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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre amistad, complicidad y contubernio

"Existes, luego pienso". No lo escribió así Descartes y, sin embargo, parece estar más cerca de ayudar a desentrañar el misterio  la esencia humana.

Porque nuestra existencia viene refrendada por la consciencia de la presencia de otro, del otro, que nos estimula, ordena  y coordina todas nuestras actuaciones conscientes.

Podemos hablar de amor, amistad, complicidad o contubernio, para definir una escala de aproximación al conocimiento del otro y el grado de encaje de sus pretensiones con las nuestras. Podemos hablar de ignorancia, desprecio, rabia, odio para caracterizar nuestra lejanía respecto a él.

Hay quienes vienen ya a este mundo con el pan debajo del brazo de saber lo importante que es pertenecer a un grupo, y no separarse de él. Desde la más tiera infancia, van tejiendo un entramado de relaciones íntimas, del que no se desprenderán jamás, sino es para ponerse en manos de otro aún más consistente, es decir, más influyente.

En política, ese complejo tejido de amistades y lealtades incontrovertibles, superiores a toda naturaleza, se ha convertido en la clave para entender la actuación de algunos personajes. Para ellos, el "existes, luego pienso" es el summum de su devoción a la causa, al otro, al líder del que nada se discutirá jamás.

Les va en ello su carrera profesional, su bienestar, su razón vital. Desde el "te quiero un güebo" a "lo nuestro es más que amistad" a "díme lo que quieres de mí, que lo haré", porque sin tí, vida mía, no soy nada.

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