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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Entretenidos

Nos sigue asombrando la capacidad de ciertos personajes para mantenernos entretenidos. No, desde luego, en el sentido de hacernos pasar un buen rato, sino de impedir, con sus improcedentes observaciones, impertinentes o pedantes puntualizaciones y sus torpes discursos plagados de trivialidades, que los que tienen más que decir y con mayor enjundia, no tengan cancha para expresarse.

Miradlos por doquier, desparramados. Ocupan, por supuesto, sitio (a saber porqué) en esas tertulias que ahora tanto proliferan en los medios, por sí mismas en gran medida gratuitas, en donde se agrupan en torno a una noticia, sentados para despedazarla, unos cuantos expertos en todo, de entre los que destacan los especialistas en sacar pecho donde no hay ni una hebra de solvencia.

Llenan, eso sí, mucho más hueco del que les  corresponde por ideología y por cabeza, interrumpiendo constantemente a los demás, repitiendo hasta la saciedad argumentos sin chicha ni nabo y, a la postre, entreteniendo, esto es, ya que no aburriendo al más pintado, evitando que se profundice en el análisis.

No les contiene en su insulsa verborrea ni el desespero del moderador ni las protestas airados de los otros, ni, claro, un sentido de la prudencia del que, por completo, carecen. Pero, como el tiempo se nos va, implacable, cuando termina el programa han puesto su bandera zafia en cada esquina, y al final predomina el reflejo, entre oyentes o televidentes aturdidos, de que ellos son los auténticos maestros utilizando las malicias, de que su opinión es la que vale, y que más cuenta ser así que comedido si se trata de vencer como sea a los contrarios. 

El efecto final es aún peor de lo que se pueda colegir de su mala educación, pues su pericia en entretener con vacuidades, es contagiosa y se propaga. Habiendo dejado mal sabor de boca en quienes, por su mayor educación y prudencia, no encontraron forma de decir bien lo que podían, no es de extrañar que a la siguiente ocasión, adoctrinados por lo que conviene hacer para enfrentarse a colosos del desplante como aquellos, hayan tomado éstos también buena nota. Por eso, que, a la postre, se ha hecho habitual que todos los contertulios se enzarcen en interrumpirse y maltratarse, más ocupados en cortar el hilo argumental del otro que en construir un tejido coherente con el suyo.

Estos necios u otros parecidos pagados de sí mismos, (con dinero de todos) están también en los debates parlamentarios. Se desparraman en discursos plagados de descalificaciones, tan ayunos de ideas y florituras verbales de las que, al menos, dan gusto al escucharlas, como hartos de zafiedad y malos modos.

Escalan otros de las mismas especies, los peldaños de organizaciones y empresas y largan, al principio como el final como en los medios, unas frases sin valor, poniendo el careto para las fotos y restando tiempo a los que han preparado sus exposiciones y ponencias, cuando no interrumpiendo y llevando las mentes de los que escuchan al vacío, aburriendo hasta las piedras.

Vánse, en fin, estos maestros de improvisar desde lo infame, llenando claustros, convenciones, reuniones de distrito, coloquios después de unas ponencias, cenas de amigos, debates de partido,...Nos entretienen las horas, las ocupan con sus voces y malolientes recursos, nos desgracian la oportunidad de escuchar a los mejores.

Malditos sean, por siempre, estos perniciosos engreídos, a los que no parece llegado el día en que, soltándonos el pelo, los demás les gritemos que se callen, que se vayan con sus frases rimbombantes, sus soliloquios vacuos y sus miradas complacientes al ombligo, a la última fila, castigados a guardar en silencio para siempre velando las armas del olvido.

1 comentario

Maria -

No hay remedio a medio plazo, la mediocridad manda y de qué manera.