Sobre la huelga de los empleados de la limpieza del metro en Madrid
Aunque ya nos hemos referido en otra ocasión a la huelga que mantienen los trabajadores de la contrata de limpieza del Metro de Madrid desde el 13 de diciembre, la persistencia de la misma y la convocatoria de una manifestación de apoyo para el 2 de enero de 2008, nos sugieren este comentario.
Las posiciones de los huelguistas se mantienen, acusando a las empresas de limpieza y al gobierno de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad autónoma de Madrid, de sostener una actitud intransigente. Entretanto, las estaciones de Metro se han llenado de basura, a pesar de los servicios mínimos, comprometiendo no ya la salubridad de las instalaciones, sino el funcionamiento seguro de los trenes.
Especialmente grave es que se ha podido constatar que varios individuos, en diferentes estaciones y momentos, han arrojado contenedores de basura, aceites y desperdicios de todo tipo, para incrementar la sensación de falta de limpieza. Algunos usuarios han resbalado en el lubricante vertido, con riesgo de sufrir daños corporales graves.
Los organizadores de la huelga, que, como en toda reivindicación laboral, han mezclado pretensiones alcanzables y seguramente justas, con otras desorbitadas, y probablemente inalcanzables, han perdido, en nuestra opinión, el control de la situación. La escalada de actos, protagonizados por grupos de anarquistas -en el sentido literal del término-, está causando la repulsa ciudadana, que solo se fija ya en los efectos que deben soportar los usuarios, y no en lo que pretenden los sindicatos convocantes.
Es preciso recordar que las empresas de la limpieza no fijan arbitrariamente los salarios de sus empleados, sino que éstos son consecuencia de los cálculos que han realizado para hacerse con las contratas y, en algunos casos, son herencia de las obligatorias subrogaciones de los trabajadores de las anteriores concesionarias. Un aumento de los salarios se traduce, por tanto, en una injusta elevación de los importes de las contratas, que deben soportar los ciudadanos con sus impuestos.
La hoja volandera distribuída a la entrada del Metro por diversas asociaciones que dicen apoyar a los huelguistas, mezcla términos que no tienen nada que ver con los objetivos de la huelga. Las empresas (se cita el caso de Ferrovial) pueden haber ganado en 2006 millones de euros de beneficio -hay que aceptar que lícitamente-, pero eso no autoriza a reclamar una mayor subida salarial con base en tan endeble fundamento. Por esa vía caminaríamos hacia la negación de cualquier beneficio, y a la exigencia de la distribución de cualquier plusvalía entre todos.
Pedimos, desde aquí, sensatez para ambas partes, y voluntad de diálogo. Los salarios de algunos de los empleados de la limpieza nos parecen, en efecto, muy bajos, y estimamos que, bajo el principio de "a igual trabajo, igual salario", deberían equipararse los niveles de las diferentes contratas. Es un error que eso no haya sido considerado así antes.
Pero, atención. Si todos los contratados de los servicios públicos, según sus categorías laborales acordes con el desempeño de sus tareas o funciones, han de ser remunerados igual, deberíamos renunciar al concurso público para otorgar las contratas de tales trabajos, y fijar la cuantia de las concesiones o adjudicaciones, a priori, sin concurso de ningún tipo, atendiendo, por tanto, a otras calificaciones (antigüedad, solvencia, experiencia previa, madrileñismo, etc).
La otra opción sería desvincular el puesto de trabajo de los servicios, eliminando las subrogaciones y la aplicación de la sucesión de empresas. ¿Queremos eso?
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