Una aplicación de los índices de embutibilidad a la política
La metalurgia ha aportado a la sicología y a la terminología sociopolítica muchos vocablos que, a veces con significados distorsionados, se emplean con profusión por los expertos en estos dificultosos territorios.
No me consta que, hasta ahora, nadie haya aplicado los criterios utilizados para definir la mayor o menor embutibilidad a la política, por lo que, cuando a algún norteamericano le den por ello un Premio Nobel, quiero dejar aquí constancia que el precursor de esa teoría he sido yo, y en esta modesta bitácora de provincias.
Habrá que hacer algo de historia previa. Allá por 1974, en el Departamento de Investigación Metalúrgica de Ensidesa, para cumplir con la obligación de fabricar un par de informes mensuales con los que alimentar la idea de que estábamos descubriendo algo, me propuse -o propusieron- analizar, utilizando información japonesa (en inglés), norteamericana y francesa, las posibilidades de mejorar los índices que se utilizaban por entonces, en el laboratorio, para estudiar las condiciones de deformabilidad de la chapa laminada y, en especial, de las sometidas a las condiciones más severas, que eran, las que se empleaban en la fabricación de automóviles y en las latas de conserva, cuya "embutibilidad" debía ser máxima.
No descubrí nada (que yo sepa), pero anduve un par de meses calentándome la cabeza con dos índices ya conocidos: el de acritud, "n", del que parecía que, cuanto más alto, mejor se comportaba la chapa en las deformaciones con expansión; y el de anisotropía, "r", que actuaba de compensador de los valores de n bajos en las llamadas embuticiones mixtas y, si, siendo él mismo alto, se combinaba con un índice de acritud también alto, se alcanzaban los mejores resultados cuando la embutición o deformación se realizaba con predominio de la compresión.
Y aquí llego: las ideas socialistas funcionan bien en aquellas situaciones económicas en las que nos encontramos en la parte expansiva del ciclo, por lo que -con perdón de los seguidores de esta doctrina política- su índice definidor más relevante es el de la "acritud, n".
Las ideas del capitalismo liberal parecen teóricamente adecuadas cuando se está pasando por una fase de compresión, y su característica definitoria más adecuada , por ello, sería la de "anisotropía, r".
Pero un alto "r" -digamos, una mayoría del PP- solo no es suficiente, pues debe combinarse, en las fases de compresión, con un alto "n" -apoyo social-. Si "n" es bajo, de nada sirve que "r" sea alto, pues la chapa se rompe pronto, digo, el beneficio socioeconómico óptimo para una situación dada no se alcanza, los objetivos no se cumplen.
He copiado aquí una de las Figuras de ese trabajo que Jaime Acinas y yo presentamos en 1975 a las Jornadas Metalúrgicas de Bilbao en 1975, para ilustrar lo que he expresado con palabras.
Lo único que modificaría, en la aplicación a estas elucubraciones políticas, son los "porcentajes de éxito". Por pura intuición de perro viejo, me atrevería a pronosticar que la frontera de "fallos menores del 5%", más bien sería la de "riesgo de colapso total" de la economía (y, por ahí andamos, con un Gobierno liberal haciendo lo que hay que hacer, dice, pero sin acertar a explicar porqué y, con la mitad de la sociedad, al menos, en contra.
Si se consiguiera, con el mismo "índice de anisotropía, r", incorporar mayores dosis de sensibilidad social, "n", podríamos "salir adelante con las banderas desplegadas" ("fallos menores del 1 %").
Explíquennos, señores diputados, lo que desean hacer con nuestra chapa social, porque parece que está a punto de romperse a base de estirarla solo en una dirección.
2 comentarios
Angel Arias -
Julia Abrisqueta -