse a solas o, si están viviendo su condición en multitud, resultan insoportables para quienes no tienen su mismo mal.

Característica subsidiaria de un tipo de pazguato -el pazguato televidente- es negar su condición de tal, ya sea argumentando que puede abandonar su comportamiento a voluntad, o bien abominando de lo que le convierte en esta subespecie, criticando, con fingida distancia e incluso sin mostrar piedad, lo que ha visto y oído en aquellos lugares que le sirven de alimento a su pazguatería, sin darse cuenta de que todos estos síntomas no son más que un acto reflejo de las características que lo diferencian de los que no están afectados por el desequilibrio emocional que les azota, privándoles de raciocinio.

Otros pazguatos -del tipo hincha futbolero, militante de base en un partido o agrupación, por ejemplo- están convencidos de que no existe vida más allá de su circunstancia, despreciando todo lo que se mueve fuera de ella, nutriéndose únicamente de las pócimas que incrementan su aturdimiento.

Este segundo grupo es, incluso, más digno de atención que el primero, pues, al tomar relación física con sus iguales, pueden creerse que son mayoría y que tienen alguna importancia más allá de como especímenes de laboratorio. Hacen exaltación de su pazguatería, adornándose con bufandas, símbolos, banderas y gorritas de anuncio, imaginándose, tal vez, que así se protegen de que les tomen por imbéciles, cuando, en realidad, se exponen aún más a que los juzguen de tales, facilitando su inequívoca identificación e incluso animando a que otras facciones de pazguatos de idéntico desequilibrio se enzarcen con ellos en peleas pretendiendo decidir así quien es mejor y más adecuado para ostentar la máxima categoría.

Se han hecho pocos estudios sobre la manera de curar a los pazguatos, pero se ha demostrado imposible su rescate a lo que se entiende por normalidad, si no se cuenta con la colaboración, no solo del pazguato -lo que ya es difícil de por sí-, sino, sobre todo, de quienes viven de ellos -lo que exigiría, esta vez con serio fundamento, una reforma constitucional-.

Porque los pazguatos son lo mismo que los pulgones para las hormigas -salvando las distancias-: son alimentados de la bazofia con la que creen disfrutar, pero lo que en realidad les están haciendo es limpiándoles el cerebro, secándoles las meninges, utilizando su fuerza y potencialidades para, una vez convertidos en mojama, hacer con ellos lo que les de la gana.

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(1) La R.A.E. define al pazguato como: "Simple, que se pasma y admira de lo que ve u oye". En Asturias, -y, por tanto, en otras regiones españolas- utilízase mucho la expresión "No seas pazguatu", en el sentido más común de no te dejes engañar por las apariencias, no creas la milonga que te han contado (porque los coches no tienen bugilates, ni hay perros verdes ni las chorreras de los jamones son comestibles; pero también puede usarse para animar a que no se deje de aprovechar una ventaja o bocado por ser apocado o melindroso.

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