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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre Guantánamo, la CIA y el Once-ese

La desclasificación de los informes ilustrativos de algo de lo que se hacía en Guantánamo y que hasta hace un par de días prácticamente solo se podía sospechar, ha levantado una polvareda que no habría de cegar los ojos de quienes defendemos que los garantes del Estado de Derecho no pueden servirse de su posición para autorizar el incumplimiento de las reglas acordadas, según qué circunstancias.

El asunto es grave, y afecta a la credibilidad de Estados Unidos como líder de las democracias, cuestionando -y no es la primera vez- la legitimidad moral de quien pretende imponer comportamientos y normas a los demás que el infringe cuando le viene en gana.

La difusión de los métodos aplicados por los "entregados hombres y mujeres que trabajaban para proteger América", y que seguían, según se dice oficialmente desde Estados Unidos, "comportamientos autorizados por el Departamento de Justicia", con la comprensible intención de "sacar información" a un grupo de sospechosos de pertenecer a Al Queda, no puede, por ello, ser despachado, sin más, con un pase de página de la Historia negra de estos tiempos convulsos.

El Departamento de Justicia norteamericano ha hecho, con esta historia, daño a Estados Unidos, a la preocupación por una justicia universal y, entre otros aspectos no menores, a la distinción entre terroristas y fanáticos religiosos.

El tratamiento dado por los captores norteamericanos a sus presas retenidas en en Guantánamo, la mayoría, simplemente sospechosos, al margen de toda Ley, sin garantías, sin proceso judicial, sin testigos ni control, y sobre los que se ejerció una presión inhumana para obtener una información con métodos que recuerdan los de la denostada Inquisición o los juicios de Dios, tiene algunos nombres concretos. Los de quienes sufrieron la tortura y los de quienes deben asumir las responsabilidades los procedimientos que la autorizaron.

Entre todos los torturados, destaca ahora Abu Zubaida, alias Abu Zubayadah, alias Abd al-Hadi Al-Wahab, alias Zain Al-Abidin, alias Muhahhad Hussain, alias Zayn Al-Abidin Muhammad Husayn, alias Tariq, alias Abu-al Hasanat, alias Noorud Din, alias Dawood, alias Kamil, alias Badar, alias Al Mujahid, un palestino que nació en Arabia saudí, y que fue detenido el 28 de marzo de 2002 en Pakistán en una acción conjunta de la policía local y el FBI. 

Era presunto lugarteniente de Bin Laden y disponía, según se dijo, información valiosísima. Su tortura no sirvió para obtener información relevante alguna.

O no la tenía, o es un maestro del auto-control. En ambos casos, se puede calificar la metodología empleada: una vergüenza. De momento, la técnica aplicada se habrá de llamar, no de walling, ni waterboarding:  "bushing". Pero como la palabra ya existe con otros significados, habría que precisar: "bushing jr." No estaría de más dilucidar en qué compañía actuaba este personaje que pareció empeñarse en dar argumentos a los violentos para que justificaran su odio contra los pacíficos.

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