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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la predicción del futuro: ciencia, experiencia, fantasías y mentiras

La ilusión por predecir el futuro ha llenado páginas y abierto, de admiración o rabia, muchas bocas. Profetas, magos, druidas, e iluminados de toda índole se han esforzado en convencer a sus semejantes de que podían saber algo de lo que iba a sucederles, generalmente para que se pusieran en lo peor.

Desde luego, si hay que dar de comer aparte a alguien, sería a los profetas del pueblo de Dios, Israel. El profetismo de Israel, como ha sido sabiamente escrito, es un fenómeno propio del pueblo judío, exclusivo, que  acompaña como una constante toda su historia.

Esas gentes especiales, actúan como mensajeros de Dios, anunciando lo oculto o lo futuro, y tratando de recordar a sus indómitos paisanos que deberían ser fieles a los mandatos divinos o, en otro caso, caerían sobre ellos desgracias terribles. Como no les hacen caso, el pueblo elegido es diezmado de las más variadas maneras.

Como hace ya algún tiempo que ni siquiera el pueblo judío recibe mensajes sobre lo que, desde lo más alto, se quiere de nosotros, vienen suplantando esa actividad de predicción de futuro, dos clases de personajes que, no contando con la tutela divina explícita, se ven obligados a utilizar su majín para improvisar lo que quieren transmitir dle futuro a sus conciudadanos.

En un grupo se encuentran políticos y sus inmediatos colaboradores, los sociólogos y economistas de salón (de sesiones), que, combinando algunas ecuaciones y verdades físicas y técnicas con la imaginación más o menos calenturienta, predicen el futuro colectivo y, sobre todo, explican el pasado, generalmente, con el propósito de exculparse.

Por otro lado, se sitúan los videntes, magos, iluminados y tramposos en general, que, utilizando la fórmula magistral de que la historia se repite y de que todos los seres humanos se parecen física y, sobre todo, síquicamente, aplican al que les pregunta la vivencia sintética de otros. Así, por ello, los amores conducen a su terminación, la fidelidad se rompe por definición, las alegrías se terminan rápido, un mal no dura, alguien nos odia rabiar, las cosas no son tan feas como se pintan ni tan hermosas como se imaginan, hay un viaje para cada inmovilista, y un naufragio acechando a cada marinero...

Utilizando las mismas artes  que el segundo grupo, desde el primero se nos está diciendo ahora que la última crisis se resolverá, más tarde o más temprano, en unos meses o un par de años.

De acuerdo con la Historia, acertarán en sus predicciones. Si la catástrofe es sonora, las huestes quedarán diezmadas. Los supervivientes, escaldados, tardarán algunos años en volver a las andadas. Falta solo que nos indiquen, a salvo de que confíen en que la intervención divina nos sitúe por arte de birlibirloque en donde creíamos que estábamos antes del vendaval, que son imprescindibles la penitencia y el sacrificio.

Hay que trabajar mucho más, pedir mucho menos, y, por supuesto, descubrir de una vez dónde estaban los tramposos, avaros y ladrones, porque la expiación implica que no les dejemos seguir haciendo de las suyas con nosotros.

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