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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los ricos y sus fortunas

A lo mejor la palabra "rico" le evoca al lector la frase tautológica atribuída a Botín, el Presidente del BS, cuando dijo aquello de "Desengáñese, joven. Ricos, verdaderamente ricos, en este país, somos muy pocos". O esa, más explicativa de los oscuros caminos del acceso a la pasta, que se atribuyó a un ministro socialista de la primera hornada (¿Solchaga?) "Ahora nos toca enriquecernos a nosotros".

Lo que es menos probable, es que la palabra rico nos retrotraiga a la terrible frase de "es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de un aguja", que es, como se sabe, además de una hipérbole, un suceso imposible. Imposible no porque el reino de los cielos no tenga realidad -siguen existiendo dudas-, sino porque no existen camellos nanotecnológicos ni agujas de tejer con ojales de tamaño estratosférico.

Pues bien: la realidad es que hay más ricos que antes -en España, al menos-. Y lo que es revelador tanto de la permeabilidad de la sociedad como de la presunta desfachatez de algunos, hay bastantes ricos nuevos. Sobre  cómo se han hecho ricos no se ha escrito mucho, porque guardan su secreto, tanto al fisco (sobre todo) como a la mayor parte de sus semejantes, por no suscitar interés del primero ni envidia de los segundos.

La recalificación de terrenos, la especulación inmobiliaria, la utilización de la capacidad de decisión propia o de los amigos para montar un negociete en el que la mercancía esté vendida de antemano, la utilización de las buenas relaciones con el político o el funcionario influyente, son métodos que no están al alcance de cualquiera, y, particularmente, si tiene escrúpulos éticos.

Pero los escrúpulos nunca afloran a la luz, así, a lo bestia. Ningún corrupto ni corruptor actúa desde la plena consciencia de que lo está haciendo mal. Basta ver la cara de compungidos que tienen cuando (raras veces) los pillan. Cara de no haber roto nunca un plato, o de que han estado trajinando con lo suyo, no con lo de todos.

Sigue siendo muy difícil (no imposible) hacerse nuevo rico sin apelar a alguna trampilla. Por eso los nuevos ricos que se han aupado a su fortuna con alguna mala arte, viven pendientes de los plazos de prescripción. Una vez que se han cumplido los períodos, un nuevo rico ladronzuelo es ya, simplemente, un rico de los de toda la vida.

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