Sobre el terrorismo y cómo combatirlo
La inquietante afirmación del eficiente ministro Rubalcaba acerca de la posible inminencia de un secuestro o atentado de la banda terrorista ETA, cuya oportunidad vinculó tanto a la proyección mediática que le otorgarían a la acción estas fechas como a la debilidad del grupo asesino, calienta el debate sobre el terrorismo y las formas de combatirlo.
La amenaza terrorista en este peculiar momento del mundo, es múltiple, tanto a escala global como específica. Todos podemos alimentar la psicosis de ser víctimas de un acto de ese tipo, porque el peligro se ha extendido, dado que los grupos y los móviles con los que actúan o dicen actuar se han multiplicado extraordinariamente.
Ningún lugar parece completamente seguro; ningún personaje, sea Papa, Presidente de Estado o Ministro; nadie, por marginal que se vea, por simpatizante que se sienta de cualquier opinión; hay atentados en Afganistán como en el centro de Nueva York, en las estaciones de Madrid como en la Meca; en Jeusalén como en Argel o Rabat...
Hay, también, muchas amenazas y altísima presunción de riesgos. Desgraciadamente, las amenazas se convierten, con desgraciada persistencia, en atentados reales, con víctimas de carne y hueso, a pesar de las precauciones.
Las noticias de cada día nos aportan su ración de muertos por ataques suicidas en mercados, por estallidos de vehículos, por bombas abandonadas en lugares públicos y privados, y se alimentan con alarmas de explosivos descubiertos en manos de enajenados a punto para estallar en aviones, con persistentes asaltos a barcos pesqueros faenando en aguas internacionales, con increíbles secuestros de personas para exigir rescates, con extorsiones y advertencias múltiples.
Los móviles confesados para la generalidad de estos actos, son, esencialmente, dos: la defensa de una determinada ideología y la consecución rápida de dinero.
Por el primer móvil, que está detrás de la mayoría de los atentados sangrientos, los instigadores de los atentados pretenden cambiar el curso de la historia, en la hipótesis perversa de que, por su ritmo normal, no alcanzarían sus deseos. Por el segundo móvil, que es sinrazón que guía los secuestros y asaltos, los delincuentes pretenden conseguir un rescate, ofreciendo como presión para negociar, generalmente, el asesinato de los secuestrados u otros males.
Las organizaciones terroristas (en el sentido de grupos armados dispuestos a originar terror con una táctica premeditada) se presentan, también para justificarse a sí mismo, siempre con alguna ideología: el islamismo puro, el nacionalismo, la defensa de las aguas territoriales, el retorno del dinero sustraído a la población más pobre, el apoyo a un cambio de gobierno, etc.)
¿Cómo combatirlo?. En muchos frentes, desde luego, y en la consciencia de que todos los pacíficos estamos en la misma resistencia. Eliminando cualquier manifestación de extremismo, de intolerancia en nosotros mismos, y menospreciándola sistemáticamente en los otros. Corrigiéndola incluso en sus brotes incipientes: en las escuelas, en los debates políticos e ideológicos. Evitando cualquier publicidad a las ideologías que reclamen cualquier actitud de falta de respeto a la libertad, a las personas, a la igualdad. En la absoluta discreción en el tratamiento de los casos de secuestro y chantaje, para evitar convertirlos en elemento del debate público y en información y propaganda para los terroristas.
Con el endurecimiento a las penas de los terroristas. Con la formación de los cuerpos policiales para proteger (no solamente protegerse) frente a los terroristas, apoyándose, también, en la vigilancia y observación ciudadana. Con la condena unánime al terrorismo, sea el que sea, y el apoyo sin restricciones la política antiterrorista, por supuesto, pactada sin fisuras entre todas las fuerzas políticas.
También, y esto sirve especialmente para el terrorismo islámico, con el combate contra la pobreza, contra la desigualdad, contra la explotación de los pueblos menos desarrollados. Y, más próximamente, evitando la psicosis en la ciudadanía, porque la inmensa mayoría de los ciudadanos son pacíficos, desean vivir en paz y tener una vida satisfactoria y libre.
Feliz 2010 sin víctimas del terrorismo. Feliz año, solo para los pacíficos.
0 comentarios