Propuestas para que Toledo no se convierta en Tolero ( y 2)
Necesita Toledo, como más urgente, la construcción de más escaleras mecánicas que conecten el casco histórico con el resto de la ciudad. Está desde hace mucho prevista una que lleve desde la puerta del Sol al Miradero, interrumpida por falta, dicen, de fondos. Cada día, cientos de estudiantes y otros peatones deben realizar el penoso ascenso (y volver), perdiendo así tiempos valiosos, a la par que agotan energías. Mucho se lograría de tener esa vía de conexión, unificando la ciudad.
Hay un trenecito que cubre un itinerario turístico y que tiene, por lo que he comprobado, mucha aceptación. Los autobuses urbanos -demasiado grandes para circular por las estrechas calles- no tienen la misma aceptación y hacen el recorrido, la mayor parte de las veces vacíos. Urge la revisión de ese servicio.
Toledo es, hoy por hoy, una ciudad demasiado ruidosa; en el casco urbano no se duerme a gusto. A cualquier hora de la noche, grupitos de borrachuelos entablan discusiones estúpidas o mantienen insulsas charlas que despiertan y desvelan a los vecinos. Nadie viene a interrumpirlos (apetece, desde luego, lanzar agua sobre sus cerebros reblandecidos por el alcohol, al grito de ¡Agua va, desconsiderados!)
Han quitado la oficina de policía del centro, y quien desee realizar una denuncia, deberá hacer el camino hacia la central (sí, situada, abajo, muy abajo), y no le facilitarán allí, desde luego, las cosas. No sé de cuántos miembros dispone el servicio municipal de policía, pero no se les ve por el centro histórico, salvo para regular -como quien maneja un mecano- el tráfico de mercancías a primeras horas de la mañana (antes de las once), momentos en que decenas de furgonetas colapsan las calles interiores, navegando entre sufridos transeúntes que esquivan, como pueden, los vehículos conducidos por atareados repartidores.
De algo excepcionalmente positivo debo dar cuenta. Se han hecho, recientemente, magníficas recuperaciones de edificios antiguos que se destinan a restaurantes que, por lo que tengo comprobado, están regidos por comerciantes inteligentes y que ofrecen buen servicio. Esta labor sí que está muy bien enfocada, y lo prueba el éxito que están cosechando.
Pero, ¿quiénes viven en el centro de Toledo viejo?. No funcionarios, salvo contadas excepciones. Los políticos y funcionarios de la ciudad imperial prefieren vivir en Madrid y en localidades próximas, desplazándose a diario a sus despachos. Hay algunos pisos ocupados por extranjeros, otros alquilados a empleados de los comercios de la zona; muchos, vacíos, en los que carteles de "se vende" o "se alquila" demuestran a las claras que la oferta es superior a la demanda.
Hay un espacio especialmente infrautilizado, y para el que se ha hecho ya cierta inversión, pero que no se ha apoyado suficientemente para que cobre todo su valor. El paseo junto al Tajo, en el que deberían plantarse muchos árboles (en Toledo tenemos sol y agua), y crear zonas de esparcimiento, dotándolos de restaurantes, cafeterías y ofertas comerciales de entidad.
Toledo tiene muchas posibilidades por explorar. También en la ordenación de las rehabilitaciones, algunas de las cuales no se están haciendo con respeto hacia la unidad del conjunto, incluso encubriendo la vista de edificios singulares o falseando, con materiales erróneos, la verdadera recuperación homogénea que debiera pretenderse de una ciudad-joya.
Hagamos por Toledo. Por hacer de la ciudad un entorno plenamente funcional, habitable con comodidad, para el habitante del siglo XXI. Como lo consiguieron, en su momento, los anteriores pobladores. Teniendo en cuenta que hoy las exigencias de comodidad y nivel de vida han variado, pero deben ser compatibles con la Historia que deseamos contar.
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