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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ante el predominio de la mediocridad

Se han colado por todas partes: en España y fuera de aquí. Se han aupado en los centros de decisión, de opinión, de creación de cultura. Impregnan el lenguaje con sus banalidades, dominan los foros de expresión. Confunden y aplastan, -con sus voces tonantes, sus argumentos insulsos, sus frases rimbombantes, soportados con los aplausos de unas claques bullangueras-, a los que tienen más sólidas razones.

Son mediocres y felices en su condición. Sobre sus alzas y pedestales, desde la cima que han conseguido a base de pisotear, emplear los codos y patadas para avanzar y, cuando lo consideraron necesario, cortar voluntades y cabezas, se sienten imprescindibles. Lo son para los intereses que defienden. 

Siguiendo pautas de desorientación, han convencido a las masas, vacías de energía, que son, a la vez, posición y alternativa. Las tienen en sus manos.

Mirémoslos, de una vez, desprovistos de ropajes. Se reúnen, dicen, para analizar la situación. Proclaman que saben cómo resolverla. Pero la realidad demuestra que no saben o no quieren tomar las decisiones que servirían para corregir el rumbo torcido.

No gestionan las crisis, gestionan las voluntades de los que han convertido en sus dependientes, haciéndoles creer que hacen lo que pueden para solucionar las debacles, cuando en realidad, aplazan las medidas, marean las perdices, dejan que las cosas empeoren para los más débiles, calentando el fuego de los que más tienen.

No basta con desenmascararlos, hay que construir alternativas. La mediocridad no es, desde luego, inocua. Sigue directrices, toma posturas que no son inocentes.

Aunque lo parezca, no estamos refiriéndonos a la política. No solo.

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