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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre algunos asesinos y sus razones

Comenzamos expresando que si somos muy restrictivos en definir aquellas situaciones concretas, -por supuesto, siempre contando con total amparo legal-, en las que un ser humano podría tomar algún protagonismo en el acto de matar o acelerar la muerte de otro ser de su misma especie, no tenemos ninguna justificación ante el asesinato.

Sean cuales sean sus móviles, las justificaciones pretendidas, los intereses defendidos, la tolerancia, comprensión o pasión que despierten los móviles del o de los asesinos, el asesinato es una aberración. Quien lo comete, se convierte en un ser despreciable, indigno.

Todos los días se cometen en el mundo cientos, miles de asesinatos. No conocemos estadísticas precisas, pero podemos aventurar por extrapolación que, al margen de las muertes en guerras conocidas, se producen entre 4 y 5 asesinatos al año por cada cien mil habitantes, lo que supondría que unas 240.000 personas mueren cada año asesinadas. Casi 1.000 al día.

El lugar más inseguro en la actualidad es Sudáfrica, con unos 120 asesinatos por cada 100.000 habitantes, seguido a poca de distancia de Colombia; otros países que superan la tasa de los 10 asesinatos por cada 100.000, son Guatemala, Tailancia, Paraguay y México.

En España estamos al nivel de unos 1.000 asesinatos al año. Tenemos asesinatos pasionales, producto de ajustes de cuentas y rencillas vecinales o familiares, robos con violencia exacerbada, muertes causadas por enajenados y otras cuantas sin móviles conocidos. Los periódicos ilustran al respecto.

Todas las muertes por asesinato, son inexplicables desde la razón. Pero, de entre todas ellas, si pudiéramos establecer una siempre difícil clasificación, la más desgraciada, la que hace más abyecto al asesino, es aquella en la que la víctima es elegida como símbolo.

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