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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Toros de Fálaris y política de ajustes

En las Epístolas morales a Lucilio, cuenta Séneca de un tirano, de nombre Fálaris, que ideó un instrumento de tortura perverso, consistente en un toro hueco de bronce en el que se introducía al condenado y que se ponía luego sobre el fuego, que se atizaba fuertemente hasta que el toro metálico alcanzara el rojo vivo.

Los gritos de dolor de los desventurados se convertían en mugidos, gracias a un dispositivo acústico, y esto provocaba en el sádico Fálaris un gran deleite.

No se contenta Séneca con traer a colación el cuento, porque lo que defiende para ilustración del discípulo es que si el sabio estoico fuese condenado a tal suplicio, no sufriría, pues le reconfortará este pensamiento: "Qué agradable es ésto, que a mí no me afecta en lo más mínimo" ("Dulce est et ad me nihil pertinet").

¡Ah, pero los sabios epicúreos tampoco experimentarían dolor alguno, puesto que, por una parte, les alegrará el recuerdo de los momentos agradables del pasado y, por otro, puesto que no temen el futuro, nada les importará lo que pueda pasarles (Epístola a Meceo).

A medida que se calienta la crisis, me convenzo de que los Fálaris que nos tienen dentro del toro del mercado y que calientan con medidas de ajuste, interpretan nuestros ayes de dolor y nuestros gritos inequívocos de que nos estamos asando, como bufidos y manifestaciones de fortaleza del sistema.

Nuestro margen se reduce a comportarnos como estoicos o como epicúreos. Hay grupos de insensatos que, oyendo las declaraciones de que la crisis ofrece oportunidades, creen que no les afectará, sin darse cuenta de que quienes tal dicen, están fuera del asunto, y lo contemplan desde fuera.

No menos lástima me merecen quienes se creen que volveremos a lo que teníamos como por arte de magia o que, en todo caso, como las cosas vienen siempre cíclicas, no hay más que esperar a que la tempestad amaine para que luzca de nuevo el sol.

Y mientras tanto, los Fálaris se tronchan de risa, ordenando más fuego.

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P.S. Quizá sea conveniente expresar, que la leyenda atribuye la realización del toro de bronce a un fundidor, servidor de Fálaris, de nombre Perilo. El fue uno de los que sufrieron la tortura. En el mito heleno, se nos cuenta que fue el primero. En la realidad contemporánea, parece que será de los últimos.

4 comentarios

Angel Arias -

Querido y admirado Santos, el cuento tiene un sentido moral, sin duda, aunque aqui yo lo he retorcido para aplicarlo a lo que más nos preocupa a la mayoría de los españoles, hayan o no votado al "programa de Rajoy" (cualquiera que fuera aquél). Me consuela ahora estar prácticamente seguro de que ningún asesor del partido en el Gobierno actual leerá mi blog y, por tanto, no atenderá a tu cínico Comentario, pues sería lo que nos faltaba: atribuir a la fabricación de instrumentos de suplicio la recuperación de la crisis metalúrgica, pensar en que los sometidos a la tortura, al morir, generarán puestos de trabajo -los de sus torturadores y el que eventualmente tuvieran ellos mismos-y, en fin, si hubiera aún almas sensibles al dolor ajeno -inclusives aficionados arrepentidos procedentes de aquellos espectáculos en los que se martirice a animales- podría recaudarse un impuesto el dolor. Perverso.
Por favor, les pediría a quienes nos gobiernan que, si no tienen otros consejeros, que se lean mis propuestas -no soy, claro, el único en hacerlas- para reactivar la economía con nuevos proyectos de verdad, no con más ajustes.

Santos -

Cuidado con perder el sentido moral del cuento. Porque hoy en día se puede decir que hay que fabricar muchos toros de bronce para estimular el crecimiento y crear puestos de trabajos y aumentarla recaudación fiscal sobre el dolor.

Angel Arias -

De acuerdo con Séneca, tu frase, Miguel, corresponde a los filósofos epicúreos.

Por supuesto, no te sitúo junto a los Fálaris, sino frente a ellos. Trabajando e ideando cosas para que el fuego no nos queme lo que tenemos y, con el agua de la imaginación, consigamos apagarlo, salir del toro y empezar a correr por los terrenos de Arcadia.

Miguel -

Visto como amanece el día, pleno de anuncios de hecatombe económica, no nos queda otra que acurrucarnos dentro del toro, y esperar que pase el tsunami. Vendrán tiempos mejores, sostengo!.