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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre meteduras de pata, salidas de pie de banco y otros estropicios

Ejemplos de meteduras de pata que nos haya dejado la historia, hay pocos. Los vencedores borran las huellas de sus errores. Una metedura de pata no deja -en general- en buen lugar al protagonista. Si, además, metió la pata hasta el pescuezo (en abreviatura, "metió la pata hasta el cuezo"), pues peor que peor.

Una metedura de pata reciente, de origen monárquico, que se ha convertido por razón de las circusntancias en un símbolo gracioso, la cometió S.M. El Rey D. Juan Carlos con el Presidente de la República Bolivariana, Chavez, cuando le interrumpió, mientras estaba dando la vara, con aquello de "¿Por qué no te callas?".

Fue una metedura de pata gloriosa, porque, contra la norma, no vino a dejar en ridículo al emisor, sino al ultrajado. El que antimonárquicos furibundos hayan puesto en algunas paredes hispanas la frase irreverente: "¿Por qué no te callas, tú, Bobón?", no quita gracia al caso, sino que aún aumenta el recuerdo del efecto de una espontaneidad regia incontrolada.

Las meteduras de pata más habituales son las de confundir a las personas, creyendo que se está hablando con Zutano y, en realidad, estamos ante Mengano. Si, además, ponemos a Mengano a caldo al malsuponer que es Zutano nuestro interlocutor, pues que te voy a contar.

La mayor parte de lo que es considerado metedura de pata, no es tal, sino una interpretación sesgada o malintencionada de los opositores al credo que el autor del supuesto error representa. Los políticos en el poder cometen, por ello, muchos hipotéticos errores, que no son tales. Hay que entender, además, que si te están observando miles de ojos en todo momento y analizando lo que haces o dices, es normal que te pillen en algún error.

En España, en donde hay mucha afición a ridiculizar, hemos tenido símbolos de metedores de patas que, en realidad, son gente inteligente para quienes los conocen mejor.

Fernando Morán, cuando fue ministro de Exteriores, protagonizaba chistes en los que pasaba por tonto oficial; Manuel Chaves, hoy vicepresidente de Gobierno, sigue siendo objeto de ridículo, por su aparente dislesia; qué decir de Magdalena Alvarez, de la que internet tiene algunos ejemplos dignos del gran Wyoming. Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy o Ana Botella son otros políticos (estos de signo aparentemente contrario a los anteriores), que son o fueron objeto de chanzas populares por sus errores, reales o inventados.

Una metedura de pata reciente por un personaje que prepara a conciencia sus intervenciones, la protagonizó el Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, cuando fue preguntado si consultaba las decisiones importantes con los anteriores Presidentes. Contestó algo así como: "Sí, pero solo lo hago con los vivos; porque no tengo la misma afición que Nancy Reagan".

Porque resulta que la viuda de Reagan había reconocido en una entrevista que conectaba a veces con su difunto esposo en sesiones de espirtismo.

 

 

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