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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Huelga general, drama particular

El 14 de noviembre de 2012 hubo una huelga general en España. La segunda en este año, récord confío que insuperable conseguido por el Gobierno de Rajoy. Escribo este Comentario en tiempo pasado, aunque lo redacto el mismo día para el que están convocadas las manifestaciones y las 24 horas de inactividad, porque se lo que va a pasar.

Conozco exactamente las consecuencias prácticas que se derivarán, sea cual sea el seguimiento de la huelga, el número de manifestantes, los incidentes por los que se quemarán contenedores y se destruirán algunos autos o se violentarán las estanterías de un par de hipermercados. No importa que las procesiones de descontentos se desarrollen pacíficas y ordenadas o den motivo para unas cuantas carreras a lo justicias y ladrones infantiles, que haya heridos o todos se vayan a sus casas como si no hubieran roto un plato y sin el mínimo rasguño.

No pasará nada.

Nada relevante para el jubilado que, con su pensión de 700 euros, seguirá comprando las dos barras de pan y el yogur desnatado con el que aguantará los últimos días de mes; nada relevante para el padre o madre de familia en el que el hijo o la hija minusválido, sin plaza para el centro asistencial de la localidad, le reclamará el cien por cien de su tiempo y otro tanto de su ánimo; nada digno de mención para el parado de larga duración, ya sin prestaciones, que desde hace cinco años no encuentra, cumplida al parecer su edad, trabajo en ningún sitio; nada que no se conozca para el en otro momento ilusionado promotor que ha perdido todo su patrimonio en una aventura empresarial en la que nadie le ayudó; poco que contar para el maestro al que, un mal día, despidieron porque se redujeron las aportaciones al centro en el que enseñaba geografía o cualquier disciplina inútil, como matemáticas, música o latín.

Nada de particular para los jóvenes que no tienen trabajo, ni estudios válidos, ni padres ricos o influyentes, ni familiares en la política activa de un partido mayoritario. Ni para los que emigraron porque no tenían sitio, ni para los que volvieron sin tenerlo. Ni...

Los dramas particulares no tienen cabida en una huelga general. Las huelgas generales no ofrecen propuestas, demandan soluciones. Los que se manifiestan en ella están expresando muchas cosas, pero, en general, no tienen miedo a perder lo que tienen. Bien porque ya lo han perdido o porque su puesto de trabajo está bien defendido por ser funcionarios o porque nunca lo han tenido.

Nos sobran motivos para ir a una huelga general. El país está roto, inerme, hace agua por demasiadas partes. Solo que si todos estamos en la calle para manifestarnos en una huelga general, no quedaría nadie para atender a la maquinaria.

Y lo que más necesitamos no son gentes que expresen su descontento. En eso, estamos todos de acuerdo. Necesitamos quienes ofrezcan propuestas, ilusión, empuje, soluciones.

Para eso, hay que estar de acuerdo con la oportunidad de una huelga general, pero trabajando en corregir lo que está mal. ¿Cuántos están, hoy, actuando para que sea, de veras, un éxito, esta convocatoria?

Este silencio es sobrecogedor.

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