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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los cambios de aire en vacaciones

Cuando las crisis eran más verdaderas, pocos podían disfrutar de las vacaciones y la mayor parte de los que podían permitírselo, se limitaban a cambiar de aires.

La ceremonia vacacional del cambio de aires era vista, en realidad, como una servidumbre, una necesidad de compensación  biológica ineludible. Los que vivían en las húmedas áreas norteñas españolas (Asturias y Galicia, por ejemplo), debían "ir a secar" a poblaciones castellano-leonesas. Los que vivían en las áridas poblaciones castellano-leonesas se acercaban a disfrutar de la lluvia, y si el presupuesto alcanzaba, incluso tomaban conocimiento de lo que era el mar.

Como consecuencia de la valoración salutífera de los cambios de aires, se hacía posible que las viviendas que unos y otros dejaban teóricamente libres durante las dos o tres semanas de vacaciones, fuera a su vez, intercambiadas. Las familias ocupaban durante esos días las casas respectivas, y se ahorraban así el hotel y las cerraduras de seguridad.

Cómo han cambiado las cosas. Ahora los jóvenes se van de vacaciones a Punket, al Serengeti o a Costa Cana, con lo que no es posible plantear, ni de lejos, el intercambio de las viviendas. Tampoco van a secar o a mojar los pulmones, sino a conocer mundo, a empaparse de nuevas culturas, a disfrutar de paisajes inolvidables.

Por eso, después de las tres semanas de vacaciones, los viajeros vuelven más cansados, pero cargados de fotografías de alta definición y una confusa impresión de haber estado en muchos sitios sin que recuerden los nombres de la mayor parte de ellos. En cuanto a empaparse de las culturas, ya se sabe que en esos sitios son muy pobres y, eso sí, tremendamenten amables.

1 comentario

KI -

"...y una confusa impresión de haber estado en muchos sitios sin que recuerden los nombres de la mayor parte de ellos."

Tan cierto. Uno se preocupa más por conocer mucho que por conocer "bien"...