Sobre los adultos conflictivos y su tratamiento
Tal vez el lector, que será persona culta y versada en el análisis de las relaciones sociales, haya escuchado alguna vez o varias de un tercero que "es persona conflictiva". Como le tenemos en alta estima -aún sin estar seguro de conocerlo plenamente- apostaríamos a que él mismo no habrá utilizado jamás ese apelativo para referirse a nadie.
Pero, como nadie está libre de pecado, si Vd. ha tirado alguna vez a alguien esa piedra, arrellánese en el asiento y lea nuestra opinión acerca de los que creen haber detectado que el colega es persona conflictiva y así lo van transmitiendo a quien se tercia.
Para empezar, habrá que poner de manifiesto la premisa de que cuando se cataloga a alguien de conflictivo se está juzgando su relación (la de él) tensa con una persona dominante (a la que se quiere demostrar afección) o frente a un grupo o sistema de poder (del que se quiere seguir formando parte).
Como, en especial cuando se trata de las cosas de comer, nadie tiene la intención de crear problemas, es seguro que el juzgado como conflictivo no sea consciente de haber merecido el apelativo. Lo más curioso es que quienes transmiten que alguien es conflictivo no están interesados en juzgarlo, sino en que no se les juzgue a ellos como simpatizantes con él.
En la empresa, los "conflictivos" empiezan a serlo porque no ríen los pésimos chistes del jefe, afilan el perfil porque no se quedan hasta las tantas tomando copas con los compañeros de departamento o ridiculizan la afición a jugar al bingo del director del departamente, y, osados, se consagran al atreverse a ofrecer en una reunión suspuestamente de brain-storming algunas ideas contrarias (y muy aceptables, como suele demostrarse a posteriori) a la opinión que ya aparecía consolidada por parte de los mandamases del grupo.
En fin, para no hacerlo muy largo, no se ocultan para emitir algunas críticas al "sistema" que, en privado, todos estarían de acuerdo en valorar como pertinentes.
El conflictivo perfila su condición, pues, no siendo un pelotas, un lameculos, una sombra aplaudidora sin criterio en el complejo mundo de poderes de las empresas e instituciones.
Cumple también otras condiciones, que lo hacen extremadamente vulnerable: es independiente; no tiene apoyos por arriba, no es familia del empresario, no milita en partidos, no se agrupa salvo para ir a un espectáculo divertido. Puede, además, que sea más alto, más elegante, o más guapo que la mayoría; dén por seguro que se encontrará entre los más inteligentes del grupo.
Si le descubren un conflictivo en su área de relaciones, analice las razones por las que le han designado así. Siéntase seguro de que el que le comunica ese carácter del otro, quiere proteger algo y, apueste que ese algo tiene altas posibilidades de ser turbio, ilegal, o, cuanto menos, deplorable.
Porque, amigo, si no hay conflicto, no se avanza. Solo los que aportan ideas nuevas pueden hacer que se mejore el funcionamiento de lo que está en marcha, renquee o no. Y los únicos que pueden estar interesados en que no se toque nada, marginando y desplazando como proscritos a los que discrepan, tildándolos de conflictivos, son quienes tienen algo que ocultar.
Este es nuestro tratamiento recomendado: Siente a un conflictivo a su mesa, y escuche sus razones. Aprenderá, seguro.
1 comentario
Antonio Fumero -
Pero me gusta encontrar este tipo de análisis intelectualmente desafiante para el que suscribe.