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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los supuestos legales para abortar

"Nosotras parimos, nosotras decidimos", es un eslógan pegadizo. Como cualquier indicación esquemática, mueve a confusión. Lo que se pretende, simplemente, para quienes lo apoyan con plena consciencia de lo que significa es que, antes de un plazo determinado desde el comienzo de la gestación, las mujeres puedan abortar sin tener que alegar causa alguna.

Se trata de un cambio sustancial del actual régimen jurídico para despenalización del aborto en España, que obliga, entre otros elementos, a probar una razón: malformación del feto, peligro grave para el feto o la madre, violación.

Desde luego, es un eslógan solo imaginable en la sociedad occidental, a la que se puede criticar por ser opulenta y egoista. No se puede plantear, por ejemplo, en los países islámicos, entre las pobres tribus del corazón de Africa, o en algunas sociedades endogámicas, en donde un hijo es un tesoro o un mensaje celestial. Tampoco tiene sentido en aquellas culturas en donde un varón es una promesa de redención y una hembra es un lastre económico y, por ello, la probabilidad de que la maten o abandonen a poco de nacer es muy alta.

Incluso en nuestra egocéntrica sociedad, abortar libremente tiene un punto controvertido, que cada uno valorará como le apetezca: conceptualmente resulta insolidario hacia los que no paren -pero forman parte de la sociedad humana- porque circunscribe la capacidad de decisión sobre el aborto a la mujer gestante.

Pero, arabescos laterales aparte, abortar es, sobre todo, peligroso para aquellas embarazadas que decidan hacerlo a solas, sin contar con las garantías médico-sanitarias (y sin el amparo legal, obviamente). Es decir, para abortar, se necesita, razonablemente, el auxilio físico de otros y, por seguridad jurídica, es imprescindible un consenso social sobre la autorización o prohibición del aborto. De otro modo, la abortista corre alto riesgo de acabar en la tumba, con graves problemas físicos, o en la cárcel.

Seguramente todos los que no estén limitados por creencias religiosas, estarían de acuerdo en que hay supuestos serios para abortar. Muchos estamos de acuerdo en que, fijado un plazo límite, tener que alegar razones para ello, es un eufemismo.

La clave es la determinación en cuanto al momento límite para que se consienta interrumpir el embarazo, -el plazo-. Aquí se amplían  las discrepancias. Puede haberlas acerca del momento exacto en el que se forman las células diferenciadas del cerebro humano en el feto, y, más concretamente, respecto a la sensibilidad de ese origen del sistema nervioso superior, y el respeto ajeno que merece. 

No se puede dudar de que en algún punto de la gestación, se cuenta, no ya con un sistema vivo, sino organizado para sentir el dolor y, en otro momento más avanzado -que la técnica ha reducido de manera drástica respecto a la concepción-, que ese ser es capaz de sobrevivir fuera del útero materno, si se le dispensan los cuidados adecuados. El avance científico ha aumentado de manera fortísima las posibilidades de supervivencia del feto (entendido en sentido médico, como embrión de más de tres meses).

La decisión de ampliar los supuestos de interrupción legal del embarazo, o de ampliar los plazos para ello, y, por supuesto, estando siempre de acuerdo con la determinación de la mujer gestante, equivale a autorizar para matar a un ser vivo. El elemento diferencial para que ese ser no sea considerado persona, y, por tanto, digno de protección jurídica, es una ficción: puede ser las 24 horas de vida autónoma fuera del útero materno, las seis , doce o veintedós semanas de gestación, o ser consecuencia de haber detectado su malformación cerebral, física, o estar inmerso en cualquier otro supuesto tipificado.

Los autorizados para matar (es decir, los beneficiados por la despenalización) serían la portadora del ser, como instigadora y consentidora y los facultativos que la atiendan, como autores materiales o coadyuvantes necesarios.  El resto de la sociedad, en distinto grado, podríamos ser cómplices despenalizables. 

En los casos de violación de la madre, la autorización legal ya está concedida, sin necesidad de alegar otra causa que la violación denunciada, atendiendo a razones sociales y éticas, a las que se ha dado un valor superior a la vida que se interrumpe.

Pero, ¿en los demás casos? ¿Cómo se determina el momento de la concepción de forma inequívoca? ¿Qué riesgo corre la madre si el plazo se fija demasiado amplio?. ¿Es asumible el plazo máximo autorizado en los países europeos más tolerantes, hasta ahora? (Holanda, 18 semanas)- ¿Por qué los países europeos no se han puesto de acuerdo en fijar un mismo tipo de exención de responsabilidad para los supuestos de aborto admisible?

Habrá que reconocer que no hay acuerdo en la Unión Europea, porque el asunto es cuestionable, desde el punto de vista ético, médico y jurídico, y la sensibilidad social, muy variada.

Cuando leemos que son, cada vez más, las mujeres que acuden al aborto como método anticonceptivo, cuando oímos que los jóvenes, en una sociedad más libre y, subsidiariamente, sexualmente más promiscua, no son cuidadosos ni en la profilaxis ni en atajar el riesgo de embarazo en sus relaciones, nos animamos a proponer que, además de abrir un debate sobre una ley de plazos más permisiva, que amplíe los supuestos de interrupción voluntaria del embarazo a la decisión exclusiva de la madre, esta sociedad tiene que aprender, todavía, a utilizar mejor los medios que impiden los embarazos no deseados.

Porque la decisión de las mujeres para no tener hijos debiera empezar desde el momento mismo en que consienten en mantener relaciones sexuales con alguien del otro sexo.

Puede parecer retrógado. Pero la prolongación de la especie humana hacia el futuro no es cuestión solo de comodidad de la gestante, es un acto natural y necesario, para que nuestra sociedad subsista. Las mujeres (con sus parejas, o por decisión individual) deben tener hijos deseados, y si desean no tenerlos, han de evitar quedar embarazadas, y si desean abortar después de quedar embarazadas, han de hacerlo lo antes posible, para causar el menor dolor a un ser vivo.

Porque aunque las mujeres paren y, por ello, son las más cualificadas para decidir si abortan, hay muchos elementos embebidos en ese tema de gran alcance ético y fuerte sensibilidad social: desde la izquierda como desde la derecha.

2 comentarios

gretel -

Considero que la cultura social, es una mezcla de filosofía, vida práctica y política... creo que son tres discusiones diferentes pero al final tiene que resultar un promedio de las tres, que yo creo cómo apuntas, es una ley de plazos (Santo Tomas y la filosofía del momento no consideraba humano a alguien hasta el mes y medio de gestación)

Aunque es una pena, porque con una buena política de planificación familiar se evitaba, y cómo dices de responsabilidad de prever las cosas. Pero esa cultura no existe en ningún ámbito y es sarcástico exigirlo solo a ellas. Vivimos en la era de la comodidad y de soluciones finales, pero no por cortar la gestación de un ser futuro, sino por lo que eso supone también para la chica, de trauma físico y moral (cultural)

Todo es un tema de cultura (filosofía empeñada en ellas)

gretel -

Todo este alegato está muy bien, es una pena que a la hora de tomar un coche en lugar de otro medio de transporte no se someta al sujeto a un planteamiento filosófico similar sobre el valor de la vida etc... ya que 3000 muertes al año son seguras (ya vivos)

Creo que aplicar filosofías a las chicas, es en el fondo profundamente proteccionista sobre su vida y obras (la figura del paterfamilia sobre ellas y sus decisiones)

Porque no hay biografía similar sobre todos aquellos que no quieren saber nada de la paternidad (yo eso si lo penaría)...

Y con independencia de las razones filosóficas que se puede aplicar para todo (para no actuar en determinados sentidos) nos desarrollamos en el pragmatismo no somos Aristoteles personificados al andar. Y me hace gracia que para las chicas filosofía, para lo demás vida práctica.

Pero me alegro que hayas vuelto, a ver cuando reanudas las cenas Al Norte.