El riesgo de la complacencia
Nuestra sociedad ha absorbido como un refresco la palabra sostenibilidad y la ha integrado sin pudor en los más inverosímiles recovecos de sus actuaciones.
A los que se mueven por los terrenos del beneficio económico o político les ha venido bien esta difusión del término. Como prácticamente nada de lo que se hace tiene ese carácter, al adjetivar como "sostenible" a algo, se está pretendiendo haberlo dotado de un valor nuevo.
También podría decirse que la sostenibilidad sea un conjuro para romper el malificio de nuestro desbocado desarrollo,y que quienes lo esgrimen a diestro y siniesto le atribuyan el mismo valor que a aquellos "detente" que se colocaban al cuello para ahuyentar al diablo, antes de que oficialmente se desminitiera su existencia.
La Fundación Bertelsmann y el Club de Excelencia en Sostenibilidad han dado a conocer los resultados de una encuesta entre 17 empresas españolas a las que se les preguntó por asuntos relacionados con su complacencia.
El resultado es un librito (por el formato) titulado "Gestión de la Diversidad Cultural en las Empresas" que el 24 de abril de 2012 se nos entregó a quienes nos acercamos al salón de Actos de la Biblioteca Nacional.
El acto fue presidido por Liz Mohn, viuda del magnate de las comunicaciones Reinhard Mohn, filántropo que, entre sus muchos reconocimientos, fue galardonado con el Premio Principe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1998. Su intervención, en alemán, me pareció un muy aceptable doctrinario para empresarios y políticos, y no faltaron las referencias fuera del guión a la situación española (sehen Sie Spanien und andere Ländern: auch Spanien leidet unter der Krise) porque se ha perdido la confianza y la orientación (Vertrauen und Orientierung), y se ha extendido la desilusión y el confusionismo sobre los correctos comportamientos morales (Entausch und Missbrauch der moralische Verhaltung)
Después de varias interenvenciones cortas, incluída la de la autora principal del estudio, Montse Ventosa, el encuentro fue clausurado por Engracia Hidalgo, secretaria de estado de empleo, que defendió, en unas páginas leídas, la Ley de flexibilidad laboral.
Ventosa estuvo algo inquieta en su intervención porque el ipad en el que la tenía grabada perdió la conexión en algunos momentos, ("debería habérmela traído en papel", dijo) y, cuando la tuvo con el público hilvanó algunas frases curiosas: "En momentos como éste hacemos más historia que nunca; cuando a nuestros hijos les enseñen este período le habrán puesto un nombre, y está en nuestras manos decidir si será una palabra buena o mala".
También citó Ventosa a Theodore Levitt, justamente el primer economista que popularizó el término globalización: "La gente no necesita una broca, necesita un agujero". Yo entendí "roca" en vez de "broca", así que cuando Montse Ventosa nos invitó a entender el sentido de la frase, por más vueltas que le dí, seguí in albis.
Posteriormente, la propia autora de la cita me deshizo en malentendido, mandándome un correo con la versión inglesa de la misma: "People don't need a drill, they want a hole". No está mal, contemplada con la nueva luz. Pero me gusta más esta otra, que encaja más con el espíritu que se respiraba entre los asistentes: "Die Zukunft gehört denjenigen, die Möglichkeiten erkennen, bevor sie offensichlich werden" (El futuro pertenece a los que reconocen las posibilidades antes de que sean ostensibles)
2 comentarios
Angel Arias -
Nuevamente, gracias, Montse, por leerme, y por corregirme, para que todo tenga sentido. Un saludo
Montse Ventosa -
Gracias por tu post y gracias por tu tiempo ayer. Siento decirte que si tomaste mal la nota :) así que ahi va
la cita correcta, que en el original ingles es People don't need a drill, they want a hole. En lugar de roca era broca.
Hace referencia a que a menudo, olvidamos la necesidad inicial, y nos quedamos con el instrumento.
Muchas gracias!
Un saludo