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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el currículum

Contrariamente a lo que mucha gente cree, el currículum no nace con la persona. Algunos ya traen una buena parte de su currículum debajo del brazo, a la manera del pan ése que se decía que adornaba el sobaquillo de ciertos recién paridos. Otros no consiguen hacer currículum a lo largo de toda una vida, por mucho que se empeñan.

Incluso, hay a quienes se les reconoce el currículum cuando están ya criando ortigas, circunstancia que poco aprovecha a los difuntos pero que es utilizada por algún vivo para hacer crecer el suyo, convertido en una planta saprófita del árbol caído en la batalla por la supervivencia entre canallas.

Para conseguir un primer trabajo, se ha puesto de moda exigir que el aspirante presente su currículum, y hay especialistas que enseñan a redactarlo convenientemente. De las actividades más modernas a las más antiguas; concreto y limpio. 

Ya se puede uno imaginar el esfuerzo que significa contar algo cuando no se tiene nada que decir. Ese primer currículum, en realidad, sirve para poco. Quizá, en otros momentos, haya que volver a redactar el currículum: para acceder a una beca de investigación, optar a un premio nóbel, o cosas así. Entonces el currículum deberá detallarse hasta la minucia, pues tiene más valor cuanto más extenso y, por supuesto, lo que se haya hecho en inglés, cuenta triple.

Estas disquisiciones previas enmarcan el propósito de este comentario, eliminando falsas ideas respecto al currículum. Porque el verdadero currículum, el que cuenta con pedigree -aunque esta expresión parezca una redundancia-, no necesita escribirse. Es. Se podría identificar como un aura que acompaña a determinados individuos, algo que se percibe aunque no esté delante. Ese buen currículum tiene vida propia y va por delante de su portador, como un vocero, haciéndole sitio.

Inconscientes de ello, hay ingenuos que pretenden forjarse su currículum a base de sudar la gota gorda, acumulando esfuerzos y conocimientos. Trabajo de Hércules. En cada generación, hay escaso lugar para currícula de ese tipo, y lo normal es que cuando uno llega al objetivo con su currículum debajo del brazo, pensando que le corresponde una silla, compruebe que ya están todas ocupadas por gentes que llegaron mucho antes; puede que tuvieran el sitio reservado desde antes de que llegaran a este mundo.

Y es que incluso aquellos buenos currícula que no están predestinados, se adjudican tempranamente. Al terminar la adolescencia -los veinticinco años- si Vd. no ha conseguido forjarse el suyo, lo más probable es que, haga lo que haga a partir de entonces, su currículum no valdrá una mierda.

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